No es casual estremecerse ante una de las obras de la escultora Rita Longa, la segunda creadora en recibir el Premio Nacional de Artes Plásticas, en 1995, instituido en Cuba solo un año antes y entregado por primera vez a Raúl Martínez.
Apenas una mirada basta para apreciar e interpretar la historia, la cultura y la sociedad cubanas desde la diversidad conceptual de esta artista y mujer excepcional.
Quizás el misterio que cautiva nace de su formación popular descubierta en los talleres y galerías, junto al refinamiento, la elegancia, y el empleo del volumen en el espacio, propios de la expresión de un legado capaz de interactuar con lo cotidiano y la gente que a cada paso agradece el arte de esta escultora.
Rita Longa es una artista cubana nacida un 14 de junio de 1912 quien dedicó toda su vida al Arte Escultórico desde la pieza de cámara para ser presentada en una exposición, hasta la obra destinada a un público exterior.
Su primera obra (Diana, 1932) se exhibió en una muestra colectiva benéfica, en 1933 expuso en el Círculo de Bellas Artes, un año más tarde en el Lyceum. En 1935 recibia el Premio del Primer Salón Nacional de Pintura y Escultura.
A partir de este momento comienza la saga de Rita Longa, considerada la escultora vanguardista insigne del siglo XX, con la exposición de sus obras en países como Estados Unidos (Nueva York), México, República Dominicana, y la entonces Unión Soviética.
Las esculturas de Rita Longa se presentan ante nosotros, valiosos tesoros que engalanan templos religiosos, plazas, centros culturales, museos y otros espacios. Como muestra de su diversidad temática podemos encontrar Martí, autor intelectual del Moncada; Forma, espacio, luz (1953, Museo Nacional de Bellas Artes), Grupo familiar (1947, “los venados, del Zoológico de 26”), Muerte del Cisne (1959, jardines del Teatro Nacional de Cuba), y obras imperecederas en la memoria y el ambiente cubano, la Virgen del camino (1948), la Ballerina (1950) del Cabaret Tropicana, los bustos de Hatuey (1955) en las cervecerías de igual nombre.
En la creación de Longa se hace evidente un juego de líneas fundamentalmente en la exploración de soluciones atrevidas, expresiones novedosas y otros elementos que muestran una nueva mirada para forjar ideas sobre el material con el que trabaja, como definiera la autora, quien por los años 30, guiada por la misma vocación de cambio y actualización que alentó a nuestros artistas, se convirtió en la mayor exponente de la vanguardia escultórica cubana.
Como consecuencia, en 1936, cuando se funda el Estudio Libre, participó como orientadora junto a los pintores Eduardo Abela, René Portocarrero, Mariano Rodríguez y Domingo Ravenet, donde enseñó, por primera vez en Cuba, técnicas para la Talla Directa.
Pero Rita Longa no solo fue una creadora sino que promovió el Arte y la Cultura desde diversos espacios. En su carrera ostenta haber sido Secretaria Ejecutiva del Instituto Nacional de Artes Plásticas, fue una de las fundadoras de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en 1960 fundó y dirigió en la Habana el Taller Guamá y entre 1962 y 1964, realizó el más amplio de sus proyectos: la aldea Taína, en el Centro Turístico Guamá de la Ciénaga de Zapata.
Otro de sus aportes desde la creación y la promoción del Arte fue en 1980, su función de presidenta del CODEMA (Comisión para el desarrollo de la Escultura Monumental y Ambiental), en esta época esculpe Gallo (1982), devenido símbolo de la ciudad de Morón; Resplandor (1988), ubicado en el complejo sanatorial de Topes de Collantes, y la fuente de Guanaracoa (1988), en Punta Gorda, Cienfuegos.
La artista habanera talló en piedra, bronce, madera y moldeo en yeso y terracota la belleza del cuerpo humano, especialmente de la mujer, la “gloria del espíritu”, la religión y los orígenes de nuestra nacionalidad, tanto valor tuvo se obra que la UNESCO reconoció como fecha relevante a nivel internacional el centenario de su nacimiento.
Gracias a su impronta como artista Rita Longa fue condecorada con altos reconocimientos del Ministerio de Cultura y el Consejo de Estado de la República de Cuba: la distinción por la Cultura Nacional (1981), la medalla Alejo Carpentier (1982), la Orden Félix Varela (1988) y el Premio Nacional de Artes Plásticas (1995).
En un día en el que celebramos un aniversario más de su nacimiento el homenaje a Rita Longa es aquel que prefiere el verdadero artista: la reverencia de su pueblo agradecido del buen Arte, fuera de espacios físicos, regiones, latitudes incluso del volumen, del espacio, el buen Arte, al alcance de las manos.
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