Junto a su hermano y General de Ejército Raúl Castro durante la presentación del Informe Central al II Congreso del PCC celebrado en el Palacio de las Convenciones. Los acompaña una pionerita cubana. Foto: Revista Bohemia.
Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en el acto clausura del Segundo Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en la Plaza de la Revolucion, el 20 de diciembre de 1980.
Queridos compatriotas:
Seré más breve que en otras ocasiones. Las ideas fundamentales han sido expresadas a lo largo del Congreso y no quiero repetir.
Se convierte ya en una tradición que nuestro Congreso, el Congreso de nuestro Partido Comunista se clausure en la Plaza de la Revolución y en el seno de nuestro pueblo comunista .
Es la tercera vez que nos reunimos este año en esta Plaza. Creo que este año de 1980 ha sido el más extraordinario, en lo que se refiere al movimiento de masas de nuestra capital.
No es posible olvidar las gloriosas jornadas de la Marcha del Pueblo Combatiente. No es posible olvidar lo que en favor de la Revolución ha hecho el pueblo de nuestra capital y de la provincia de La Habana: el 19 de Abril, el 1º de Mayo, el 17 de Mayo, el 27 de Septiembre y hoy.
Recuerdo que cuando contemplamos aquellos acontecimientos, nos parecía imposible que volvieran a repetirse. Nos parecía imposible que aquella multitud que se reunió en la Quinta Avenida, el 19 de Abril, volviera a reunirse alguna otra vez, y no transcurrió mucho tiempo cuando vimos aquí en esta misma Plaza una multitud semejante. Pero siempre pensé que un acto como aquel 1º de Mayo no volvería a repetirse. Tuvimos, sin embargo, la oportunidad de ver otra vez esa misma multitud el 19 de Mayo; tuvimos oportunidad de verla nuevamente el 27 de Septiembre, y hemos tenido oportunidad de verla otra vez reunida aquí en la Plaza de la Revolución.
Es preciso reconocer y agradecer al pueblo de las dos Habana este apoyo gigantesco, extraordinario a la Revolución y al Partido.
Y ustedes han demostrado hoy en los hechos lo que nosotros expresábamos en el Congreso, de la sólida, profunda, indestructible vinculación de nuestro Partido con las masas. Se confirma así la gran verdad de que el Partido es el Partido de nuestro pueblo, y que nuestro Partido existe por el pueblo y para el pueblo.
Nuestro Congreso ha analizado profundamente los problemas fundamentales; pero yo diría —como expresábamos en la tarde de hoy— que la característica fundamental de nuestro Congreso fue su carácter internacionalista.
Podría afirmarse que las fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas del mundo han estado aquí reunidas en nuestro Congreso. Podríamos afirmar que las fuerzas más sanas y más honestas del mundo han estado aquí reunidas en nuestro Congreso. De modo que en ciertos momentos no sabíamos, o en cierto momento era difícil distinguir si se trataba de un congreso cubano o un congreso de las fuerzas revolucionarias del mundo.
Hablaron en nuestro Congreso más invitados que delegados cubanos. Y, desde luego, no hablaron todos los invitados puesto que era absolutamente imposible, pero sí los que hablaron reflejaron el mensaje, a nuestro pueblo y a nuestro Partido, de las fuerzas fundamentales que hoy están transformando al mundo. Y los que hablaron demostraron los cambios, y en especial los cambios en nuestro hemisferio; porque allí pudimos escuchar el mensaje, la palabra cálida, fraternal y solidaria de Nicaragua, a través del compañero Humberto Ortega, conocido, admirado y querido por nuestro pueblo, como uno de los artífices y estrategas fundamentales de la lucha victoriosa del pueblo de Nicaragua; allí escuchamos a Cayetano Carpio, ese héroe consagrado, que ha dedicado toda su vida a la causa de la liberación de su pueblo salvadoreño, que nos trajo el mensaje de todas las organizaciones revolucionarias unidas de El Salvador; escuchamos la palabra de ese amigo brillante, firme, vertical, que es nuestro entrañable hermano Bishop; escuchamos el mensaje de los revolucionarios chilenos a través de ese viejo combatiente, tan estimado en nuestro país, que en sus propias carnes sufrió la represión fascista, el secretario del Partido Comunista de Chile, Luis Corvalán, que nos expresó la voluntad de lucha de su pueblo, con aquellas palabras que recuerdan al himno de su patria, al decir que "al lado de la razón debe estar también la fuerza"; escuchamos con profunda emoción, y pudiéramos decir también que lloramos junto a las lágrimas de ese amigo de nuestra patria, tan estimado y tan admirado, ese hombre tan extraordinario, que a lo largo de muchos años fue, junto a su pueblo, abanderado de la solidaridad con nuestra Revolución, Rodney Arismendi; hemos escuchado el mensaje de nuestros hermanos angolanos, nuestros hermanos mozambicanos, nuestros hermanos etíopes, nuestros hermanos guineanos, nuestros hermanos africanos; hemos escuchado el mensaje de nuestros hermanos vietnamitas, campucheanos, laosianos, de nuestros hermanos afganos, de nuestros hermanos árabes; de nuestros hermanos los comunistas franceses y portugueses que expresan lo más consecuente de las posiciones y del pensamiento del movimiento obrero y revolucionario en los países capitalistas.
Hemos escuchado el mensaje de nuestros entrañables hermanos del campo socialista, y muy especialmente de nuestra querida e inseparable Unión Soviética. Y hemos tenido el placer de escuchar en la palabra de ese infatigable luchador, de ese héroe de la causa del comunismo que es Henry Winston, el mensaje de lo más puro y de lo más honesto del pueblo norteamericano.
Los que aquí se reunieron representan lo más sano, lo más puro, lo más consecuente de los luchadores por la causa de la liberación, de la democracia, de la justicia social y de la paz. Por eso nos hemos sentido extraordinariamente estimulados en este Congreso, y porque también nos da la medida del prestigio de nuestra patria, del prestigio de nuestra Revolución, de la confianza que tienen en ella las fuerzas revolucionarias y progresistas del mundo, y porque nos da la medida también del esfuerzo que de manera tesonera, de manera heroica ha estado aportando nuestra patria al movimiento revolucionario y a la solidaridad internacional.
Mucho prestigio ha ganado nuestro país en estos años, mas nosotros no luchamos por prestigio; el prestigio de nuestra Revolución se deriva de nuestra lealtad a los principios. Y más importante que ese prestigio es la confianza que los revolucionarios de todo el mundo deben tener, de que Cuba ¡jamás fallará!, de que la lealtad de la Revolución a los inmortales principios del marxismo-leninismo no es solo la línea de esta generación, sino que será también la línea de la generación de los pioneros, cuya representación habló aquí en la tarde de hoy, y la línea de las futuras generaciones revolucionarias.
Mas no se ocupó nuestro Congreso exclusivamente de las cuestiones internacionales, se ocupó también nuestro Congreso de las cuestiones nacionales. El Congreso fue la culminación de un largo período de trabajo de muchos meses, en que nuestros problemas fueron analizados en sus más mínimos detalles con espíritu crítico y autocrítico, desde los núcleos hasta el Congreso del Partido. Se analizaron los problemas fundamentales, se hizo un balance de nuestro trabajo en los últimos cinco años, con un saldo incuestionablemente positivo.
Es realmente increíble lo que nuestro pueblo ha realizado en tan breve período de tiempo en todos los órdenes: los avances en la construcción del socialismo, en el desarrollo de nuestra economía, el número de fábricas que hemos levantado en medio de la crisis económica internacional, los extraordinarios adelantos que hemos logrado en la educación, en la salud pública, en la cultura, en el desarrollo social, en la institucionalización del país, en el establecimiento de los Poderes Populares y el desarrollo de la democracia socialista, y sobre todo, los avances que hemos logrado en nuestras organizaciones de masa, en nuestra Juventud y en nuestro Partido.
Cuba ¡jamás fallará!
Interviene durante la clausura del II Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el Palacio de las Convenciones. Foto: Estudios Revolución
Hay que tener en cuenta que nuestro Partido casi ha triplicado sus efectivos obreros, lo que significa que nuestro Partido se ha hecho más proletario y, por lo tanto, más marxista-leninista y más revolucionario.
Nuestro Partido trabajó en la elaboración de los planes futuros, y así nuestro Congreso examinó y aprobó las directivas económicas y el plan quinquenal 1981-1985. Fue un plan elaborado cuidadosamente, prudentemente, y sobre bases muy realistas. De manera que albergamos la esperanza no solo de cumplirlo, sino de sobrecumplirlo.
Nuestro Partido analizó y aprobó las ideas básicas del desarrollo futuro del país hasta el año 2000. Ya podemos darnos el lujo de pensar no solo en términos de un año, no solo en términos de cinco años, sino también ya en términos de 20 años, y basado en los factores reales y en los elementos de seguridad que nos dan nuestras estrechas relaciones económicas y nuestros planes de coordinación para el desarrollo con la Unión Soviética y los países socialistas.
De modo que en lo que se refiere al desarrollo económico de nuestro país, podemos mirar hacia el futuro con más confianza y más seguridad que nunca.
Pero lo más importante, lo más revolucionario de este Congreso, fue la estructura de nuestro Comité Central. De modo que la Dirección de nuestro Partido recibió una fuerte inyección de cuadros obreros, una fuerte inyección de mujeres, y una fuerte inyección de combatientes internacionalistas.
De modo que en el Comité Central están representadas nuestras masas, no solo indirectamente a través del Partido, sino también de militantes comunistas que dirigen las organizaciones de masas, fundamentalmente nuestra organización obrera y nuestra organización femenina, estando incluidos también los representantes de nuestra organización campesina y de nuestra organización más numerosa: los Comités de Defensa de la Revolución.
De modo que en este Congreso se ha creado una vinculación directa entre el Partido y las masas. y además se ha establecido el principio de que cualquier militante comunista dondequiera que esté, hombre o mujer, en Cuba o fuera de Cuba, en un trabajo productivo o en un trabajo de servicios, o en un trabajo administrativo, o en un trabajo científico, en cualquier actividad, el Partido no lo olvida. Y que para llegar a la alta Dirección de nuestro Partido, ese extraordinario honor, esa altísima responsabilidad, se puede ganar cortando caña; se puede ganar trabajando en una mina; se puede ganar trabajando en un laboratorio; se puede ganar dirigiendo una fábrica, o dirigiendo una granja, o dirigiendo un sindicato, o dirigiendo una provincia, o dirigiendo una organización de masas a nivel nacional o a nivel provincial.
Nosotros creemos que nuestro Comité Central se ha enriquecido extraordinariamente con la presencia de nuevos miembros estrechamente vinculados con las masas del pueblo.
Nuestro Partido se ha desarrollado extraordinariamente, cuenta hoy aproximadamente con 450 000 militantes y aspirantes. Ya no es una suma de organizaciones, ya nadie se acuerda de qué organización provino; ya nuestro Partido está constituido por un solo tronco, sólido; ya nuestro Partido es algo nuevo, un Partido que se ha desarrollado a lo largo de estos 22 años. Ya no se trata de la historia de la guerra o de antes de la guerra, o de la clandestinidad; ya se trata, incluso, de la historia que nuevas generaciones han escrito, la historia heroica de nuestro pueblo en estos 22 años de lucha.
Y eso se refleja ya en la Dirección de nuestro Partido, aunque en esa Dirección hay hombres que estuvieron en la Sierra, estuvieron en la lucha contra bandidos, estuvieron en la Crisis de Octubre y combatieron, además en Angola y en Etiopía. Es realmente extraordinario el hecho de que a través de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias más de 100 000 combatientes han cumplido misiones internacionalistas.
Por eso nuestro Comité Central puede presentar hoy una legión de héroes: héroes de la lucha revolucionaria en nuestro país, héroes del internacionalismo, héroes del trabajo, del trabajo material o del trabajo intelectual, héroes del trabajo del Partido, un conjunto de hombres y mujeres que han acumulado extraordinarios méritos.
Y los principios que se han seguido en el Comité Central, se han seguido también en la elección del Buró Político. Y así, tenemos que como miembro suplente del Buró Político fue elegida la compañera Vilma Espín; fue elegido el compañero Roberto Veiga; fue elegido el compañero José Ramírez Cruz, y fue elegido el compañero Armando Acosta. De modo que las mujeres, los obreros, los campesinos y los Comités de Defensa de la Revolución, están directamente representados en el Buró Político de nuestro Partido. A nuestro juicio, esto significa un avance extraordinario que elevará la eficiencia y la calidad del trabajo de la Dirección del Partido y del país.
Ahora bien, consideramos que una de las tareas fundamentales cumplidas por el Congreso es la preparación del Partido y del pueblo para la difícil coyuntura internacional que estamos viviendo, la preparación del Partido y del pueblo para cualquier confrontación con el imperialismo que pueda presentarse.
Claro está que le hemos dicho paladinamente al señor Reagan que no tenemos ningún temor a sus amenazas. Porque, desde luego, hay algo que no nos gusta, y no nos gusta que nos amenacen; no nos gusta que traten de intimidarnos, no nos gusta. Además, nuestro pueblo hace tiempo que ha perdido ya la idea de lo que es el miedo; hace tiempo que nuestro pueblo ha perdido ya el sabor de lo que es el miedo.
Estamos conscientes de que la situación internacional es compleja y es difícil; estamos conscientes de que los peligros de guerra son reales; estamos conscientes igualmente de la necesidad de luchar y de movilizar la opinión pública mundial para poner freno a la carrera armamentista, para poner freno a la tensión internacional, para poner freno a los peligros de guerra. Nosotros podemos contribuir a ese objetivo en la medida de nuestras modestas fuerzas. Nosotros sabemos el mundo en que vivimos.
Con los principios no se negocia
Interviene durante el II Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el Palacio de las Convenciones. Foto: Liborio Noval / Radio Reblede
Como expresábamos en el Informe Central, la humanidad nunca vivió una época semejante a esta: con la existencia de enormes arsenales nucleares, con decenas de miles de armas nucleares apuntando en todas direcciones. Sabemos que el peligro de que un día pueda desatarse un conflicto universal es grande; pero pensamos que esta humanidad, y pensamos que en especial nuestro pueblo debe estar consciente de esos peligros para movilizarse, para luchar contra ellos, cada cual en la medida de sus fuerzas. Pero también frente a esas realidades hay que tener una actitud.
A nosotros nos amenazan diversos peligros, lógicamente si se produce un conflicto mundial ese conflicto afectaría a todos los pueblos sin excepción; pero como nosotros además estamos situados en esta área del mundo, estamos ubicados en las proximidades de Estados Unidos, además de los peligros de cualquier conflicto mundial, estamos constantemente amenazados de las agresiones imperialistas, y frente a esas realidades hay que tener una actitud.
Los imperialistas a veces hablan el lenguaje altanero de que estarían dispuestos a suspender el bloqueo, de que estarían dispuestos a perdonarnos la vida si dejamos de ser internacionalistas, si retiramos nuestros combatientes de Angola y de Etiopía, si rompemos nuestros vínculos estrechos con la Unión Soviética. Y, desde luego, para nosotros no es un placer ni un capricho tener miles de combatientes en otras tierras.
Pero el día que nosotros retiremos un solo hombre, ¡uno solo!, será porque no hiciera falta, o será por acuerdos entre los gobiernos de esos países y nosotros, ¡jamás será mediante concesiones al imperialismo! Y nuestros vínculos con la Unión Soviética no se romperán ¡jamás! Mientras exista la Unión Soviética y mientras exista Cuba, existirán esos vínculos. Porque somos un pueblo revolucionario, porque somos un pueblo consecuente, porque somos un pueblo firme, un pueblo leal y un pueblo agradecido, ¡porque despreciamos el oportunismo! Y si nos dieran un día a escoger entre la traición y la muerte ¡preferiremos mil veces la muerte!
Con los principios no se negocia. Hay en el mundo gente que negocia con los principios, ¡pero Cuba jamás negociará con los principios! ¡Y estamos seguros de que ni esta ni las futuras generaciones revolucionarias negociarán jamás con los principios!
¿Qué derecho pueden tener los Estados Unidos a decirnos a nosotros quiénes deben ser nuestros amigos?
¿Nos amenazan con mantener su bloqueo económico? ¡Que lo mantengan cien años si les da la gana! ¡Cien años estamos dispuestos a resistir, si es que el imperialismo dura cien años! ¿Que nos amenazan con bloqueos navales? ¡Que impongan su bloqueo de ese tipo y verán lo que es capaz de resistir el pueblo cubano!
Si tenemos que dispersarnos por todo el país, esta gigantesca multitud, y cultivar la tierra para vivir, y tuviéramos que cultivarla con bueyes y arados, y con azadones y picos, la cultivaríamos, pero resistiríamos. Si creen que nos vamos a rendir porque nos falte la electricidad, o el ómnibus, o el petróleo o lo que sea, verán que no podrán jamás doblegarnos y que somos capaces de resistir un año, 10 años, los que sean necesarios, aunque tuviéramos que vivir como los indios que encontró Colón cuando llegó aquí hace 500 años.
Pero eso sí, eso sí, sin lanzas ni flechas, con un fusil o una granada o una mina en la mano, o con un tanque, o con un cañón, o con una bazuca, o con una antiaérea, con lo que sea, ¡con lo que sea! ¡Que no se hagan ilusiones los imperialistas! Más vale decírselo: ¡que no se hagan ilusiones!, ¡que no nos amenacen!
Y si optaran por la variante de agredirnos, que se preparen para ver luchar a los hombres, a las mujeres, a los viejos y hasta los niños, hasta a la pionerita que habló aquí hoy. Si se atreven a invadir nuestro país, van a morir más yankis aquí que los que murieron en la Segunda Guerra Mundial, porque no dejaremos de luchar y de combatir en cualquier circunstancia: frontalmente, en la retaguardia, en la clandestinidad; no dejaremos de combatir mientras nos quede una gota de sangre.
¡Esa tiene que ser nuestra disposición, y esa es nuestra disposición! Y, desde luego, vamos a ver qué pasa, vamos a ver qué pasa, porque no nos faltan brazos ni estamos desarmados. Si se quieren ahorrar mucho trabajo y nos quieren disparar 20 bombas atómicas, que las disparen. Ya nosotros estuvimos una vez con el riesgo de que nos las dispararan, y no recuerdo un solo ciudadano de este país que haya perdido el sueño, ¡no lo recuerdo! Sin dramatismo de ninguna clase, sin dramatismos. ¡Preferimos mil veces morir antes que rendirnos! ¡No haremos una sola concesión al imperialismo, no renunciaremos a uno solo de nuestros principios!
Interviene durante la clausura del II Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el Palacio de las Convenciones de la Habana. Foto: Revista Bohemia
Los pueblos en el mundo de hoy no son tan débiles, y creo que el día en que todos los pueblos de América Latina estén en la disposición en que está Cuba, de defender su tierra, de defender su causa; en la disposición en que está Nicaragua; en la disposición en que está Granada, habrá desaparecido el dominio imperialista en este hemisferio. Y podíamos añadir más, en la disposición que están los revolucionarios salvadoreños, en la disposición que están los revolucionarios guatemaltecos. Los imperialistas amenazan con intervenir en Centroamérica, como si con ello fueran a intimidar a los revolucionarios centroamericanos; los revolucionarios de El Salvador y de Guatemala llevan 20 años en la lucha, y 20 años en la clandestinidad, y les resultaría más fácil luchar contra los interventores yankis que contra los esbirros que al servicio de los yankis usan todavía un uniforme, una bandera y un himno nacional.
Humberto habló aquí de Sandino. Fue en otros tiempos, no era la correlación de fuerzas que hay en el mundo de hoy, no existía el poderoso movimiento revolucionario internacional que hay hoy, ni la solidaridad actual, y Sandino ciertamente, con un puñado de hombres mal armados derrotó a los interventores yankis, tuvieron que retirarse y dejar allí a Somoza y a la Guardia Nacional, hasta que le llegó el fin también a Somoza y a la Guardia Nacional, como le llegará el fin a todos los Somozas de este hemisferio y a todos los esbirros.
Por tanto, las conclusiones que podemos sacar de este Congreso, las más fundamentales, son dos. Una de ellas, el trabajo, el esfuerzo por impulsar la producción y los servicios. Digo que son dos, y las dos debemos saberlas cumplir. Primero tenemos que tomar por asalto las dificultades, consagrarnos al trabajo, consagrarnos a los servicios. En la agricultura, en las industrias, en las escuelas, en los hospitales, en todas las actividades debemos incrementar nuestro esfuerzo, duplicar nuestro esfuerzo, elevar nuestra eficiencia, elevar la exigencia. En dos palabras —yo diría—: trabajar más y mejor que nunca.
Segundo, prepararnos para la defensa del país. Es decir, que esas son las dos tareas básicas: la producción y la defensa. Organizar las Milicias de Tropas Territoriales y preparar al Partido y al pueblo para luchar en cualquier circunstancia. Apoyar el planteamiento del miliciano que habló en nombre del Regimiento de Tropas Territoriales de Pinar del Río: recaudar los fondos para la adquisición de armas, y utilizar nuestro tiempo para no afectar la economía, nuestro tiempo libre, e incluso parte de las vacaciones en el programa de entrenamiento.
Una cosa no debe chocar con la otra: el trabajo productivo, los servicios y la preparación para la defensa. Debemos prepararnos, eso no admite la menor duda. Debemos confiar fundamentalmente en eso, no en la cordura del enemigo, no en la sensatez del enemigo; sino en nuestras fuerzas. Por eso más que nunca tenemos que convertirnos en un pueblo de trabajadores y un pueblo de soldados.
Ahora mismo estamos en plena zafra y la zafra marcha bien. El acumulado hasta este momento es de un 88%; el pasado año ni un solo día de diciembre se alcanzó el 88%. Los obreros azucareros y los obreros cañeros están trabajando con un extraordinario entusiasmo. Considero que están demostrando el actual espíritu de lucha y de trabajo del país.
Ahora cuando volvamos a las actividades, cuando regresen todos los delegados del Congreso, deben llevar la idea y la consigna de apoyar el trabajo productivo, de apoyar los servicios, de apoyar la zafra, de apoyar las tareas de la defensa. No vamos a preguntarnos si los yankis nos van a perdonar o no la vida, por lo que debemos preocuparnos es de prepararnos para la lucha y que sepan —como decíamos en el Congreso— que se van a encontrar un hueso muy duro de roer y una espina mortal que se les clavará en la garganta. Esas son las dos ideas básicas que debemos llevarnos del Congreso.
Y realmente, compañeros delegados al Congreso, compatriotas, tenemos muchas razones para sentirnos satisfechos, para sentirnos incluso orgullosos de lo que ha sido este Congreso, para sentirnos orgullosos de lo que ya es hoy nuestro Partido, de la calidad de nuestro Partido, de la calidad de los hombres y las mujeres que lo representaron. Estamos orgullosos de esta prueba de vinculación del Partido y las masas, del apoyo del pueblo a la Revolución, del apoyo de nuestro pueblo a nuestro Partido, que ustedes han evidenciado hoy ante los representantes de más de 140 organizaciones revolucionarias, progresistas y democráticas del mundo aquí presentes.
Creo interpretar el sentimiento de todos los compañeros del Comité Central y del Buró Político al expresar que nosotros que hemos tenido siempre una inmensa confianza en el pueblo, ¡hoy tenemos más confianza que nunca!; que nosotros que siempre hemos sido optimistas, ¡hoy nos sentimos más optimistas que nunca!; que nosotros que nos hemos sentido siempre comprometidos con la Revolución, ¡hoy nos sentimos más comprometidos que nunca!
¡Viva nuestro glorioso Partido Comunista!
¡Viva el internacionalismo proletario!
¡Viva el pueblo!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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