El pasado 2019, el cabaret Tropicana celebró en grande su aniversario 80, casualmente uno de sus coreógrafos y directores artísticos más celebres fue Santiago Alfonso.
Conocí a Santiago en el propio cabaret Tropicana desde 1997 cuando yo comienzo a escribir la historia del afamado cabaret. Recuerdo que me dijo que, después del cierre de los cabaret el 13 de marzo de 1968, marcha a una gira por Europa y, en 1970 pasa a trabajar en el cabaret en la escuela danzaría y en el ballet de la Radio y la Televisión.
“Mi entrada en Tropicana fue desde 1964, en el momento en que Joaquín Riviera, director artístico y Tomás Morales, coreógrafo principal del show y mi amigo de muchos años, me piden que fuera a Tropicana para trabajar como jefe de escena. Se sabe que bailar en ese sitio era una total quimera, en los centros nocturnos de la aristocracia no aceptaban negros a no ser, en casos muy especiales en los cuadros del folclor. En esos casos, solo admitieron a figuras muy reconocidas como Benny Moré, Celia Cruz, Merceditas Valdés, Xiomara Alfaro y Paulina Álvarez.
El camino de Santiago pudo ser el de jugador profesional de béisbol (como su padre), en 1957 fue seleccionado para el equipo nacional juvenil de Cuba. El baile no estaba en los planes de su familia. Los prejuicios contra los bailarines siempre han existido. Pero, Santiaguito estaba destinado para el baile pasara lo que pasara.
Algo tenía que influir el haber vivido en los barrios de Cayo Hueso y Pueblo Nuevo zonas tradicionales del folclor, la rumba de solar, los toques de esquina, los bailes danzoneros.
Existe un llamado por la radio para crear esta compañía, bajo la dirección de Ramiro Guerra. Santiago Alfonso recibe el afortunado magisterio de Ramiro en el Conjunto Nacional de Danza Moderna, hoy Danza Contemporánea de Cuba. En esa etapa tuvo también el apoyo de Lorna Burdsall y Tomás Morales.
Participa en programas de televisión dirigidos por Alberto Alonso y en algunas temporadas de teatros. Hace algunos trabajos en el Teatro Martí, en un homenaje a Ernesto Lecuona. Además, bailó en el Cabaret Montmartre, en la inauguración del Cabaret del Casino del Capri y en el cabaret-casino Sans Soucí.
Triunfa la Revolución y en marzo sale una convocatoria para la creación del Conjunto Nacional de Danza. El destino lo perseguía, lo eligen para ser parte integrante de un conjunto soñado. Eso marca un punto de giro en su vida.
Los aportes de Santiago son enormes, sobre todo en la cubanía en el afán constante de experimentar con todo riesgo: Buscar el bailarín total, que se aprovechara de todas las bondades de la técnica que el desarrollo aporta. Rompió con todo, buscó un camino nuevo, distinto. Su obra está en los aportes de muchos bailarines en todos estos tiempos y en toda la labor coreográfica expuesta en sus espectáculos y presentaciones teatrales.
La trayectoria de Santiago en la danza es intensa, habría que escribir muchas páginas. El saldo fue ejemplar: Bailarín fundador de la compañía Danza Contemporánea de Cuba, del Consejo Nacional de Cultura y del Teatro Nacional. Miembro del Consejo Nacional de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y Vicepresidente de la Asociación de Directores Artísticos de la misma.
Le otorgan la Medallas Raúl Gómez García y la Alejo Carpentier, Distinción Por la Cultura Nacional, y el Premio Nacional de Danza correspondiente al año 2006.
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