El 25 de noviembre es ya una efeméride de gran reconocimiento social no sólo en Cuba, también lo es a nivel mundial, por el deceso, hace cuatro años, del máximo líder y líder histórico de la Revolución Cubana Fidel Castro Ruz.

Su pensamiento político es marcadamente antirracista, entre otras aristas, y es lógico que así sea si tenemos en cuenta sus fuentes principales: el pensamiento demócrata-revolucionario avanzado de José Martí, la teoría marxista-leninista, la historia de Cuba y fundamentalmente de su proceso revolucionario desde 1868 y el pensamiento revolucionario y la historia de América Latina y el Caribe.

Coincide este mes que el 20 de noviembre se va perfilando como una fecha a tener en cuenta también en la historia contemporánea más reciente de Cuba. Tal vez podríamos analizarla para proponerla como Día de la institucionalización del antirracismo en Cuba y entonces realizar la Jornada Nacional del Antirracismo entre el 20 y el 25, por ambas efemérides.

La institucionalización real del antirracismo en Cuba ocurre desde el mismo triunfo de la Revolución pues esta va, esencialmente dirigida a la integración y la igualdad sociales. La Constitución de 1940 proscribió en su letra la discriminación racial pero en los 18 años posteriores no se hizo nada al respecto.

El argumento acerca del 20 de noviembre es por la coincidencia de dos acontecimientos relacionados con el valor del antirracismo acaecidos ese día con la diferencia temporal de un decenio entre ellos. El 20 de noviembre de 2009 se constituyó la Comisión José Antonio Aponte y en igual fecha pero en 2019 el Consejo de Ministros aprobó el Programa Nacional contra el racismo y la discriminación racial con su fundamentación, objetivo general y específicos.

Lo ocurrido en 2009 se le debe a la iniciativa del entonces presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) Miguel Barnet Lanza –hoy presidente de honor de la organización– y nació como Comisión de la UNEAC contra el racismo y la discriminación racial pero, unos meses después, por iniciativa del primer presidente de la misma, Heriberto Feraudy Espino, se le aprobó el nombre de José Antonio Aponte para reconocer al precursor de las luchas abolicionistas e independentistas en Cuba quien encabezara la primera conspiración de carácter nacional y varios levantamientos armados, en distintas regiones de la isla, entre el 15 de enero y el 15 de marzo de 1812.

Pronto la Comisión Aponte –desde junio de 2016 presidida por Pedro de la Hoz González–, se convirtió en cabeza visible y líder de la lucha contra el racismo y las manifestaciones de discriminación racial no sólo dentro de la sociedad civil socialista cubana, sino que, desde el 2011, entabló diálogo sistemático con la máxima dirección de la Revolución del cual emanaron acciones concretas, antecedente directo del programa nacional aprobado en 2019.

El programa tiene una comisión nacional que encabeza el presidente de la república y dentro de ella un Grupo Coordinador Ejecutivo dirigido por el ministro de Cultura. Cuando se realizó una Mesa Redonda de la radio y televisión cubanas sobre el programa el 10 de marzo de 2020 se habló de un diagnóstico preliminar, una estrategia comunicacional, un plan de temas para las sesiones del plenario de la comisión y otro de conmemoraciones de fechas significativas.

Al cumplirse el primer año del programa, ya se cuenta con el diagnóstico definitivo, el programa debidamente delineado con dos nuevos objetivos específicos agregados, más los indicadores, acciones y metas hasta el 2030.

Hablar de un programa antirracista en Cuba supone, además de la savia de Martí y Fidel en lo político, el legado de Fernando Ortiz desde la trinchera científica. El otro componente es la voluntad política, “somos continuidad” no es mera propaganda sino una convicción y ello hace vislumbrar que el camino, no exento de tropiezos, puede recorrerse con éxito. Al decir de Pedro de la Hoz, el socialismo es incongruente con el racismo.