Vertientes entre las ciudades cubanas (I)


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Vertientes es la ciudad cabecera de uno de los trece municipios de la provincia de Camagüey y su nombre se remonta al proceso de conquista y colonización, pues los historiadores locales lo asocian al embarcadero Santa María de Vertientes, establecido por Vasco Porcallo de Figueroa en la costa sur del territorio en 1530; uno de los puntos de contacto de la región con el Caribe.

Con destino a Vertientes tiene salida un ómnibus desde la Estación Central de La Habana los lunes, miércoles y viernes a las 8:00 de la mañana con la perspectiva de estar en ella a las 6 de la tarde; para viajar en ella es preciso adquirir una reservación en las agencias municipales a un precio de 112,00 pesos MN. De forma alternativa, los días en que no corresponde dicha salida, los interesados deberán reservar su pasaje con destino a Camagüey, Nuevitas, Guáimaro o cualquiera de las ciudades del Oriente cubano, caso en el que el experimentado viajero, previo acuerdo con el chofer, se apearía en el Oncológico camagüeyano con el objetivo de tomar un camión que por 5,00 pesos MN —o una máquina por el valor de 20,00— le permiten llegar a su destino. 

La conexión entre la Carretera Central de Cuba y la de Vertientes se ocasiona por dos vías; la avenida Madame Curie, en la esquina definida por la Facultad de Ciencias Médicas y el referido Oncológico; y la calle San Luis Beltrán o 20 de Mayo, en el punto que cotidianamente se conoce por el Bar El Roble; ejes que se unen bajo el nombre de 20 de Mayo hasta alejarse de La Ciudad de los Tinajones y conducir a comunidades como Los Pinos, La Bibijagua, San José de Los Jíbaros, Santa Rosa y Tejón.

La continuidad de calles y manzanas anuncian la llegada a Vertientes, pero la sensación de estar en área citadina se consolida una vez pasado el cementerio, tras la inflexión en la que la carretera se superpone a la calle 5ta, apenas unos metros antes de cortar la calle E.

La Necrópolis es el primer referente temporal de Vertientes; espacio que preside un portón de dudoso estilo si de evaluarlo dentro de los canes de la historia de arquitectura cubana se trata, hecho que impide al forastero ratificar artísticamente el texto que lo acompaña: “Fundada en 1923”.  Desde la carretera, la ciudad de los muertos se presenta como una inmensa favela latinoamericana, tal es el exceso de casitas que cubren sus bóvedas y en su interior dos monumentos llaman mi atención desde el punto de vista estético: la bóveda de la Logia Caballeros de Colón “El Bayardo”, realizada en mármol de granito bajo los códigos del Art Decó; y el Panteón de los caídos por la defensa, caracterizada por una espacialidad funcional a actos conmemorativos y de homenaje a los mártires.

Urbanísticamente Vertientes se distingue por un trazado que tiende a la regularidad y en sus calles reina un sistema de nombres en base a la combinación de números y letras, referencia que la inscribe dentro de las ciudades modernas de la región camagüeyana y, en consecuencia, distante de dos de los rasgos —traza y toponimia—que otorgan identidad a la antigua Santa María del Puerto del Príncipe, documento histórico que fuera declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad en el 2008. De modo que si se considera a Vertientes como un asentamiento poblacional que desciende culturalmente del Camagüey, su distancia temporal la hacen lucir en plena bastardía de la villa colonial.

Cotidianamente, como permanencia de la memoria colectiva, los habitantes reconocen dos zonas urbanas, cada una de ellas expresión de ámbitos económicos y sociales distintos; diferencias que de algún modo se respiran en el comportamiento de los moradores de una y otra. El borde entre ellas es la línea del ferrocarril Vertientes–Santa Cruz, inaugurada el 3 de abril de 1923, año que coincide no solo con la apertura del cementerio, sino también con el fomento de la producción arrocera.

Al oeste de la línea del ferrocarril se desarrolló la antigua ciudad, la tradicional, la de hacendados y agricultores; aquella que alcanza su jerarquía en la red de establecimientos comerciales e instituciones; la del parque De las Madres o José Martí y el paseo Reinaldo de León Llera. Al este, el batey, conjunto urbano erigido bajo los horizontes culturales de diferentes momentos históricos: el criollo anhelo de cubanos por insertarse en la industria azucarera con la creación de la compañía Vertientes S.A (1918-1943); bajo los presupuestos americanos Vertientes Camagüey Sugar Company of Cuba (1944) [1] y, como muestra de integración latinoamericana de la Revolución, el Central Panamá [2]. Paisaje arquitectónico y conducta social distinguen cada zona.

De los nodos urbanos de Vertientes ocupa absoluta primacía el eje paralelo a la línea del ferrocarril en el lateral oeste, en principio solo construido en el lateral izquierdo según indica el hecho de que los inmuebles mantengan números continuos en lugar de los pares o nones establecidos por las ordenanzas urbanas. Seguramente los inmuebles de la calle Línea resultan fruto de parcelas ocupadas entre los más importantes patricios del pueblo, hacendados o comerciantes que edificaron su morada, el establecimiento o, como era costumbre entonces, la combinación de ambos espacios.

La tienda “La Casa Fuerte” ha quedado como un reducido fragmento de esos tiempos en la calle Línea entre 6ta y 7ma y en ambas direcciones no es difícil adivinar su prolongación a la manera de la que hace esquina con la calle 5ta y que en tira se extiende hasta la calle A. El hecho de que estas casas sean de alto puntal con cubiertas de zinc a dos aguas paralelas a la calle, ha de convertir el entorno en una particular sinfonía bajo los efectos de un aguacero, revelando entonces la importancia del amplio corredor, privado o público, que luce su fachada. Tras mi fugaz mirar a la ciudad, esta tipología resulta la máxima expresión de la casa tradicional en vertientes, lo que hace se le descubra por doquier; hermanas suyas, por ejemplo, se encuentran en versión de casas gemelas con los números 7 y 8, o independiente, como la no. 9, entre las calles 2da y 3ra.

Tres exponentes anuncian los años 40 en la calle Línea; por un lado, en el repertorio doméstico, las colindantes casas no. 13 y 14, aunque una detenida observación revela en estos casos que se trata solo de una remodelación de fachadas, de la intención de sus propietarios de pronunciarse a favor de la modernidad mediante la puesta en valor de sus vivienda desde el estilo en boga: Decó, perspectiva desde la cual se comprende que tras el techo plano del portal aparezca la vernácula cubierta de tejas a dos aguas.

El tercero pertenece a la arquitectura civil de incidencia social: el cine teatro de la ciudad, repertorio arquitectónico en el que también el Art Decó encontró versatilidad en toda Cuba. Según uno de los hijos de este pueblo, el señor Osvaldo Gallardo, Vertientes formaba parte de las programaciones de zarzuelas y operetas que recorrían la Isla en los años 50, hecho que murmura el refinado gusto de sus moradores en el tema del espectáculo musical, ¿sería este el escenario para ello? De ser así ni el forastero, ni los más jóvenes del poblado, podrán desbordar el universo cinematográfico que subraya el actual nombre de esta institución: Cine Titón.

Para cerrar el recuento arquitectónico de la calle Línea es preciso centrar la atención en los atisbos del lenguaje neocolonial en la casa no. 15, actual restaurante El Vegetalito y, especialmente en el modernismo de las números 10 y 12, especies de chalets con entrada lateral para automóvil, jardinería cercada que separa el espacio privado del público y confortable composición espacial.

Pero la calle Línea no se detuvo en el tiempo; ofreció el lateral derecho para sede de construcciones ligeras con el rol de acoger nuevas funciones sociales y tecnológicas. Así, recibió a la derecha del ferro-ómnibus, los módulos de la informática: el Club de Computación y la Sala de Video Club Juvenil; mientras a la izquierda, el establecimiento de recaudación de divisa de la cadena TRD “La Panameña”, nombre probablemente vinculado al del central. Lamentablemente el punto de partida para un análisis de la arquitectura y el urbanismo en el caso de Vertientes no puede ser la estación del ferrocarril, pues dista mucho esta obra de filiación a estilo alguno, en particular al que reinó entre las estaciones de trenes a lo largo y ancho de la Isla. Es en obras como “La Casa Fuerte”, donde deberán centrarse los recursos tras la conservación de la memoria histórica de Vertientes.  

Se integra al referido nodo, definiéndolo como tal, el Paseo Reinaldo de León Llera, adalid al que erigieron un busto que en cuidada jardinería preside el referido pase desde la calle 5ta en dirección norte, bordeando la línea del ferrocarril. Acompaña el monumento una tarja en la que reza: “Reinaldo de León Llera caído heroicamente en el asalto al Palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957 // El Pueblo // Dic. 2 de 1918 – Marz. 13 de 1957”. Por la sombra que ofrecen los pinos y la comodidad de sus bancos, en el presente constituye un ameno paseo tanto en horas del día como en la noche.

Dialogan con el vital nodo del eje definido por la línea del ferrocarril otros espacios de la ciudad en Vertientes; a ellos dedicará un próximo espacio La ciudad como texto cultural

 

 

 

Notas:

[1] Además del Vertientes, esta compañía controlaba los centrales de Estrella y Agramonte.

[2] El hecho de que este central rindiera honor a Panamá con su nombre debió condicionar la visita que el 13 de enero de 1976 realiza a Vertientes el general Omar Torrijos, líder nacionalista de ese país, en compañía de Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba.


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