La historia de Cuba está indisolublemente unida a la figura de Fidel Castro, el hombre que llevó a cabo la mayor revolución social de Latinoamérica. Hijos de esta Isla como de otras tierras tienen algún relato, un encuentro, un anhelo, una impresión que contar, vinculada a la vida del líder de la Revolución Cubana.
Para compartir ese mundo de historias diluidas en la cotidianidad y en la oralidad del pueblo, nuestro periódico dispuso el correo electrónico tuhistoria@granma.cu, y la plataforma de comentarios en su página web.
A continuación seleccionamos algunas de las historias.
Nevalis Quintana Fernández
Mi abuela y Fidel: Historia de una foto.
Fidel Castro es de esos seres mágicos, reales, que queda guardado en el recuerdo de las personas que lo conocieron o tropezaron con su andar. En 90 años, el Gigante de la Sierra nos sigue invitando a desafiar la Historia, en generaciones de cubanos, amado por los suyos, vilipendiado por sus enemigos. Fidel es un regalo para nosotros. Fidel es Cuba. Esta es la historia de una foto de familia. Un instante de la Historia, desconocida. Colgada en un rincón de una pared derruida.
Ocurrió una noche de julio de 1978. La Habana celebraba el XI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes. Las delegaciones extranjeras participantes eran invitadas a ser recibidas en las calles habaneras. Mi abuela Elda María Chediak Chediak, descendiente de emigrantes libaneses (cuya sangre árabe también corre en mis venas cubanas) y sencilla presidenta de un C.D.R. se esmeraba en dar la bienvenida a los delegados de Chile, exiliados del régimen fascista de Augusto Pinochet. Festejaban con los vecinos del barrio, cuando de pronto una voz corrió veloz como una ráfaga:
—«¡Viene Fidel!». Apenas el jeep se detuvo y el hombre de verde olivo
y barba rebelde bajó a saludar a los presentes. Un fotógrafo, una foto.
Fidel, casi de espaldas, conversa con Isabel Allende Bussi, hija de
Salvador Allende y miembro de la delegación de Chile. A su lado, de
perfil, mi abuela Elda. Fueron pocos minutos y un instante captado.
Javier Román García. España
Mi país de procedencia es España, soy un chico revolucionario que se
inspiró desde sus primeras andanzas en política en la Revolución
Cubana, y especialmente en Fidel; de ahí que me autodenomine «fidelista»
cuando mis profesores se cuestionan mi rebeldía y me preguntan hacia
qué corriente me inclino, siempre esperando que use palabras como
derecha o izquierda. Mi ejemplo es Fidel; el mismo líder que transformó a
una Isla colonizada y humillada —por mis tristes compatriotas y por los
imperialistas de Estados Unidos— en un referente de esperanza, cambio,
solidaridad y dignidad en el mundo. Fidel es sinónimo de lucha,
humanidad, patria; Fidel es sinónimo de Cuba y Cuba es sinónimo de
sonrisa. Fidel es el constructor de un país digno y feliz sin
dependencia de nadie, con soberanía y no intervención de grandes
potencias. Personalmente creo en la independencia, y siempre creí en la
de Cuba, y espero seguir creyendo, porque la Revolución Cubana no es
simplemente que no haya ningún niño durmiendo en la calle, que se trate a
cada bebé en su nacimiento, que todo el mundo pueda acceder al Sistema
Público de Sanidad y Educación o que la cifra de desnutrición sea del 0
%. La Revolución Cubana es un fenómeno que desde mi punto de vista
joven, se encuentra en la conciencia de cada adolescente socialista.
Muchos nos interesamos por los problemas de las clases bajas gracias a
esta; muchos hicieron revolución en sus países gracias a esta, y ello
merece un inmenso agradecimiento al valiente Comandante. Por último,
creo que Fidel Castro es un hombre invicto, ya que ni la oligarquía, ni
el gran Imperio pudieron derrotarlo; ni siquiera la muerte podrá con él,
porque se encuentre o no su cuerpo, pise o no cada día el suelo de la
Isla, sus ideas se encontrarán más vivas y más revolucionarias que
nunca, ya sea en la cabeza rebelde de un estudiante español como yo, o
en el día a día de un pueblo africano como el angoleño. ¡Gracias Fidel,
de todos los revolucionarios españoles!
Ángel Luis López
En el año 1972, mi aula de sexto grado de la escuela primaria Ideario
Martiano, en el municipio capitalino del Cerro fue seleccionada para
hacer guardia de honor a José Martí, el 28 de enero. Estando allí, pasó
Fidel, y yo, a pesar de que nos habían dicho que no podíamos movernos y
nos advirtieron que Fidel iba a pasar por ahí, desobedecí y fui a
saludarlo, él muy amablemente me dijo: «Pionero, por qué se distrajo en
sus deberes, incorpórese a su guardia, no hay nada más importante que
rendir honor a Martí». En el año 2000 participé en una de las primeras
tribunas abiertas por el rescate del niño Elián González, fui el primero
que habló del seleccionado de constructores de todo el país. Cuando
terminamos él se nos acercó y nos saludó a todos, yo no me desesperé,
esperé a que llegara a mí y ahí le comenté lo ocurrido en el año 1972, y
me dijo: «pero aquí estás muy disciplinado, por eso tenemos que luchar
para traer a ese otro niño y lo estás haciendo bien, tu discurso fue
fuerte y tienes una voz potente, de seguro te escucharon bien, le has
adelantado el trabajo a Relaciones Exteriores».
Fernando
Nunca, a excepción de Cristo, hombre alguno fue tan calumniado y
vejado, solo por mostrar preocupación por los más necesitados y
olvidados.
Nelson Álvarez
Amigos, tal vez no suene como algo trascendental, pero les aseguro
que me marcó la vida. Recuerdo estar en Tarará, exactamente en la base
náutica, yo lloraba porque extrañaba a mi familia, pues solo contaba con
11 años. Apartado de todos me sentía muy triste, a pesar de las
innumerables diversiones. De pronto siento la algarabía y la delegada de
mi grupo, tal vez para consolarme, me gritó: «MIRA NELSON, AHÍ VIENE
FIDEL». Me incorporé y corrí más que nadie hasta ponerme entre los más
cercanos a él. Conversó con nosotros desde su jeep, puerta abierta y un
pie en el estribo. Al despedirse, botó su tabaco, el cual fumaba
mientras hablaba, yo lo recogí y lo guardé durante años, hasta que un
día lo regalé a un gran amigo al que conté la historia. Hoy me
arrepiento, no de mi acción, pero sí del regalo.
Marianela Fonseca, psicóloga cubana, colaboradora de la salud en Guyana
Conocí a Fidel en una foto en la pared de la casa de mi abuela, en
los relatos de ella y de mis tíos, personas que se sumaron a la
Revolución desde sus inicios. Mi madre lo amaba —lo ama—, mi abuela
también. Crecí admirando y amando a ese hombre barbudo, de sonrisa
tierna, de palabra firme, de manos finas y generosas. Y así, cuando se
inauguró el campamento de Pioneros de Santo Domingo, en la provincia de
Granma, pude verlo de cerquita. Para mí, que tenía apenas 12 años, aquel
hombre descendió de una foto para hacerse carne, hueso, vida, palabra,
risa, dulzura hacia nosotros, niños felices de tener ese lugar y a él.
Pasaron años hasta el próximo encuentro, y fue en el Congreso de la FEU
de 1990, allí mientras todos los jóvenes delegados de las universidades
bailábamos en el Pabellón Cuba, hubo, de pronto, una conmoción y todo se
paralizó, y una voz se elevó sobre la música y el bullicio: ¡¡llegó
Fidel!! Y allí estaba él, nuevamente compartiendo como un joven más. Al
día siguiente nos habló largas horas en la clausura del Congreso, se
avizoraban ya los primeros atisbos de lo que fue el periodo especial y
nuestra comprensión era clave para el futuro de la Patria. La última vez
fue en el 2004, en ocasión del 25 aniversario del hospital Gustavo
Aldereguía de Cienfuegos, allí estuvo entre nosotros, caminando por los
pasillos del hospital, allí vio cómo se hacían realidad muchos de sus
sueños; y otra vez sus palabras, sus lecciones, sus ideas. Confieso que
verlo después de su enfermedad, ya frágil, anciano, me conmocionaba, era
difícil encontrar allí a ese gigante que vivía en mis recuerdos. Hoy
partió hacia otra dimensión, donde de alguna manera siempre vivió, no
era un hombre de este mundo, su carisma, su inteligencia preclara, su
visión, ese magnetismo que ejercía sobre todos, lo inmortalizan.
Óscar Álvarez, periodista deportivo semanario Tribuna de La Habana
Oda al reparador de sueños
(A Fidel Castro Ruz)
La noche se despidió con tonos grises,
en la cama descansa el reparador de sueños,
las palabras se enredan entre sí,
se atropellan en una marea sin sentido.
¿Cómo describirte, jinete del alba,
cuando todos los vocablos parecen agotados?
Hoy las palabras se niegan a nacer,
es forzoso hacerle una cesárea al alma
para intentar forjarte un traje,
las manos rebuscan, ansiosas de verbos,
en ese río invisible que nos une,
soy uno de los millones de hijos
que nunca conociste,
de esos afortunados que pusieron,
al lado del nombre de su progenitor, el tuyo.
Las sombras se ciernen sobre la ciudad,
intentan corromper los recuerdos,
pero el guerrero se niega a morir,
como sesenta años atrás,
toma el timón del Granma
y pone rumbo a las estrellas.
El reparador de sueños se ha vuelto lucero,
en su testamento no escrito,
solo hay cuatro palabras:
¡hasta la victoria siempre!
Luciana Perlo Pereyra. Buenos Aires, Argentina.
Los lazos entre Argentina y Cuba son ciertamente estrechos. Nací en
un hogar de trabajadores donde de múltiples formas se me inculcó la
lucha por la igualdad, la justicia, la defensa de las convicciones y la
unidad latinoamericana. Donde admirar al Che se dio natural y honrar al
Comandante Fidel Castro Ruz fue siempre una convicción. Todavía sin
poder asimilar la noticia de tu muerte, se mezclan como torbellino
algunos recuerdos. Vuelve aquel mayo del 2003, cuando con gran fervor me
acerqué a la Casa Rosada a esperar tu llegada, con motivo de la
asunción del presidente Kirchner. No visitabas nuestro país desde 1959.
Horas después tendría lugar un hito histórico: tu discurso frente a unas
30 000 almas, en las escalinatas de la Facultad de Derecho de la
UBA, donde se evidenció una entrañable fraternidad con el pueblo
argentino. Tu alocución fue una clara exposición de ideas, entusiasmo,
de ejemplo revolucionario y lucha antimperialista. Los argentinos
habíamos atravesado quizá la más cruda crisis política, económica y
social de nuestra historia y aún transitábamos la incertidumbre. Y en
eso llegó Fidel para avivar nuestros corazones, brindarnos esperanza,
para iluminar nuestro camino e influir en el destino de muchos jóvenes, y
de grandes, que luego se volcarían a la militancia. Vuelve el recuerdo
de aquel julio del 2006 en la XXX Cumbre de Presidentes del Mercosur en
la Universidad Nacional de Córdoba, donde llegaste inesperadamente para
regalarnos tu última visita fuera de la Isla, porque poco después
renunciarías a tus cargos. Con aciertos y desaciertos —porque no sé si
existe otra forma de construir—, Fidel hizo de Cuba un pueblo libre, un
ejemplo de dignidad, humanidad y solidaridad para el mundo entero. Más
allá de lo que pueda argumentar bien cualquier detractor, sostengo que
no es posible hablar de democracia cuando hay hambre y desigualdad. Es
una utopía. Y Cuba edificó la sociedad menos injusta de toda
Latinoamérica convirtiéndose en nuestro mejor estandarte. En estas horas
no puedo más que me sentirme hermanada con la tristeza del pueblo
cubano, por la pérdida física del Comandante. Pero si hay algo certero,
es que Fidel vivirá siempre en cada corazón revolucionario y en cada
persona que crea que un mundo mejor es posible. Tal como expresara el
ilustre José Martí: «La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien
la obra de la vida». ¡Hasta la victoria siempre Comandante!
Marcos Rafael Pardillo
Soy un pionero de siete años. Estoy muy triste por la muerte de
Fidel, nunca lo olvidaré, cumpliré con mis deberes escolares. Lo quiero
mucho.
Yalena Fernández Rodríguez. Baracoa, Guantánamo
Apenas tenía 12 años y conocí al más grande de los hombres de la
historia de la humanidad. Con gran orgullo fui delegada al 1er. Congreso
Pioneril, todos los niños queríamos abrazar al Comandante, besarlo,
estrecharle sus manos. Yo, atrevida y ágil me adelanté a muchos de mis
compañeros. Corrí hacia él y con lágrimas en los ojos le miré. Era muy
alto, ni en punta de pies lo hubiera alcanzado. Me miró sonriente y me
dio su mano, me besó tiernamente y me abrazó con tanto amor que todavía
lo siento. Ha sido en mis 37 años uno de mis días más felices e
inolvidables. Le amé y le amaré siempre por ser padre, amigo, líder. Hoy
soy defectóloga, gracias a la Revolución que condujo con sabiduría y
amor. Cumplo honrosamente misión en Venezuela y comparto junto a nuestro
pueblo, el inmenso dolor por su partida.
Irma Martín Sánchez
No hay palabras que puedan expresar la calidad humana y
revolucionaria del gran hombre que hemos perdido, y el más sentido
homenaje que podemos ofrecerle, es seguir su ejemplo y mantener sus
ideas vigentes en nuestro quehacer cotidiano, de modo que siempre
permanezca entre
nosotros. Imposible olvidar su ejemplo y sus ideas.
Flor de Lis. Sancti Spíritus
Mi historia con el líder de la Revolución cubana fue cuando yo
estudiaba en el IPUEC Mártires de Yaguajay en el municipio de Yaguajay,
provincia de Sancti Spíritus. Él nos visitó, y cuando llegó era hora de
almuerzo, entró al comedor y fue directo a la mesa donde yo, hasta ese
momento almorzaba, porque no pude comer luego nada más. Me dio su mano y
me preguntó por los estudios. Yo me puse muy nerviosa, y comencé a
llorar, y me abrazó. Eso lo llevo en mi corazón para siempre. Nunca
pensé que nos iba a faltar. Él es el mejor hombre del planeta.
João Pedro da Simões. 21 años. Estudiante de Derecho, militante de la UJS-Partido Comunista de Brasil, Río de Janeiro
Estimado Comandante, fuiste mi inspiración cuando entré en la
Facultad de Derecho. Tus escritos fueron cruciales para mis
cuestionamientos, pues elegí una carrera que defiende los derechos de la
burguesía, pero que también tiene un carácter de transformación social a
través de un sentimiento de justicia. Tu defensa cuando estuviste preso
es la más completa e inspiradora que tuve oportunidad de leer, y que
sirve de motivación para las futuras defensas que haré como abogado.
Quiero que sepas que en cada defensa, cada indignación ante cualquier
tipo de injusticia, estarás presente en mi lucha. Tus ideales y el
sentimiento de una vida más digna para América Latina y su soberanía,
jamás morirán. Tengo mi conciencia tranquila y limpia de que estoy en el
lado correcto de la historia, y si hay alguien que piense lo contrario:
«Condenadme, no importa, la historia me absolverá». ¡Hasta siempre
Comandante!
Facundo Segobia. Colón, provincia de Entre Ríos, Argentina
Que la Historia de la humanidad lo absuelva estará en nuestras
manos. El calendario a partir de ahora marcará, que un 25 de noviembre
del 2016, fallecía a los 90 años, Fidel Castro. Será un nuevo «Hijo de
los Días» interpretando al escritor uruguayo Eduardo Galeano. A partir
de ahora, será tarea nuestra, los que sentimos en carne propia su legado
histórico, mantener viva su memoria y lograr, que esa fecha fría que
nos quieren imponer a través de los almanaques y los obituarios, no pase
por la zaranda al Comandante. Habrá que luchar contra esa
historiografía liberal, que busca borrar de las mentes, la verdadera
interpretación de las acciones en vida, de las personas que se recuerdan
en las efemérides. Personalmente cuando me informé de lo que había
ocurrido (07:30 a.m. de la Argentina del 26-11) me corrió por el cuerpo
una sensación de desamparo, el mundo se me hizo enorme. A mi costado
estaba mi hijo de diez meses, lo miré y enseguida recuperé las fuerzas,
porque a él, a su generación y a las posteriores, nosotros le
mostraremos lo que significó Fidel Castro y la entrega del pueblo
cubano, para mantener vivas las utopías (que existen para hacerlas
realidad) de libertad e igualdad. Con el correr de las horas, la
nostalgia me acompaña. Estoy hablando de una persona que jamás vi en mi
vida, pero que seguí la suya leyéndola, escuchándolo, haciendo propio su
pensamiento. Internamente, luché contra todo el aparato cultural del
imperialismo, los que nacimos en la década de los 80, nos invadieron con
las películas de Rambo y distintas producciones cinematográficas que
nos «vendían» que la reencarnación del mal vivía en la Isla. Fue una
batalla dura de la que salí airoso y hoy me encuentro escribiendo estas
líneas. Lo que siento será seguramente un común denominador de cientos
de miles en el mundo. Tomando palabras de Fidel, expreso que su partida y
su legado tiene que juntarnos para construir un futuro unido, y así
como el pueblo cubano lo absolvió, está en nosotros que la Historia de
la humanidad lo absuelva, la posta la tomamos nosotros. Hasta siempre
Comandante!!!!!!
Mariley Mencia Chou, estudiante de 4to. año de Licenciatura en Economía, Universidad Central Marta Abreu de Las Villas
Hoy perdimos al hombre que nos hizo grandes e invencibles. Se nos fue
la figura irremplazable de la historia cubana. Pienso que ahora estará
junto a Chávez y que juntos vencerán muchas batallas más por Cuba y
Latinoamérica.
María Elizabeth. Chile
Hola!! Soy chilena y visité la Isla en el marco de las Brigadas de Solidaridad con Cuba y siento que, sin conocer a Fidel personalmente, sí lo conocí a través de su pueblo y de su gente. Visitamos hospitales, escuelas, participamos en encuentros con jóvenes, visitamos vecindarios y muchos lugares, y lo que vi fue gente consciente, culta, inteligente, solidaria, luchadora, perseverante y capaz de vivir con alegría; gente admirable de la que me sentí hermana. Conocí un sistema de salud y educación gratuito y de calidad. Y entonces salí de la Isla sintiéndome cubana nacida en el extranjero.
Es a través de todo eso que siento que conocí a Fidel, quien es un
ejemplo de lucha, valentía, resistencia y consecuencia para
Latinoamérica y el mundo. Fidel es eterno. Hasta siempre, Comandante!!
Ruth Espinola
Se
celebraba el primer aniversario de la revolución sandinista, y
persistía la acusación de los Estados Unidos de que la revolución
nicaragüense había sido «importada» desde Cuba.... el famoso argumento
del «expansionismo cubano». Fidel en su discurso ante cientos de miles
en la Plaza de Revolución de Managua, está rebatiendo esta absurda
idea, hace una pausa, mira hacia el Momotombo y el Momotombito y dice
algo así (si la memoria no me falla): «Y es que los pueblos son como los
volcanes... nadie los incendia... explotan solos». Los cientos de
miles que estábamos allí explotamos en aplausos.
Regla
Día
triste, sensación de desamparo, me siento huérfana. Tuve la
satisfacción de haber vivido los mejores años de mi vida estudiando y
trabajando en Cuba. También tuve la oportunidad de estar cerca de él
cuando se libraron las batallas por el regreso de Elián González. Su
ejemplo lo llevo con orgullo y siempre lo transmití a mis alumnos.
Afortunada de ser cubana y coincidir en la historia con su obra
revolucionaria.¡Hasta la victoria siempre!
Mohamed El Ouafi
No
tuve esa oportunidad para poder presenciarle en algún acto o discurso,
solo conozco lo que he leído sobre ese héroe con quien me identifico:
ideas, visión, y pensamiento. Desde que empezaron a surgir sus problemas
físicos, me preocupaba su desaparición física, no quería que se fuera.
Su figura ahora perdura y viaja en mi imaginación y es sustento de mi
deseo y esperanza de un mundo socialista, justo, igualitario, en
realidad y no en utopía. En Argelia, el presidente Boutflika decretó
ocho días de luto nacional, y yo soy de Marruecos, país vecino, en el
que desafortunadamente me tocó vivir, la derecha, el despotismo, la
monarquía, las injusticias y desigualdades. Esa es la cara de mi país.
Me hubiera gustado decretar días de luto también, pero nada. Fidel se
fue, Fidel es memoria, es modelo, es una escuela, es todo un personaje.
¡Viva Fidel! ¡Viva Cuba libre! Viva el socialismo!
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