De la palabra “resistencia”, unas de las tres que definieron al XVII Festival de Teatro de La Habana, puede inferirse la lucha de un pueblo para enfrentar su realidad y las acechanzas externas. Pero también la intransigencia de una cultura autóctona ante falsos valores globales, entre ellos los artísticos.
Y es en ese sentido que el presidente estratégico de ese evento, Rafael Pérez Malo, nos expresa ahora que “fue una muestra de resistencia de la cultura” la presentación de las 34 obras en su conjunto y en especial las 14 llegadas desde otros países.
La integralidad del tema “Teatro, sociedad, resistencia” y la mezcla práctica entre esos términos durante el Festival, perduran aun en el eco de aquellas funciones, todavía ocupados los estadísticos en cifras finales como la cantidad de participantes, que algunos estiman en 28 mil.
“Hubo una alta convocatoria para ver los espectáculos. Primó la sinceridad, la preocupación por la realidad que se vive en cada lugar del mundo de donde proceden esas obras”, asegura Pérez Malo en exclusiva con el Periódico Cubarte sobre las puestas en escena de Alemania, Grecia, Francia, Argentina, México, Chile, España, Noruega, República Dominicana y Brasil.
Aunque para el funcionario y además especialista “lo más importante del festival es que logró interesar a teatristas y públicos a una misma vez”, también opina que en la muestra internacional se unieron ambos sectores “para decir no a ciertas corrientes colonialistas que recorren el universo teatral contemporáneo e intentan apoderarse de nosotros”.
¿CÓMO FUE LA SELECCIÓN DE LOS VISITANTES?
Según el también presidente del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, máxima instancia responsable de esta reunión por el Ministerio de Cultura de Cuba, la estrategia para escoger las obras de otras latitudes fue una de las más originales, y sin dudas efectivas, de estos festivales:
“Hicimos una suerte de curaduría otra, distinta a las anteriores, al concebir las propuestas a partir de sugerencias de directores, artistas, actrices, críticos teatrales que habían visto esas puestas en escena en algún festival internacional y el impacto que causó cada una de ellas en sus respectivos escenarios y lugares geográficos”.
“Incluso, hasta amigos teatristas de otros países contribuyeron en esto. Fue una selección sugerida, digamos, y se reunió un balance, una variedad estética de los espectáculos. De ese modo, creo que teníamos un 80 por ciento de seguridad y confianza sobre los valores de las puestas en escena”.
Otro de los organizadores, el teatrólogo y presidente de curaduría del Festival Omar Valiño, valoró, a su vez, la intención del evento de traer a Cuba otras estéticas escénicas practicadas en el resto del mundo por quienes representaron aquí “los cuatro puntos cardinales del planeta teatral”.
“Aunque no esté todo el mundo —un propósito imposible— el mundo va con ustedes. Más cuando los viejos muros se mantienen y se pretenden nuevos como realidades y símbolos de insólitas políticas imperiales”.
El también director de la revista tablas declaró en sus palabras de apertura del encuentro que esta XVII edición continuó “una persistente saga de más de 30 años, en función de abrazar las prácticas nacionales a las del planeta teatral”.
UN APARTE PARA EL EFECTO DE SERGUE
Entre las ofertas foráneas más acogidas y comentadas por teatristas y espectadores figuró la francesa El efecto de Serge, de Vivarium Studio, dirigida por Philippe Quesne e interpretada por Gaetan Vourc’h.
El actor galo agradeció a través del Periódico Cubarte la cooperación del público en el teatro Mella, que casi rayó en la complicidad, al descubrir los resortes (y conectarse con ellos) de un curioso entramado dramatúrgico y actoral, apoyado por efectos especiales y otros recursos tecnológicos de luces y sonidos.
“Hemos llevado esta obra de una hora y 15 minutos durante 10 años a unos 30 países, que incluyen la mayoría de los Estados europeos y muchos de América, con la sola excepción de los del continente africano”, declaró Vourc’h a esta publicación.
Serge proyecta un argumento donde recibe a amigos y les presenta cortos performances, mediante provocaciones, desafíos y desconcertantes invitaciones a interactuar, dirigidos al espectador por mediación de una suerte de interface representada por un grupo de colaboradores, devenidos actores ocasionales, tras ser escogidos por el elenco.
La invitación a esos elementos del público es un recurso ideado por Quesne y Vourc’h para cada país donde actúan para añadir al texto imprevistos, frescos y originales aportes dramatúrgicos y conversacionales. Una manera de extraerles el espíritu de cada nación y sus costumbres de acuerdo con sus respectivos niveles de desarrollo.
LAS DEMÁS PUESTAS FORÁNEAS
Los restantes grupos y piezas extranjeros que alternaron junto a los de Cuba en los tres grandes circuitos teatrales capitalinos: Calle Línea (Raquel Revuelta, Trianón, Mella, Bertolt Brecht); Habana Vieja (Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, Museo de Arte Colonial, El Arca Teatro, la Sala de la Orden Tercera, Teatro Fausto); y el formado por el Teatro Nacional, Argos Teatro y Teatro Caribeño, fueron las siguientes:
- Lupa, Compañía de Muñecos (Lupa, Compañía de muñecos, Argentina).
- Monigote en papel carbón: historia negra y ensuciante (Théâtre de la Pire Espèce, Canadá).
- Casas de Payasos, una teoría en marionetas para la nada humana (Merlin Puppet Theater, Alemania-Grecia).
- En el viento aire puro (unipersonal de Chakarunas Teatro, Argentina).
- La razón blindada (Compañía Paulicea de Teatro, Brasil).
- Inútiles (Teatro Sur, Chile).
- ¡Despierta! retablos de la vergüenza (Tepsis Teatro, España).
- La arquitectura del silencio-homenaje escénico a Andrei Tarkovsky (Compañía de teatro el Gheto, México).
- Él canta, yo cuento (Casa de teatro, Inc, República Dominicana).
- No hay flores en Estambul (Ivan Solarich, Uruguay).
- Bajo sus pies el paraíso (Danza, La Compagnie de SOI, Francia).
- THERE (Jo Strømgren Kompani, Noruega).
- Defilló (danza, Compañía de Danza Contemporánea de República Dominicana).
Publicado: 8 de noviembre de 2017.
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