La contemporaneidad en las artes visuales ha demostrado la existencia de otro tipo de discurso, capaz de polemizar sobre la sociedad y el hombre, más allá de lo estéticamente bello y sublime. Tomando como base estos principios, el joven mexicano Néstor Jiménez presenta su obra en la 14 Bienal de La Habana, como parte de la exposición colectiva Regreso al porvenir en la Estación Cultural de Línea y 18.

En principio, el artista tenía previstas otras piezas para la muestra, y en su lugar exhibe una instalación conformada por varias camisetas donde utiliza un juego de palabras con la marca Supreme. Lo curioso reside en las posibles lecturas al cambiar una letra en el nombre, Suprime por Supreme, y representar así otras narrativas alegóricas a la censura.

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Néstor Jiménez presenta su obra en la 14 Bienal de La Habana, como parte de la exposición colectiva Regreso al porvenir. Fotos: Tomada de ACN

“Tiene una lectura bastante precisa con respecto a la censura y la polémica que envuelve a todas las cosas que representan un desacuerdo. En México y en otros países se ha dado la cultura de la cancelación, o sea, todo aquello con lo que no se esté de acuerdo se suprime”, asegura Néstor Jiménez.

“Es una fuerte crítica al hiperconsumo como símbolo de la intolerancia y la falta de respeto a la diversidad. Básicamente de eso se trata, pero con una cara bastante amable, que es la de la publicidad”, añade el artista.

Lo cierto de las marcas, los estándares de belleza y los estereotipos sociales es que conforma buena parte de su lógica en las máscaras impuestas por la sociedad misma. La propuesta de Néstor Jiménez intenta liberarnos, o al menos apelar a la idea, aunque sea por breves instantes, de las arcaicas sentencias culturales sobre el valor de las personas a partir de su vestuario o jerarquía social.

Tal pareciera que el ser humano mide a sus semejantes por su apariencia o estatus de vida. De ahí la virtud del arte para poner el dedo sobre la herida y repensar tales cuestiones.

“En realidad es una pieza que pareciera inofensiva, pero la palabra Suprime tiene muchas lecturas. Es una obra, desde mi punto de vista, que reconoce cómo aquello que da placer es una forma de ocultar un daño mayor a nivel estructural. Es decir, cuáles daños puede traer en lo social el vestir una prenda exclusiva, como el caso de la explotación laboral y el daño al medioambiente”, reconoce Jiménez.

“Quería que la obra se realizara de manera orgánica dentro del contexto de la Bienal y en un momento donde, en varios países del mundo y volviendo al tema de la cultura de la cancelación, pareciera que las obras de arte con discursos críticos están siendo mal recibidas”, asegura.

Otra de las intenciones de Néstor Jiménez era mostrar cómo la aparente superficialidad y el vacío en una creación puede transformarse en una posible praxis para cuestionar males sociales.

Hace casi una década, Jiménez debutó en México trabajando en la pintura y otros formatos de intervención artística. En su país comenzó la serie La sombra de las banderas, que contiene una sección dedicada a las viviendas construidas en Cuba, a partir de 1959. “De hecho, fue el primer acercamiento que tuve aquí, en La Habana”, concluyó el creador.