Regino Boti y su obra de sólidos registros


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 Era el poeta un ser muy especial. Cintio decía  que Boti se distinguía  por   el conocimiento técnico  de las posibilidades rítmicas del verso español y por sus estudios sobre Julián del   Casal,  la Avellaneda, Rubén Darío, y  Martí, entre otros.

Una Convocatoria se anuncia por  la tierra donde nació en 1878, su  Guantánamo querido.  Todos recuerdan su libro  Arabescos Mentales, que a principios de siglo estremeció nuestro universo lírico.

 Una vez escribí:

Para algunos avezados especialistas el libro en referencia, no solo tiene un hálito renovador en la poesía cubana, sino que se sitúa en la hora estética de la vanguardia continental, por lo cual Boti  se considera el primer gran poeta de esta centuria. En Arabescos mentales aflora la huella modernista, pero anuncia los senderos estilísticos que tendrán una brillante culminación en los libros que aparecieron con posterioridad y que constituyen para este autor, una obra de sólidos registros.

Sin dudas,  Boti es un innovador de la poesía cubana del XIX. Como nos dice Virgilio López Lemus,  “desarrolló una poética peculiar, de cierto matiz antológico, incluso teorizando en ensayos en lo que el aludido panteísmo ocupa espacio central”

 

Mi arte es tan sencillo como un jazmín silvestre,
tan dócil a las voces de mis antojos raros
que tiene la apariencia extática del Paros
y -no siendo sublime- desdeña lo pedestre.

Ante Pegaso sólo tiene ímpetu ecuestre;
traspone de la métrica los multisonos aros;
rebélase a ser cáliz de los amores caros
que no han puesto en mi alma la aspiración terrestre.

En la flor solitaria de la pradera inculta,
do favonio acaricia y el vendaval insulta,
está la imagen viva de mi voluble arte,

el que nace y se extingue sin cariñoso abrigo:
un soplo lo conmueve y otro soplo lo parte;
más recto, nimio, fácil o torvo, él va conmigo.

Sus primeros estudios los hizo en tierra guantanamera, continuó  en Barcelona, tenía 17 años y él mismo se denominaba un creador muy intuitivo. Leyó mucho,  como deben leer los poetas, no solo  a  los españoles sino a los de otras naciones y estudió  con devoción la poesía cubana e hispanoamericana. Poeta, ensayista, crítico, abogado, maestro, entre otras cosas.

Una vez expresó: 

 “La certeza está en que sin Darío, Julián del Casal, Martí, Nájera, Nervo, Lugones, Chocano, no contaría España con Juan Ramón Jiménez, Pedro de Répide, Andrés González Blanco, Cristóbal de Castro, Marquina, Villaespesa, Manuel Machado, y el propio Salvador Rueda en su última manera, quien no hubiera creado «Trompetas de órgano» de no haber existido el Maestro de Chocano”.

Para Boti, la originalidad depende de la personalidad de cada autor, esa que debe situarse por encima de todas las lecturas de poetas, críticos, sociólogos y filósofos.

Su Soneto a los Funerales de Hernando de Soto  ha aparecido tradicionalmente en un buen número de Antologías.

Bajo el lábaro umbrío de una noche silente
que empenachan con luces las estrellas brillantes,
el Misisipí remeda un gran duelo inclemente
al arrastrar sus aguas mudas y agonizantes.

De los anchos bateles un navegar se siente;
brota indecisa hilera de hachones humeantes,
y avanza por la linfa como un montón viviente
aquel sepelio extraño sin cruces ni cantantes.

Hace alto el cortejo. Se embisten las gabarras;
al coruscar las teas los rostros se iluminan
y fulgen las corazas que el séquito alto lleva.

Cien lanzas cabecean. Echa el cocle sus garras.
Y entre las olas turbias que a trechos se fulminan
el féretro se hunde y la oración se eleva.

Posteriormente, aquel intuitivo se convierte en un racionalista. Une alma y paisaje. Sentimiento  y la maestría de su poética. La suprema fuerza de este autor, como el mismo expresara, está en el amor. De todo lo creado lo que le despierta mayor emoción es la mujer y después el mar:

“El mar es mi maestro de inspiración y armonías. Las rompientes olas tienen para mí un encanto irresistible. Las playas me obsesionan. Los crepúsculos me abisman. Las montañas me atraen. Lo que se despide erráticamente, lo que vuela, lo que sube, me fascina. Lo radioso, lo exacto, lo armónico, lo justo, me arroba. De ahí que escriba con frecuencia: mar, ola, oleaje, roca, acantil, espuma, peñón, rojo, gaviota, ala, beso, luz, connubio, ensueño, silente, impoluto, rudo, euritmia...”

Cintio Vitier que lo conoció muy bien,  expresó:

“Evoluciona hacia una poesía justa en el equilibrio de lo anímico y material, en lo que a veces la realidad telúrica de lo cubano ( atmósfera y sensibilidad) logra un destello de tanta pureza vital como artística “

 

Nieve en campo de luz

Como queda abatido el oleaje

después de haberse levantado cumbre

y lame el pendón la pesadumbre,

haciendo espuma lo que fue coraje.

 

Así tú, tras el ímpetu salvaje

del choque fecundante de la vida.

tiemblas con la frialdad de un ave herida

hasta desfallecer como un encaje.

 

Absorto te contemplo en tu desnuda

majestad de Afrodita  impúber flanco,

vientre felino, dominante  el pecho,

 

Mientras se extingue en laxitud aguda

la nieve viva en tu cuerpo blanco

sobre la nieve exánime del lecho,

 

¿Sabía usted que Regino Boti estudió Pintura en Barcelona? En próximos trabajos hablaremos de esta interesante actividad artística  del escritor.

                                           

 


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