Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda nace en Guanabacoa, Cuba, en la vivienda de sus padres, en la calle Cruz Verde No. 18, actualmente marcada con el No. 463, entre Amargura —hoy Fernando Fuero—, y Duarte; a las 7:30 de la mañana del día lunes 20 de agosto del año 1900.
Esta gloria de la Cultura Cubana, cantante soprano de impresionante voz y notable pianista concertista, nació y se desarrolló en un ambiente familiar y local con una profunda influencia del sincretismo de las culturas europea y afrocubana.
Hija de padres naturales de Guanabacoa: el Sr. Domingo Montaner Pulgarón, Licenciado en Farmacia, Capitán retirado del Ejército Libertador Cubano, grado militar que recibió en la Guerra de 1895, y de la Sra. Mercedes Facenda, ama de casa, presumiblemente descendiente de abuela esclava africana.
Los padres llegaron a tener una Farmacia propia, ubicándose en un ambiente económico de clase media.
Rita Montaner heredó de su mamá la belleza física así como la inclinación por la música, y del padre el carácter, entre otros atributos.
Inicia a los 4 años de edad el estudio del piano; matriculando en 1910, en el Conservatorio Payrellade, en la Calle de Reina No. 3, institución en la que se consolida la amistad con su coterráneo, el genial compositor y músico guanabacoense Ernesto Lecuona.
Por causa similar, era amiga de la familia y del propio Ignacio Villa, al que bautizó artísticamente como Bola de Nieve.
Dueña de una singular belleza criolla, carisma e inteligencia, fue la gran revelación de una época, por sus dotes artísticas y arrolladora personalidad; siendo una intérprete muy difícil de igualar; dotada a su vez de un sentido rítmico fenomenal, manejándose con garbo y soltura. Capaz de solfear como pocos, tenía un instinto particular para añadir de lo suyo a cualquier melodía. Se dedicó a la ópera, la zarzuela, la música popular cubana, el cine, el teatro, la radio y la televisión.
Como sus compositores favoritos destacaban: Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Eduardo Sánchez de Fuentes, Eliseo Grenet, Moisés Simons, Jorge Anckermann y Sindo Garay.
La labor de compositora para melodías del género popular fue otra de las incursiones en el arte, de lo que muy poco se habla, contando a la altura de 1929 con cuatro obras: En tu boca (tango canción) Así eres tú (bolero), Arrolla (comparsa) y Ma Isabel (tango africano).
Volviendo a los orígenes; el hecho de nacer, crecer y vivir durante un considerable período de tiempo en Guanabacoa, uno de los puntos fundamentales de la cultura popular tradicional cubana de los siglos XVIII, XIX y XX, permitieron a Rita Montaner desarrollarse en un medio donde afloraban y coincidían diversas tendencias de nuestro quehacer cultural y artístico.
Por un lado la música salonniere, la tradición musical más clásica que ella conoció desde su infancia; y por otro, los toques de los tambores e instrumentos, cantos y danzas rituales provenientes de las fiestas lucumíes, congas y carabalíes; así como el ritmo de las comparsas que desfilaban por las calles guanabacoenses de la época y el pregonar de los vendedores ambulantes, le permitieron estar en contacto directo con esa impresionante y rica cultura folklórica autóctona.
El Son tuvo en la garganta de esta eminente artista, un instrumento de privilegio; y en su expresión sincrética, fue ella su registro más auténtico.
La primera presentación artística pública, en un Festival de Canciones Cubanas, se realiza a instancias del Maestro Eduardo Sánchez de Fuentes, en el antiguo Teatro Nacional, hoy Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el día 16 de marzo de 1922, acompañada de la orquesta que dirigía el Maestro Gonzalo Roig.
El 10 de octubre del propio año 1922, desde el edificio de Águila y Dragones, su voz abre la trasmisión del programa de la emisora PWX, que deja inaugurada la radio en Cuba; ocasión en la que interpreta las melodías Rosas y Violetas de José Mauri y Presentimiento, de Eduardo Sánchez de Fuentes.
De ahí en lo adelante y hasta el día de la última aparición artística en la pieza teatral Fiebre de Primavera, presentada en la Sala Arlequín, el 31 de mayo de 1957, transcurren 35 años, dos meses y 15 días de una inigualable y exitosa labor en Cuba y en los más importantes escenarios mundiales, incluyendo París, Nueva York, Madrid, México y Buenos Aires.
Esta exitosa carrera, que toma singular fuerza en el género lírico de la mano de Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig y otros importantes compositores, directores y músicos cubanos, tiene el 29 de septiembre de 1927 un nuevo reto al integrar el elenco de la zarzuela cubana Niña Rita, con libreto de Riancho y Castell y partitura de Lecuona y Grenet, inaugurando una temporada del citado género, en el remozado Teatro Regina, donde interpretó su emblemática ¡Ay, Mamá Inés!
Pero la consagración arriba con la zarzuela Cecilia Valdés del Maestro Gonzalo Roig, quizás porque ella era en una íntima esencia étnica, cultural y social la presencia misma de la criolla cubana y de nuestro orgullo nacional.
El 8 de marzo de 1935, en el Teatro Martí, interpreta el rol protagónico de Cecilia en la zarzuela Cecilia Valdés, bajo la dirección del propio Maestro Gonzalo Roig, el que la califica como genial y única.
Fiel a este legado, el 27 de enero de 1951, y en el mismo Teatro Martí, interpreta el papel de Dolores Santa Cruz, de la zarzuela anteriormente citada, igualmente con la dirección del Maestro Roig, en una temporada que se extiende por dos meses.
La presencia internacional se inicia en Nueva York en 1927, precisamente incursionando en el teatro musical; actividad que se extiende dentro de su versátil capacidad interpretativa, a importantes capitales como París, Madrid, México, Buenos Aires y Caracas.
En 1928 se presenta en los teatros parisinos Olimpia y Palace, y es contratada para sustituir a Raquel Mayer. Al siguiente año actúa en París, en el espectáculo de Josephine Baker.
Alterna con los más sobresalientes artistas de su época: Libertad Lamarque, José Mojica, Pedro Vargas, Conchita Piquer, Aida Ward, Elvira Ríos y la propia Josephine Baker, entre otros.
La primera actuación para el cine la realiza en México, en el año 1933, como protagonista del filme La noche del pecado, del director Miguel Contreras Torres, estrenada el 11 de enero de 1934.
Protagonizó en el año 1938, su primera película en Cuba: Sucedió en La Habana, del director Ramón Peón, estrenada el 6 de julio; a la cual le siguió de inmediato, y con el mismo director, el filme El romance del Palmar, con premier el día 5 de diciembre del propio año 1938.
El público inundó la sala Radio Cine, hoy Cine Yara, para visionar El romance del Palmar: la historia de Fe, una guajirita poseedora de hermosa voz, seducida por un rufián, que la convierte en cantante de cabaret en La Habana; pero el mal será reparado con un final feliz.
Esta cinta cuenta a su favor, con la siempre emotiva presencia protagónica de Rita Montaner, que canta como nadie El Manisero, del Maestro Moisés Simons; a lo que se añade la correcta fotografía, el humor criollo, las lindas melodías y en fin, la cubanía que respira la película, elementos que entroncan con nuestro teatro vernáculo.
El romance del Palmar, “por muchos años conservó el record de recaudación en el país”; a lo que se suma el hecho de que la crítica de la época la consideró como la mejor producción sonora nacional, hasta ese momento.
En 1941, la Revista Cinema (Cuba), le otorga la condición de mejor filme y mejor director.
Todo lo anterior da curso a una significativa filmografía integrada por 14 películas, la última de las cuales: Píntame angelitos blancos, del director Joselito Rodríguez, se estrenó el 11 de agosto de 1954.
Grabó discos para las casas productoras Columbia, Puchito y Victor, de los cuales se conservan 52 títulos en la Discoteca del ICRT, en La Habana, según información fechada en 1984.
En razón de estos y otros éxitos, el Poeta Nacional Nicolás Guillén la califica a la altura de 1942, como una Embajadora excepcional de la Cultura Cubana.
El 24 de febrero de 1945 es coronada como Reina de la Radio en Cuba, en un concurso organizado por el periódico Mañana.
En enero de 1946 es contratada por el Cabaret Tropicana, uno de los espacios de varieté más importantes del mundo, para una temporada que duró cuatro años, en la que le acompaña al piano su inseparable Bola de Nieve.
La Televisión Cubana la tiene entre sus artistas fundadoras, presentándose en la misma a partir de 1950.
Rita Montaner fue, además, y este es otro aspecto insuficientemente abordado, una artista de vanguardia política, a la altura de la época y del rol social que le tocó vivir; expresando públicamente, incluso en importantes programas de radio y televisión, algunos de los cuales fueron censurados y suspendidos, sus ideas contra las dictaduras y gobiernos corruptos de la etapa de la República mediatizada.
Rita Montaner contrae matrimonio en el año 1918, en primeras nupcias, con el joven abogado guanabacoense Doctor Alberto Fernández Díaz, fallecido este último en 1932, con el que tiene sus hijos Domingo Alberto (1919) y Rolando Fernández Montaner (1921).
Rita es melódicamente intensa, armoniosa, ondulante, como una selva tropical o como una catarata.
En la voz de Rita caben todo el amor y las modulaciones apasionadas; de igual forma todo el odio, la tristeza y la inquietud del alma cubana.
Fue todo espontáneo en ella, con una locuacidad que encarnaba el alma del cubano, y ahí está la principal causa de su aceptación y de su arraigo en el pueblo, que gustaba en llamarla “La Única”; y en el mundo artístico internacional, donde recibía similar recepción.
Solo ella y nadie más, ha hecho del solar habanero, de la calle cubana, del legado cultural nacional, una categoría universal.
Rita Montaner, mujer de encanto y maravilla, toda el alma artística apasionada de un pueblo palpita en ella. Los quejos sentimentales de dos etnias y culturas se han fundido en su corazón de melodía.
La canción cubana se hizo mujer y de ella nació Rita Montaner, “La Única”.
Rita Montaner falleció en La Habana, el jueves 17 de abril de 1958, a la edad de 57 años, a causa de una penosa enfermedad.
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