Puede oír aquí, en nuestro podcast en ivoox, la grabación en vivo de este panel.
Panelistas:
Antonio Aja. Director del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana.
Jesús Arboleya. Historiador y profesor adjunto de la Universidad de La Habana
Andrés Gómez. Coordinador nacional de la Brigada Antonio Maceo y director de la revista Areíto.
Magali Martín Quijano. Psicóloga e investigadora social.
Rafael Hernández. Politólogo. Director de la revista Temas.
Rafael Hernández: Nuestra intención con este panel es tener una mirada lo más amplia, diversa y múltiple, acerca del fenómeno de El Mariel desde el lado de acá y de allá. Para ello hemos invitado a especialistas que, de una forma u otra, tuvieron que ver con los sucesos de 1980. Por ejemplo, Magali Martín desde su época de estudiante hizo investigaciones de campo con personas que emigraban de Cuba, y entrevistó a muchos que saldrían por El Mariel; Jesús Arboleya era, en 1980, el cónsul de la Sección de Intereses de Cuba en Washington, y tuvo la perspectiva de la relación bilateral y del papel de una oficina consular como esa, con características tan peculiares; además ha escrito numerosos ensayos sobre el tema de la emigración cubana; Andrés Gómez estuvo en Miami durante los días de El Mariel por lo que conoce la experiencia directamente; y Antonio Aja es un estudioso de la emigración cubana y autor de ensayos y libros sobre ella.
Temas le ha dedicado dossiers enteros —en su sección «Enfoque»—, además de otros artículos, a la problemática migratoria en sus diferentes facetas, incluida la etapa más reciente. Hicimos un panel en noviembre del año pasado precisamente sobre un importante capítulo histórico de esta temática, que fue el diálogo de 1978-1979. Hoy no vamos a hablar de toda la emigración, sino de los sucesos de El Mariel, y tratar de entenderlos con la mayor profundidad posible. Es un fenómeno con características particulares, y forma parte de la historia de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. La primera pregunta al panel es: ¿cuáles fueron las causas de El Mariel?, ¿qué lo desencadenó?
Para ahorrarles a los panelistas la parte informativa, quiero recordar una serie de acontecimientos que sirvieron de coyuntura, de detonador de ese proceso. El 1 de abril de 1980 alguien se apoderó de un ómnibus con pasajeros y trató de entrar violentamente en la embajada de Perú, y se produjo la muerte de un custodio. Tres días después, el 4 de abril, el gobierno cubano retiró la custodia de la embajada, puesto que el gobierno peruano se negaba a devolver a las personas que habían entrado a su sede, y esto desencadenó el ingreso masivo, en breves horas, de más de diez mil personas a esa sede. Este fue el inicio del problema. Durante un par de semanas este proceso se desarrolló con manifestaciones públicas en La Habana. La reacción de los países del Pacto Andino, de Perú, y finalmente del gobierno norteamericano, fue acoger a los que habían penetrado en esa embajada. El presidente James Carter se pronunció públicamente, y el gobierno cubano decidió abrir el puerto de El Mariel a todos aquellos que, desde los Estados Unidos, quisieran venir, con embarcaciones, a buscar a sus familiares. A partir del 21 de abril se desencadenó ese flujo migratorio, y desde de ese momento se desplegó un fenómeno extraordinariamente dramático, que atrajo la atención del mundo y mantuvo al país en tensión, sobre todo durante las primeras semanas. Aparte de estos hechos, ¿qué causas de carácter social estuvieron presentes en el desencadenamiento del proceso de El Mariel?
Magali Martín Quijano: La emigración es un fenómeno social complejo, multicausal, que se explica por un conjunto de factores de tipo económico, político, familiar, jurídico, coyuntural. En dependencia de las características particulares de los sujetos y la percepción que tienen de la realidad, un factor tiene un mayor peso que otro en su decisión de salir. Esto es válido para cualquier tipo de migración, legal o ilegal. En el caso concreto de la emigración ilegal, o por vías ilegales, o de alguna manera violando las normas establecidas, el factor coyuntural tiene un peso en cuanto a la fluctuación de los flujos.
Para el caso de El Mariel quiero partir de un análisis que realizamos la doctora Consuelo Martín y la que les habla, en mayo de 2003, en el que determinamos que hubo un elemento coyuntural que podía implicar alguna situación de salida masiva, a partir de que prácticamente se detuvo el otorgamiento de visas por la Sección de Intereses norteamericana en Cuba. Hicimos este análisis y detectamos que había una serie de elementos comunes en los tres episodios de salidas masivas; o sea, que cíclicamente se producen determinados picos. En el año 1965, se produjo el que dio lugar al proceso de Camarioca; la situación previa a los hechos provocó el de El Mariel en el 80; y después se dio el caso de la salida masiva en el 94. En todas encontramos ciertas regularidades: estaban presentes, por ejemplo, la desfavorable situación económica de Cuba, una disminución o el total cierre de las visas otorgadas para emigrar de forma legal, y acciones de estimulación, propaganda incitadora, actividades contrarrevolucionarias, etcétera. Estos elementos, presentes en estas tres situaciones, vamos a analizarlos en el caso de El Mariel.
Los factores que mencioné al principio —económicos, psicológicos, familiares, jurídicos, políticos— tienen componentes objetivos y subjetivos. En el caso del 80, el factor económico tiene un determinado peso. Cuba es un país subdesarrollado y, por supuesto, había una implícita comparación con el desarrollo de los Estados Unidos. En1979 tuvo lugar la visita de cien mil emigrados a sus familias en la Isla —el factor familiar es también un elemento objetivo— y mostraban o exhibían una imagen de éxito.
En el aspecto jurídico, casi había una eliminación del otorgamiento de visas. En el año 73 se habían suspendido las visas posteriores al Memorandum de acuerdos por los resultados de Camarioca, y nada más se estaban otorgando a las personas que demostraran que eran perseguidas, lo que nos lleva entonces a otro elemento objetivo: la presencia del factor político, que es la campaña incitadora de salidas ilegales de penetración en embajadas, asaltos, toma de rehenes, que finalmente, como decía Rafael, dio lugar a los sucesos de la embajada de Perú. En concreto, la entrada en esa embajada fue un elemento coyuntural, como también decía él, que determinó que se creara una situación explosiva que condujo a los hechos posteriores; o sea, la coyuntura es la penetración en la embajada, la retirada de la custodia produce un efecto imán y la decisión gubernamental de permitir la salida por el puerto de El Mariel, que abre la posibilidad de que las familias vengan a buscar a las personas. Todos estos son elementos objetivos.
Ahora bien, los aspectos subjetivos acompañan a estos factores que hemos estado mencionando. En el caso del factor político, que desde el punto de vista objetivo estaba en las campañas de incitación, en el subjetivo estaba en una cierta inadaptación social, rechazo al sistema político-social, y marginación de los sujetos que participaron de este fenómeno. Hay investigaciones realizadas por Consuelo Martín, a partir del año 2000, en las cuales se busca cómo las personas —las que tienen familias emigradas y las que no— se representan los hechos de El Mariel. Me voy a permitir leer brevemente algunas de las expresiones que ella recogió, como: «Eran personas rechazadas por su orientación sexual, religiosa, de ideas; por delitos; había una especie de inadaptación social, no se adaptaban al sistema, eran marginados». También había, años después, una percepción, sobre todo entre los estudiantes, de que eran gusanos, escorias, antisociales, etcétera.
En cuanto al factor económico, además del efecto vitrina de la vida en los Estados Unidos, está la insatisfacción con la situación económica propia; las personas sienten que quieren algo más, aspiran a un modo de vida mejor. La familia influye en esta percepción, o sea, quieren lo que sus parientes emigrados les están mostrando y, por supuesto, surgen los motivos de reunificación familiar. Los que habían estado separados por más de veinte años se reencuentran y nace en muchos la idea de reunirse en la emigración. Hubo expresiones como: «se fueron porque los vinieron a buscar los familiares».
Hay un aspecto subjetivo, desde el punto de vista coyuntural, que es el aventurerismo y el embullo, no voy a decir que en la mayoría, pero sí en determinados sujetos, tanto en la entrada a la embajada —que lo hacían en grupos, a veces sin pensarlo— o ya en El Mariel, que cuando la familia ya estaba aquí decidían aprovechar la oportunidad.
Jesús Arboleya: Creo que lo más impresionante de El Mariel es que fue una gran sorpresa para todas las partes, tanto para la sociedad cubana como para la norteamericana —e incluyo al gobierno—, y también para la propia comunidad cubana en el exterior. Si vamos a los hechos, encontraremos que, en primer lugar, la emigración de El Mariel no es reflejo del deterioro de la situación económica cubana; todo lo contrario. El período de 1976 al 85 es el mejor momento de la economía de Cuba, desde cualquier indicador. Tampoco es reflejo de una tensión política extraordinaria; prácticamente no existía la contrarrevolución interna desde el año 65, y a pesar de que ya cuando ocurre El Mariel hay un deterioro de las relaciones del gobierno cubano con la administración Carter, no cabe duda de que durante su gobierno fue el mejor período de las relaciones entre los dos países. A eso se une, además, que el país alcanzó en esa etapa una influencia extraordinaria desde el punto de vista internacional. Recordemos que esta es la etapa del apoyo cubano a Angola, a Etiopía, a Nicaragua, donde ha triunfado la revolución; Cuba obtiene la presidencia del Movimiento de los No Alineados; la aspiración a formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU se concreta, precisamente, en el año 80; en fin, la situación política del país —al margen de las tensiones permanentes que hemos tenido a lo largo de estos cincuenta años con los Estados Unidos, y que es por todos conocida—, no fue un período especialmente tenso en las relaciones internacionales. Por lo tanto, me inclino a pensar que el fenómeno de El Mariel estuvo incubado dentro de la propia sociedad cubana, o sea, estamos hablando de algo endógeno que, de cierta forma, anuncia lo que serán las características de la emigración a partir de entonces.
Como decía Magali, es un fenómeno multicausal, pero se puede ubicar dentro de ciertos patrones, como por ejemplo, el techo del modelo económico cubano para la satisfacción de determinadas expectativas. Algunas de estas tienen que ver con el consumo, otras con la realización personal, etc. ¿Cuál es el momento de la confrontación ideológica —inherente al socialismo—, entre una visión individualista y una colectivista para el proyecto de vida de cada cual? Estamos hablando de una contradicción que todavía está vigente, porque es lo que diferencia, desde el punto ideológico, a ambos modelos económicos. Y hablamos también de una tendencia histórica, universal: el hombre es un ser migrante desde sus orígenes, y la sociedad cubana no puede escapar de ella. Ahora bien, no cabe duda de que hay otros indicadores; por ejemplo, entre 1973 y 1980 no hay acuerdos migratorios, no hay posibilidades de emigración legal hacia los Estados Unidos; sin embargo, vamos a encontrar los indicadores más bajos de emigración ilegal en la historia cubana.
La emigración por El Mariel es una explosión; nadie esperaba que se metieran diez mil personas en la embajada de Perú, que se fueran ciento veinticinco mil por barco. Todo eso puso en crisis todas las políticas, porque era un problema de compresión de la realidad cubana, no ajena a la internacional que estábamos viviendo. En efecto, el deterioro de las relaciones con los Estados Unidos incentiva esos proyectos subversivos que Magali mencionaba, entre ellos la penetración en las embajadas, toda una serie de cuestiones que provocaban tensiones en las relaciones entre ambos países. Pero quisiera limitarme, para que después el debate se encauce por ahí, dando mi apreciación de estos hechos. Creo que lo que sí es nuevo en la emigración por El Mariel es el componente clasista de los emigrados, que es por completo distinto al de antes de 1980, pero que va a ser similar al que continúa a partir de ese año. Esa singularidad la pagaron muy caro los emigrantes de El Mariel, y creo que eso explica la manera en que fueron percibidos por las sociedades cubana y norteamericana, y por la propia comunidad de inmigrantes en los Estados Unidos.
Antes de terminar, quiero hablar de algo que tuvo mucha vigencia en Cuba en aquel momento, para explicar el fenómeno, y que me parece una forma bastante simplista de abordarlo, y es que la culpa la tuvo el diálogo con la emigración a partir de 1979. Creo que lo que era absolutamente anormal fueron los veinte años sin contactos. La realidad es que este era, en primer lugar, inevitable, y en segundo, los indicadores de los propios «marielitos» no apuntan a que esa haya sido la causa; 40% de los que emigraron en 1980 no tenían familiares en los Estados Unidos; lo que se rompe con El Mariel es un proceso de reunificación familiar que fue constante hasta 1973, a partir de los sectores más privilegiados de la sociedad cubana prerrevolucionaria. Yo recuerdo incluso que la política del diálogo y la de los viajes fueron de las más cuestionadas en este país, hasta el punto de que Fidel Castro tuvo que reunir a todos los cuadros revolucionarios en el teatro Karl Marx, y dijo que los enemigos de esa política eran solo los conservadores de allá y de aquí, y que —nunca se me olvidará esa frase— «la ciencia de la Revolución era convertir a los enemigos en amigos, y que esta era esa política».
Andrés Gómez: Solo voy a contribuir, como una cuestión complementaria, a lo que aquí se ha expuesto. Estoy de acuerdo con Jesús en que El Mariel fue una explosión. Cuba había estado muy aislada de su población en el exterior, sobre todo en los Estados Unidos, donde radicaba casi medio millón de personas en aquel momento. El Mariel abre la posibilidad de emigrar a muchos que tenían bajo nivel educacional, que no tenían posibilidades de ser reclamados por su familia, marginados, reprimidos en aquel tiempo, que vieron esto como una oportunidad de experimentar cosas nuevas, porque no estaban conformes con lo que vivían. Esa ha sido mi experiencia a través de treinta años bregando con esa emigración, en Miami y en Nueva York.
Creo que de esos factores objetivos y subjetivos, el deseo de experimentar nuevas realidades tuvo mucho que ver con la decisión personal de salir por El Mariel. Había también la cuestión familiar, evidentemente; vinieron muchos de los Estados Unidos a recoger a familiares que estaban dispuestos a emigrar, e incluso a otros que no lo habían pensado.
El aislamiento que Cuba había decidido tener, o que se le había impuesto, tuvo mucha relación con esto, así como el hecho de que el cubano, aún hoy, cuando viaja a los Estados Unidos, excepto en viajes familiares, debe hacerlo con salida definitiva, no puede hacer un viaje normal como muchos emigrados de otros países que regresan a su país cuando lo desean. Ahora se está dando un poco más, pero en aquel momento era imposible. También estaba el sector reprimido, los homosexuales y los individuos que se oponían al proceso revolucionario, que no tenían forma de salir porque no tenían familia en los Estados Unidos, y entonces pudieron hacerlo. Y aunque no fueron miles, hay que contar a las personas que fueron liberadas de las cárceles, se montaron en los barcos y se fueron. Eso existió también.
Jesús Arboleya: Solo 16% de los que se fueron por El Mariel tenía antecedentes penales. No estamos hablando de que se vaciaron las cárceles cubanas.
Andrés Gómez: Exacto, pero también es un factor que considerar. Y por esas situaciones, que se han explicado aquí anteriormente, la composición social de esa emigración aún la diferencia de otras. En los estudios del censo y otros análisis poblacionales que se hacen en los Estados Unidos, se ve clara su diferencia con la emigración que la antecede y con las siguientes, en términos de su formación académica, de los ingresos que perciben allá, en la actualidad, mediante su trabajo. El Mariel rompe, en Miami particularmente, con toda una concepción de los emigrados cubanos.
En el año 1960 emigró casi el mismo número de personas que en el 80, pero con una composición clasista diferente por completo. Éramos alrededor de ciento treinta mil, de más o menos la misma clase social —muy diferente a la de El Mariel— que hoy todavía está en el poder en aquella comunidad. Esta serie de factores subjetivos forma un patrón de conducta que se sigue señalando como algo muy particular. Son personas que han desempeñado un papel muy importante en la lucha por establecer una relación normal entre ambos países, y una política migratoria adecuada para el pueblo cubano y para la emigración.
Rafael Hernández: Andrés ha entrado ya en la segunda pregunta: ¿quiénes se fueron por el Mariel?, ¿cómo fueron representados acá y allá?, ¿cómo se puede caracterizar a esos migrantes?
Antonio Aja: Son múltiples los factores que desencadenan el éxodo de El Mariel, como ocurre por lo general en movimientos migratorios. Yo no comparto la tesis de que solamente el diálogo del año 78 y la posterior visita a Cuba de una parte de esa emigración, después de casi veinte años sin ningún tipo de contacto, sean los únicos elementos que desencadenaran esa emigración masiva. Creo que eso tiene un peso, pero también hay otras condicionantes relacionadas con las redes sociales establecidas en la emigración cubana en los Estados Unidos, que se prolongaron después del año 59, pero que tenían una historia antecedente.
Pienso que también se relaciona con el proyecto socialista cubano que, a finales de los años 70, había logrado un proceso de movilidad social, una nueva configuración de la estructura socio-clasista del país, provocada no solo por la Revolución, sino por la propia emigración. Eso, para mí, tiene un determinado peso en los acontecimientos de El Mariel. Lo tiene también la historia de conflictividad desde 1959 hasta 1980 entre los Estados Unidos y Cuba, y el protagonismo que de alguna manera se les había asignado, o se autoasignaron, determinados grupos del denominado exilio, y eso tenía una representación en la Cuba de 1980, que tampoco se puede olvidar. Cada uno de estos elementos tiene un peso en el análisis de cuáles fueron los factores principales. Y esto, como es lógico, se relaciona con la definición de quiénes emigraron, porque ya para 1971 o 72, habían abandonado Cuba todos los sectores ligados directamente al anterior régimen, o los vinculados con estos, y la alta y media burguesías. Cuando se cierra el puente aéreo abierto desde el año 65 hasta principios del 71, casi se había cubierto el potencial migratorio de aquellas primera y segunda oleadas; no solo se cierra por los conflictos entre Cuba y los Estados Unidos, ni por si la Lista Maestra —que se confeccionaba entre los dos países, pero que se agregaban personas que no estaban inicialmente, y otras no se habían agregado, etc.— llevó a una conflictividad en la relación migratoria. Lo que realmente ya estaba ocurriendo en esos momentos es que el potencial migratorio inicial se había agotado, y por eso se cierra el puente aéreo.
Sin embargo, un nuevo potencial comienza a crearse, que no necesariamente tiene la misma pertenencia social y clasista, ni los mismos referentes políticos de los que emigraron del 59 al 62 o del 65 al 72, y está relacionado con la nueva estructura social de Cuba. Entonces, ¿quiénes emigran por El Mariel? Según los estudios, en primer lugar, de mi colega y amigo Rafael Hernández, y de Redi Gómez —que son de los más completos que se han hecho al respecto— y después, de Félix Massud, quien también ha estado trabajando el tema en los Estados Unidos, de Lisandro Pérez, de Jesús Arboleya, realmente emigran sectores que representan la estructura social y clasista de Cuba en 1980, veinte años después del triunfo de la Revolución; es decir, emigran profesionales, obreros, campesinos, jóvenes, y también otros sectores de la sociedad cubana entendidos entonces como disfuncionales, personas que habían cometido delitos, no contra la seguridad del Estado, sino comunes; otras con problemas nerviosos, etc. Quiero resaltar que, para mí, por lo que se conoce del análisis sociológico y sociodemográfico de El Mariel, en esa emigración está representada la estructura social de Cuba en ese año. Esto se ha estado estudiando tanto por nosotros como en los Estados Unidos, y es muy interesante, porque cuando uno revisa la inserción económica y social de los cubanos emigrados, ve que hay un momento de cambio en el patrón; cuando revisamos el nivel educacional, los ingresos, la familia, las condiciones del hogar, o el tema de los delitos, resulta que los cubanos estaban en muy altos perfiles antes de El Mariel, después hay una curva hacia abajo, es menor el nivel educacional, los ingresos, hay más problemas sociales, delictivos; y a partir de los nuevos flujos migratorios, digamos en el 84, 86, 90, y en adelante, una vez más la curva va hacia arriba, disminuyen estas anomalías. O sea, que El Mariel se convierte en un elemento disfuncional en la historia de la emigración cubana desde 1959 hasta la fecha, por las condiciones que portaban estas personas.
A eso hay que añadir un tema también importante: El Mariel toca a la puerta de la representación social de los cubanos que están, sobre todo, en Miami, y les recuerda que Cuba no es blanca, es mestiza y es negra. Esto es muy interesante, porque recordemos que antes había una representación, particularmente en Miami, de que Cuba era blanca. El Mariel rompe esa conceptualización que, por cierto, no se ha mantenido como tendencia. Los flujos migratorios desde Cuba hacia Estados Unidos han continuado siendo en lo fundamental de los de color de la piel blanco.
Magali Martín Quijano: Quiero apuntar una cosa: es verdad que emigraron familias completas, pero también una buena cantidad de hombres solos jóvenes, lo que después va a tener un impacto en la sociedad. Y algo que no se ha mencionado, y creo que valdría la pena añadir: en esta emigración tuvieron implicación no solo elementos marginados, ni solo los que tenían las redes sociales a que se refería Aja, sino también personas que tenían hasta entonces una actitud pública positiva o favorable hacia la Revolución, y que en un momento determinado deciden salir por El Mariel cuando vino la familia a buscarlas. Esto se vio como la materialización de una doble moral y provocó indignación.
Se ha tocado el tema de representación social desde un punto de vista sociológico, pero desde lo psicológico tiene otra connotación. En Cuba, la representación social de los que se iban por El Mariel tuvo una connotación negativa, y se les llamaba «escoria»; y en Miami también la tuvo y se acuñó el término «marielito», en forma despectiva. De hecho, esta migración también tuvo un tratamiento legal diferente en los Estados Unidos, ya no eran «refugiados políticos», sino «entrantes».
Jesús Arboleya: Solo voy a dar unos datos de estudios posteriores que se hicieron en los Estados Unidos. No conozco que en Cuba se hayan realizado investigaciones sobre la composición social de los que emigraron por El Mariel; ni siquiera sé si es posible hacerlas. La mayoría eran varones jóvenes, como decía Magali. 40% no tenía familia en los Estados Unidos, una cosa que transforma todo lo que había ocurrido hasta ese momento, cuando 90% de los emigrantes anteriores sí la tenía. 40% era de negros o mestizos, como decía Aja, lo cual también es una novedad para la comunidad cubana; hasta ese momento solo 2% de ellos emigraba. 16% tenía antecedentes penales, en su mayoría habían sido condenados por delitos de salida ilegal del país o comercio ilícito. 74% trabajaba antes de emigrar, y 9% era de profesionales. Ese indicador es más o menos similar al del resto de los migrantes y muestra que se trató de personas que se habían beneficiado de veinte años de educación cubana.
En cuanto al aumento de la población migrante de varones, es otro elemento interesante, porque es contrario a lo que ha estado sucediendo hasta la década de los 70. Desde 1959 hasta el año 72, la proporción de mujeres migrantes fue ligeramente superior a la de los hombres. El Mariel rompe con ese patrón: se incrementa el número de hombres, en particular jóvenes, hasta treinta y cinco años.
Lo que hablaba Aja de cómo las curvas de inserción de la emigración cambian a partir de El Mariel, tiene que ver con algo muy importante: desde el año 73 no existe el Programa de Refugiados Cubanos, y los inmigrantes de El Mariel son los que menos ventajas reciben del sistema norteamericano, o sea, diríamos que son inmigrantes clásicos, igual que cualquier otro que llegara a los Estados Unidos, y en condiciones incluso más frágiles desde el punto de vista legal, hasta el extremo de que una buena cantidad de ellos son criminalizados, enviados a Fort Chaffee, sin antecedentes ni mucho menos, y todavía hay gente presa por indeseable; pero además, cualquiera de esas personas que cometa un delito puede ser considerada indeseable, y a partir de ahí no puede reinsertarse en la sociedad norteamericana. Esas son las listas que todavía están pendientes de discusión entre el gobierno cubano y el norteamericano.
Andrés Gómez: Desde mi punto de vista, las personas que emigran por El Mariel son los primeros, como ola migratoria, que tienen el deseo de regresar a vivir o visitar Cuba, de relacionarse con su tierra de origen como un emigrado normal. Antes, ese no era el caso de la mayoría de los que habían emigrado hasta el año 80, y lo demuestra el porcentaje de esas personas que ha visitado el país de entonces acá. El Mariel rompe con eso; los que emigran se empiezan a comportar como típicos inmigrantes, quieren relacionarse con su país de origen, tener contacto con su familia. La mayoría de los que salieron en los 60, hasta los 70, se fue con su familia, y los que se quedaron atrás, por la completa falta de comunicación que existía entre los Estados Unidos y Cuba se olvidaron, se murieron, o estaban a favor de la Revolución. No se quería saber de ellos. Mientras que a partir de El Mariel el comportamiento es completamente diferente y ha permitido que en la comunidad emigrada se puedan desarrollar proyectos políticos a favor de una relación normal entre la emigración y el país. Eso es fundamental para entender El Mariel.
Lo otro es la composición racial, que ya ha sido mencionada aquí. Nosotros éramos blanquitos, a la gente allá se le había olvidado cómo era Cuba. Bueno, la memoria es selectiva, y muchos no querían acordarse de la realidad étnica cubana. Pensaban que Cuba era blanca como ellos, porque, además, no teníamos contacto con Cuba, no veíamos películas ni documentales cubanos, nada se veía. La Cuba de muchos de los emigrados de antes del 80 dejó de existir hace muchos años; solo existe en sus mentes. Por eso se quedan absolutamente sorprendidos con los nuevos inmigrantes: «¿Y estos son cubanos?», «¿de dónde salió esta gente?». Me acuerdo que una tía mía, que es monárquica, me dijo: «Ay, Andrés, pero son tan oscuros», y le dije: «Cuba es así».
Rafael Hernández: Voy decir ahora lo que pensaba el público asistente antes de inciar esta sesión, en la pequeña encuesta que le hicimos. Tanto los mayores como los menores de cuarenta pensaban que la mayor cantidad de cubanos, de entre todos los períodos que se les preguntó, se fueron por El Mariel; 11% piensa que fue durante la vigencia del acuerdo migratorio entre el 1965 y 1973, y que salieron doscientas cincuenta mil personas. Nunca ha salido tanta gente en un período determinado.
Sobre cuántos se fueron por El Mariel, los menores de cuarenta, más de la tercera parte, no lo saben, pero los mayores de cuarenta tampoco; casi la cuarta parte de todos no sabe cuántos se fueron por El Mariel. La mayoría de los que eligieron una cifra dieron ciento veinticinco mil personas, que es efectivamente la cifra.
En cuanto a los tres o cuatro grupos más numerosos entre los emigrados por El Mariel, la mayoría de los de más de cuarenta años piensa que fueron los jóvenes, los homosexuales, pero sobre todo personas presas o con antecedentes penales. También los mayores de cuarenta, más o menos la tercera parte, cree que los que se fueron eran opositores políticos u obreros. Los menores de cuarenta piensan, en su mayoría, que el grupo más importante era de personas presas o con antecedentes penales. Arboleya ha dado una cifra que coincide con la investigación que hice yo, 15% tenía antecedentes penales o estaban presos, y dentro de ellos, más de 50% por robo, casi nadie por hechos de sangre; incluso había gente presa por cosas que no hubieran sido delito en los Estados Unidos, como es tratar de salir ilegalmente del país o dedicarse a vender en el mercado negro, u otras cosas. También identifican como un gran grupo el de los opositores políticos, el de los obreros, el de los jóvenes.
De los que trabajaban, 60% era de obreros, lo que pasa es que la mayor parte no trabajaba, o no tenía la edad laboral o formaba parte de lo que se llama población económicamente no activa: amas de casa, jubilados, estudiantes, o simplemente desocupados, esa era la mayoría de El Mariel; pero de los que trabajaban, los más, efectivamente, eran obreros, más o menos su misma proporción en la población económicamente activa cubana en el año 80, y muy inferior a la de técnicos y de profesionales, e incluso de trabajadores administrativos.
Por último, ¿cuánto tiempo duró El Mariel? 65% de los menores de cuarenta y la inmensa mayoría de los mayores no saben o piensan que fueron cinco meses. En efecto, El Mariel estuvo abierto cinco meses.
En cuanto a cómo El Mariel afectó las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos, la pregunta coincide con la que le haremos al panel. Según los asistentes, se firmó un nuevo acuerdo migratorio, y esa fue la principal consecuencia; los mayores de cuarenta piensan que se interrumpió el diálogo con la emigración, y los menores, que se enfriaron las relaciones con ella. Veamos qué opinan los panelistas, pero antes voy a darles la palabra a quiénes quieran hacerles preguntas o comentarios.
Serafín Seriosha: Algo no me quedó claro sobre las causas de El Mariel. Recuerdo que en el panel sobre del Diálogo del 78, Rafael Betancourt explicaba que cuando se autorizó el regreso temporal de los emigrados, en el aeropuerto le quitaban las cosas que traían para su familia, porque se consideraba como un diversionismo ideológico. Pregunto si eso pudo ser una de las causas fundamentales que llevó a esa avalancha. Otra cosa: si como dice Arboleya, el problema tiene causas endógenas, ¿cómo sorprende a la dirección del país?, ¿por qué sucede esto en un período que se dice que no hay crisis económica, ha pasado un Primer Congreso en el año 75?, ¿por qué tanta diversidad de sectores de la sociedad cubana se van a la vez? Es algo asombroso que se vayan ciento veinticinco mil personas; creo que eso nunca sucedió ni antes ni después, en tan poco tiempo, ¿cuál es la causa de esta sorpresa para ambas partes?
Enrique López Oliva: Tengo entendido que el aspecto religioso fue un factor que influyó en los sucesos de El Mariel. Se habla mucho del problema de los Testigos de Jehová; se dice que los recogieron cuadra por cuadra y los conminaron a irse. También se habla de la ofensiva ateísta que se produjo a partir del Primer Congreso del Partido. El Estado cubano se declaró ateo, y obviamente eso creó una situación muy complicada en un sector religioso que al principio había apoyado a la Revolución y que de pronto se vio marginado no solo del Partido, sino de otras responsabilidades; incluso algunos tuvieron dificultades para seguir desempeñándose como académicos y profesores. Precisamente en el año 80 en la Universidad de La Habana hubo una tendencia a eliminar del claustro de profesores a todos los que tuvieran creencias religiosas. Yo mismo pasé por esa experiencia, por asistir a un curso de Historia de la Iglesia en México. Me gustaría que trataran el papel de la religión en el contexto político de ese momento.
José Raúl Gallego: A mí me preocupa mucho una cuestión que no se ha tocado y que los que tenemos veintitantos años no vivimos; lo que nos ha llegado ha sido puramente anecdótico. Se trata de los llamados actos de repudio. Quisiera que el panel hablara un poco de la actuación de la población, de las organizaciones sociales y políticas ante este proceder, por lo importante que puede ser para nosotros en estos momentos que estamos viviendo, para que no se repitan esas cosas.
Rafael Betancourt: Quiero destacar que parte del aislamiento del que hablaba Andrés era de información, de conocimiento. Indiscutiblemente, había una percepción, también como política informativa, de que las personas que habían emigrado en los años anteriores habían fracasado, tenían poco éxito en los Estados Unidos; una historia que se desmiente con los que visitaron el país en 1979. Algunos, en efecto, no tenían riqueza ni éxito, pero venían incluso con dinero prestado, y daban otra impresión. Eso coincide con que el modelo político y económico cubano desdeñaba el consumo personal y, hasta cierto punto, la realización individual como una cosa válida. Sin embargo, había una gran cantidad de gente joven que al no encontrar una satisfacción, prefiere irse. Cuando Arboleya dice que ese es un período de más o menos auge económico hay que separar el lapso entre 1976 y 1980, y el posterior, hasta el 85. Es precisamente en el año 80 cuando el país está saliendo de una crisis económica; hasta entonces el nivel de consumo es muy bajo, y el impacto que provoca la llegada de los emigrantes con sus paquetes y sus bultos, me parece que crea, sobre todo a nivel de consumo individual, unas expectativas y una falsa esperanza. También la población empieza a sentir que le mintieron sobre la situación de los emigrados. Esa política informativa específica, de tratar de trasmitir consignas y no necesariamente un reflejo de la realidad, me parece que fue un tiro por la culata.
Y otro aspecto que creo que tiene que ver, incluso en los Estados Unidos, con los que vinieron a buscar a sus familiares. A pesar de que se pensaba que se habían roto los lazos familiares, la familia perduró durante todo este período y renace en el 80, al venir a buscar a sus parientes, y tratar de proveer la reunificación. El que está aquí, de algún modo —si tiene una aspiración que no concuerda con los valores del sistema— quiere también integrarse con su familia. Si 60% de los que se fueron no tenían familiares que vinieran a buscarlos, es porque rellenaron los barcos. Alguien venía a buscar diez y le ponían veinte que no eran suyos. Era el precio por sacar a los parientes. Eso provocó también un resquebrajamiento en los valores, y otras consecuencias.
Laida Adán: Creo que los mayores hemos refrescado mucho la memoria con este panel, y nos hemos puesto a pensar, que es parte del objetivo de estos encuentros. Cuando el compañero Arboleya estaba dando las cifras, empecé a recordar algunas decisiones que se tomaron en esa época, como la Ley contra la vagancia, que creó un rechazo tan grande en la población; como un Quinquenio gris, que aunque se desarrolló en el sector artístico, tuvo su influencia, su connotación en otros sectores profesionales; es decir, una serie de decisiones que se tomaron, o que tomamos, porque los que tenemos esta edad formamos parte de todas ellas de alguna manera, pudieron también ser parte de las causas de esta explosión no pensada, no prevista, que fue El Mariel. Agradezco que se haya tocado el tema de la religión, recuerdo cuando empezamos a hacer las depuraciones en la Universidad, los muchachos que no podían seguir; todo muy triste. Interesante también lo dicho por Betancourt sobre la familia y su recuperación.
Rafael Hernández: Le devuelvo la palabra al panel, para que se refieran a la última pregunta y comenten las intervenciones del público.
Magali Martín Quijano: Indiscutiblemente, aquí El Mariel fue una explosión, pero allá fue un impacto grande, porque dada la rapidez y la composición, las características sociodemográficas de los que llegaron —ciento veinticinco mil personas en cinco meses—, que no eran a las que estaban acostumbrados; no todas tenían familiares. Todo eso creó tensiones desde el punto de vista logístico, desde dónde alojarlas, cómo hacer el procesamiento migratorio, hasta tratar de asimilarlas culturalmente. En particular en la esfera laboral hubo un impacto fuerte. Existen investigaciones que muestran que hubo un incremento de 7% en la fuerza laboral, y entre los cubanos fue de 20%. Eso indiscutiblemente incidió en que se elevara el índice de desempleo en el período 80-81. Otra cosa es que a pesar de que Carter había planteado: «Corazón y brazos abiertos, vengan para acá», la respuesta de la comunidad no fue del todo favorable, y en la prensa se llegó a calificar aquella inmigración como la más indeseable. Hubo mucho rechazo desde este punto. Además, estas personas no tuvieron los mismos beneficios que otros inmigrantes cubanos, como decía Arboleya. Fue un acontecimiento que conmocionó a la comunidad miamense, que no estaba preparada para tal situación. Este es un elemento importante, porque a partir de entonces la visión de la sociedad y del gobierno norteamericanos, en relación con la emigración ilegal, no va a ser la misma. De ahí los nuevos acuerdos migratorios. Sigue aceptando a los que llegan de manera ilegal, pero ya, en el año 94, por ejemplo, detienen, por primera vez, a los que intentan penetrar por esa vía; o sea, a partir de El Mariel se despertó el miedo al éxodo masivo, como le dicen ellos, y hasta incluyeron este aspecto entre los elementos de amenaza a la seguridad nacional.
Jesús Arboleya: En primer lugar, quiero trasmitir lo siguiente: no voy a rehuir ninguna pregunta que me ataña, pero en realidad mi experiencia de El Mariel se produce desde los Estados Unidos; no la vivo como transcurre en Cuba, y más bien lo que recibo son sus consecuencias, o sea, la llegada allá de la gente. Desde esa perspectiva, puedo decir que, cuando yo hablaba de sorpresa, esta incluye a los propios inmigrantes. Todavía alguno no había desembarcado en Cayo Hueso y ya me estaban llamando al consulado para ver cómo regresaban. Yo estuve en la «ciudad de las carpas» varias veces, viendo a la gente que estaba ahí; aquello daba grima, el nivel de confusión, la incertidumbre. Esa gente fue hacia allá pensando que iban a encontrar algo que en realidad no hallaron en aquel momento.
Los mítines de repudio me los hicieron a mí, y también al resto de los que estábamos ahí, y no fueron solo mítines de repudio, sino atentados terroristas, incluso asesinatos. Recuerden que a Félix García lo asesinaron en el año 80; o sea, las tensiones que se están viviendo a lo largo de todo este proceso no se produjeron solo aquí, sino también allá, particularmente en el área de Miami, pero también en Nueva York, Nueva Jersey, etcétera, donde estaban las grandes concentraciones de cubanos.
Ahora bien, lo que me interesaría resaltar como fenómeno —y creo que esa pudiera ser por lo menos una de las conclusiones donde creo que hay consenso entre los que hemos hablado— es que efectivamente, El Mariel pone a flote todas las contradicciones de la sociedad cubana: el problema religioso, como se dijo, el de la homofobia, entre otros. Yo recorrí no sé cuántas universidades de los Estados Unidos tratando de explicar el fenómeno de El Mariel, y mi gran conflicto era cómo explicaba el asunto de los homosexuales, cuando en realidad era una aberración, y la creencia de que a los locos se les sacaba de Mazorra, y se les montaba en los barcos. Se trató de un solo loco —yo conozco al cineasta que lo filmó—, pero esa imagen recorrió el mundo, y se generalizó la idea. Hay visiones que trascienden la realidad, pero que se convierten en realidad. Esta encuesta que acaban de hacer aquí de la visión que tiene la gente de lo que fue esa emigración es casi una realidad ya, porque a partir de ahí se genera una serie de análisis y de conclusiones que tienen que ver con este asunto.
Creo que, en efecto, el problema de la familia se exacerbó, sobre todo, con el Diálogo del 79, porque era una cuestión de principios romper con la familia que emigraba. Ahí entra también otro tema que no creo que estemos en condiciones de discutir ahora: ¿cuál es el carácter de la emigración de El Mariel?, ¿es económico o político?, ¿de qué estamos hablando cuando tratamos la emigración de El Mariel y cualquier otra que vayamos a analizar? Yo creo que, sin dudas, tuvo consecuencias políticas, y las tuvo para las relaciones de Cuba con los Estados Unidos.
Hay otro problema que no hemos analizado, y es ¿qué cosa eran los Estados Unidos en el año 80 y cuáles eran las contradicciones que estaban presentes? En ese año se decide en aquel país la lucha entre dos doctrinas que van a formar parte de todas las opciones de la política norteamericana en la década, la que Carter representaba, multilateralista, que implicaba la famosa Comisión Trilateral, la coalición de un bloque capitalista con las grandes potencias, la detente con la Unión Soviética y buscar un acomodo para un nuevo orden económico internacional; y una visión unilateralista que encabezaban o proyectaban los neoconservadores, que obtienen la victoria en 1980 con Ronald Reagan, y que cambia todo. Si ustedes me preguntan una consecuencia de El Mariel, yo creo que una de ellas fue debilitar la candidatura de Jimmy Carter en el 80. No creo que fuera la más importante causa de su derrota; habría que mencionar el problema iraní con la crisis de los rehenes, la invasión soviética a Afganistán, la crisis petrolera, la famosa «estaflacción», que era la recesión con inflación, una serie de fenómenos que lamentablemente no podemos abarcar aquí, pero sin dudas los sucesos de El Mariel fueron un elemento muy negativo para la campaña de Jimmy Carter en las elecciones de ese año, y no voy a decir que fue lo que determinó la derrota, pero sí representó un factor de peso en ello. Esa es la razón también por la que El Mariel se paraliza cinco meses después de abrirlo, para que no llegara a las elecciones, porque la opción que evidentemente había era la de Reagan. Esa fue, diría yo, la principal consecuencia de El Mariel en cuanto a sus impactos en la política norteamericana.
Antonio Aja: Para no repetirme, coincido con Arboleya en este último análisis de las consecuencias para los Estados Unidos, en el caso de Carter. Agregaría la viabilidad —y después se ve en el 84— de firmar acuerdos migratorios, porque en 1965 lo que se firmó fue un Acta de Intención. Para Cuba, creo que tensó, por una parte, la relación con los Estados Unidos y, momentáneamente, con la emigración cubana; pero abrió un camino, porque a estos migrantes, como ya se ha dicho acá, les interesaba, de alguna manera, una relación diferente con la familia que habían dejado aquí, a diferencia de las primeras oleadas de la emigración cubana; y ese camino después se fue retomando hasta lo que sucede hoy. No perdamos de vista que cuando revisamos quiénes han visitado Cuba en los últimos diez años están los de El Mariel, y los que han salido después. Creo que eso no lo podemos perder de vista.
Sobre la pregunta que hacía alguien del público, quiero retomar lo que dije al principio: traté de significar que para mí son múltiples las causas, como en la mayoría de los movimientos migratorios en la historia de la humanidad. Soy contrario a decir que la causa es económica o es política. Pienso que la mayoría de los flujos migratorios, en el caso cubano, son políticos, económicos, y tienden a la reunificación familiar, sobre todo a partir de la década de los 60. En particular, no se puede explicar única y exclusivamente como causas fundamentales de El Mariel, el diálogo del 78-79 y la visita de la comunidad. Eso fue solo el detonador de algo que ya existía, por eso hablaba de potencial migratorio; si no hubiera existido en Cuba, en 1980, un potencial migratorio, que no se había manifestado, podía venir cualquier cantidad de cubanos de la comunidad emigrada que sencillamente no se iba a producir El Mariel u otro hecho migratorio. Lo que sucedía era que había disfuncionalidades en la sociedad cubana —no me voy a referir a ellas porque muchas las han dicho ya— que provocaban que algunos sectores tuvieran como alternativa emigrar en algún momento. A eso le añadimos que las redes familiares rotas o interrumpidas se reestructuran con las visitas, y además existía la expectativa de que había una comunidad de cubanos en los Estados Unidos como un potencial soporte, se relacionara o no con los de la Isla. Entonces, los factores disfuncionales de la sociedad cubana para los años 80, que tienen que ver con la política de la exigencia, el problema religioso, la ley del trabajo, y con otras tantas que los más viejos recordamos a la perfección y los jóvenes deberían estudiar, explican en gran medida por qué se produce El Mariel. No porque venga un grupo de cubanos que supuestamente viven mejor, y traen algunas cosas, doscientos cincuenta mil personas se van. Si no existen condicionantes en los individuos para que tomen la decisión de emigrar, eso no explota.
Andrés Gómez: Yo dije que aquellas personas que habían salido antes de El Mariel habían perdido todo el contacto con Cuba y no querían relacionarse con sus familiares. Debo aclarar esto y me critico por haber simplificado el asunto. En realidad, la emigración previa a El Mariel se puede clasificar en dos grupos, en dos períodos, en dos composiciones diferentes: los que salimos en los años 60, sobre todo antes de 1965, y los que lo hicieron en los 70. Por ejemplo, la inmensa mayoría de los cien mil que vinieron a Cuba en el 79 y el 80, eran personas que habían salido en los 70, no en los 60. Existía una diferencia muy marcada entre nosotros en aquella época, pero El Mariel como que la borra.
Quiero referirme al impacto que tuvo la emigración de El Mariel en Miami. De acuerdo con el censo de 1980, que cierra en abril —todos los censos norteamericanos terminan en abril de los años cero— la población de ascendencia cubana era de cuatrocientas mil personas, y alrededor de doscientos setenta mil nacidos en Cuba estaban en Miami en aquel momento; y de pronto llegaron cien mil. Sabemos que entraron ciento veinticinco mil a los Estados Unidos, pero no todos se asentaron en Miami. De todos modos, cien mil personas era un alud; para nosotros fue un alud, para los norteamericanos fue un desastre. Así que empacaron y se mudaron. En aquel entonces, los norteamericanos en el área metropolitana, representaban 48% de blancos y 17% de negros. Ahora queda un 24%. Para ellos la llegada masiva de cubanos fue un impacto terrible, pero fue peor para los que llegaron por El Mariel, porque también eran rechazados por la inmensa mayoría de la comunidad cubana emigrada, por los prejuicios tanto raciales como clasistas. Aquello fue brutal; eran indeseables aquí y allá. Salvo excepciones, tenían una imagen de sí mismos muy negativa, por lo que tuvimos que combatir eso entre ellos mismos. Los más politizados fueron invitados participar en todas estas cuestiones, porque, en verdad, se marginaban, se autollamaban «marielitos», que era un término despectivo. Fue terrible la situación que afrontaron, porque además, llegan en un período de contracción económica, sobre todo para el sur de la Florida, a un mercado de trabajo abarrotado, y la mayoría no habla inglés. Entonces quedan marginados; ya no existían las ayudas que había antes. Fue muy duro para ellos y fue muy impactante para los de la primera emigración, que controlaban social, política y económicamente a la comunidad cubana en Miami. La imagen que ellos habían tratado de construir sobre la realidad de la Isla, de pronto llegan estos bereberes y se la destruyen. Aquello no tenía nada que ver con lo que ellos habían dicho sobre la identidad cubana, ni con quiénes son los que emigran de Cuba. No ha habido otro momento así, ni en el 94, porque la oleada fue menor y más controlada. Eran cerca de treinta mil, y no llegaron a Miami.
Otro señalamiento, para que se entienda lo que era Miami en aquel entonces, y lo que es hoy: de acuerdo con el censo del año 2000, hace ya diez años, solo tres de cada diez de personas nacidas en Cuba y que vivían en el área metropolitana de Miami, habían salido de la Isla en 1980. Ahora la proporción debe ser menor.
Rafael Hernández: Quiero hacer algunos comentarios finales, solo con el fin de dejar algunas cosas puestas, no para responder. Uno: en 1980 hacía siete años que no había acuerdo migratorio alguno entre Cuba y los Estados Unidos; eso ha quedado establecido en el panel y quiero subrayarlo. Dos: siempre suponemos que el consumismo es algo que viene de afuera, que llega como una influencia externa. Yo pregunto, ¿el socialismo de los años 70 no creó patrones de consumo propios, en comparación con los 60? Los que recuerdan esas décadas vividas en este país pudieran meditar sobre qué sucedió con el patrón cultural «consumir». De ser un rasgo no muy correcto pasó a ser incorporado estructuralmente al mercado; había un consumo y un consumismo desarrollado dentro de Cuba la víspera de El Mariel y de que empezaran las visitas de la comunidad. Ya existía una actitud diferente frente al consumo. No hay que olvidar que esta sociedad tiene una sustantividad propia, y no es simplemente la imagen de algo que nos llega de afuera. Tres: ¿estábamos en el medio de una situación de crisis ideológica en 1980? ¿El Mariel refleja una crisis ideológica? Hay una serie de aspectos en los que no hemos profundizado; por ejemplo, lo que significó El Mariel para la generación que tenía quince, dieciséis, diecisiete años, que no le había tocado ningún tipo de enfrentamiento anterior. Con el término «enfrentamiento» no me refiero a los actos de repudio, sino a movilizaciones que entonces, en 1980, tenían un componente real, efectivo, y que para la generación que tenía esa edad constituyeron una experiencia política nueva, diferente. Eso tampoco estaba presente antes, ni fue el resultado de una llegada de afuera.
¿Eso que hemos descrito aquí como reencuentro familiar, fue siempre fácil y armonioso?, ¿no ocasionó ningún conflicto de conciencia para las personas que volvían a encontrarse?, ¿no representó una ruptura con cosas que ya se habían establecido? No es el encuentro de ahora, posterior a los años 90 y a la crisis; es el primer encuentro con los familiares que llegaban. ¿Venían en una actitud triunfante?, ¿haciendo alarde de lo que tenían y mostrándoles a los que se habían quedado lo mucho que habían ganado y lo mal que habían hecho los que permanecieron en el país?, ¿es así exactamente, o venían con una actitud típica del indiano, que regresa a su país de origen cargado de más riquezas de las que tiene, como decía Rafael Betancourt, y mostrando más de lo que tiene, pero no necesariamente desafiando al que se quedó? Ese es un problema que les quiero dejar.
El Mariel ocurrió después de las visitas de la comunidad. Los visitantes, además de las maletas, mostraron que era posible irse y volver; que la ida, aun cuando había que seguir saliendo de modo definitivo, como decía hace un momento Andrés, no era absoluta. La idea de que la emigración no tenía ningún tipo de regreso quedó atrás. Es un dato que quiero colocar.
De los que se fueron por El Mariel, 60% no trabajaba, en su mayoría eran personas dependientes: estudiantes, jubilados, amas de casa. Estas últimas representaban el 16%. ¿Estas personas tomaron la iniciativa de irse, o por decisión de otra? Por otra parte, 23% de todos los que se marcharon tenía edad laboral y estaba desocupado. La inmensa mayoría de ellos tenía antecedentes penales; 40% por robo, hurto, delitos contra la propiedad; 10% por violar el normal desarrollo de las relaciones sexuales (así aparece en las planillas); y solo 5% por delitos contra la seguridad del Estado.
Por El Mariel se fue 0,03% de los profesionales y técnicos de Cuba. El impacto económico, tanto de los obreros como de los profesionales y técnicos en aquel momento fue prácticamente insignificante en términos reales de fuerza de trabajo.
Mirar hacia atrás este evento nos permite entender mejor el proceso migratorio, y cómo y por qué ocurrió la migración de los balseros en 1994. Cuatro años después de El Mariel se firmó un nuevo acuerdo, pero funcionó con muchas dificultades, y en 1994 hubo una nueva crisis migratoria. Eso forma parte también de la posteridad de El Mariel.
Quiero agradecerles a todos los asistentes por haber estado aquí, y haber hecho preguntas y comentarios, y en especial a los panelistas por darnos esta visión multifacética de un fenómeno tan complejo, que sigue siendo algo sobre lo cual deberíamos volver de una manera ecuánime y analítica, no necesariamente emocional, puesto que aquellos hechos todavía están en la memoria, y esta casi siempre los construye, los reconstruye, los representa de forma directa o indirecta —incluso para los que los vivimos entonces— distante de cómo fueron las cosas exactamente. Haberlas podido recordar en esta sesión ha sido una experiencia muy rica y de conocimiento, de reflexión, de puntos de vista diferentes, de debate, de visiones y tesis diferentes sobre causas y consecuencias, y creo que esta ha sido, desde ese punto de vista, una sesión ejemplar de Último Jueves.
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