Una Banda Municipal que se nos queda en el recuerdo


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Foto: Cortesía del autor.

Uno de los beneficios que agradeció con creces el público cubano en la trigésima cuarta edición del Festival Jazz Plaza 2019, fue que se extendiera a otros espacios antes no considerados el programa del evento, de forma tal que las limitaciones del transporte no fueran un impedimento para muchos que vivimos en zonas no privilegiadas por la cercanía al circuito de los espacios culturales del municipio Plaza.

Esa significativa modificación propició que el público disfrutara de una agrupación que, por su singular forma de interpretar y proyectarse en escena, ha logrado conquistar admiración y respeto. Es la Banda Municipal de Boyeros la responsable de que hoy numerosas personas conozcan su trabajo, se interesen y comenten sobre la importancia que para la comunidad representa esta agrupación musical.

Gracias a su líder, la directora Daya Aceituno, la banda marca la diferencia con respecto a otras de su tipo. La joven directora, quien cuenta con 28 años de edad, ha sabido dirigir sus esfuerzos hacia un concepto que comprende la música, el baile, la interacción con el público, todo un espectáculo no registrado en la historia de las retretas de las bandas musicales municipales.

Es conocido por todos que las bandas municipales se caracterizan por un trabajo más comedido, pues obedecen a cierta formalidad que la tradición ha fijado. Lo cierto es que la juventud no registra dentro de sus gustos, entre otras cosas, el trabajo de estas agrupaciones que tienen como misión trasmitir a la comunidad, más allá del entretenimiento, valores y cultura musical.  Si bien se ha incrementado el número de bandas municipales a nivel nacional, la intención no debe quedar en un espacio numérico, sino que debe alcanzar convivir en el espacio de la memoria de la comunidad, formar parte de sus necesidades, que se han de satisfacer en cada una de sus presentaciones.

El 16 de enero en el portal del Teatro América, en el municipio Centro Habana, los allí presentes fuimos testigos del trabajo de la Banda Municipal de Boyeros. Integrada por jóvenes, de magnífica preparación, la banda presentó un repertorio de obras clásicas del género Jazz.  No solo se contentó el público con escuchar las obras como es de costumbre, sino que prestaron sus voces para corear los números instrumentales, así como bailaron piezas de nuestras páginas antológicas, a tiempo de Jazz, y ovacionaron merecidamente los solos de los virtuosos músicos como el trompetista Francisco Meinardier y el saxofonista Rafael Ramírez.  

En igual medida se disfrutó del acompañamiento del músico invitado, Yorgis Goiricelaya, bajista de la agrupación neoyorkina de Tony Succar, y quien ha sido, a su vez, bajista del reconocido músico venezolano Oscar de León.

Todos disfrutamos de los modernos arreglos con que revistieron cada una de las obras, y de aquella proyección escénica, pues las coreografías montadas y la soltura de los músicos al bailar con sus instrumentos, en plena ejecución de los mismos, fue objeto de asombro y atracción por los espectadores.

En la oportunidad que tuve para hablar con la joven directora, la misma comentó:

No ha sido fácil lograr el resultado de este trabajo, pero con rigor en la disciplina, unidad entre los músicos y una total entrega, se ha ido intentando alcanzar los objetivos propuestos. Empecé a dirigir la banda con 22 años, pero a pesar de mi inexperiencia en aquel comienzo, siempre tuve claro lo que quería, llegar al corazón del público, que no nos vieran como una banda municipal más, sino que nos quedáramos registrados en sus deseos.

Hemos hecho bailar al público (ancianos, jóvenes y niños) con mambo y danzonete. He visto cómo hemos servido de vehículo para que nuestra riqueza cultural se hospede en esas personas en un entorno de fuerza pseudocultural.

Mientras halle un rostro feliz, mientras una anciana o un joven me esperen con ansiedad, este trabajo y la forma en que lo hacemo cobra sentido. Estoy consciente que hemos roto ciertos parámetros o modelos tradicionales que dictan la forma en que las bandas realizan sus retretas. Pero vale la pena la ruptura, cuando calas en el corazón y en el amor del público que te mira y te abraza con profundo agradecimiento”.

La joven directora, graduada de bombardino (instrumento de viento metal típico de las bandas de concierto) en el año 2009, y quien ha llevado las riendas de la Banda de Concierto Municipal de Boyeros por seis años, ha sabido hacernos llegar su obra. La tradición real se encuentra en que existan en los espacios públicos las denominadas “Bandas Municipales de Concierto”, y no creo que sea en la forma en que las mismas ejecuten las obras. Vivimos momentos en que debemos buscar, inteligentemente, formas renovadoras de expresar el arte, con el fin de preservar nuestra identidad, sostener nuestra riqueza cultural y nuestros mejores valores.

Ojalá se siga extendiendo la idea de llevar a nuevos espacios públicos el Jazz. Estoy convencido de que hay muchos jóvenes como Daya Aceituno y aquellos que integran la Banda Municipal de Boyeros, que tienen mucha fuerza y talento para seguir despertando nuestro orgullo y hacernos la vida más feliz.


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