30 de abril de 1996
Estimado amigo:
Cro. Rafael Hernández
Director Revista Temas
Con profunda satisfacción asistí al 1anzamiento del número 4 de la revista Temas, presentada por ti con sencillas palabras y por Ambrosio Fornet con un breve texto oportuno y consistente. Sucesos como este, o como la presentación que pocos días antes hiciera nuestro Ministro de Cultura del último número de Contracorriente en la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana, en la que se formularon principios destinados a estimular y encauzar provechosamente lo que viene llamándose el boom de nuestras revistas, nos alegran y fortalecen.
En el mismo local en que ustedes presentaron Temas, el 22 de diciembre del año pasado me tocó hacer comentarios sobre el número de Revolución y Cultura dedicado a Martí. Después de pasar revista a algunos de los principales trabajos allí reunidos, entre los que se encontraba el tuyo titulado «Martí y el poder de la ideología», me permití añadir lo deseable que sería —según se planteó en el Taller de Pensamiento Cubano celebrado en la Universidad Central de Las Villas en 1994— el diálogo abierto y eficaz de los dirigentes de nuestro poder revolucionario con los investigadores y pensadores de nuestras ciencias sociales revolucionarias, partiendo de la premisa de que entre ellos solo hay diferencias de funciones, y que ese mutuo conocimiento de sus análisis respectivos, tendientes hacia lo que hemos llamado la posibilidad de «un estado nacional pensante», seria altamente fortalecedor y beneficioso para la Patria.
Ahora me complace leer en el «Enfoque» del numero 4 de Temas, que ustedes se sienten alentados al comprobar que «además de escritores, profesores universitarios, artistas y sociólogos, la leen maestros de secundaria, militares, periodistas, médicos, juristas, funcionarios, economistas, bioquímicos, dirigentes políticos, diputados, sacerdotes y toda una multiplicidad de personas atentas e interesadas». El camino se va abriendo, pues, a la propagación y el debate de la evidente riqueza de ideas que se están manifestando y, en lo sustancial, confluyendo, a través de la creciente vitalidad de nuestras revistas. Quizás llegue el día en que, incluso, como lo hemos dicho en alguna ocasión, podamos reunirnos en un gran foro patriótico para examinar los rendimientos efectivos de ese «pensar la Revolución y el socialismo cubano» que se está convirtiendo en la pasión de este tiempo.
En cuanto al contenido del número 4, me parece tan excelente como los anteriores. La excelencia intelectual, desde luego, no depende de que estemos en todo de acuerdo. Tenemos que aprender a sacarles provecho a nuestros desacuerdos.
Especialmente me ha interesado, por razones obvias, el trabajo de Monseñor Carlos Manuel de Céspedes sobre el catolicismo cubano, que considero ejemplar y ciertamente esclarecedor.
Con mi gratitud y los mejores votos para todos los que hacen Temas, te abraza fraternalmente,
Cintio Vitier
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