Tres series artísticas que invitan a repensar la modernidad


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Fotos tomadas de www.facebook.com/DuvierDelDago

Inquietudes del entramado ideológico y social contemporáneo, desde fenómenos locales hasta problemáticas universales, centran las propuestas artísticas de Duvier del Dago en la presente edición de la Bienal de La Habana, diversas en su conceptualización, espacios, lenguaje y forma.

La Historia es de quien la cuenta, exhibida como parte de la megamuestra Zona Franca, en La Cabaña; Salvación, que integra el proyecto Detrás del Muro, ubicado en el Malecón, y Máquina imperfecta, insertada en un espacio más tradicional como la Casa del ALBA Cultural, constituyen las tres series que el joven artista propone al público, siempre con el objetivo de hacer reflexionar sobre la complejidad de las distintas realidades del ser humano en el mundo actual.

No existen límites en cuanto a técnicas y estilos: la pintura, la escultura y la instalación estructuran, cada una desde su zona, un discurso independiente que a la vez puede resultar común.

La Historia es de quien la cuenta

En la bóveda 11 del pabellón A de la fortaleza San Carlos de La Cabaña, hallamos historias transgresoras, irreverentes, burlescas y acusadoras, narradas en imágenes a base de acuarela, pero con un inevitable guiño al cómic.

En este sentido, expresó el artista a Cubarte: “Tengo una forma de dibujar bien personal: por mucho tiempo trabajé con publicaciones de cómics y esto tomó parte en mi formación, que fue autodidacta hasta un momento determinado. Luego introduje algunas técnicas más académicas y el cómic me ayudó a darle un sentido didáctico a la obra. Por eso también es como una especie de secuencia que, por momentos, puede ser cíclica”.

Los dibujos parten de contextos y situaciones heterogéneas que el artista aúna y convierte en un mensaje único: extractos de noticias, de películas, fotografías, propagandas y publicidades de diversa índole se articulan en pos de hallar la visión personal del artista. Aunque muchas veces trabaja con íconos históricos, las situaciones presentadas pueden aplicarse a diversos contextos.

La Historia es de quien la cuenta es una serie de dibujos que vengo trabajando desde hace mucho tiempo de manera paralela con la instalación. Se llama Iconografía Política y tiene varias subseries dentro de sí: una que se titula Secreto de estado y esta que presento en la Bienal. A partir de experiencias personales y de cosas que suceden en el plano social y cultural en Cuba, hago mi propia interpretación y, al mismo tiempo, doy mi visión de lo que ha sido la historia para un cubano: qué momentos son vivenciados o ignorados y cuáles son más atendidos desde el punto de vista propagandístico. Hay una génesis de temas internacionales; por ejemplo, en esta serie, involucro lo erótico, lo militar y los sitios históricos, y eso dio inicio a un tópico más local, a un referente con Cuba”.

Máquina imperfecta

El rejuego con la figura y el significado del maniquí constituye el eje central de la expo ubicada en la Casa del ALBA Cultural, donde los maniquíes se erigen protagonistas y actores. ¿Obras?, ¿público?, ¿ambas cosas? ¿Cómo se define su rol? ¿Se trata de figuras para el estudio de los ropajes, armazones usados en la exhibición de prendas de ropa o personas débiles que se dejan manipular por el resto?

Máquina Imperfecta constituye un proyecto que dialoga con la muestra, en el propio espacio, Mi propia sombra, del artista austriaco Alfred Resch. De esta manera, los maniquíes vestidos con accesorios icónicos de determinados públicos, simulan ser espectadores dispersos por toda la sala que interactúan con las obras. Por momentos, los maniquíes parecen sombras pertenecientes a las fotos manipuladas por el creador austriaco. Asimismo, los materiales de ambos artistas dialogan entre sí: instalaciones con fibra óptica, led, cables de seda artificial y luz.

Acerca del maniquí como objeto fetiche, apuntó Del Dago: “El maniquí es una especie de símbolo, una metáfora de lo que puede ser nuestra vida; todo el tiempo me centro en la figura humana como una especie de maquinaria que siempre está buscando ser mejorada. A través de la uniformidad de estas figuras y su disposición en ciertos sentidos de dirección —de manera que pueda parecernos que estamos siendo invadidos por dichos personajes andrógenos— me propongo reflexionar sobre patrones de comportamiento homogéneos propios de la sociedad actual.

“Otra de las aristas que me interesa proyectar con estos personajes es la idea de estar siendo visitados por un público especializado, proveniente de las más altas esferas del circuito del arte, que actúa muchas veces por circunstancias y paradigmas de aceptación y legitimación cada vez más lejanos a la creación de una idea pura. O sea, que se generará una tensión visual entre el público que naturalmente asistirá a la muestra, estos espectadores artificiales y las obras que también discursarán sobre el enrevesado sistema de oferta y demanda en el que se encuentran envueltas las artes visuales y los artistas en Cuba”.

Salvación

El proyecto Salvación, ubicado en las intersecciones de las calles Gervasio, Campanario y Prado con el Malecón, se encuentra conformado por tres grandes esculturas de madera, material que valora el artista por haber acompañado al hombre desde sus inicios y el cual considera moldeable para concebir muchas piezas.

Se trata de tres torres de cinco metros de alto: una representa un confesionario; otra, una silla de vigilancia de salvavidas, y la última, una garita de vigilancia militar. Para el artista, la palabra salvación contiene muchas acepciones interesantes desde el punto de vista espiritual y religioso:

“El título del conjunto alude a su contenido genérico, que se refiere a la ‘libertad’ de un estado o condición no deseados. Uno de los objetivos es sorprender al espectador, producir un extrañamiento al encontrarse con estos objetos descontextualizados en un espacio que, simbólicamente, mucho ha necesitado de un ‘salvavidas’. Las piezas aluden a un fenómeno intrínseco en la ideología del cubano, un fenómeno que lo vincula con el mar y este como vía de cambio, sea para bien o para mal”, apunta Del Dago en la presentación del proyecto.

La historia contada por esa maquinaria imperfecta que es el ser humano, el cual, no obstante, espera su salvación. Esto y algo más podrá encontrar el espectador en la triada creativa que pone a consideración del público el artista Duvier del Dago en la duodécima edición de la Bienal de La Habana.

 


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