Una crónica capilar de La Habana


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Si algo le faltaba a la iconología o representación visual de La Habana, ciudad muy fotografiada y pintada desde siempre, era esta exposición de la joven creadora Danelys Gallego Forhans. Estas piezas, gestadas con cabello recortado, que grafican lugares, edificios, calles y gentes de la capital del país, son una crónica muy personal de la artista que merece unas palabras de análisis, además de su degustación.

En la galería Teodoro Ramos, del Cerro, se inauguró la muestra Memorias recogidas, en la que la joven graduada de la Universidad de las Artes (ISA), expuso las piezas y realizó un performance también relacionado con el cabello, pues un barbero peló o recortó los cabellos a los asistentes que así lo pidieron, pelos que irán a formar parte de nuevas piezas de la artista. Encima del espejo en que trabajó el barbero-peluquero una oración mostraba la intencionalidad: “Su cabello no se desecha. Se convierte en arte”, varias personas accedieron a formar parte de la acción plástica. 

Danelys expresa en su nota de autor: “Las obras que muestro se encuentran inspiradas en la sociedad y en las calles de La Habana. Mi objetivo principal es recrear escenas y figuras, usando para ello el cabello humano que se desecha en los salones de belleza, recoger este residuo y transformarlo en una obra de arte bidimensional”. Reciclar esos residuos es uno de sus propósitos, si bien no es el más importante; quizá lo cardinal sea el dotar a las piezas del ADN de las personas, es decir, hacerlas muy físicas, que sean realmente apéndices gráficos de los habitantes de la ciudad, que lleven su huella genética.

El cabello humano posee una antigua tradición en las artes visuales del mundo. En la China imperial y antigua, en primer lugar, y en la Europa del siglo XVIII, sobre todo en el período del Romanticismo, artesanías y joyas se hicieron con cabellos de familiares difuntos. Más próximo en el tiempo, también se realizaron esculturas y otras formas de arte, pero realmente hacer dibujos con pelos de personas, como es el caso de la presente exposición, ha sido lo menos practicado. En la tradición artística del país es ciertamente muy poco usual.

En el caso que nos ocupa, todo comenzó por el retrato de su abuela materna, uno de los cuadros de la exposición, “Ofrenda”, y después se animó a continuar con tal experimentación visual. Así aparecen el Capitolio habanero, niños y personas del común de las calles, escenas citadinas, turistas, avenidas, rostros y la Catedral de la ciudad, en fin, una crónica plástica, como quien recorriera esos espacios con una cámara fotográfica en mano.

He podido ver por instantes trabajar a Danelys y apreciar la dificultad procesal de estos cuadros. No es tarea fácil, indudablemente, el cotejar y organizar los cabellos para que construyan la imagen deseada, todo está en la voluntad de la artista, en su pasión de gestora de imágenes y en la concepción mental previa al dibujo.

Danelys ha expuesto poco y esta muestra se me antoja como fundamental en su incipiente obra. Memorias recogidas debe interpretarse como una tentativa de experimentación que contribuirá a moldear una mirada que quiere ver más allá de la perspectiva normal. Ver es una tarea compleja, vemos con el cerebro, no con los ojos y los artistas tienen ese don de ver un tramo más largo y profundo que los demás.

Estoy convencido de que esta estación en la obra de Danelys Gallego Forhans servirá para potenciar nuevos proyectos artísticos.


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