En esta semana, que se inició el 23 de agosto, día del aniversario 61 de la Federación de Mujeres Cubanas, se ha rendido merecido homenaje a la labor social de relevantes compañeras por su participación directa y notable aporte en diversas esferas de la construcción del país, de la cultura y la ciencia. Justamente, ocupa un lugar en estas jornadas de honor a las cubanas el recuerdo de la doctora Pichardo, como respetuosamente la nombramos quienes fuimos sus alumnos y alumnas.
La conocí y la traté personalmente cuando ella era profesora de las asignaturas Técnicas de la Investigación histórica e Historiografía de Cuba, en la Escuela de Historia de la Facultad de Humanidades, de la Universidad de La Habana, de 1964 a 1968; entonces, yo era una de sus alumnas trabajadoras. La profesora irradiaba autoridad y dulzura al mismo tiempo, una combinación de actitudes difícil de hallar en un ser humano. Era una mujer que ya rebasaba los 50´s y, sin embargo, su persona reflejaba cierta alegría juvenil en la relación con sus alumnos. Esto, lo aprecié como un rasgo de su profesionalidad pedagógica, me atrajo hacia sus materias desde el primer momento.
Hortensia Pichardo Viñals nació en La Habana el 22 de enero de 1904. Su familia tuvo como legado intelectual la impronta del abuelo paterno, Esteban Pichardo Tapia (Santiago de los Caballeros, Santo Domingo, 26.12.1799 - f. ¿? 1879), quien fue geógrafo, cartógrafo, novelista y poeta; además, académico de mérito de la Academia de Ciencias de La Habana y Socio de la Real Sociedad Económica de Amigos del País. Sus obras más reconocidas fueron el Diccionario provincial casi razonado de vocescubanas, que tuvo varias impresiones en los siglos XIX y XX,y la Nueva carta geotopográfica de la Isla de Cuba (La Habana, Imprenta militar, 1870).
La vocación por el magisterio de Hortensia se concretó en los estudios realizados en la Escuela Normal para Maestros de La Habana, en 1821. Obtuvo el doctorado en Pedagogía en 1924, con solo veinte años de edad. Diez años después, 1934, también se doctoró en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de La Habana, en la especialidad Geográfico – Histórica (según nos informa el Diccionario de la Literatura Cubana (Instituto de Literatura y Lingüística, Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, T. II, p.784).
Impartió clases en el Instituto de Segunda Enseñanza de la Víbora, La Habana, desde 1944 hasta 1962. A partir de este último año pasó a la recién fundada Escuela de Historia, creada por la política educacional de la Revolución cubana, y allí la encontramos por muchos años. Estuvo casada (1927-1973) con el doctor Fernando Portuondo del Prado (Santiago de Cuba, 1903- La Habana, 1973), historiador cubano, con quien fundó una familia, que disfrutó amorosamente, y tuvo su único hijo; con Portuondo igualmente compartió su obra historiográfica.
Fue una investigadora histórica apasionada por la búsqueda de documentos relacionados con la Historia de Cuba. En las clases prácticas de Técnicas de la Investigación Histórica nos trasladaba aquella pasión, a veces, en la propia Sala de Investigadores del Archivo Nacional de Cuba. Desde la simple ficha de investigación, el hecho de investigar, buscar, localizar, en los gaveteros del archivo, el material que íbamos a utilizar, evaluarlo, contrastarlo con las publicaciones de la institución,hasta presentarnos a sus colaboradoresarchiveros, ella nos instaba a seguir su ejemplo haciendo gala de maestría pedagógica.
Sus obras publicadas son la expresión directa de sus intereses investigativos: entre ellas, por mencionar algunas, se cuentan la compilación de los Escritos de Carlos Manuel de Céspedes (1974), en coautoría con Fernando Portuondo, y los cuatro utilísimos tomos de los Documentos para la Historia de Cuba (1963-1973), que comprenden las épocas de la colonia y la república.
El rescate de valiosos documentos históricos, su presentación mediante prólogos y comentarios, bien reflexionados, sintetizan años de paciente investigación y valoración científica de los fondos históricos en los archivos, todo lo cual le aseguraba una gran profundidad en el juicio histórico de los hechos y procesos sobre los cuales escribía o impartía conferencias. Fue el mejor modelo de profesor investigador que pude tener en mi formación profesional.
En mis lecturas de la Historia de Cuba, he buscado otras mujeres historiadoras, escasamente encontré alguna antes de 1959; por ejemplo, en el área de Historia de la Pedagogía, es autora Enma Pérez Téllez: Historia de la Pedagogía en Cuba desde los orígenes hasta la Guerra de Independencia, 1945, Cultural S.A., La Habana. Intuyo que la doctora Pichardo fue de las primeras en abrazar este oficio.
Por otro lado, como investigadora fue miembro titular de la Sociedad Cubana de Estudios Históricos Nacionales e Internacionales, creada por el doctor Emilio Roig de Leuchsenring y asistió a los Congresos nacionales de dicha institución
La lista de sus reconocimientos(https://www.ecured.cu/Hortensia_Pichardo) comprende:
- Orden Carlos J. Finlay
- Orden Ana Betancourt
- Orden Frank País de I grado
- Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes
- Orden Félix Varela
- Medalla Fernando Ortiz
- Medalla Alejo Carpentier
- Medalla 150 Aniversario del natalicio del General Máximo Gómez
- Distinción por la Cultura Nacional
- Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 1995
- Premio Nacional de Historia 1998
- Réplica del Machete de Máximo Gómez
- Miembro de Honor de la APC
- Heroína del Trabajo de la República de Cuba
Falleció en La Habana, 21 de junio de 2001.
Es obvio el motivo de esta nota periodística, no era posible ignorar en estas jornadas de agosto 2021, a veinte años de su partida final, el hermoso recuerdo de nuestra Profesora, el homenaje mínimo de darlo a conocer en estas breves líneas, para que las generaciones más jóvenes de historiadoras, que no la conocieron directamente, tengan en cuenta su personalidad y obra, y, tal vez, alguna de ellas se anime a intentar su biografía en un futuro cercano. ¡Ojalá así sea!
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