La Habana es una ciudad llena de misterios históricos… ¿cuántos aniversarios celebra esta ciudad real y maravillosa? Pues debería celebrar muchos porque es una urbe fundada y refundada varias veces y el 26 de diciembre es una de esas fechas.
Hay que hablar primero de una Habana originaria, precolombina y prehispánica, un cacicazgo que debió su nombre a su cacique Habaguanex quien reinaba en el territorio a la llegada de Pánfilo de Narváez, emisario de Diego Velázquez y Cuéllar, nombrado adelantado y gobernador de la isla por el virrey de La Española.
El cacicazgo de Habana, limitaba al oeste con el de Marien y al este con los de Sabaneque y Guamuhaya, abarcaba también la región de Canímar donde gobernaba el cacique Guayucayex, súbdito de Habaguanex y las regiones fluviales de Ariguanabo y Mayabeque. Respecto a las provincias actuales, este cacicazgo de Habana abarcaba a las provincias íntegras de Matanzas, Mayabeque, La Habana y parte de Artemisa.
Pánfilo de Narváez a nombre de Velázquez y los reyes católicos y no Velázquez en persona, fundó la villa de San Cristóbal de La Habana en la primavera de 1514, entre abril y mayo, en algún punto de la costa sur del cacicazgo, según las cartas de relación al rey que enviaba sistemáticamente Velázquez. Fue la quinta villa, posterior a Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa (1511), en el cacicazgo de Baracoa; San Salvador de Bayamo (1513), en el cacicazgo de Macaca y la Santísima Trinidad y Sancti Spíritus (1514) en el cacicazgo de Guamuhaya. Posterior a La Habana se fundarían en 1515 Santa María del Puerto del Príncipe, en el cacicazgo de Camagüey; Santa Úrsula del Cayo o La Zavana -desde 1535 San Juan de los Remedios-, en el cacicazgo de Sabaneque y Santiago de Cuba; en el cacicazgo de Cueibá.
La primera fundación de la villa de La Habana ocurrió junto a un río que se identificó por los conquistadores como Oxicaginal; se especula que fuera el Mayabeque en su desembocadura, en el actual municipio de Melena del Sur; otros investigadores lo identifican como el puerto de Surgidero de Batabanó, otros como el río San Cristóbal, en el actual municipio homónimo y plantean que, de ahí, su nombre; hay especulaciones sobre algún sitio del municipio de Güines y en fin, se investiga desde la ensenada de Cortés hasta la de la Broa, en busca de las evidencias de la villa primigenia, cuyo patronímico fue en homenaje a Cristóbal Colón.
La villa tendría una segunda fundación, en 1516, junto al río Casiguaguas, renombrado La Chorrera, por los recién llegados de la península Ibérica y finalmente una tercera en 1519, que resultó definitiva junto a la bahía que el navegante y explorador español Sebastián de Ocampo, llamara en 1509 Puerto de Carenas y que se conjuga -para su celebración- con el día de su santo patrón el 16 de noviembre.
Aunque Santiago de Cuba fue fundada por Velázquez expresamente para ser dedicada a las funciones de capital de la isla, La Habana “se robó el show” rápidamente y de forma gradual. Motivos sobraron.
Baracoa y Santiago de Cuba se ennoblecieron muy temprano con títulos de ciudad debido a sus funciones capitalinas de 1511 a 1515, la primera y a partir de esa fecha, la segunda. Sin embargo, Santiago o la ciudad de Cuba, como indistintamente se le llamara estaba rodeada de elevadas montañas que dificultaba su crecimiento urbano y su comunicación por tierra, su clima era extremadamente caluroso, el agua dulce le quedaba distante y por tanto era deficitaria -hasta el día de hoy, incluso- y no contaba con tierras llanas y fértiles cercanas para cultivos.
La Habana en cambio, resultaría algo menos que un paraíso. Su clima era tórrido, por su cercanía al Trópico de Cáncer que divide la zona subtropical húmeda con la templada, por lo tanto, las temperaturas eran más agradables y aunque tampoco están muy diferenciadas las estaciones del año, como en cualquier área tropical, al menos, “no era un eterno verano” como Santiago, había cierto invierno con algún frío, un simulacro de otoño con sus vientos nortes, un ensayo de primavera lluviosa y el verano sencillamente por debajo de los 30 grados centígrados. Algo más aceptable para los peninsulares procedentes de la fría península Ibérica.
A lo anterior, se le añadía, que tenía agua, proveniente del río Casiguaguas, La Chorrera o Almendares -los tres nombres- con su presa El Husillo y la zanja real hasta la urbe, un relieve llano que posibilitaba su expansión urbana y los cultivos varios para el abasto de la población citadina; una bahía de bolsa con cuatro ensenadas internas para el resguardo de los buques, el emplazamiento de muelles y astilleros: Atarés, Guasabacoa, Marimelena y Triscornia y un canal de entrada estrecho que posibilitaba su defensa y lo más sobresaliente, su ubicación geográfica, frente al golfo de México y el estrecho de La Florida, que permitía la comunicación más directa con Europa favorecida por la llamada corriente del golfo.
Ya estaban conquistados México y Centroamérica desde la segunda década del siglo XVI, y con la conquista de La Florida por Hernando de Soto a partir de 1538, La Habana quedaba en una posición privilegiada con respecto a las posesiones de la llamada Nueva España.
No fue casual que el ya mencionado Hernando de Soto, gobernador de la isla, se trasladara desde Santiago de Cuba para La Habana, con el pretexto de organizar desde un lugar más próximo la expedición para la conquista de la península que Juan Ponce de León llamara en 1513 La Florida, pero que muriera sin éxito en el intento de conquistarla. De Soto, también murió en el intento, en 1542, tres decenios después de Ponce, pero al menos fundó la villa de San Agustín y con ello, se inició realmente la conquista y colonización de la península norteña.
Sin consultarle al rey, de Soto dejó como gobernadora interina de Cuba a su esposa Isabel de Bobadilla quien ejerciera su mandato desde La Habana y no desde Santiago de Cuba. A ella se dedicó la escultura de la Giraldilla -hoy, uno de los símbolos de la ciudad-. Tras la muerte de Hernando de Soto a manos de los indígenas floridanos, y sin el reconocimiento real de la gubernatura de la Bobadilla, fue nombrado gobernador de Cuba Vicente de Chávez, pero al recién nombrado le agradó sobremanera La Habana y adicionándole grandes diferencias con la nobleza santiaguera, decidió establecer su residencia definitivamente en 1547 en La Habana, nuevamente sin consultar nada al rey. Para entonces, desde 1542, las embarcaciones provenientes de todos los puertos de Suramérica y la Nueva España, se concentraban en el puerto habanero antes de marchar en composición de flotas a España, como protección ante el crecimiento de corsarios y piratas en el Atlántico. Ambos hechos, la residencia extraoficial del gobernador insular y la espontánea concentración de las flotas, formaba parte del “show histórico” del robo habanero de la capitalidad santiaguera, que ocurrió poco a poco, pero de forma efectiva.
El doctor Gonzalo Pérez de Angulo sustituyó en 1550 a Vicente de Chávez como gobernador de la isla, pero no se fue para Santiago de Cuba. Llegó con la flota a La Habana, allí encontró a Chávez, lo relevó en su cargo y quedó viviendo en esa villa que ni siquiera tenía aún título de ciudad.
Santiago era oficialmente ciudad y capital de Cuba, La Habana era una villa, pero, extraoficialmente residía en ella el gobernador y era puerto seguro de la flota del vasto imperio español. Le bastaba con eso para su progreso.
En 1553, el nuevo gobernador abolió el régimen de las encomiendas, como lo establecían las llamadas “Nuevas leyes de Indias” de 1542 pero que no se habían cumplido.
El 10 de julio de 1555 el corsario francés Jacques de Sores desembarca por la caleta de Juan Guillén, -hoy desparecida por la urbanización, dio paso, tras ser rellenada en 1915, al parque Maceo- al oeste de La Habana y avanza hacia la villa, la cual toma, ocupa, saquea e incendia y en los siguientes seis meses, “haría de las suyas” por las praderas próximas. Pérez de Angulo, el cabildo de la villa y varios vecinos, huyeron y se refugiaron en el pueblo de Guanabacoa, que había sido fundado el 12 de junio de 1554 como “pueblo de indios” para reconcentrar a los indígenas liberados de las encomiendas. De hecho, el flamante pueblo se convirtió en sede del cabildo habanero y en capital de Cuba, al gobernar desde allí, el gobernador Pérez de Angulo y el hecho daría lugar a la expresión popular “meter La Habana en Guanabacoa”.
Tras la retirada del marino galo y el restablecimiento del gobernador en La Habana, se produjo su sustitución. Diego de Mazariegos, sería nombrado gobernador de la isla en 1556 y ese sí, fue el primero en recibir el permiso real de situar su residencia en La Habana. Si Hernando de Soto, Isabel de Bobadilla, Vicente de Chávez y Gonzalo Pérez de Angulo, habían sido indisciplinados que gobernaron la colonia desde La Habana sin permiso del rey, de Mazariegos se convertía en el primero oficialmente autorizado y también durante su gobierno, en 1561, La Habana recibió el nombramiento oficial de “puerto único” en las Indias Occidentales, para reconcentrar la flota española antes de viajar a España y de regreso de esta antes de ir a los distintos puertos coloniales. Sin embargo, seguía siendo una villa y Santiago de Cuba era, contradictoriamente, ciudad y capital oficial de la colonia.
¿Por qué este autor escribe estas notas un 26 de diciembre? Pues fue en una fecha similar, pero de 1592 en que, ¡al fin! La villa de La Habana recibe por cédula real de Felipe II el título de ciudad, hace hoy, 431 años y, aun así, no fue nombrada capital. Era ya oficialmente ciudad, residencia del gobernador y puerto único continental de la flota y -contradictoriamente- seguía siendo Santiago de Cuba la capital oficial, aunque, de hecho, no lo era ya, desde hacía muchos años.
La Habana tuvo que esperar al 8 de octubre de 1607 para que, mediante cédula real, fuera nombrada capital ¿Qué anacronismo, no? y de todas formas, sus avatares con la oficialidad continuaron, pues entonces era una capital sin escudo de armas. Su escudo, le fue aprobado, nada menos que en 1665, un siglo y medio después de haberse fundado como villa, 73 años después de ser titulada como ciudad y 58 años posteriores a su nombramiento como capital del archipiélago. Algo inusitado porque lo regular, era que las villas, nacieran con su escudo de armas, una práctica habitual en España.
Hay una segunda justificación para que este autor escriba estas notas un 26 de diciembre y es que, esta fecha, que yo llamo de refundación de La Habana, tiene dos motivos. Del primero ya hablé y del segundo, lo hago a continuación. El 26 de diciembre de 1714, justo cuando se cumplían 122 años de la titulación de La Habana como ciudad, la jerarquía de la Iglesia Católica aprobaba a la virgen de Regla como patrona del puerto de La Habana, la dársena, sus aguas y toda su actividad marítima. Un acontecimiento social y culturalmente trascendente.
El santuario a la advocación de la virgen mariana de Regla fue inaugurado el 3 de marzo de 1687 en Guaicanamar, un sitio ultramarino con respecto a la ciudad de La Habana. Junto a él creció un pueblo que adoptaría con el tiempo el nombre de Regla. Allí también sería ubicado el mercado para la compra-venta de esclavos, esa práctica mercantil con seres humanos que constituye uno de los capítulos más horrendos de la historia moderna.
El nombramiento de la virgen de Regla como patrona del puerto de La Habana, provocaría a la larga dos hechos, uno, que su santuario se convirtiera en Santuario nacional y el otro, hablando satíricamente de los “robos de show”, la virgen superaría en popularidad a San Cristóbal. Si bien este es, el santo patrón de la ciudad capital, la virgen lo es de su puerto y su sincretismo en la regla de Ocha con la orisha Yemayá, del panteón yoruba, la hizo una patrona popular. La Habana adoptó el color azul pantone, propio de la capa de la virgen de Regla, como “el color de la ciudad”, desde entonces, los habaneros son azules hasta en la pelota, el deporte nacional.
Al decir del comentarista deportivo de la COCO Andy Vargas: ¡Azul es el color del cielo, azul es el color del mar, azul es el color de la capital! y si la capital es azul, se le debe a la patrona de su puerto, la virgen de Regla o Yemayá y si el 26 de diciembre de 1592 La Habana recibió su título de ciudad y el 26 de diciembre de 1714, la virgen de Regla se convirtió en la patrona de su puerto, siendo una ciudad eminentemente portuaria, esta es una fecha de refundación de La Habana.
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