Hace unos días en el despacho electrónico Desde la Ceiba (edición número 244, del pasado lunes 22 de febrero, página 20), apareció esta noticia, de la que cito solo un fragmento:
Inmobiliaria canadiense tiene dos macroproyectos turísticos en Cuba, por Martin Movilla. La promotora de Guy Chartier obtuvo también una autorización para construir en el Malecón de La Habana un hotel de cinco estrellas y 25 pisos. Se llamará Hotel Arte en homenaje a la cultura cubana. Los arquitectos han incluido una pared cubierta de vegetación y otra iluminada por leds.
En efecto, la empresa mixta constituida con capital canadiense hace varios años, Wilton Properties, y un brazo del grupo hotelero Gran Caribe, ha propuesto tener en La Habana, en unos años, una instalación hotelera 5 estrellas-lujo que clasifica en el esquema de Hotel de Arte. La noticia es alentadora no solo para la industria hotelera y el turismo en la isla, sino también, y de forma especial, para el arte y los artistas visuales cubanos y latinoamericanos.
Desde hace años, una década aproximadamente, en el mundo del turismo se ha consolidado esta novedosa tendencia que aspira a unir armónicamente las artes visuales con la hotelería, me refiero a los denominados Hoteles de Arte. Se le considera, desde entonces, el concepto más moderno dentro de concepciones más amplias como “hotel experiencia” o también de “hoteles boutique o de diseño”, en los que el huésped puede disfrutar al mismo tiempo del confort y de la cultura contemporánea.
En ciudades tan alejadas como Toronto, Seattle, Singapur, Bangkok, Copenhague, Berlín, París, Londres, Madrid, Ibiza y Mallorca, y en regiones como Tasmania y la Patagonia, hay al menos un hotel de este tipo, los que conforman un listado inicial que se ha visto incrementado gradualmente con los años. Como es fácil de apreciar, son hoteles situados en los cuatro puntos cardinales.
La condición de hoteles de arte es ponderada por la organización Art Facts (www.artfacts.net) que es muy exigente en la concesión de la misma. Se trata, en esencia, de armonizar funcionalmente arte, diseño, exclusividad y confort y, desde luego, apuntan a un sector del mercado turístico altamente especializado.
En Cuba, lo más parecido que existe a esta denominación es el hotel Playa Blanca Barceló (ahora Iberostar Playa Blanca), perteneciente a la cadena hotelera cubana Gran Caribe. Situado en Cayo Largo del Sur e inaugurado el 7 de febrero de 2004, con la presencia de Simón Barceló, presidente de la firma homónima y por dirigentes del gobierno, estuvo ambientado durante sus primeros años por obras de artistas cubanos de mucho reconocimiento, en la mencionada aspiración de hacer congeniar artes visuales y hotelería. Con anterioridad, tempranamente en los ochenta, el Hotel Santiago, en la ciudad de Santiago de Cuba, manifestó en su diseño las primeras acciones en esta dirección. Desde luego, ha pasado mucho tiempo desde entonces y esos hoteles ya no son los mismos.
Pero ahora la meta es mucho más alta, comienza en la capital del país una nueva obra que conjugará, desde su mismo diseño arquitectónico, inspirado en una escultura de Sandú Darié, interiorismo, artes visuales, confort y un grupo de espacios destinados a la exhibición y comercialización del arte (incluyendo galería y un local para una casa subastadora). Este nuevo hotel aspira a materializar todas las características de la tendencia de “hoteles de arte” y armonizar con la arquitectura y el urbanismo de El Vedado, donde se erigirá, respetándolos a la vez que dignificando la zona donde estará enclavado (muy cerca de la Fábrica de Arte y del Torreón de la Chorrera, entre la desembocadura del río Almendares y la entrada del túnel de Línea).
La empresa mixta Bellavista Resorts, constituida entre Wilton Properties y Gran Caribe, de aprobarse, será la encargada de llevar a término esta novedosa obra para la cultura y el turismo insulares. Se trabaja en colaboración por arquitectos cubanos y extranjeros desde el nacimiento del edificio, y se ha creado un equipo que asesorará la parte relativa a la inserción de las artes visuales, de manera que esta instalación surja con los niveles más altos de rigor de un Hotel de Arte de acuerdo a los parámetros nacionales e internacionales más exigentes.
El contexto internacional no puede ser más alentador para esta empresa, ya que en el intercambio artístico está situado uno de los núcleos más sustanciosos que se avizoran de la normalización de relaciones entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, emprendidos recientemente.
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