Un día que estremeció a la capital cubana


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 El ómnibus de la ruta 14 del paradero de Palatino, transitaba por la calle Agramonte – o Zulueta, su nombre antiguo, pero por el que la conocen todos- cuando casi delante de él un camión color rojo con el letrero en blanco: Fast Delivery S.A., gira intempestivamente, se detiene, comienzan a bajarse muchos hombres, casi todos jóvenes, con armas largas, y comienzan a disparar a la guardia de Palacio y penetran por sorpresa en el majestuoso inmueble.

¡Están atacando Palacio! Gritan algunos. El policía uniformado que viajaba en el ómnibus de marras, ordena al conductor detener la marcha, se baja y trata de contraatacar a los asaltantes. La “guagua” continúa viaje con sus pasajeros y conductor asustados y asombrados. No salen de su letargo. Algún que otro disparo, proveniente del interior del edificio le alcanzó, pero no ocasionó heridos.

Eran pasadas las tres de la tarde. Simultáneamente, en plena Rampa de la calle 23, del barrio del Vedado, otro hecho acaecía. El presidente de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y secretario general del Directorio Revolucionario (DR), el estudiante de arquitectura José Antonio Echeverría Bianchi, desde la cabina de la emisora Radio Reloj leía un comunicado al pueblo de Cuba, anunciando el ajusticiamiento del tirano Fulgencio Batista “en su propia madriguera”.

“Cubanos que me escuchan, acaba de ser ajusticiado…” y se interrumpió la alocución. Alguien desconectó la transmisión. Los revolucionarios abandonan el edificio de Radiocentro y ponen rumbo en sus vehículos a la universidad. Cuando van aproximándose al recinto, por la calle Jovellar, atraviesan la calle L y un vehículo patrullero va cruzando. Los jóvenes creen que los van a detener, “Manazanita”, como le decían a José Antonio, cual primero saca su arma y comienza el tiroteo. En esa esquina cae abatido por las balas esbirras. Se cumplía lo vaticinado por Fidel ante el golpe de estado de Batista del 10 de marzo de 1952: habría nuevos Trejos, Mellas y Guiteras. José Antonio fue uno de ellos.

En el otro escenario de combate, los asaltantes lograron llegar al segundo nivel del edificio y se dirigían al tercero pensando encontrar a Batista en su despacho. El tirano, que antes había estado en el bello salón de los espejos del segundo piso, huyó cobardemente del mismo por una puerta secreta y discreta y salvó la vida.

Ante la falta de los refuerzos que debían recibir en un segundo escalón de ataque los asaltantes y sí la llegada de refuerzos de las fuerzas armadas al servicio del dictador, se da la orden de retirada, pero el saldo de muertos y heridos fue considerable.

Junto a los jóvenes universitarios del Directorio Revolucionario, había también hombres maduros de la Organización Auténtica (OA) con su jefe al frente, Carlos Gutiérrez Menoyo, caído en combate valerosamente y Menelao Mora.

El líder del Directorio Revolucionario había firmado en México, un pacto de alianza con el jefe del Movimiento 26 de Julio Fidel Castro. Éste ya estaba en la Sierra Maestra desde diciembre de 1956 y ya tomaba cuerpo la guerrilla cuando se producen las acciones del asalto al Palacio Presidencial, una temible acción que costó la vida de valerosos cubanos y marcó un camino. El 13 de marzo de 1957 fue un día que estremeció a la capital cubana… y al mundo.


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