Todo comenzó-aseguran-accidentalmente. Una taza del café mañanero derramada sobre la blanca cartulina y la imaginación del artista que se dispara con las sugerentes figuras que va formando la infusión en aparente anhelo por ser, más que parte de nuestra cultura, ingrediente del arte.
El resto fue una especie de juego en las redes sociales, en el que cada día Luis Enrique Camejo alegraba a sus amigos, confinados por la pandemia como él, con una nueva acuarela; tantas, que llegan al centenar las escogidas para Coffee Time, exposición que con la curaduría de Meira Marrero puede ser visitada en la galería Collage Habana hasta el 30 de enero próximo.
Como bien advirtió la reconocida especialista, la muestra trae ante nosotros una vertiente un tanto diferente del artista, en cuya obra constituyen una marca distintiva los paisajes urbanos en gran formato y, como parte de ellos, las huellas en ocasiones poco evidentes que los individuos van dejando en la ciudad.
Esa capacidad para observar y transmitir sus apreciaciones reaparece en estas obras de dimensiones físicas notablemente más reducidas, en muchas de las cuales reverencia al arte asiático, fuente de temas y soluciones técnicas a las que ocasionalmente acude luego de su residencia artística en China.
La Habana, la familia, guiños a la historia del arte y escenas del Japón pueblan las acuarelas de Camejo que se exhiben en la institución del Fondo Cubano de Bienes Culturales, donde sobresale su intervención en una columna dañada por las filtraciones, en la que reproduce La gran ola de Kanagawa, tal vez en alusión a la que en forma de pandemia estremece al mundo este 2020.
Coffee Time se expone también virtualmente con vista 360° a través de la Red Colaborativa de las Artes Visuales Behart.
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