Se destaca Quintín Bandera como un combatiente negro de las tres guerras por la independencia de Cuba contra la metrópoli española (1868-1898). Ha sido estudiada su vida y, también su injusta muerte, en combate desigual, al inicio de la República de Cuba en 1906.
El reconocido cientista social cubano Fernando Martínez Heredia, al estudiar en un breve ensayo la participación de la oficialidad negra en la Guerra de los Diez Años, dejó planteada las siguientes interrogantes, a mi modo de ver esenciales en esta cuestión:
Atendiendo a nuestro tema, ¿cómo pasaron tantos negros y mulatos esclavos y libres de sus formas propias de vida y resistencia a la participación masiva en la revolución?, ¿cuáles fueron las representaciones que los llevaron a ser revolucionarios?, ¿cómo relacionaron sus demandas concretas de libertad y vida digna con un ideal político general de independencia nacional? Porque la consigna de Cuba Libre, el Ejército Libertador, el patriotismo nacionalista y la República en Armas, expresaban propósitos e ideas políticas más generales. Estos rebeldes tuvieron que asumir una noción de libertad en la que cabría la libertad personal de cada uno, un proyecto de estado nacional en el cual serían ciudadanos y una futura legalidad que consagraría sus demandas en forma de derechos. (Martínez, “Revolución, raza, libertad y justicia”, en: Sosa y Castro, 2018:53)
Esa última propuesta, a su vez, intenta responder a otras preguntas que Martínez Heredia enunciaba en un párrafo anterior: “¿Qué los motivó, los decidió a pelear y sacrificarse, y los hizo persistir en las peores circunstancias?, ¿cómo pudo formularse en el campo revolucionario una ideología unificadora de las demandas, los sentimientos e intereses, las identidades, las culturas y las visiones del mundo en grupos tan heterogéneos?
Es evidente que el mundo extraordinariamente complejo e injusto de la colonia española esclavista, preñada ya por el capitalismo industrial y las ideas liberales, se exponía ante la sociedad cubana de la segunda mitad del siglo XIX con sus profundas e irreconciliables, contradicciones. En las sucesivas guerras: Guerra de los Diez Años (1868-1878), Guerra Chiquita (1879-1870), Guerra de Independencia (1895-1898), y en las treguas nada pacíficas, llenas de conspiraciones contra el poder español, fue evolucionando y mejorando, en lo posible, el modelo ideal de la república a que aspiraban los revolucionarios. José Martí Pérez la soñaba y definía en una frase armoniosa, “Con todos y para el bien de todos”.
Trataré en estas notas de reseñar al personaje histórico constituido en una vida plena de sacrificios y sufrimientos tremendos, la de Quintín Bandera, un ejemplo de las muchas contradicciones en las cuales subsistió el oficial mambí negro. Su biógrafo reconocido es Abelardo Padrón Valdés, cuya obra es un referente obligado.[i]
Quintino nació en Santiago de Cuba, Oriente, el 30.10.1834. Su infancia transcurrió junto a sus padres que vivían monte adentro, y hacían carbón con la ayuda de sus hijos. Así las cosas, el niño no pudo asistir a la escuela y se mantuvo analfabeto por muchos años, hasta su adultez plena.
En la adolescencia temprana se enroló en un barco español, y navegó hasta España. Al regreso de esta aventura, se asentó por su cuenta en el barrio de Los Hoyos, donde vivían los negros libertos en Santiago de Cuba. Fue allí donde contactó a jóvenes revolucionarios, como los Maceo Grajales, y se informó de sus ideas y planes.
Al inicio de la Guerra de los Diez años, se incorporó como soldado a los insurrectos bajo la orden del general Donato Mármol, con fecha 1º.12.1868, ya había cumplido 35 años de edad. Poco después, fue nombrado cabo e incorporado a la Brigada de Cambute al mando del General de Brigada Jesús Pérez. Su habilidad y valor en los combates le fue reconocida con un nuevo ascenso a sargento de primera, era su jefe el capitán Limbano Sánchez.
En 1870, teniendo en cuenta sus conocimientos marinos fue nombrado comisionado en las costas de Santiago de Cuba y sus alrededores, con grado de alférez. Un año después se reincorporó a las tropas de infantería, y participó en varios combates; se destaca en La Caoba, 1871, y Rejondon de Báguanos, 1872. Es ascendido a teniente en este último año, y al siguiente se le nombra capitán.
Junto a su tropa de infantería oriental, en 1875 fue seleccionado por el Mayor general Manuel de Jesùs Calvar para apoyar la invasión de Las Villas, dirigida por el Mayor general Máximo Gómez Báez. Cuando regresa a Oriente, en 1877, se le designa como jefe al Coronel Leonardo Mármol, y este le encarga una misión de confianza: asegurar las comunicaciones entre Santiago de Cuba y el Cuartel General del Ejército Libertador.
Casi al final de esta guerra, 15.2.1878, el Mayor General Antonio Maceo lo destinó al Regimiento de Infantería Santiago, y recibió el grado de Teniente Coronel. Estuvo en la Protesta de Baraguá (15.3.1878) al lado de Maceo, y cumplió la orden de custodiar al gobierno provisional presidido por Calvar hasta el 25 de mayo de 1878, en Loma Pelada. Bandera depuso las armas el 29 del mismo mes, en el pueblo de San Luis. Era un oficial de prestigio y gozaba de la mayor confianza de sus jefes.
Al convocarse la Guerra Chiquita por el general Calixto García Íñiguez, Bandera se alistó de inmediato. En unión de José Maceo y Guillermo Moncada había protagonizado los sucesos del 26.8.1879 en las calles de Santiago de Cuba, los cuales dieron inicio a la Guerra Chiquita en la región oriental. Cuando concluyeron las acciones de guerra, partió hacia Jamaica el 4.6.1880 en compañía de Guillermón y José.
El gobierno español, violando acuerdos previos, asaltó la nave donde se trasladaban los cubanos y apresó ilegalmente a los tres, conduciéndolos a Puerto Rico, primero, y de ahí a las prisiones españolas donde estuvieron hasta ser indultados en 1886. Regresó a Cuba Quintín Bandera y volvió a conspirar contra la metrópoli. Más adelante, se sumó a la organización de la guerra necesaria proclamada por Martí.
Nuevamente se alzó el 24.02.1895, a la edad de 60 años. Portando los galones de Teniente coronel fue designado Jefe del Regimiento de Infantería “Aguilera” de la Brigada de Cambute (Brigada 3, División 2, Cuerpo 1). El 22.10.1895 Quintín partió de Mangos de Baraguá bajo las órdenes de Antonio Maceo, al frente de la infantería de la columna invasora. Consta en el Diario de Máximo Gómez, General en Jefe del Ejército Libertador, que:
El 29, [noviembre, en La Reforma] queda dividido el Ejército en dos columnas.
La primera de Caballería 3 000 hombres; y la segunda 1 000 de Infantería –marcha esta por el Sur, cordillera de Trinidad, la manda el Brigadier [General de Brigada] Quintín Bandera.” (Diario, 1968: 296-297)
Aunque Antonio Maceo le había ordenado regresar a la columna invasora antes de su llegada a Matanzas, esto no fue posible; Gómez ordenó nombrarlo provisionalmente jefe de la División 1 del 4o Cuerpo, que abarcaba los distritos de Sancti Spíritus, Remedios y Trinidad. Sin dudas, esto debilitó a la columna invasora en su avance por Pinar del Río.
La estancia del General Bandera y su infantería en Trinidad se prolongó hasta febrero del siguiente año. En los primeros días de marzo de 1896 se reunió con Maceo en ingenio El Galeón, Matanzas. Ya había culminado la Invasión en Pinar del Río, y todo el país se hallaba en pie de guerra. El 13.3.1896 el General Bandera atacó Batabanó, en La Habana, bajo el mando de Maceo.[ii]
Después, cruzó la trocha de Mariel a Majana para tomar parte en la segunda Campaña de Pinar del Río. Accionó directamente en varios combates, pero fue destituido por el Lugarteniente general, Antonio Maceo, a renglón seguido del combate en El Galope, Pinar del Río, por no haber cumplido las órdenes que le había trasmitido por vía de un ayudante.[iii] Bandera quedó arrestado en un campamento llamado Manuelita. Así comenzó el descenso de su carrera militar. No obstante, continuó peleando.
En julio de 1896, Maceo lo nombró al frente de la División 1 del 4º Cuerpo, con la misión de reagrupar tropas en la región villareña y conducirlas a reforzar las de la dirección occidental. Bandera cruzó la trocha de Mariel a Majana y ocupó el puesto asignado, radicándose en Trinidad.
Posteriormente, cumpliendo la orden del Mayor general Calixto García Íñiguez, organizó una tropa de voluntarios orientales y fue a servir en esta región, hasta que le indicaron movilizarse hacia Occidente en marzo de 1897; volvió a asentarse en Trinidad, negándose a continuar la marcha hasta tanto no recibiera los pertrechos necesarios y dejó de combatir. Antonio Maceo había muerto en combate el 7.12.1896, y junto a él Francisco Gómez Toro, hijo del Generalísimo Máximo Gómez.
La indisciplina de Banderas fue acogida severamente por Gómez, quien lo destituyó, por segunda vez, y ordenó hacer contra él un juicio militar, celebrado el 28.8.1897: fue acusado de desobediencia, insubordinación, sedición e inmoralidad. Gómez anotó en su Diario: (Mayo 1897) “Quintín Bandera, metido en las Sierras de Trinidad, llevando una vida inmoral, tampoco ha podido secundar en nada.” (Diario, 1968:329)
En el resumen del mes de Junio 1897, Gómez vuelve a referirse a Bandera:
“[…] mi tristeza consiste en el tormento que me dan algunos Gefes inmorales y desordenados, como Quintín Bandera y el mismo José María Rodríguez, que se han metido en las lomas junto con mujeres.”[iv]… “Todo eso los españoles lo saben, lo aprovechan de diferente modo y de aquí que el número de los esforzados seamos menos.” (Diario, 1868:332)
Fue sancionado a la pérdida de sus derechos militares y políticos por tiempo indefinido; pero se le permitió mantener una escolta de doce hombres y dos ayudantes con los cuales continuó combatiendo por su cuenta durante el último año de la guerra; concluyó en calidad de excedente con grado de General de División.
El 15.2.1899 la Comisión Ejecutiva de la Asamblea de Representantes RC acordó reconocerle el grado de Coronel con fecha de antigüedad del 11.7.1895, y el de General Brigada desde el 21.9.1895 y reconoció, en sesión celebrada una semana más tarde, la antigüedad en el grado de General de División desde el 11.11.1896. (Diccionario: T.I, 63)
Al inicio de la República, 20.5.1902, contaba Quintín 68 años, no encontró trabajo bajo el gobierno del presidente Tomás Estrada Palma. Fue humillado públicamente por tal motivo, al otorgársele una plaza de barrendero. El 19.8.1906 se alzó contra la reelección del presidente Tomás Estrada Palma, quien ordenó perseguirlo y apresarlo. Transcurrían los días vergonzosos, el racismo exaltado, de la “Guerrita de 1912”.
El 23 de agosto se refugió en la finca El Garro, entre Arroyo Arenas y El Cano. Víctima de una delación, esa misma noche tropas de la Guardia Rural lo sorprendieron y asesinaron. Cuatro balazos y siete machetazos terminaron con la vida del valiente mambí. Ese año, en octubre, Quintín habría cumplido 72 años de vida.-
Bibliografía consultada y citada:
*Centro de Estudios Militares MINFAR, Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba.2001, Ediciones Verde Olivo.
Zoe Sosa Borjas y Pedro Manuel Monterrey (Coords.)Colectivo de Autores: La oficialidad negra y mulata en el ejército mambí, Editora Historia, Ediciones Caserón, Santiago de Cuba, 2018.
*¿Cómo murió Quintín Bandera? http://www.cubadebate.cu/especiales/2020/05/15/como-murio-quintin-bandera/ Por: Ciro Bianchi Ross
*Quintín Bandera: 4 balazos y 7 machetazos no pudieron borrar su heroica historia https://www.granma.cu/hoy-en-la-historia/2020-08-27/quintin-bandera-4-balazos-y-7-machetazos-no-pudieron-borrar-su-heroica-historia-27-08-2020-11-08-35 Por Delfín Xiqués Cutiño | archivo@granma.cu
*Máximo Gómez, Diario de Campaña, Centenario 1868, Instituto del Libro, La Habana, 1868.
[i] Abelardo Padrón Valdez, Quintín Bandera, General de las tres guerras, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006.
[ii] BATABANÓ: Este importante poblado del S de La Habana fue atacado, el 13.3.1896, por fuerzas del EL directamente subordinadas al lugarteniente general Antonio Maceo. La columna estaba compuesta por la infantería oriental, Rgto Céspedes, estado mayor y escolta de Maceo, dos escuadrones de Pinar del Río, tres de Matanzas y el Rgto de Palos de La Habana. El objetivo del jefe cubano no era ocupar el pueblo, sino llegar hasta el surgidero y ocupar botín en los buques allí atracados. El ataque tomó de sorpresa a la guarnición enemiga. La infantería de Oriente, bajo el mando del brigadier Quintín Bandera, arribó al extremo opuesto saqueando e incendiando mientras la caballería llegaba al surgidero. (Diccionario, 2001:T.II,61)
[iii][iii] El Galope: En este potrero situado a unos cinco km al SO de Candelaria, Pinar del Río, el 16.3.1896, fuerzas del 6 Cuerpo del EL, bajo el mando directo del lugarteniente general Antonio Maceo, combatieron contra una columna fuerte, de las tres armas, dirigida por el Coronel Julián Suárez Inclán. Las fuerzas cubanas, que incluían la infantería de los brigadieres Quintín Bandera y Pedro Díaz, la caballería del brigadier Esteban Tamayo y los escuadrones de Cienfuegos y de Palos, habían acampado en este potrero, a corta distancia de la Calzada Real de Candelaria, bajo un fuerte aguacero.[…]Los españoles se retiraron por la calzada, en dirección a Candelaria, pudiendo hacerlo a pesar de que al inicio del combate Maceo envió disposiciones a los brigadieres Bandera y Pedro Díaz para que desplegaran sus respectivas fuerzas de infantería al lado de la vía, lo cual hubiera permitido atacar no solo a la retaguardia española, la que llevó el peso de la acción, sino también a su vanguardia y centro, situación en la cual el enemigo no hubiera podido retirarse cómodamente, sino coger237 por las sabanas contiguas, donde los cubanos hubieran podido asestarle una derrota total; así como atacar y tomar el pueblo de Candelaria, cuya guarnición no habría resistido la acometida insurrecta. Pero estas órdenes fueron mal transmitidas o mal interpretadas, y por lo tanto las fuerzas de estos jefes no pudieron desempeñar el papel que Maceo les había asignado. Terminada la lid, de unas tres horas, un escuadrón cubano sostuvo otro combate con la retaguardia enemiga, ya casi de noche, acción en la cual los españoles informaron haber tenido 11 muertos y 56 heridos, entre los primeros dos oficiales. Las bajas cubanas fueron 23, entre muertos y heridos. Esta victoria de las armas cubanas no fue mucho mayor a causa de los errores señalados. Bibl: 49/93-94; 37(2)/140-141; 34(3)/109-111; 27(2)/178-182; 25/301-306. (Diccionario, 2001:T. II, 237)
[iv] Máximo Gómez añadió las siguientes reflexiones , calificando con claridad la importancia de los hechos consumados: “La moral de la guerra, como si dijéramos el alma, su secreto poder, se enferma y debilita, mal creciente que yo me esfuerzo en conjurar, pero que los hombres sin virtudes, la que se necesita poseer para una obra como esta, no aciertan a comprender; y mañana se atreverán a decir: “yo fui un obrero de la Independencia de Cuba”, cuando no han podido ser constantes y correctos guerreros.” “Si los que por su categoría militar en este Ejército improvisado y por sus antecedentes sociales en la sociedad cubana, no secundan, en esta obra de verdadera redención de esta infortunada sociedad, con sus ejemplos y abnegaciones, no veo muy buenas las raíces de la República.” (Diario, 1968:329)
Deje un comentario