“…Familia de hombres que sacuden al aire una bandera, miran de frente sol, y al sol arrancan luz para su gloria, y al aire arrancan el secreto de la independencia de un país”. (1)
Con este Adagio de nuestro Héroe Nacional José Martí, bien podríamos calificar la inmensa dimensión humana y patriótica de la familia Maceo-Grajales, enmarcada en el glorioso vientre de Mariana y de sus hijos, aguerridos mambises. Entre ellos, no sólo el Titán de Bronce Antonio Maceo, sino también su hermano José, de quien este año celebramos el Aniversario 172 de su Natalicio (dos de febrero de 1849), ocurrido en la zona oriental de Majaguabo, Santiago de Cuba.
Según historiógrafos José Marcelino Maceo Grajales, manejaba el machete a la zurda y el revólver a la diestra, además de ser un excelente tirador; de esos que bastaba un cigarro encendido en medio de la noche para que acertara el disparo y el descuidado centinela español cayera herido de muerte. Y, para su hermano Antonio, entre los hombres más valientes que él había conocido estaba José, junto a Policarpo Pineda, Rustán, y Miguel, este último, otro de sus hermanos.
El también conocido León de Oriente participó en las tres guerras por la independencia de Cuba contra España; alcanzó los mayores honores dentro del campo insurrecto y de soldado llegó a ostentar los grados de Mayor General del Ejército Libertador.
En una ocasión, entre otras muchas epopeyas del aguerrido General José Maceo, salvó la vida de su hermano Antonio, y fue cuando el mayor de los Maceo Grajales resultó gravemente herido de siete balazos en Mangos de Mejía, en 1877.
Soldado, guía, centinela, sanitario, leñador e inteligente jefe militar llegó a ser José, quien supo proyectar increíbles estrategias en los campos de batalla contra el enemigo español y ponerlo en jaque innumerables oportunidades, para así salvar al Mayor General Antonio.
Los hechos anecdóticos referidos a las hazañas de ambos altos oficiales mambises resultan incontables aún –algunos, aún por relatar y pormenorizar por parte de especialistas y estudiosos--, como fueron: el combate de Cafetal La Indiana, en 1871, donde Antonio fue quien salvó la vida de José, arriesgando la suya. Y otra, ocurrió en el combate de Peralejo, librado el 13 de julio de 1895, cuando Antonio expresó: “Si yo tengo allí a José no se me escapa mi compadre Martinete”, al hacer referencia al Capitán general español Arsenio Martínez Campos.
Pruebas de su irrevocable valentía las hallamos también en situaciones muy especiales. Una de ellas, cuando tras el desembarco por Duaba, el primero de abril de 1895, estuvo vagando solo y hambriento, por los montes orientales durante más de ocho días hasta unirse a las huestes mambisas. Otra, cuando el mayor general Serafín Sánchez, en su condición de Inspector General del Ejército Libertador, quien medió entre José y el Consejo de Gobierno, que no lo aceptaba como Jefe de Oriente, significó: “He tenido el honor de conocer y tratar al General José. El General Gómez me lo recomendó mucho, pero no pensé que fuera tan honrado y tan patriota”. Mientras que nuestro José Martí, quien mucho le estimase, y de quien recibiera como regalo el famoso caballo blanco Baconao que montaba el Apóstol aquel 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos, al hablar del caudillo significaba en carta a Antonio Maceo, el 15 de mayo: “(…) el generoso José, que ya no se nos saldrá del corazón agradecido”.
El 5 de julio de 1896 fue gravemente heridoel general José Maceo en el combate de Loma del Gato, y murió horas después en La Soledad de Ti Arriba (cerca de Songo-La Maya). Fue su herida de bala número dieciocho; cinco meses después caería su hermano Antonio de su herida de bala número veintiséis.Como escribiese el Apóstol:
“(…) Cubren hojas de rosas las heridas que en las manos y en los pies hizo la vida”(2).
En carta a su esposa Bernarda Toro, Manana, el Generalísimo Máximo Gómez escribió (3):
“Era preciso haber conocido bien a fondo el carácter de aquel hombre sin dobleces, y de rústica franqueza para poder estimarle y estimar su cariño cuando lo demostraba. El general José era todo verdad y por eso para muchos aparecía amargo (…) Descubrí en él la grande y noble gratitud del león que la historia cuenta y entendía la grandeza de su valor admirable e intrépido cual ninguno. El español más cruel rendido al General en mitad de la refriega más sangrienta, podía contar con la vida (…) El combate significa mi duelo de guerrero por la pérdida del compañero y del amigo, que él murió en su puesto, derribado de su caballo de batalla para aparecer más alto y hermoso en la historia de la Patria”.
Otros compañeros de lucha, como el brigadier José Miró Argenter, afirmó (4) : “(…) Valiente hasta lo inverosímil, arrebatado, colérico, fiero y testarudo”. Mientras el general Francisco de Paula Valiente, quien fuera su ayudante de campo, refería que aquel león, fiero en el combate, duro para dar la muerte al enemigo en la pelea (5): “(…) era, sin embargo, de alma como un niño ante la pena de sus compañeros, fuerte en la pelea, débil en el cariño, casi paternal, que a todos nos ofrecía”.
Mientras su hermano Antonio, adolorido por la pérdida, nunca dejó de afirmar: “Vivo por mi hermano José” (6), en gesto de profundo agradecimiento al hermano caído en combate.
Los restos del general José Maceo Grajales, el León de Oriente, se encuentran sepultados en el Retablo de los Héroes, perteneciente al cementerio patrimonial Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba.
"Quien ha defendido con valor mi Patria y su libertad de hombre, es acreedor mío y mi hermano"(7), le expresó de su puño y letra José Martí al general José Maceo Grajales, en carta fechada el tres de noviembre de 1894, muy cerca del comienzo de la nueva gesta por la independencia que involucraría a ambos próceres.
Notas:
- José Martí, Obras Completas. Revista Universal, 11 de mayo de 1875. T. 6, p. 198.
(2-7) Idem
- Cordoví, Joel. Máximo Gómez. Selección de documentos (1895-1905)
(4-5) Eduardo Torres-Cuevas/ Oscar Loyola—Historia de Cuba. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 2001.
(6)“Vivo por mi hermano José”- Revista digital Cubahora,julio, 2018.
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