Un lector y su biblioteca: Para matar un escritor


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Grilo,Un lector y su biblioteca: Para matar un escritor

El Premio de novela policial Luis Rogelio Nogueras 2009, fue entregado al editor y narrador Rafael Grillo, tras la decisión unánime de un jurado de reconocidos escritores (Marilyn Bobes, Anna Lidia Vega y Ernesto Pérez Castillo); su obra llega a manos del lector en 2010, en una muy cuidada publicación de las Ediciones Extramuros de La Habana que convoca el Concurso. Con edición de Michel Encinosa Fú, corrección de Lourdes Cairo, composición y diseño de cubierta e interiores de Liris Pacheco ?moderno y sobrio diseño, con sugestivas cubierta e ilustraciones, en una gama de grises, blanco y negro?, es un nuevo título que se suma a los muchos y muy diversos libros de narrativa de la literatura cubana contemporánea. Y se titula Asesinos ilustrados.

 

Rafael Grillo (La Habana, 1970), no es un desconocido en el ámbito de las letras nacionales. Su trabajo como Jefe de Redacción de la revista El caimán barbudo, hace que su presencia y gestión, resulten muy valoradas a la hora de activar el movimiento literario entre los más jóvenes. Su obra personal anterior, muestra diversos derroteros como escritor: el ensayo, Ecos en el laberinto, Extramuros 2005; periodismo literario, Las armas y el oficio (Premio Fundación ciudad de Santa Clara, 2008); y dos obras más (una de ensayo, otra de narrativa) en proceso editorial.

 

Su novela policial es un típico ejemplo de la máxima fabulación: la narrativa sobre temas literarios. Desde su primer párrafo y sin previo aviso: “Publicado en PURASANGRE. La Isla en Negro. No, 13. Enero-Marzo de 2010, a modo de tributo a la memoria de Luis Lorenzo López Reyes, un miembro del equipo de redacción cuyo imprevisto destino ocurrió en medio de insólitas circunstancias, no esclarecidas hasta el presente” (1), el lector ya se encuentra atrapado en la red que se teje a su alrededor.

 

El texto es precedido por tres breves citas: de John Donne, de Jorge Luis Borges, y una muy significativa, de Edgar Allan Poe en Las aventuras de Arthur Gordon Pym: La palabra sangre, esa palabra suprema tan rica siempre en misterios, sufrimientos y terrores.

 

En 71 páginas, estructurada de manera nada convencional (un Prólogo que es ya parte de la trama ?Asesinos Ilustrados?; una primera parte, “a la manera” de un clásico del policial estadounidense ?Largo adiós para el hermano?; una segunda parte ?Alex Miró, autor de La Isliada?, subdividida en dos y éstas en ocho narraciones, constituye en su conjunto una novela dentro de otra, escrita por la supuesta y desaparecida víctima de un hecho criminal; y con el añadido de dos cuentos de otro presunto escritor, Luis Lorenzo López, que sin embargo, se articulan con la trama general ?Hierve la sangre y Letra con sangre?), todo ello vinculado a la imaginaria revista PURASANGRE. El texto incluye al final la hipotética fecha de terminación del “caso”. Pues de eso se trata: un “caso” policial.

 

Dado que nunca se debe contar el argumento de una narración, y policial menos, y en este caso por su propio carácter, ¡imposible!, me limitaré a destacar algunas cuestiones de muy especial significado. Comenzaré por un esquema general. Dos hermanos (Leopoldo, director de la revista de textos policiales PURASANGRE, y Luis Lorenzo, reportero de la revista) acuerdan incluir en el próximo número una entrevista a Alex Miró, escritor policial recién premiado por su novela La Isliada. Luis Lorenzo se marcha con la encomienda, pero pasa el tiempo y ni regresa, ni llama, ni es posible localizarlo. Leopoldo decide investigar y tras varias peripecias, llega a casa de Alex Miró. Pero de este tampoco nadie sabe nada. Leopoldo viola la computadora de Alex y entonces descubre… en fin, así comienza la trama.

 

Es evidente el aprovechamiento que hace el autor ?con gran ironía? de sus experiencias al frente de la redacción de su revista verdadera, El caimán barbudo, al contar sobre el uso de toda la parafernalia técnica y cibernética de una redacción editorial moderna. Al tratar de los asuntos cotidianos, su lenguaje se torna coloquial. Y desde el Prólogo o Introducción o Nota inicial o parte inicial del texto, ¡vaya a saber! (Asesinos Ilustrados), se reiteran las referencias a La Isliada. Curiosamente, resulta que esta “novela” del escritor desaparecido, lleva el mismo nombre de un proyecto literario actual, que Grillo realiza a través del espacio cibernético y el correo electrónico.

 

Con gran imaginación, desde la primera mención de La Isliada, comienzan a aparecer como Notas al Pie de página, pequeños textos del supuesto Editor del libro, donde se da cuenta de una trama paralela referida a aspectos vinculados con el original de la novela, encontrado en la computadora de Miró. El texto es ilustrado entonces con una imagen de la carpeta en la computadora. Y es a partir de aquí (en una sección titulada Primer desembarco, que supuestamente también apareció en la computadora), que el lenguaje asume el carácter de un diálogo, el de Miró y Luis Lorenzo, inicialmente en un contexto literario tan común como la referencia a los Premios cubanos de los Concursos UNEAC o Casa de las Américas. Llama la atención que uno de los dialogantes (aparentemente Luis Lorenzo, posible Alter Ego del propio Grillo), al hablar de concursos policíacos, diga: “… La verdad es que yo tampoco le presto mucha atención a ese asunto de los géneros literarios”.

 

Una pausa ?dentro del diálogo? introduce un tema de las artes plásticas, como la pintura de René Magritte, mediante una obra titulada La reproducción prohibida y de la que uno de los interlocutores (¿Luis Lorenzo?) dice: “Por el surrealismo propiamente, si que siento afición”. Gracias a otra ilustración ?la reproducción de la obra de Magritte (2)?, se observa en ella un libro que es, según comenta Alex Miró, Las aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe y establece misteriosas sugerencias entre todo ello… Como éstas, hay numerosas señas y observaciones cruzadas para el lector, que enriquecen la densidad enigmática de la trama y que aportan nuevas pistas sobre los personajes y sus avatares.

 

Al igual que en otros libros de autores cubanos contemporáneos, no deja de aparecer un inventario de libros y autores referenciales. En la sección Viaje al corazón de Alex Miró, en una nueva Nota al pie, se deja saber cómo el desaparecido Miró leyó tempranamente de la biblioteca de su padre títulos: “… El Capital o El Manifiesto Comunista (…) y hasta Viaje a la Luna”.

 

También en este caso ?como en otras novelas cubanas actuales? Alex Miró es hijo de una pareja multiétnica (ella catalana, él negro o mulato, oficial del Ejército…) La pareja se también se conoció ?de manera casual? en la antigua URSS, específicamente en Leningrado… Y esta historia familiar continúa en Cuba hasta la llegada del llamado Período Especial. (3) Contextos ya habituales en nuestra reciente narrativa que merecen estudio.

 

En una segunda entrevista, Luis Lorenzo (¿el protagonista?) se refiere a la presencia de La Odisea en la novela de Miró y a la cita inicial de John Donne, todo ello en un juego verbal entre ambos, alrededor del título de la novela y el término “Isla”, evidentemente aquella donde se desarrolla toda la trama, es decir, la de Cuba. El inventario de obras y autores continúa con Mientras agonizo de Faulkner, el Ulises de Joyce o El cartero llama dos veces de James M. Cain, Crimen y Castigo de Dostoievski, El astillero y otras obras de Juan Carlos Onetti.

 

Mientras, Miró le ha ido narrando a Luis Lorenzo la trama de su propia novela La Isliada. Se trata de un crimen, cometido con un ¡bate de béisbol! Y de repente, al introducirse de nuevo en el tratamiento literario del asunto, ofrece tres versiones posibles sobre como describir un mismo crimen (“Aparece el cadáver mutilado de un cura católico en La Habana, justo la víspera del arribo del Papa”): por un escritor neopolicial, por un escritor gay, y por un escritor del exilio… Finalmente, Miró le ofrece a Luis Lorenzo como regalo, la idea sobre varios libros no escritos aún, que quizás inspiren a los lectores de esta entrevista (…) Por ejemplo, uno cuyo título podría ser “Asesinos Ilustrados” con nueve cuentos en donde los criminales son escritores…

 

Y a partir de este momento, el lenguaje vuelve a ser el del narrador principal, para concluir la novela de Alex Miró, La Isliada, y volver a Asesinos Ilustrados, con los dos cuentos de Luis Lorenzo: Hierve la sangre (también encontrado en la computadora, según la consabida Nota al pie) con otro lenguaje y estilos literarios ?incluyendo la inserción de un fragmento de un cuento del escritor mexicano Juan Rulfo?; y Letra con sangre, también de López Reyes, sobre un crimen contado a la manera clásica, donde el asesino reconoce que es el narrador y da como referencias sus relatos La fantasía encallada ?a la que se le habría otorgado el Premio David de 1996?; Manos de hule, Premio El Dinosaurio, de la revista El cuentero de 2005; De espartano militar a comerciante sibarita, Premio La Gaceta de Cuba, del año 2000; Vístase antes que llegue su marido, Premio Farraluque de Literatura Erótica de 2001; y Mitad de Sangre, Premio Ernest Hemingway de 2004sean apócrifas o no, tales referencias.

 

Hay que decir que, pese a la dificultad de describir con claridad esta novela ?por razones obvias? sin descubrir la trama, su lectura es mucho más sencilla y placentera de lo que parece así contada, porque su compleja trama es sumamente orgánica y, con la debida colaboración del lector, no queda un solo cabo suelto. El final, por supuesto, no lo puedo adelantar.

 

En cambio, los dos cuentos de Luis Lorenzo López Reyes, a pesar de su validez intrínseca, no logran integrarse totalmente en la estructura general concebida por el autor de Asesinos Ilustrados. No es excepcional para un texto narrativo, adicionar al relato largo principal o la novela, otras narraciones cortas (¡Ah, los géneros… ya se sabe!), del mismo autor o de otros vinculados a él por el tema, el estilo o la época. Pero en este caso, no parece que Luis Lorenzo ?el supuesto autor?, participe del mundo literario-criminal de Miró, descrito anteriormente…

 

Es decir, si realmente era ese el propósito de Grillo al escribir su libro. El lector decidirá.

 

 

 

Notas:

(1) Ob. cit., p. 9.

(2) Ob. cit., p. 33.

(3) Ibídem., pp. 30 y 31.

 


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