Soledad Cruz Guerra: En todo lo que escribo están mis sueños


soledad-cruz-guerra-en-todo-lo-que-escribo-estan-mis-suenos

Soledad Cruz era para mí, cuando todavía yo estudiaba en la Universidad de La Habana una especie de leyenda del periodismo en Cuba: ser polémico, inusual, irreverente e imprevisto, tan denostado por muchos como admirado por otros, siempre deseé tratarla, conocerla y si uno fuera a creer que los deseos se cumplen, pues eso sucedió un día de manera repentina. Luego, la vida nos puso a trabajar juntos en el Diario de la Juventud Cubana y hay una anécdota que siempre nos gusta contar a los dos: cuando el furor por la Esclava Isaura a Doña Soledad, siempre tan lanzada ella hacia el riesgo, se le ocurrió escribir un trabajo que ofendió a media nación… ocurrente como soy, al otro día me presenté en su casa —vivía en un cuartito de la calle N con una bebé llamada Isadora (como la Duncan) y el teléfono no paró de sonar. Y por ahí pude escuchar desde elogios desproporcionados, infinidad de mensajes ofensivos y hasta sentencias de muerte. Llegó un momento en que me percaté de que vivía un momento especial e histórico de esa polémica tan evidente en Cuba en aquellos años que nunca ha vuelto. El ambiente cultural de los ochenta fue desapareciendo del teatro, la plástica, el diarismo. Ya por esa época la que hoy entrevisto como autora había escrito un cuento que siempre tiene la virtud de conmoverme: “Arlequín y golondrina” y que la inició en el destino que por elección propia ha decidido seguir en el futuro: escribir para la infancia. Hay otra anécdota que por lo elocuente revelo por primera vez y que la propia Soledad no conoce. Cierto día comenté a alguien algo tan trivial como: “Hace tiempo que no veo a Soledad”. A lo que presta, la persona en cuestión me dijo con un aire de humor indescifrable: “¿Y de qué te quejas?” Casi 30 años después de tratar a este personaje tan real como de cuento, podría responderle a mi interlocutora con una frase bien simple: De nada tengo que quejarme… más bien todo lo contrario…

¿Existe para ti una literatura infantil? ¿Una LITERATURA? o simplemente ¿Literatura para personas?

¿Qué es la literatura hoy? Teorizar sobre el tema nos llevaría un largo espacio y no quiero ser superficial al respecto. Para mí se trata de escribir porque no queda otro remedio, porque es algo esencial en tu vida. Después hay que ver quien puede ser el lector según la edad, porque sin dudas existen diferencias de discernimiento según los diferentes momentos de la vida.

¿Qué piensas de la infancia?

La infancia es una etapa muy compleja porque los adultos no tienen cabal comprensión y responsabilidad de que cada criatura es una arcilla y del modo en se trabaje con ella será una obra de arte, una obra de amor, u otro ser echado al ruedo del mundo.

¿En tu concepto los niñ@s leen hoy día más o menos que antes?

No lo sé, creo que en los años iniciales de descubrimientos el libro sigue siendo de interés si alguien lo pone a disposición del niño o niña, pero demasiado temprano comienza la relación con el audiovisual y eso puede hacer menos atractiva la lectura. Pero siempre, como en todos los tiempos habrá devotos de la lectura.

¿Qué piensas del tono que deben tener las historias para niñ@s?

No soy quien para juzgar a los otros que tienen otras opiniones, pero no concibo una obra, que aun tratando los temas más complejos, no inspire a ser mejor ser humano.

Se suele decir que en cada libro que se escribe va un gran porcentaje de la personalidad de su autor. ¿Eres tú parecida a alguno de los personajes de tu obra?

En todo lo que escribo están mis sueños, aspiraciones, mis deseos de mayor entendimiento humano.

¿Cómo concibes idealmente a un autor para niñ@s?

El talento es un don, no una actitud ante la vida. Existen magníficos escritores que niegan en su vida lo que propugnan sus obras. Pero me gustaría que los autores para niños los amaran y respetaran y contribuyeran a que supieran andar por los arduos caminos de la existencia.

¿Reconoces en tu estilo alguna influencia de autores clásicos o contemporáneos?

Sí, todo lo leído influye sobre mí, ¿acaso no somos suma recreada de cuanto nos precede? Si se revisa lo escrito desde los tiempos más antiguos, veremos que todo es variaciones sobre el mismo tema: la vida, el amor, la muerte, la búsqueda por entender tantos misterios.

¿Cuáles fueron tus lecturas de niña?

Martí como gran descubrimiento en la escuela. Antes no leí libros, escuché las narraciones orales de mi familia campesina pueblerina, las décimas y luego los cuentos clásicos, las aventuras, todo lo que caía a mano.

¿Cómo insertas tu obra dentro del panorama actual de la llamada literatura infantil de tu cubana?

Como completamente demodè, pasada de moda, porque lo que escribo intenta decir que se puede encontrar la maravilla de la vida aun en las circunstancias más complejas y que una forma parte de ellas, como me enseñaron mis abuelos.

¿Qué atributos morales piensas que debe portar consigo un buen libro infantil?

No se trata de atributos morales, sino de dar argumentos para enseñar a discernir sobre las opciones de la existencia, sus complejidades, como proclamó José Martí: a los niños hay que hacerles hombro para que soporten el peso de la vida.

¿Podrías opinar de la relación autor-editor?

Es compleja y puede ser polémica sin el respeto al oficio de cada cual. El editor puede trabajar para hacer mejor un libro pero no con su estilo, sino con el del escritor.

¿Cómo influyó el periodismo en tu literatura?

Sí, el periodismo influye en lo que se piensa, en lo que se escribe porque es una gran oportunidad de bucear en la vida y aguzar la mirada sobre ella.

Si tuvieras que salvar solamente diez libros de un naufragio ¿cuáles escogerías? ¿Alguno de los que has escrito?

Difícil elección. Pero seguro salvaría El pequeño príncipe y El profeta. (1)

 

Nota

(1) Se refiere a la obra Khalil Jalil Jibran.

 


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte