Voltaire a trescientos veinte años de su nacimiento


voltaire-a-trescientos-veinte-anos-de-su-nacimiento
Voltaire a trescientos veinte años de su nacimiento

Voltaire, nació, en París, en noviembre de 1694. Hace trescientos veinte años.

Cuando por primera vez leí su Obra Maestra, Cándido o el Optimismo, era yo muy joven.

“En Westfalia, en el castillo del Barón de Thunder-ten-Tronckh, vivía un joven a quien la naturaleza había dotado de unas apacibles costumbres. Su fisonomía descubría su alma. Era de entendimiento bastante recto y de espíritu sencillo; creo que por eso lo llamaban Cándido”.

Se enamora de la prima Cunegunda y es echado del palacio. Ahí comienza la historia de desastres y avatares que domina todo el relato. Para   Pangloss, el mentor de Cándido,   son aquellos fenómenos angustiosos, un designio divino, que totalmente debe aceptar.

Esta novela corta, (XXIX capítulos  y  Conclusiones ), que al leerla la disfruté muchísimo, por su ligereza, su ingenio, su ironía, como si leyera un libro de aventuras, una narración de antiguas historias enlazadas, al pasar de los años, me parece escrita en tiempos más cercanos.

Hoy, ante un Mundo globalizado, donde no hay una sola noticia que no espante, las guerras se suceden y llenan de dolor a ciudades y naciones, los ricos son cada día más ricos y los pobres más pobres, y la naturaleza recibe los embates más agresivos para su exterminación definitiva,  Cándido de Voltaire, va mucho más allá de un cuento ingenioso, para expresar toda una filosofía de la vida, que hace que muchos de los letrados  que vinieron después con similares inquietudes, le deban algo al gran escritor parisino; pero, lo que es aún más importante, esta obra tiene una vigencia asombrosa. Resulta recomendable leerla y meditarla a la luz de nuestro siglo. Es una manera de interpretar  profundamente algunas cuestiones de carácter social, filosófico y cultural,    que ni la razón más práctica,  ni la más pura, pueden abordar con objetividad, en nuestro tiempo.

Los males naturales que hoy asustan a la Humanidad toda, aparecen latentes en esta obra magistral.

Es menester decir, que los hombres hayan corrompido un poco la naturaleza, pues no nacimos lobos y se han transformado en lobos.

Ezequiel Martínez Estrada, expresó con meridiana claridad: “Debemos imaginar a Voltaire más bien, como un luchador de los que en nuestros tiempos, bajo la persecución  neofascista, no han dejado de asestar sus golpes y de mantener los ideales de libertad  aun a riesgo de sus vidas… pero su cruzada tuvo tanto del artista como del guerrero” 

Voltaire cuyo nombre verdadero era Francois Mane Arouet, aunque estudió Leyes, sentía gran deleite por el teatro y la literatura.

Vivió una existencia esplendorosa  de castillos y banquetes parisinos. Alguien  dijo que escribía con aguijones y vapuleó todo lo que quiso a la Sociedad de su época. Su obra alcanzó más de 120 volúmenes y el texto que le otorgó su consagración, fue precisamente,  Cándido o el Optimismo.

Conoció la vida con gran intensidad, estuvo encarcelado, viajó a  otros países que le aportaron valiosas experiencias, conoció personalmente las fuerzas del mal y combatió el optimismo desmedido.

Sería necesario recordar como un precedente  de esta obra, la filosofía del alemán Gottfried Leibniz (1686), en su Discurso a la Metafísica, que consideraba que el Universo responde a una compleja cadena de causas y efectos por la divina providencia,  con la finalidad de lograr el mejor mundo posible y proporcionar con ello la armonía del universo.

Esta filosofía indigna a Voltaire, aquellos conceptos, de que todo va bien y que todo lo que existe es bueno, ese optimismo pasivo,  es  los que provoca la reacción de gran francés, que conoce bien las realidades humanas. Su propia existencia le demuestra, que la maldad existe y no entiende, como es posible mostrar alguna ingenuidad ante ella.

Y ahí está su gran obra. No es que en Cándido, él desarrollara toda una filosofía. Como se ha explicado en muchas ocasiones, se mueve el gran Voltaire, entre un racionalismo relativo y el existencialismo moderado. Pero ya esto, es un paso de avance magistral.

Este cuento invita, a no quedarse sentado esperando que se destruya el Mundo.

Hay que tomar iniciativas y tratar de mejorar.

¿No cree el lector que no por gusto Voltaire fue promotor de la Revolución francesa y lo que es muy significativo, la figura cimera de su época, al llamar al siglo XVIII, el siglo de Voltaire?

Nadie puede dudar, todo cuanto se hizo en este siglo, por la liberación y el iluminismo de la inteligencia del ser humano.

Pangloss, es en el texto, una representación de Leibniz. De esta manera se percibe,  cómo Voltaire aprovecha para exponer sus ideas.

Martín, el otro filósofo, un maniqueo, recuerda la filosofía de Locke; se mueve entre el bien y el mal, un tanto escéptico.

Cándido le pregunta a Martín:

Señor, sin duda creéis que todo anda bien en el mundo  físico y en el moral, y que no podría ser de otra manera:

Yo Señor, —le contestó el sabio— no creo  en nada de eso; me parece que en nuestro país todo está al revés, que nadie sabe cual es su puesto, ni cual su cargo, ni lo que hace, ni lo que ha de hacer, y que, fuera de la cena, que es bastante alegre y cuando parece que hay bastante unión, el resto del tiempo se va en impertinentes querellas; jansenistas contra molinistas, gente del parlamento contra gente de Iglesia, hombres de letras contra hombres de letras, cortesanas contra cortesanos, financistas contra el pueblo, mujeres contra maridos, parientes contra parientes; es una guerra eterna.

En otra ocasión le comentaba Martín a Cándido:

“Recuerdo haber estado enfermo en París durante mi primer viaje; era muy pobre: por eso no tuve ni amigos, ni devotos, ni médicos, y sané”.

No pretendo en este poco espacio, contar en detalles toda la obra, sino invitar a leerla.  En la misma, una cadena de males afectan a los personajes, mientras los mismos, recorren gran parte del Viejo y Nuevo Mundo. Solo  hay un lugar llamado, El Dorado,  donde la felicidad reina.

Se manifiesta el escritor contra la estupidez y la iniquidad de las guerras. A pesar de ser un burgués, Voltaire, critica la aristocracia y la añora mucho más cerca del pueblo. Denuncia la explotación de esclavos, los atropellos contra las mujeres, diferencia a la plebe de las clases privilegiadas, rechaza la injusticia, la crueldad, el robo, la intensidad de la corrupción en la sociedad toda, la hipocresía religiosa, mientras creía vigorosamente en la supremacía de la cultura.

Sin dudas, era Voltaire un humanista en su época. Fue además, un historiador, filósofo, poeta, dramaturgo, estudioso de la ciencia y de la política, amante del progreso y colaborador de la Enciclopedia.

Todas esas virtudes se perciben en Cándido o el Optimismo, que es mucho más que un cuento. Ahora cuando lo vuelvo a leer, le encuentro un mayor grado de modernidad; incita al cambio, a la transformación de la sociedad, a la búsqueda de la paz. Suena a narración contemporánea, plena de ironías, sarcasmos y fuerte  crítica social.

Cuando uno no halla en un mundo lo que se merece, lo encuentra en otro. Y es gran placer ver y hacer cosas nuevas.

Voltaire no acepta los postulados de Leibniz, pero si considera que el mundo puede ser mucho mejor. Es Cándido o el Optimismo, una parodia de la vida del hombre en la tierra.  Hay estudiosos que afirman que inaugura la protesta irónica desde Nietzsch hasta Marx y yo diría, que  llega hasta nuestros días, porque descubre a los abusadores del poder, tramposos, en fin, cambian las leyes, pero permanecen las condenas y las mentiras.

¿Y alguien puede decir que todo esto no es cierto  en pleno siglo XXI?

Solo recordar Afganistán, Irán, Libia, Siria, Palestina, dolor, miseria,  horror. ¿Y las niñas  secuestradas en África y los estudiantes asesinados en México y qué decir del Ébola? ¿Existe o no existe el mal? y vamos a ser tan cándidos  al pensar, que tranquilamente tenemos que aceptar por destino,  el mundo posible que nos tocó vivir.

La respuesta está al final de la obra:

Pangloss habla:—Todos los acontecimientos están encadenados en el mejor de los mundos posibles; porque, en fin, si no hubieseis sido arrojado   de un hermoso castillo a puntapiés en el trasero, por el amor de Cunegunda, si no os hubiesen puesto en manos de la Inquisición, si no hubieseis  recorrido América a pie, si no hubieseis dado una buena estocada al barón, si no hubieseis perdido vuestros carneros del hermoso país de El Dorado, pues no comeríais aquí confites de cidra, ni alfóncigos.

Cándido contesta:—Eso está muy bien dicho, pero es menester cultivar nuestra huerta-

Ya Cándido,  no es el mismo  de los primeros momentos.

Hay que cultivar el jardín, solo el trabajo  puede llegar a superar los grandes males de la Humanidad.

Voltaire vivió 84 años. Murió en París (1778), y aún nos sigue haciendo pensar,

El mejor de los mundos es posible, solamente si la Humanidad se propone con esfuerzo y voluntad creadora, conquistar la paz verdadera.

Unidos contra el vicio, el tedio y la necesidad, sembremos paz y amor.

 Es la única forma que tenemos hoy de salvarnos.     


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte