¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!


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Tal vez nunca conozcamos a ciencia cierta las palabras del párroco Miguel Hidalgo y Costilla cuando, alrededor de las ocho de la mañana del domingo 16 de septiembre de 1810, sonó la campana ubicada en la torre oriente -conocida como el Esquilón San José- y dirigió una arenga a los pobladores de Dolores incitándolos a levantarse contra las autoridades del Virreinato de Nueva España.

Según la tradición oral, en el acto que constituye el inicio formal de la Guerra de Independencia mexicana, se pronunciaron vítores de “¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡viva Fernando VII y muera el mal gobierno!” tras el llamado a alzarse en armas, dado que los españoles habían abdicado a favor de los franceses.

La fecha, a lo largo del tiempo, ha sido conmemorada de diversas formas:

Su primera celebración ocurrió al segundo aniversario del suceso, en un edificio conocido como El Chapitel, en Huichapan, en un festejo liderado por el general Ignacio López Rayón; justo al alba se escuchó una descarga de artillería y una vuelta general de esquilas. Además, se celebró una misa a la que asistió el general y un rato más tarde tuvo lugar una serenata donde dos músicos competían entre sí ante el público.

En la Constitución de Apatzingán quedó declarado oficialmente el 16 de septiembre como día de fiesta nacional, a petición de José María Morelos en uno de los veintitrés puntos que conforman sus “Sentimientos de la Nación”, propuestos al Congreso de Chilpancingo. Esta medida fue ratificada por los congresos constituyentes de 1822 y 1824, y al año siguiente se vio por vez primera cada ventana ornamentada con luces, cortinas y gallardetes; se desarrolló un desfile que llegó a Palacio Nacional y en horas de la tarde hubo un paseo de bailes y cuerdas por la Alameda, finalizando en la noche con fuegos artificiales.

Estas celebraciones tuvieron un carácter cívico y religioso simultáneamente hasta 1857, que tomó un carácter enteramente laico. Durante la intervención estadounidense de 1847 la festividad quedó suspendida, aunque en muchas poblaciones el Grito fue conmemorado dignamente.

Aunque se ha llegado a afirmar que Porfirio Díaz en uno de sus periodos de mandato decretó adelantar un día la celebración del Grito de Dolores para que coincidiera con su onomástico, la historia corrobora que por primera vez se celebró el 15 de septiembre en el año 1824, con una serenata frente al Palacio Nacional y una velada en la Universidad. Las ceremonias siguieron celebrándose a partir de entonces, cada día 15 del noveno mes del año.

Eso sí: en 1896, el presidente Porfirio Díaz, apoyando la iniciativa del regidor de festividades del Ayuntamiento de México, ordenó traer la campana desde el pueblo de Dolores hacia la capital del país, colocándola sobre el Palacio Nacional el 14 de septiembre, e iniciando la tradición de que el jefe de Estado de turno la haga sonar.

Entonces, para la conmemoración del 150 aniversario del Grito de Independencia, en 1960, el Presidente de la República Adolfo Pérez Mateos, ordena la fundición de 32 copias idénticas a la Campana de Dolores y su ubicación en las capitales de los estados y territorios, a fin de llevar la solemnidad del acto a todos los rincones de México.

A pesar de ser una fecha fundamental de la historia mexicana, la ceremonia del Grito de Dolores carece de un rígido protocolo oficial. No obstante, se realiza en un ambiente solemne basado en el respeto a los símbolos nacionales y una tradición que se ha afianzado con el paso del tiempo.

Por lo general, cada año a las 11 de la noche del 15 de septiembre, los titulares del Poder Ejecutivo en los distintos niveles de gobierno, así como los embajadores de las representaciones en el extranjero, portando una bandera nacional, dirigen una arenga a la población, seguida del tañido de una campana y el canto solemne del Himno Nacional, para luego dar paso a una verbena popular, festejos se complementan con un desfile militar en la mañana del día siguiente.

Lo que sí no falta, desde el primer día, es el grito de guerra e identidad: ¡Viva México! ¡Viva México! ¡Viva México!


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