Portal Cubarte  -  Somos una República martiana y fidelista, con todos y para el bien de todos.

Somos una República martiana y fidelista, con todos y para el bien de todos.


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"Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su centenario, que su memoria se extinguiría para siempre, era tanta la afrenta... Pero vive, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno... hay jóvenes que en magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darles su sangre y sus vidas para que él siga viviendo en el alma de la patria", expresaría Fidel en su autodefensa (“La Historia me Absolverá”) con motivo de los hechos del Moncada aquel 26 de Julio de 1953, cuando la Historia de este gran Archipiélago caribeño decidió emerger ante siglos de frustraciones para re-enfrentar definitivamente su futuro.
Así, quedó atrás la frustración de los objetivos reales de la Guerra del 95 por parte de la intervención norteamericana –durante su intromisión en una contienda ya ganada por los cubanos--, no obstante la consecución de los ideales y principios enarbolados por figuras como Julio Antonio Mella primero –vilmente asesinado por agentes machadistas--, y por los jóvenes de la Generación del Treinta como Rubén Martínez Villena, Pablo de la Torriente Brau, Juan Marinello y Raúl Roa, entre otros. En todos siempre se impuso el criterio de que el único modo de echar a andar de nuevo la historia cubana, y de insertarla en la Historia Universal, era asumiendo, desde la interpretación de la historia más avanzada de su tiempo, el legado martiano.
Igual convicción –con mayor o menor grado de conocimiento sobre la ideología marxista--, animó también a la llamada Generación del Centenario, a Fidel y a sus jóvenes compañeros asaltantes del Moncada, a los fundadores del Movimiento 26 de Julio, a los expedicionarios del Granma y a los héroes y mártires de la Sierra y el llano.
Así, los jóvenes que re-inician en la segunda mitad del pasado siglo una nueva Revolución están imbuidos del pensamiento martiano y, es a partir de él –juntos a aquellos que ya lo seguían--, que se va conformando el pensamiento marxista. Al respecto recordemos que, en más de una ocasión la inolvidable heroína del Moncada, Haydée Santamaría enfatizaría en cómo se sentían “naturalmente” martianos y marxistas –a lo cual agregaríamos fidelistas--, concepción que se continúan manteniendo.
Asimismo, la fidelidad a la acción e ideas del Apóstol mantenida desde sus inicios como estudiante y luego como máximo Líder de un proceso revolucionario por parte de Fidel Castro Ruz, sin lugar a dudas constituye la mayor prueba de lealtad a su pueblo. Desde la alborada del Moncada, Fidel llegó a nutrir y aunar mentes y principios en una lucha para la cual siempre aseguró, con sumo optimismo, su triunfo definitivo. El Moncada sería el hecho a partir del cual renacería la figura de Martí pero, con otras definiciones y alternativas: las verdaderas y definitivas por las cuales luchó y cayó finalmente “de cara al sol”, aquel fatídico 19 de mayo de 1895 en Dos Ríos.
“El proyecto revolucionario de Fidel, al igual que el de José Martí, fue mantenido en silencio en su aspecto esencial estratégico: revolución liberadora nacional-antimperialismo-socialismo. El grito del Moncada, símbolo de la vocación de libertad del pueblo, fue la primera respuesta heroica ante el régimen tiránico del 10 de marzo de 1952, y la clarinada que anunció el inicio de la etapa culminadora del ya entonces casi centenario proceso de liberación cubano (…) La proclama a la nación --más conocido después como el Manifiesto del Moncada--, uno de cuyos referentes ideológicos fue la obra martiana exponía: La Revolución declara que reconoce y se orienta en los ideales de José Martí contenidos en sus discursos en las bases del Partido Revolucionario Cubano y en el Manifiesto de Montecristi.”
Así destacó el doctor en Ciencias Históricas profesor Mario Mencía en excelente conferencia titulada Martí en la esencia patriótica del pensamiento y la práctica revolucionaria de Fidel Castro Ruz, en la sede de la Casa del Alba Cultural en esta capital.
Fidel sería el elegido por nuestra Historia para afrontar tal acción hacia nuestra definitiva y absoluta independencia, sin la mediación de vecinos poderosos pues “ya había llegado para la América española la hora de declarar su segunda independencia”; en ese caso, en la Cuba apetecida como fruta madura por el Imperio norteamericano desde principios del siglo XIX.
“En los precisos instantes de conmemorarse el Centenario del Natalicio del Apóstol (28/I/1953) con el único antecedente del Partido Revolucionario Cubano –fundado por Martí--, el movimiento creado por Fidel resultaba, históricamente, la segunda organización secreta que surgía en Cuba con el fin de promover la revolución liberadora y antimperialista mediante la insurrección armada popular. La coincidencia fue ostensible (…) La más reiterada evocación de autodefensa de Fidel fue el nombre de José Martí: quince veces, además de emplear nueve fragmentos con la prosa del Maestro. La me historia absolverá tuvo la capacidad de promover en el pueblo la acción insurreccional, la vanguardia de la juventud  reencauza por derroteros realistas a la Revolución cubana, con todo su contenido liberador nacional, antiimperialista y fiel luchador de la justicia social”, subrayó el doctor Mencía en otra parte de su intervención.
Así, es en el Año del Centenario del Nacimiento de nuestro José Martí, que Fidel --junto a un grupo de jóvenes provenientes de todos los estratos de la sociedad cubana--, decide colocarse a la vanguardia de la lucha por la verdadera independencia. Los cuarteles militares Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, ubicados en las orientales provincias de Santiago de Cuba y Bayamo, respectivamente, serían las clarinadas para la lucha revolucionaria que se llevaría a cabo partiendo de un ideario martiano independentista y  antiimperialista.
El también laureado con la Distinción de la Cultura Nacional recalcó que “todos los pronunciamientos y discursos de Fidel anteriores a la insurrección armada del primero de enero fueron hechos con un especial cuidado hacia tres objetivos: captar al pueblo para el desarrollo de su proyecto revolucionario, sumar todas las fuerzas posibles en esa dirección y neutralizar a las demás para que no actuaran en su contra”.
El doctor Mencía recordó además que “ (…) En su alegato ante los sucesos del Moncada, Fidel expresó que “(…) Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro; del Apóstol tomó sus sentimientos de amor, dignidad y fidelidad hacia Cuba; el sentido de la moral y del servicio a la Patria. José Martí fue para Fidel el paradigma que marcó su pensamiento político, estrategia militar e intransigencia. Como Martí en el Partido Revolucionario Cubano, Fidel aglutinó también a  revolucionarios y organizaciones en torno al Movimiento 26 de Julio; llega a asumir todas las experiencias de carácter histórico. De ellas, acoge el conocimiento histórico para tomar decisiones y establecer estrategias políticas y militares”.
Posteriormente, el triunfo del Primero de Enero de 1959, sin dilaciones ni vacilaciones, la Revolución cubana, liderada por Fidel, daría paso a una reestructuración justiciera del país en la que la existencia imperial y la consecuente dependencia económica y política no hallarían espacio alguno nunca más.
Hoy, estamos, ante el momento más difícil de nuestra Historia; momento en que “lucidez y coraje tienen que unirse con aquella imaginación que Martí llamara hermana del corazón (…) Nuestra pequeña Isla se aprieta y se dilata, sístole y diástoles, como un destello de esperanza para sí y para todos (…) Vamos a seguir a Martí, que en la deslumbrada apretazón, como de hojazas, cocuyos, espinas y estrellas, de su Diario de Campaña, por dondequiera que lo abramos nos relata la fábula real de nuestro perenne nacimiento” (1)
Continuemos también la obra revolucionaria iniciada en el Moncada por Fidel, y a la vez ratifiquemos  que "Revolución no es la que vamos a hacer en la manigua, sino la que vamos a realizar en la República".
Una República con todos y para el bien de todos.

(1) Vitier, Cintio. Resistencia y Libertad. Centro de Estudios Martianos, 2012.



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