Sobre artistas y libros en la XII Bienal de La Habana


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Solo unos días nos separan del fin de la XII Bienal de La Habana en este 2015.  Resulta convincente pensar que un  examen de la presente Bienal solo podrá ser posible desde muy diversos enfoques, referencias temáticas, aspectos monográficos y plurales, análisis de muestras personales y colectivas, entre otras múltiples lecturas que pueden y “deben” realizarse sobre este complejo y gran evento de nuestras artes visuales que ha apostado por una tesis contemporánea, transdisciplinaria que tomó como objetivo el lema “entre la idea y la experiencia”.

De ahí que su exégesis será más eficiente desde los dossiers, la conjunción de textos que aporten los críticos, teóricos, curadores, periodistas e incluso promotores, más allá de algún texto único que asumiera el  vertebrar tantas participaciones, ya que podría quedar fuera, lógicamente, algún revelador análisis o presencia artística.

Uno de los temas que podrían haberse disuelto entre conjuntos de mayor atracción y despliegue, es el del libro arte y el libro sobre artes visuales. Sin embargo, cuatro exposiciones y un panel hicieron manifiesta esta vertiente que, por otra parte, está siendo de gran interés más allá de nuestra isla.

En el Morro la exposición Libros Arte trataba según sus organizadores “de un territorio cada vez más explorado en nuestro contexto, pero aún poco difundido”. Fue realizada por el proyecto Haciendo Presión,  grupo integrado mayormente por grabadores, ahora más amplio en su nómina. Ellos están desafiando la ausencia de atención sobre esta disciplina artística desde el 8vo. Encuentro Nacional de Grabado en 2013 cuando se reunieron para exponer sus obras en un espacio alternativo, el Taller Estudio de la artista Liudmila López. Luego durante la 23 Feria Internacional del Libro expusieron al aire libre en la Plaza de Armas, y más recientemente inauguraron su exhibición arriba mencionada durante esta XII Bienal de La Habana en Zona Franca.

La muestra incluye 24 artistas, entre los que se encuentra un promotor de esta manifestación en Cuba, el estadounidense Steven C. Daiber, quien se incorpora con la obra Cincuenta y cinco familias: cincuenta y cinco años, en la que ensarta como acordeón la misma cantidad de las conocidas por los cubanos como libretas de la bodega.

En otra dimensión muy diferente, Lázaro Saavedra ha presentado un libro de artista de los años noventa, La flor de cactus (1994), donde una pequeñísima figura se mueve por la blancura de la página, solo esbozada por cuatro líneas, personaje que le sirve como pretexto para escribir reflexiones manuscritas sobre el arte, la filosofía, la estética y su relación con el contexto de entonces.

Cada artista incorpora la manifestación del libro arte a su muy propio quehacer formal. Ibrahim Miranda lo hace en Adán y Eva. Resulta en ese sentido llamativa la obra de Julio César Peña, conocido entre nosotros por las calaveras personajes que ahora aparecen en ventanas sucesivas, en un libro de artista que titula Windows (2014).

Yerandee Durán en Colección Anaquel (2007) ironiza sobre el poder de los medios, el diseño y la masificación industrial en minilibros cuyas páginas están surcadas por cajas diseñadas de pastillas de caldo. El artista ha partido de su experiencia en la conservación y restauración de libros, algo que ha complejizado su afán creativo y experimental.

La más joven de los exponentes, Karla Rodríguez, recién graduada de San Alejandro, ha confeccionado un libro desplegable supuestamente para niños. Sin embargo, Los juguetes de Sofía, se torna en un  cuento que incluye erotismo y sexualidad, aunque como una narración infantil escrita e ilustrada en sus partes movibles, que explicita el humor negro  para adultos como una paradoja.

Para muestras futuras creemos deberían  sumarse artistas que cultiven otras variantes del libro arte, de modo de hacer más extensiva y rica, tal y como es en realidad, esta manifestación artística.

En la Librería Fayad Jamís la exposición de libros arte, es un algo más integradora de otras expresiones, aunque menos extensa y difícil de apreciar al hallarse inserta en ese espacio nutrido por libros.

Por su parte, debe reconocerse el ímpetu e integralidad con que el organizador de las intervenciones y artista Yornel Martínez creó Intervención en la librería, quien sumó varias muestras en ese centro cultural que queda frente al Instituto Cubano del Libro.  Entre las que debe destacarse Libros sin dominio, de la conocida curadora Elvia Rosa Castro, que incluyó dos decenas de obras,  algunas, interesantes libros objeto.

Además, se integraron en la Fayad Jamís, Torre de letras, iniciativa de la laureada poeta Reina María Rodríguez, quien participó en un stand con su propio proyecto, no comercial, de ediciones de autores reconocidos que aún no han visto la luz en Cuba.

La Fracción de Julio César Llópiz que sumó el Tabloide Noticias de Arte Cubano, donde el artista tiene una sección gráfica, así como su propuesta de una plataforma para investigaciones y procesos.

De igual forma se observaron  intervenciones como la de Jesús Hernández Güero (Época incorrecta para escritores célebres),  y de Damián Ortega, y otras que se pudieron ver en las vidrieras, en marcadores de libros con poesía visual, y hasta escuchar con la integración de pistas sonoras, a la vez que se realizó la presentación de una novedad, el proyecto alternativo de revista, P350.

La confluencia de tantas acciones que se produjeron en un espacio colmado de libros permitió llamar la atención respecto al libro en cuanto a creación artística, algo que podía observar todo el que entrara a la librería, pero al mismo tiempo el mensaje específico de cada proyecto se difuminó en un espacio que no permitía centrar la atención visual del público lo suficiente en cada proyecto. Algo que no sucedió en el caso de las mesas con libros objeto, mas cuyo impacto hubiera demandado también de mayor independencia expositiva entre las diferentes piezas de cada creador, en sostenes individuales para cada una.

Asimismo los organizadores incluyeron tres días dedicados a charlas sobre la muerte del libro, el papel del editor y la obra del humorista gráfico y dibujante, Santiago Armada, Chago.

Por otra parte, también en el centro histórico de la ciudad, Antonio Eligio Fernández, Tonel, expuso su muestra Comercio en la Galería Villena de la Plaza de Armas, y como parte de esta el libro de artista Héroes de Baikonur.

Se trata de una instalación (Comercio) con la que participó el pasado año en la 8va. Bienal de Berlín. Un recorrido por su ya reconocida obra muestra una visión intelectualizada que sortea con humor e imaginación cáusticas reflexiones que abordan el papel de la historia en la reconfiguración de lo social y lo individual.

En Comercio el artista indaga sobre las encrucijadas históricas tras el lente de lo individual mediante una narrativa de ficción atravesada por un hilarante sentido del humor. Según me expresó poco antes de la inauguración de su muestra personal: “es que a mí me interesa la historia en general y la de nuestra generación. Vivimos en medio de la guerra fría, y no teníamos conciencia de eso entonces. En la obra te das cuenta que hay una ficción histórica sobre lo que pudo pasar, pero no sucedió”.

Héroes de Baikonur incluye datos del propio Tonel, fotos y documentos de su archivo personal, y otras imágenes que fotografió para ilustrar una historia ficticia sobre un programa espacial  desde un barrio cubano. Además, incluye una pista sonora que fue su iniciativa, mas compuesta por el músico Bob Turner de Canadá. 

Paralelamente, entre la copiosa apertura de exposiciones, se realizó una exhibición de más de treinta libros de arte en la Casa de las Américas: Turner en La Habana, la edición del libro de arte  latinoamericano. Muestra  que incluyó títulos sobre arte y artistas cubanos y latinoamericanos, como José Bedia, Frida Kahlo, Belkys Ayón, Gabriel Orozco, Leonora Carrington, entre otros que fueron donados por esa editorial a la institución cubana con casi medio siglo de existencia.

La misma tarde y antes de la apertura de la muestra de libros sobre arte de la Editorial Turner, se realizó un panel con la intervención de Cristina Vives, Ella Cisneros, Santiago Fernández Caleya, Flavio Garciandía, José Gómez Fartaiz y Pepe Menéndez. 

Las intervenciones fueron interesantes al develar el proceso peculiar y específico que no muchos conocen.

Su director, Santiago Fernández, especificó que Turner se inició como la primera librería de habla inglesa en Madrid en 1970. Y vendía libros prohibidos por la censura franquista en la trastienda. Su relación con América Latina comienza cuando su fundador visita la Feria de Guadalajara. Con Cuba comenzará  en 1989 con la publicación del facsímil de la mítica revista Orígenes. Turner es una editorial en español, no una editorial española —aseguró Fernández— y además, señaló que el arte cubano está ocupando un merecidísimo lugar en la escena internacional porque realmente es único.

Para el editor español publicar un libro de arte hay que comprender que es resultado de una selección, como un proceso curatorial que es lo que se llama la edición y que se hace posible gracias a todo un equipo de colaboradores. Santiago Fernández comparó el trabajo con una máquina con un engranaje muy bien engrasado para que funcione, asimismo un libro es un ejercicio de colaboración de muchas gentes e instituciones. Es muy difícil hacer un buen libro, en el que intervienen  el proceso de edición que se refiere a la realización del  libro, mas publicar es hacerlo accesible al público ?afirmó.

Desde distintas perspectivas los integrantes del panel participaron con sus experiencias en Turner, ya fuera como editores (Cristina Vives y Santiago Fernández), patrocinadores y coleccionistas (Ella Cisneros y José Gómez Fartaiz), en representación de un artista publicado en libro por la editorial (el cubano Flavio Garciandía) y como diseñador editorial invitado (Pepe Menéndez, diseñador de Casa de las Américas).

Las mencionadas exposiciones  revelan que la manifestación del libro arte y las publicaciones de libros sobre artes visuales son otro de los campos de interés en el arte contemporáneo, algo que no podíamos dejar pasar por alto, entre tan cuantiosa como diseminada obra artística en La Habana durante la recién concluida XII Bienal de La Habana.    


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