(Realizado, vía Telegram, el 28 de octubre de 2021).
Como cada mes, se realiza el debate del Último Jueves de la revista Temas, dedicado este 28 de octubre a la migración: “Salir, irse, virar, regresar”.
A través de nuestro grupo en Telegram, a las 4:00 p.m. inicia la discusión de las diferentes aristas y visiones sobre la temática en un audiochat que estará desarrollándose hasta las 6:00 p.m.
A continuación, Catalejo publica las primeras respuestas de los panelistas invitados:
Panelistas:
Isabel Cristina López Hamze. Mamá de dos hijos varones y teatróloga. Licenciada en Arte Teatral, 2011 y Master en Ciencias en Procesos Formativos de la Enseñanza de las Artes, 2016. Trabaja como profesora de la Universidad de Las Artes.
Cristina Escobar. Periodista y analista de política internacional de la Televisión Cubana. Becaria Chevening, beca del gobierno británico que le permitió viajar a estudiar una maestría a Londres, y posteriormente trabajó en BBC World Service. Es una cubana que salió del país a estudiar, y un año y medio después regresó. Ha cubierto temas de la política exterior cubana incluyendo los eventos entorno al deshielo entre los Estados Unidos y Cuba, y los diálogos con la Unión Europea. Fundadora del sitio para emprendedores www.eltcp.com.
Robenson Glesile. Haitiano. Reside en Rosario, Argentina, desde hace nueve años. Profesor de francés. Integrante del Grupo de Estudios sobre Migraciones (Universidad Nacional de Rosario). Vice coordinador de la Fundación Jèn Mapou.
Arturo López-Levi. Politólogo. Se graduó del Instituto Superior de Relaciones Internacionales en La Habana en 1992 y luego realizó estudios de Maestría en Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Carleton (Ottawa) y la Universidad de Columbia (Nueva York). Experto en política latinoamericana y estadounidense. Fue analista político del gobierno cubano entre 1992 y 1994. Es consultor de la fundación New America y de Diálogo Interamericano sobre temas de Cuba y política estadounidense hacia Latinoamérica. Coautor del libro Raúl Castro y la Nueva Cuba: una visión cercana del cambio (McFarland, 2012). Miembro del consejo editorial de Cuban Studies. Actualmente es catedrático de la Universidad de Texas (Rio Grande Valley). Es copresidente de Cuban-American for Engagement (CAFE).
¿Cómo ha cambiado el patrón migratorio en los últimos diez años? ¿Quiénes emigran? ¿Es posible saber cuál es su composición social o demográfica?
Isabel Cristina López Hamze: Es siempre un riesgo hablar sobre el fenómeno de la migración. Un tema complejo que atraviesa los ámbitos económicos, políticos y culturales, pero también los afectivos, sentimentales y familiares. Acepté la invitación de Rafael para participar en este debate con la condición de que mis intervenciones serían desde la perspectiva teatrológica. El teatro ha sido el espacio para reencontrarme con la historia y la memoria, con el pasado y el presente de mi país. Un país habitado por los de aquí y los de allá, por el adentro y el afuera.
La migración es uno de los temas más abordados por los dramaturgos cubanos. Las variaciones del patrón migratorio son analizadas por las ciencias sociales, son expuestas en forma de estadísticas y análisis de políticas migratorias, análisis sociológicos. El teatro las analiza desde otros resortes. La mayoría de las obras que abordan el tema están movidas por deseos opuestos: el deseo de los personajes de regresar y el sueño de irse. Así estos dos extremos han sido explotados históricamente por los dramaturgos. Hay obras que tratan sobre las ganas de irse, como “Puerto de Coral” de Maikel Chávez, donde tres hermanas en un pueblo de pescadores sueñan con México, Barcelona y Nueva York o “Nevada” de Abel González Melo, en la que sus protagonistas son jóvenes marginales que se prostituyen y luchan a toda costa por el sueño de irse. Mientras para las primeras, el deseo está marcado por una visión romántica, para los segundos, el irse significa escapar, significa salvarse de una realidad que los agobia. El teatro también ha puesto en perspectiva quiénes emigran. Y podemos encontrar una obra donde los personajes emigran por razones económicas, familiares, para huir de sus contextos agrestes. Pero también podemos hallar otros puntos de vista, por ejemplo, en un espectáculo como “Departure”, de El Ciervo Encantado, que conecta las vidas de artistas que han emigrado por causas políticas e ideológicas.
En la dramaturgia de los últimos diez años he visto cómo el teatro que aborda la migración ha variado. Ha pasado de esa clásica dicotomía del querer partir y el querer regresar a la discusión de otros puntos y el protagonismo se ha mudado del personaje que emigra a una suerte de personaje coral que rodea al emigrante. Una obra como “Callejón Desagüe”, de Laura Liz Gil, estrenada y publicada en 2018, se centra en las relaciones de los personajes que se quedan, mientras el hombre que se va, es solo el pretexto poético para enlazar a dos mujeres, su esposa y su amante que, en la espera interminable, se unen, se entienden, se acompañan de un extraño modo. Ha cambiado el abordaje de la migración en la última década también en términos de estéticas. Podemos encontrar muchas obras desde concepciones realistas que discursan sobre la insularidad y esas ganas de “saltar el charco”, pero van apareciendo otras escritas por jóvenes que indagan en las consecuencias de la emigración, más que en las causas. Podemos encontrar obras epistolares, performances, espectáculos de cabaret teatro, autoficciones, parábolas y una obra para niños “Cabeza de caballo”, de Yerandy Fleites, que por primera vez toca el tema en el teatro para niños en Cuba.
Habrá que ver cómo el teatro del futuro registra los cambios en el patrón migratorio luego de estos dos años pandémicos y convulsos en todos los sentidos. Hay que esperar. Las motivaciones para emigrar están planteadas. Y también las motivaciones para quedarse. Habrá que ver cuáles son las consecuencias de una u otra decisión, las heridas o las nuevas perspectivas de futuro.
¿Qué motiva a los emigrantes? ¿Qué factores sociales, económicos, psicológicos, culturales, políticos, impulsan la emigración?
Robenson Glesile: En primer lugar, migrar es un fenómeno natural. Luego existen distintos factores que impulsan a la gente a emigrar. El ser humano está siempre en búsqueda de oportunidades. Lamentablemente, vivimos en un mundo dominado por la desigualdad. Las guerras, las inestabilidades sociopolíticas impulsan las personas a migrar. Según ACNUR, a finales de 2019 el número de personas desplazadas en el mundo era de 79,5 millones. De ellos, 26 millones eran refugiados. La falta de trabajo es uno de los factores que motivan a los haitianos y las haitianas, por ejemplo, a elegir el camino de la emigración. Directamente, el equilibrio mental de las personas que emigran en medio de las crisis se ve afectado. Hay que mencionar también el factor ecológico como una causa que impulsa a la migración.
Isabel Cristina López Hamze: La gente de teatro siempre parte de esa “maldita circunstancia del agua por todas partes” de la cual hablaba Virgilio Piñera en ese gran poema que es “La isla en peso”. La noción de insularidad, es ya una condición para el deseo posible de la migración. El peso simbólico que tiene haber nacido en una isla es muy fuerte. El teatro cubano ha develado, como pocas expresiones artísticas, el drama que envuelve a los que regresan y a los que se van.
Las motivaciones para emigrar son diversas. Dependen de los individuos, del contexto histórico, de las edades y de otros muchos factores. Si tomamos un evento como el éxodo por el Mariel, que representó una de las más grandes oleadas migratorias de la historia y ponemos a dialogar las motivaciones de los personajes protagónicos de cuatro obras que abordan el tema, podemos advertir la variedad de motivos.
“La Familia de Benjamín García”, de Gerardo Fernández, escrita y representada en los años 1982 y 1985, respectivamente, y publicada por Letras Cubanas, en 1989, está contada desde la perspectiva de Benjamín, un viejo padre. La acción tiene lugar durante la ocupación de la embajada del Perú. Fernando, el hijo de Benjamín, se asiló allí y su idealista padre cree que está cumpliendo una misión secreta; no quiere reconocer que ha traicionado los ideales que le inculcó durante años. Los motivos del personaje que quiere emigrar no están claros porque la mirada se enfoca en su padre, pero, por antonomasia, se advierten la motivaciones ideológicas y económicas.
Ulises Rodríguez Febles es otro autor que aborda el éxodo por El Mariel de forma cuestionadora y desprejuiciada. “Huevos” tiene lugar en dos tiempos diferentes, 1980 y 1993. Luego de verse obligado por sus padres a abandonar el país cuando era un niño, Oscarito regresa a casa de su abuela Pastora en los difíciles años del inicio del Período especial. El personaje era un niño y las motivaciones de sus padres fueron la reunificación familiar.
Otra obra como “El grito”, de Raúl Alfonso, narra el reencuentro de dos amigos. Uno que fue llevado por sus padres en los 80, cuando era adolescente, por motivos ideológicos, y otro que se quedó en Cuba. Ambos jóvenes se justifican, se desnudan y se conectan después de muchos años en un encuentro visceral.
Otra obra como “10 Millones”, de Carlos Celdrán, se concentra en uno de sus pasajes más intensos, en el dilema de un padre que se asila en la Embajada del Perú, con el deseo de reencontrarse con su familia, luego de esperar años para que ese encuentro fuera posible.
En estas cuatro obras las motivaciones de los personajes son distintas, sin embargo, todas tienen un factor común: el saldo nefasto a nivel familiar, marcado por las circunstancias de la emigración en aquellos años. Quién emigró por Camarioca en un avión, no tiene la misma experiencia de quien emigró en los 80 y fue víctima de los actos de repudio. Quién emigró en una balsa en el 94, no guarda en su cuerpo y en su mente las mismas cicatrices de quien emigra hoy con su maleta de rueditas y su pasaporte visado. Aunque los estudios de migración han sido profusos en términos de exponer causas, creo que el teatro ha sabido poner sobre la escena las consecuencias de la emigración. Más que las motivaciones, les interesa a los dramaturgos exponer el reflejo de la emigración en el universo familiar.
Arturo López-Levi: Como elementos estructurales de empuje habría que apuntar la brecha de desarrollo entre Cuba y el principal destino de la emigración cubana que son los Estados Unidos. Agréguese a eso: 1) la política de bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba, 2) la típica cancelación de soluciones individuales por el sistema leninista a los problemas tradicionales en cualquier sociedad de transporte, casa, alimentación, y recreación, 3) la cancelación a la versión liberal-democrática de las libertades civiles y políticas que acompaña este tipo de sistema.
Mas que propuesta de solución colectiva a los problemas de la nación (concepto de éxodo en la narrativa sionista y evocado por ejemplo en un programa de la FNCA), la emigración o el exilio aparecen como opción individual o de grupo político. La Cuba que viene desde la Guerra de independencia hasta antes de 1959, y hasta hoy, tiene más continuidad en la Isla que en la diáspora.
En términos de la coyuntura hay que apuntar los problemas asociados a la transición cubana a un nuevo modelo económico, desde una economía estatalizada de comando, no sostenible en ausencia de sus socios en la URSS y el CAME. Desde ese origen, se transita a una economía y sociedad signadas por un aumento de las lógicas de mercado. Aquí habría que apuntar la dilación de políticas complementarias a reformas adoptadas a partir de equilibrios de reforma parcial que han beneficiado a los tempranos ganadores y a funcionarios en posiciones ventajosas de poder.
En esos contextos de poca conciencia sobre los costos de un excesivo gradualismo (no se cruza un precipicio paso a paso) se produce un cambio de valores en el cual cuentan brotes predecibles de inflación, corrupción, comportamientos predatorios y aumentos de pobreza y desigualdad. Dado el nivel de educación de la población cubana y su exposición a una campaña que ha apostado a demostrar que el cubano puede tener una mejor vida en cualquier lugar (es una forma de decir fundamentalmente el Norte industrializado) menos bajo el sistema leninista imperante en Cuba, la opción de emigrar y la atracción de hacerlo aparece como óptima.
En otro plano, hay que recordar que el retorno de Trump a la política de hostilidad no solo agudiza la situación desesperada en la isla sino restaura un diagnóstico de Cuba como una especie de Corea del Norte o Alemania nazi en el Caribe, en el marco de la cual es políticamente imposible aplicar un criterio objetivo a los pedidos de refugio político, no importa la derogación de la política de “pies secos-pies mojados”. ¿Cómo enviar de vuelta al otro lado de la cerca a los escapados del supuesto “campo de concentración” que, al antojo de la derecha pro-bloqueo, Pompeo definió en su última semana en el departamento de Estado como “país terrorista”?
¿En qué medida existe realmente una migración circular? ¿Un flujo de salida-entrada-vuelta a salir-regreso? ¿Qué peso específico tiene? ¿A qué responde?
Isabel Cristina López Hamze: El regreso es una de las aristas más abordadas por la dramaturgia con temática de migración. Desde un clásico de Alberto Pedro como “Weekend en Bahía” en el que dos antiguos amantes se encuentran un fin de semana en un apartamento. Como ocurre con otros textos de encuentros entre dos personajes, uno que vuelve y otro que permanece, se desmontan las falsas utopías y se desacralizan el “haberse ido” y “el haberse quedado”. Quien se fue es infeliz y quien se quedó también lo es. Porque la migración implica rupturas, desprendimientos, soledad, aunque también pueda significar nuevos horizontes.
Otra obra publicada en 2020, “Maneras de usar el corazón por fuera” de Yerandy Fleites, también trata el tema del regreso. Una actriz vuelve una y otra vez a Cuba a montar una obra de teatro que es su propia vida, el recuerdo de lo que fue su vida antes del exilio o lo que nunca fue más allá del teatro y la memoria.
Las obras que tratan los retornos lo hacen desde la angustia de haberse ido y reencontrarse con un panorama desolador. Si bien, los personajes sobredimensionan esos paisajes fríos, anhelados, ese sueño americano o cualquier espejismo del “afuera”, también es cierto que, al retornar, la imagen real que les devuelve la ciudad, la casa, la familia no concuerda con ese recuerdo idealizado.
Ese círculo de constantes entradas y salidas, de esperanzas y decepciones, también marca la dramaturgia. Siento que los personajes se encuentran en una especie de limbo entre el aquí y el allá. En un espacio intermedio de recuerdos, cuestionamientos, esperanzas, alegrías, tristezas. Ese espacio no físico que habita gran parte de los que emigran. Ese espacio simbólico que persiste a pesar de los años, que conecta el corazón con la familia, pero también con las calles, con el aire, con la gente, es a mi juicio lo que condiciona una migración de retorno.
¿Existe una migración de retorno? ¿Cuál ha sido la experiencia de la repatriación?
Robenson Glesile: Este es un fenómeno complejo. Gestionarlo depende del lugar de origen o de destino. Los migrantes de retorno según la ONU son personas que regresan a su país de origen después de haber sido migrantes internacionales (a corto o largo plazo) en otro país y que tienen la intención de permanecer en su propio país durante al menos un año.
Haití, por ejemplo, no está preparado para recibir a los migrantes de retorno y nunca hubo políticas públicas para aquellas personas que decidieron voluntariamente volver a su tierra o la gente que fue expulsada como lo que estamos viviendo ahora con las decisiones del gobierno de los Estados Unidos. Es un alivio para ese país y un gran problema para Haití. Por otro lado, Haití es uno de los países más afectados por la fuga de cerebros.
¿Qué impactos sociales y económicos tiene actualmente la emigración? ¿Las remesas? ¿Cómo incide sobre la desigualdad? ¿Sobre la fuerza laboral? ¿Qué significa y qué consecuencias tiene la construcción de proyectos de vida fuera del país?
Cristina Escobar: La emigración es un proceso natural para todos los países en desarrollo. No es exclusivo de Cuba, ni sus efectos se perciben solo en la realidad cubana, pero sin dudas, para nuestro contexto tiene peculiaridades especiales.
La Revolución cubana, proyecto cultural emancipador y que desafía cada minuto el orden mundial imperante, se centró en lo que los líderes sabían serían la fortaleza más importante de este país: las personas. El acceso a la educación gratuita, universal, de calidad, hasta los más altos niveles, creó un capital humano de impresionante preparación, seres humanos instruidos y listos para ser empleados. No obstante, el proyecto revolucionario, que se sigue haciendo todos los días, ha fallado en proveer empleo de calidad a ese enorme potencial humano. Por tanto, la contradicción puede ser explicada de una manera simple: en Cuba se estudian varias carreras nucleares, y no hay ninguna central nuclear funcionando. Y si bien estos son conocimientos que tienen aplicación en la medicina, durante décadas han sido formados Físicos Nucleares e Ingenieros Nucleares que han terminado en otras latitudes buscando aplicar su altísima preparación, ya que estudiaron en un país cuyas oportunidades de empleo no pueden cubrir el crecimiento intelectual que puede desarrollar un joven estudiante.
La primera salida para eso es la emigración, aunque no la única. También la emigración hacia otros sectores de trabajo, y por supuesto la opción de trabajar en empleos que requieren menor calificación.
Sin personas, el valor más importante que tiene el proyecto emancipatorio de la Revolución, se debilita, inexorablemente.
La emigración tiene por supuesto una alta incidencia en la desigualdad, porque el emigrado provee una remesa, principal tipo de ayuda económica socorrida, que pone a su familia, sin importar su aporte en la sociedad, en una escala superior de ingresos porque recibe un dinero en una moneda dura.
Pensar que el único proyecto de vida es el de emigrar, y construir en otra geografía un nuevo concepto de felicidad, limitado por la lejanía a la familia, y al lugar que nos ha visto nacer, es cada día más común, y expresarlo, más normalizado. Y lo digo con gran pesar, pero negarlo sería mirar para otro lado. El costo es ser un país-beca, donde estudio, crezco, pero no hago familia, y no me involucro en casi nada que no me reporte de manera directa una ventaja con respecto a mi otra vida añorada, o buscada, la del emigrante.
Robenson Glesile: Las remesas tienen un aporte considerable sobre la economía de los países de las personas que emigran, que tienen en cuenta a sus seres queridos que dejaron atrás. En el caso de Haití, el impacto social y económico de las remesas es muy importante, no a una escala macro, pero a nivel micro ayudan a la mayoría de la población. Sirven para los gastos domésticos, la educación, algunos mini proyectos familiares etc. Así, los hogares haitianos son muy dependientes del envío de remesas.
Pensar un proyecto de vida fuera de su país de origen siempre va a ser una decisión difícil y triste. Es muy personal. En el caso de Haití, hay una conexión mágica o inexplicable que nos une con esa tierra tan compleja.
¿Cuáles han sido los efectos de la política migratoria vigente?¿Ha cambiado la relación entre los que residen afuera y adentro? ¿Cómo? ¿Por qué?
Cristina Escobar: La política migratoria vigente solo se puede entender desde la comparación con el orden de cosas anterior. Recuerdo cuando quitaron la llamada “carta blanca”, trabajaba en la revista televisiva Buenos Días, y la ascensorista del ICRT, con quien jamás había cruzado más que formales saludos, me preguntó con ansiedad si era cierto. Yo no sabía, hasta que llegué a la redacción y me tocó a mí leer aquel editorial que anunciaba el tan retrasado cambio de política.
Fue la adquisición de un derecho que nunca debió haber estado privado para nadie. Pero las decisiones en políticas migratorias en Cuba siempre han estado marcadas por la política migratoria de los Estados Unidos, que sí ha sido instrumentalizada para crear un desorden interno que derroque al gobierno revolucionario.
Los efectos han contribuido a normalizar la acción de viajar, democratizarla, y que muchas personas la usen como fuente de empleo, al viajar a comprar, importar y vender, sea legal o no. Ha desplazado las limitaciones para viajar al país destino, y no ya a limitaciones puestas por Cuba. Es ahora decisión de los gobiernos extranjeros ofrecer visa o no.
La relación entre los de afuera y adentro ha cambiado. Primero se ha difuminado más la noción del de adentro y el de afuera. La posibilidad de estar hasta dos años fuera del país sin perder los derechos como ciudadano y residente cubano ha contribuido a que las personas decidan vivir un poco afuera y un poco adentro. Las relaciones entre los emigrados y los residentes en el país se han vuelto, por tanto, más fluidas. La posibilidad de viajar ha permitido también que las personas trabajen fuera e inviertan el dinero en Cuba, o que dependan menos de los recursos disponibles en el país, y se conviertan en importadores para emprendimientos de cualquier tipo.
Robenson Glesile: Las fronteras se vuelven cada día más difíciles de cruzar. El tema de la migración entra en los grandes debates políticos de varios países. Decenas de miles de personas desesperadas intentan llegar a Europa en condiciones peligrosas cada año. El mundo mira para otro lado. En Argentina, en 2018, el gobierno neoliberal de Mauricio Macri exigió un visado a todos los haitianos, y los requisitos para obtenerlo son muy difíciles para un haitiano.
Es muy complicado entrar a países con esos tipos de política migratoria y los que ya están adentro tienen dificultad para regularizarse o tener acceso a los derechos básicos para los “no nacionales”. Así, la reunificación familiar se hace más difícil.
Arturo López-Levi: El mayor efecto de la reforma migratoria de octubre de 2013 es la expansión de lo transnacional de la comunidad política cubana. Por transnacional implico aquí las relaciones sociales, económicas, culturales y políticas del país, como sociedad y Estado, más allá de las fronteras e influencias nacionales. Aquí el mito de la sociedad cubana cerrada, que nunca lo fue, se quiebra con mayor estruendo. Además de los movimientos circulares de ir y venir, hay que notar que los que viven fuera son influidos y están conectados con mayor exposición a lo que ocurre en el país, mientras que los que viven en el país también viven en mayor exposición a las dinámicas del mundo exterior. No se trata solo de los viajes, también de las redes sociales, las dobles ciudadanías, un aumento evidente de los matrimonios y reconciliaciones a través del estrecho de la Florida y los trabajos temporales que sirven de formas de acumulación y estrategias familiares de sobrevivencia.
Esta expansión de lo transnacional plantea posibilidades de reconciliación y comunicación, y resuelve problemas asociados con la separación y la falta de encuentro, pero también implica la agudización de conflictos de valores, intereses, paradigmas de sociedad, narrativas oficiales u oficiosas sobre los pasados nacionales y locales. La unidad de la comunidad política (polity) cubana se expone ahora a nuevas tensiones, dada la larga historia de mirar a paradigmas diferentes, pero con rasgos similares de identidad no siempre positivos, por ejemplo, una cultura en Cuba y Miami que alaba la intransigencia política, con preferencia por lo contencioso, no el compromiso.
¿Se puede hablar de la emergencia de un espacio social trasnacional, donde los sujetos no solo se desplazan, sino desarrollan relaciones laborales, construyen proyectos de vida, que funcionan a nivel económico-material, y mediante redes y sentidos de pertenencia, modos de vida, hábitos, patrones, conectados con culturas y sociedades diferentes?
Cristina Escobar: Existe un espacio social trasnacional, anclado en la realidad del país; solo así se entiende que en Miami se vea tanta televisión cubana, o que los cubanos emigrados debatan y exijan a su país de origen lo que no son capaces de exigir o pedir en sus países adoptivos.
Ese espacio ha sido aprovechado también por el emprendimiento privado, donde el extranjero o el cubano nacionalizado emplea al cubano de adentro, o donde los modos de vida en el exterior siguen regímenes y rutinas locales. Las redes sociales han precipitado esta conexión, pero desafortunadamente, sigue habiendo muchos muros. El primero es el tratamiento particularmente desventajoso que tiene el cubano a la hora de pedir una visa, para cualquier lugar. Al obtenerla, muchos leen este evento como una oportunidad única, que han de aprovechar quedándose en el país de destino, porque dudan que vuelva a dárseles esta oportunidad. Esta ecuación ha sido además multiplicada por el cierre de los servicios consulares de los Estados Unidos en La Habana, aunque realmente, ese comportamiento se repite no solo con los que quieren emigrar a ese país.
Isabel Cristina López Hamze: Para responder esta pregunta quiero referirme a la metáfora de las raíces al viento, usada por Eugenio Barba, uno de los genios teatrales más importantes del mundo que mucho ha influido en los teatristas cubanos. El Odín Teatro es un grupo que tiene su sede en Holstebro, Dinamarca, pero está compuesto por actores, músicos y artistas de diversas partes del mundo. Por eso surge la metáfora de las raíces al viento, como expresión de una identidad que se consolida en el aprendizaje de otras culturas. Cada actor habla en su idioma y en los espectáculos se aprovecha esa diversidad también como una manera de llegar a otros con hábitos y patrones de vida diferentes.
En el teatro hemos aprendido a ser un gremio que se resiste a separarse. Muchas veces se habla de la dramaturgia o del teatro de la Gran Cuba, para hacer referencia a los que escriben desde aquí o desde allá, ya sea Estados Unidos, o cualquier otra latitud. Muchos de los teatristas cubanos que viven fuera de Cuba publican, estrenan en la Isla y participan en los eventos auspiciados por las instituciones.
Existe una voluntad por parte de la institución de trenzar experiencias y conectar gente valiosa, vivan donde vivan. Un ejemplo clarísimo es la antología Dramaturgia de la Revolución (1958-2008), publicada en 2010 por la casa Editorial Tablas-Alarcos y compilada por el teatrólogo Omar Valiño. De las treinta obras incluidas, más de la mitad aborda el tema de la migración. Y un dato importante para entender las relaciones entre el adentro y el afuera es que ocho fueron escritas por autores que residen fuera de Cuba.
Quiero terminar con una cita de Rine Leal, maestro de mis maestros.
Una isla es siempre un sitio a donde llegar, y también de dónde partir y en el caso de Cuba la insularidad convierte a la isla en una expresión histórica que vence los límites geográficos. (…) Nuestra Isla es siempre un territorio de acercamientos y lejanías, un espacio donde la geografía deviene rápidamente historia. Y nuestra historia cultural (concebida como expresión acumulativa de la identidad) nos muestra y demuestra que la expresión artística del cubano ha sido siempre unívoca y resistente a la separación.
¿Existe una política de Estado que se haga cargo de la emigración actual, que la refleje y logre aprovecharla en función del interés nacional, minimizando sus costos, y maximizando sus beneficios? ¿Qué políticas podrían implementarse para lograrlo? ¿Deberían reconocerse todos los derechos ciudadanos a los emigrantes? ¿Incluyendo el acceso a la salud, la educación, la seguridad social?
Cristina Escobar: El discurso oficial se ha referido, en reiteradas ocasiones, a la voluntad política de integrar a la emigración a los caminos de actualización del modelo económico, pero me sobran más los ejemplos de limitaciones y dolores de emigrados patriotas, que de lo contrario.
Un país que sufre crisis combinadas, y sediento de inversión y moneda dura, ha de abrirle las puertas y ofrecer todo tipo de incentivos y certezas al emigrado patriota que quiera invertir en el país. Eso, en la concreta, hasta este momento, es solo discurso. Todo el inversionista cubano que vive en el exterior invierte desde y por caminos oscuros, alegales o ilegales.
Los ciudadanos emigrantes que, para entrar a su país, han de tener un pasaporte cubano vigente, con los altísimos costos que esto implica, deben tener todos derechos reconocidos, si pagan impuestos de alguna manera, deberían tener derecho a la salud, educación, y seguridad social, pero solo si se encuentran formas de que contribuyan en forma de impuestos. Debería ser un camino, así como la participación política, con el costo, los riesgos y los beneficios que esto trae.
El cubano emigrado sigue percibiéndose como se le construye desde el discurso cotidiano: el otro, el que se fue, el que no es parte. Eso hay que cambiarlo. El desafío más grande es que el cubano emigrado, a veces de hace pocos años o meses, repite el discurso de la agenda intervencionista contra Cuba, olvidando sus propias experiencias de hace pocos meses, asimila de manera automática, como una forma de encajar rápidamente, deja que colonicen sus percepciones, recuerdos y sentimientos, y esto se traduce en comportamientos de hostilidad, de odio, y de acciones como calificar a la familia que quedó en Cuba como enemigos, a los que hay que empujar en sus penurias y carencias cotidianas para que se alcen de una vez contra el gobierno, una petición desde una cómoda distancia.
Al emigrado hay que sumarlo. Probablemente la persona más fervientemente patriota que he conocido en mi vida no es una persona que viva en Cuba, la conocí en Londres, y trabaja día y noche por el bien de Cuba, cuando la dejan, como la dejan, y saltando las más altas vallas. El bien de Cuba no es monopolio de unos pocos, ni solo de los que habitamos este espacio-isla; es de todos los cubanos patriotas, decentes, estén donde estén.
Arturo López-Levi: Para pensar la política migratoria conviene enfatizar los factores que la determinan. Aquí hay apenas espacio para enunciarlos y plantearse la pregunta de cómo la actual coyuntura política cubana influye y se ve conformada por los siguientes grupos de determinantes:
1) El papel de los intereses socioeconómicos en Cuba en relación con las visiones, intereses y posturas de los emigrantes cubanos en la diáspora. Esos intereses se expresan a través de la acción de grupos de interés afines en la política burocrática, el intercambio de opinión entre las élites al interior del sistema leninista de partido único y en la opinión pública. Hay cambios importantes en el entendimiento del papel de la migración cubana en estos tres niveles.
2) La política exterior y la diplomacia de la cual la política migratoria es parte. Aquí habría que apuntar la importancia del conflicto con los Estados Unidos, lugar donde se asienta, fundamentalmente en el enclave de Miami, el núcleo principal de la emigración cubana. Ese conflicto hoy se ha recrudecido.
3) La acción resultante de dinámicas de coordinación, afinidad y conflictos de misión y objetivos de las instituciones del Estado con impacto político hacia la migración. Es evidente que el gobierno cubano está expandiendo el espacio de interacción con los emigrados más allá de la DACRE, los consulados, el sistema de inmigración y extranjería del Ministerio del Interior. Por ejemplo, la apertura a las MPYMES abre una interacción que puede ser cardinal a la presencia emigrada y los potenciales de reforma económica a nivel de los municipios. De concretarse, implicaría dinámicas de ganancia y pérdida de poder de diferentes actores políticos al interior del partido-Estado.
4) El impacto de las normas del derecho internacional, particularmente derechos humanos, en la confección y argumentación de la política migratoria. En este sentido, es notable cómo el debate sobre la política migratoria, antes y después de la reforma de 2013, estuvo signado por referencias a las prácticas internacionales, argumentos desde los estados y normas en torno a la libertad de movimiento.
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