Hago una llamada familiar de viernes, y me contestan “te llamo luego, aquí todos estamos viendo La Neurona Intranquila”, no es la primera vez que me pasa. Y en otras oportunidades lo he podido comprobar, familiares, vecinos y amigos, no se pierden el programa, y no como simple espectadores, ellos también compiten y se apuntan los tantos y luego el ganador se vanagloria ante todos, “yo soy el que más sé”. Esto ya ocurría, desde yo pequeña, con Escriba y Lea, pues el espacio, aún en pantalla, cuenta ya con más de 40 años y se mantiene. Recuerdo que muchos de mis vecinos eran “fans” de la Doctora María Dolores Ortiz, otros de Du Bouchet, o de Galich Menéndez y Fernández Bulté, estos últimos ya desaparecidos. Pero aún el programa está y cuenta con la Doctora Ortiz y los doctores Pérez Herrero y Félix Julio Alfonso.
Hay que reconocer que estos espacios en nuestra televisión son un aporte importante al conocimiento y la sabiduría de los grandes públicos, en primer lugar porque incentivan a buscar, a investigar, incluso al que se equivoca en la respuesta en su supuesta “competencia familiar”. La Neurona…, ahora con una nueva apariencia, a partir de contar con la participación de RTV Comercial, ha incorporado secciones novedosas y segmentos que hacen, sin lugar a dudas muy atractivo el programa. Ya con anterioridad, cuando surge era una competencia diferente, pues no solo el conocimiento cuenta, sino también la agilidad mental, y esto es algo importante porque poner en marcha la mente es una de las cosas que pueden garantizar la rapidez en captar un mensaje, ahora que las nuevas tecnologías lo exigen, pero para los mayores, es una forma de garantizar la salud neurológica.
Escriba y Lea se ha mantenido como un proyecto más convencional, al contar con catedráticos que fungen como panelistas, y en el que los televidentes son de alguna forma, al igual que La Neurona… quienes sugieren temas para descifrar, que luego debatidos por la mesa les aporta más información. Sin embargo, Escriba y Lea ha transitado por varios canales y horarios, no obstante, cuenta con un público firme que lo sigue y se siente motivado por sus intervenciones.
No podemos dejar de lado estos programas, afortunadamente, La Neurona Intranquila ha gozado con más suerte y hasta tiene un programa dedicado a la generación más joven llamado La Liga Juvenil de la Neurona. Porque estos espacios contribuyen a la educación de nuestros públicos y lo más importante es la incitación a la búsqueda y la investigación, sin embargo, no los promovemos lo suficiente, y no me refiero con ello, a anunciar los horarios de presentación, me refiero a tener más proyectos en nuestra pantalla que sigan estos derroteros.
Abundan los programas musicales, no por gusto nuestro país es conocido en el mundo, por la Isla de la Música, pero quizás dedicarle algunos espacios a este tipo de proyectos valdría la pena. No he investigado si es que no han existido propuestas interesantes para este tipo de programas, pero estoy segura que si se buscan aparecen. Quizás, en las que se concurse por una motivación interesante como ocurrió por la década del ochenta con Nueve mil quinientos cincuenta, luego de varias sesiones en concurso, el vencedor de las diversas etapas de competencia era premiado con un viaje a la entonces Unión Soviética. Estoy segura que se pueden encontrar apadrinamientos para este tipo de programas, al igual que los tiene La Neurona…, pero no creo que el premio final sea la motivación más importante para participar, ¿qué premia, entonces, a los que compiten desde sus casas?, sino es, solo el afán de demostrar que tienen el conocimiento.
Motivar el conocimiento, prestigiar en nuestras pantallas al que lo tiene, y que el público los reconozca en las calles ya es un premio inmenso. Estoy segura que con algunos de estos programas pensados, incluso, para diversos grupos etarios, nuestra televisión ganaría y los televidentes también.
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