Tomás Cao agradece haber caído en La Emboscada


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Tomas Cao

La película La Emboscada de Alejandro Gil, tiene su premiere hoy en el cine Chaplin y a partir de mañana comenzará a exhibirse en el circuito de estrenos de todo el país.

Tomás Cao, es uno de los protagonistas de esta cinta que en su opinión “es desgarradora”, e interpreta a Rigoberto, un cubano que aceptó participar en una guerra que no se dice cuál es, y  regresa de la misma con otra perspectiva de su propia vida y de la realidad.

En una entrevista a Alejandro Gil, durante el rodaje del filme —hace tres años—, este me comentó respecto a Cao: “Es un actor muy fuerte, muy intuitivo, escucha muy bien y devuelve las emociones mejor de lo que le pides, es muy centrado, muy responsable, encarna  un personaje súper importante y resultó ser también un pilar”.

Tomás Cao estudió Matemáticas, aunque no terminó; ese saber quizás le aportó una cierta objetividad que se siente en sus observaciones; es  además un hombre que manifiesta una especial sensibilidad —palabra que utiliza en sus respuestas—, y una marcada agudeza en su apreciación de la realidad, esa que dice haber cambiado a partir de caer en La Emboscada de Alejandro Gil.

¿Cómo “cae” en  La Emboscada de Alejandro Gil?

Porque Alejandro me convocó; ya yo había trabajado con él en su filme anterior Extravíos, del 2011.

Él me explicó que el personaje que me ofrecía tenía diferentes etapas en su vida; la primera la de la guerra, en la que tiene treinta y cuatro años y luego, un poco mayor, cuando regresa a Cuba.

Ale me comentó sus experiencias como corresponsal de guerra cuando trabajaba en la fílmica de las FAR y me habló del guión, que había sido una idea suya y que le había pedido a Daranas que lo hiciera.

¿Por qué aceptó el personaje?

A mí me sensibilizó mucho la historia que narra la película, la de cuatro hombres que se encuentran en una situación límite, que podía ser una guerra, o cualquier momento muy difícil de sus vidas y coinciden en un lugar, un hueco, por eso se llama La Emboscada.

Y me sensibilizó porque en ese hueco donde permanecen un tiempo, empiezan a aflorar los conflictos de la propia vida de cada uno y los cuatro van cambiando la apreciación de los problemas personales que traían de Cuba y sus visiones de la realidad, al encontrarse en una situación donde la muerte es realmente la más cierta posibilidad.

La situación no está marcada dentro de una guerra, es solo una circunstancia extrema, que podría ser en una misión médica internacionalista en cualquier país, y lo importante que se destaca es cómo estos hombres caen en este hueco con el lastre de sus conflictos más íntimos.

La Emboscada es una historia desgarradora, una película muy fuerte; aunque sea una experiencia dolorosa yo agradezco haber hecho esta película.

Hábleme de su Rigoberto

Rigoberto, que es el personaje que interpreto, es un cubano que en los ochenta fue a la guerra y cae en una emboscada; era un soldado, no era jefe de batallón ni mucho menos, y en un momento determinado tiene que asumir una responsabilidad ante él mismo y ante sus compañeros y trata de alguna manera de salir adelante y resolver la situación que se crea que de por sí es bastante desagradable.

Rigo tiene un hijo, dentro del hueco descubre una noticia relacionada con éste y tiene que lidiar con eso, algo que lo afecta notablemente. El personaje tiene caracterizaciones muy fuertes, va cometiendo una serie de errores cuando sale de la guerra y tiene un final muy duro.

Está muy bien concebido, muy bien escrito; para mí fue una de las cosas más sensibles que yo he leído —de los personajes que me han tocado—, y es un honor muy grande de verdad esta deferencia que tuvo Alejandro conmigo de darme esta extraordinaria oportunidad.

¿Sobre qué referentes construyó el personaje?

Yo no tengo ningún referente de la guerra, pero aproveché las experiencias de Alejandro y de Rafael Solís, el director de fotografía, ya que ambos fueron corresponsales de guerra en África,  y construí el personaje partiendo de la psicología del mismo diseñada en el guión y con la orientación todo el tiempo de Alejandro, que nos guiaba hacia una interpretación objetiva con una carga permanente de verdad.

Por otra parte conversé con muchos cubanos veteranos de la guerra no solo de Angola, sino de Namibia, Etiopía, Nicaragua, y de otras muchas personas que yo conocía y que cuando les comentaba que estaba haciendo una película con estas características me decían que habían sido combatientes internacionalistas y yo ni me lo imaginaba, hasta un señor que estaba puliendo el piso de mi casa.

Una de las particularidades más significativas del guión es que define que un hombre es mucho más que un soldado, que un puesto que esté ocupando o un cargo que tenga, detrás de lo que representa —y en este caso todos estábamos vestidos de militares, o sea éramos, soldados—, pero detrás de eso está, subyace, la vida del ser humano que representa, su individualidad, eso es lo que yo me llevé de esta experiencia, que es una mirada que yo no había visto en otros guiones; en mis actuaciones anteriores me decían tú vas a representar a un oficial, o a un  agente, y por mucho que yo quisiera no podía escapar del estereotipo, lo arrastraba inevitablemente.

Pero al tener la posibilidad de trabajar con un director que te dice yo no quiero que interpretes a un soldado sino al hombre que hay detrás de ese soldado, es diferente, y para eso te orienta que apeles a la vida de ese hombre que es más que la situación en la que se encuentra que es fortuita,  entonces tú vas a representar a ese  hombre, vas a hablar de su humanidad, de él como individuo con sus características, sus tristezas, frustraciones y sus conflictos.

¿El personaje de Rigoberto, y esta película cambiaron la perspectiva de la realidad de Tomás Cao?

Bueno, primero comprendí armando este personaje, en el proceso de investigación, que la gente de mi generación, casi toda tiene si no un padre, un tío, un primo, un abuelo, o un amigo cercano que estuvo en las guerras y regresaron de ellas o murieron en ellas, y que eso como quiera que sea se lega en la familia, deja una huella en esa familia y marca la vida de esa familia inexorablemente.

Haciendo esta película descubrí que en mi entorno, no solo en el lugar donde vivo, hay muchas personas que participaron en la guerra o que tuvieron un familiar que participó. Descubrí que vivo en un lugar que ha heredado de alguna manera esas guerras que tuvimos y que eso llega hasta el presente; todo esto me abrió los ojos ante una realidad en la que se debería ahondar un poquito más, profundizar más para saber qué pasó con esas personas que en un momento determinado fueron convocadas y asumieron un rol que consideraron era el correcto y lo dieron todo y hay que ver qué ha sido de ellas.

Yo veo la película como un intento de rescatar la historia de este país y de los cubanos que hemos vivido en este país, sufrido en este país, y que hemos querido seguir estando aquí.

Al menos para mí, La Emboscada es como un homenaje a todas las personas que vivieron esa etapa porque yo soy heredero de la última generación que tuvo directamente que ver con las guerras, a lo mejor los muchachos del siglo XXI no saben de ese tiempo.


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