El reconocido poeta, ensayista, crítico literario e historietista, Pedro Péglez González (La Habana, 11 de julio de 1945), recibió el título de Doctor Honoris Causa del Comité Honorario de Disertación Doctoral de la Alianza Marruecos México, AHCASA Marruecos, México y el Mundo.
La información fue recibida por el también presidente del prestigioso grupo de escritores decimistas Ala Décima, adscrito al Centro Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado, del Ministerio de Cultura, a través de un documento oficial firmado el 29 de Junio del 2021 en Marruecos, y ratificado en México, por los presidentes y fundadores vitalicios de la mencionada asociación mediante protocolo híbrido presencial virtual, a través del cual se fundamenta el otorgamiento de tan alta distinción: “Nosotros conferimos este honor con todos los derechos reservados y todos los privilegios y responsabilidades dentro de los altos méritos como una de las personalidades de transformación más excepcionales en el mundo...
“Gracias por contribuir —agrega el texto— en el honor y la verdad de forma consciente, a favor de la ciencia, la tecnología, las artes, la educación, la cultura, la cultura de paz, trabajando en unidad como referente global en el soporte a la humanidad, para sanar las diferencias que existen en la humanidad, sumando la generosidad y la humildad de aceptar este reconocimiento, te damos la bienvenida a nuestra fraternidad de transformación por el mundo”.
Péglez ha publicado numerosos libros sobre décima, ensayo y crítica, entre los que se destacan sus cuadernos de poesía para niños Canciones de abril y julio (Editorial Gente Nueva, 1983) y Hacer y hacer (Idem, 1984), el cuaderno La ciudad como testigo (Ediciones Valle, Bejucal, 1986), el plegable Glosa por ti (Editorial Sanlope, 1996) y los decimarios Los estertores del agua (Idem, 1998),Virilmariposa dura (Editorial Unicornio, 2001), (In)vocación por el paria (Premio Iberoamericano Cucalambé, Editorial Sanlope, 2001), La noche es ella (Ediciones Como un ave libre, 2001) El ácana diluvia (Idem, 2001), Tribulaciones del arca (Editorial Luminaria, 2002), Paflagonia de noche según el condenado (Editorial El Mar y la Montaña, 2003), Cántaro inverso (Premio Iberoamericano Cucalambé, Editorial Sanlope, 2005), y Donde dice primavera y es otoño (Ediciones Matanzas, 2007) así como el poemario en versos libres Últimas puertas podadas por la nieve (Ediciones Unión, 2005), y Con diez que se quieran bien. Acercamientos a la actual décima escrita cubana (Editorial José Martí, 2017), entre otros.
Cuenta con infinidad de premios y reconocimientos, entre estos el Premio Iberoamericano Cucalambé (2000 y 2004), de poesía en décimas; y el Premio de Poesía Samuel Feijóo, 2018, por la obra de la vida, otorgado por la Sociedad Económica de Amigos del País; entidad que asimismo le confirió el premio homónimo sobre medio ambiente (2018). En el 2001 fue acreedor del premio extraordinario en el concurso nacional de poesía Regino Pedroso, certamen en el que preside el jurado de selección de las obras en competencia y en el que ha formado parte del jurado principal; en 2002 y 2004 fue ganador del premio en el concurso nacional de poesía Regino Boti.
Su incansable dedicación al grupo Ala Décima, adscrito le ha valido la identificación de centenares de poetas a lo largo y ancho de la geografía nacional, muchos de los cuales han creado sus respectivas filiales en sus territorios.
La génesis de este proyecto se remonta al año 1993, cuando fundó la Peña de Luis y Péglez, en Alamar —junto al colega Luis Serrano—, un espacio comunitario para la promoción de la actividad literaria y cultural. Anualmente se celebra la ceremonia de entrega de premios del Concurso Nacional Ala Décima.
El profesor de literatura y poeta, Roberto Manzano Díaz, en una entrevista con el amigable bardo, publicada en el Número 19 (2016) de la revista Amnios, expresa: “Si hay un nombre del campo poético cubano que reúne en su vida y obra toda un área de creación, capital para la justicia y el entendimiento global de la escena lírica cubana actual, es el de Pedro Péglez González (La Habana, 1945). No sólo es uno de los cultivadores de la décima escrita esenciales de los últimos tiempos, sino también su promotor más leal y eficaz. Disfruta de respeto y admiración en todo el país, y mucho más allá del país, en ambos costados —el artístico-literario y el organizativo-promocional.
“Nadie tan autorizado en Cuba como Pedro Péglez González —añade Manzano— para hablar de las circunstancias, los valores, las figuras, las maneras, los obstáculos, las ganancias, los itinerarios y los horizontes de la extraordinaria poesía que se ha escrito en décimas siempre y ahora mismo entre nosotros”.
Péglez, venido al mundo e inscripto con el nombre de Pedro Julio González Viera, trabajó en el semanario para niños Pionero, donde asimismo fue director e hizo periodismo y literatura; amén de su notable desempeño como historietista y autor de la letra de Controversia de Elpidio y Malacara, décima cantada incluida en la primera película cubana de dibujos animados de Elpidio Valdés (1974), producida por el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), dirigida por el Juan Padrón, considerado el padre del cine de animación cubano. Poemas de este destacado intelectual miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y de la Unión de Periodistas de Cuba, aparecen en numerosas selecciones publicadas en Cuba, España, Estados Unidos y México.
“Nací y me crié en un hogar muy humilde de la barriada de Jesús del Monte, que a pesar de los escasos recursos contaba con un radiecito, en el que escuchábamos con frecuencia programas musicales campesinos. Hay que recordar que mis años de niño se corresponden con la etapa que se ha dado en llamar la primera Edad de Oro del repentismo cubano y aquello tenía mucha difusión radial. No sólo la difusión de las controversias, sino también la décima incorporada a otros espacios, como el de Clavelito, por ejemplo, que mi madre escuchaba”, afirmó Péglez en su entrevista con Manzano.
“Pero está también —agregó entonces— la admiración enorme que mi padre sentía por el Indio Naborí, y yo por mi padre. Entre mis lecturas de poesía, en la niñez y la temprana adolescencia, junto a los estremecimientos que me provocaban los textos en verso y prosa de José Martí, está el magnetismo que para mí tenían la sección Al son de la historia, de Jesús Orta Ruiz, en el periódico Hoy, y la compilación de la poesía de Rubén Martínez Villena. En la primera, aparecía la décima con frecuencia. En la segunda, junto al influjo que producía en mí la personalidad del autor de La pupila insomne, estaba su maestría en las estructuras cerradas, como el soneto y la décima. Todavía recuerdo de memoria su poema en estrofas de diez versos Peñas arriba”.
En el texto publicado por Péglez gajo el título de El drama del iceberg (Apuntes para un examen de nuestra actual décima escrita), en su libro Con diez que se quieran bien —con ensayos, artículos y comentarios casi en su totalidad publicados en el periódico Trabajadores— afirma: “(…) el crítico o comentarista de una obra escrita en décimas está colocado en la encrucijada de a qué dedicar en lo fundamental el poco espacio disponible, si a hacer un examen diseccionador del texto en profundidad, para beneficio indudable de entendidos y apasionados de esta disciplina, o aprovechar para subrayar sus excelencias como punta visible de un iceberg en su mayor volumen sumergido, para beneficio de la generalidad de los lectores, de la cultura general del país, que padece aún una buena dosis de desconocimiento de lo que está pasando con la décima escrita en Cuba.”
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