La presentación del libro El telescopio de la hormiga. Los períodos creativos del Indio Naborí, del poeta y ensayista Fidel Antonio Orta Pérez (La Habana, 1963), realizada en la sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba durante la 26ta Feria Internacional de Libro La Habana, 2017, constituyó un emotivo tributo a Jesús Orta Ruiz, figura central del volumen.
La edición inaugural de este título que es la primera periodización de la obra literaria del, tuvo lugar en México en el año 2012 bajo el sello del Frente de Afirmación Hispanista y presenta un prólogo del catedrático de Filología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, doctor Maximiano Trapero, que se ha incorporado también a esta inicial edición cubana.
Un panel integrado por Miguel Barnet, presidente de la UNEAC, el poeta Waldo Leyva Portal, el escritor y ensayista, Virgilio López Lemus y el autor, hijo del Indio Naborí, ofreció sus valoraciones acerca del texto en cuestión, de la obra y la personalidad del inolvidable juglar cubano.
Barnet al iniciar sus palabras consideró que era un honor presentar un libro del popular poeta que conmocionó con sus versos a todos los lectores y particularmente a la intelectualidad cubana más selectiva y exigente y acentuó que en su obra se destaca una característica poco común: que un poeta popular sea a la vez un poeta culto y opinó asimismo que este es el más grande exponente de la décima en Cuba.
Luego resaltó que como parte de su seudónimo, Orta Ruiz escogió naborí que era el indio de la más humilde escala social entre los aborígenes de la Cuba precolombina “el más modesto, el más silencioso, y eso está expresado en toda su obra, ese sentimiento y esa alma rica en valores humanistas”.
Seguidamente declaró: “me sorprende la capacidad de exégesis literaria y lingüística de Fidel Orta y me fascina también que el hijo de Papá haya hecho un libro tan hermoso, un canto de amor con una objetividad meridiana acompañada de ese sentimiento profundo que es el cariño a un padre excepcional que fue no solo para él, sino para todos los de mi generación”.
Evocó la publicación, años atrás, del cuaderno del Indio Naborí Entre y perdone usted: “todos quedamos doblemente admirados del gran improvisador, del gran repentista, del poeta coloquial, íntimo, que se acercaba al alma de la poesía con otro lenguaje. Entre y perdone usted es una obra mayor y toda su obra es de un alcance supremo”.
Barnet felicitó a Ediciones Unión y particularmente al autor por haber hecho esta obra dedicada al Indio Naborí “ese grande de la literatura cubana, ese hombre modesto, sencillo, humano, que en los momentos más difíciles de mi generación nos dio un abrazo y nos dijo «hay que ver la poesía y la poesía solo se ve haciéndola y leyéndola»”.
Waldo Leyva al intervenir afirmó que este libro demuestra el amor del autor hacia su padre pero de igual forma la admiración y respeto que sentía por este como poeta “y estas dos condiciones lo llevan a escribir un libro que es una especie de radiografía de la obra, la personalidad y el carácter vertical del Indio Naborí desde sus primeros momentos hasta sus últimos instantes”.
Aseguró que el poeta fue un hombre justo, que no fue un extremista y que supo con claridad que “ser revolucionario no autoriza a ser injusto, ni a no poner la mano en el hombro de quien lo necesita”.
Mencionó entre las muchas virtudes del libro que está escrito de una manera muy didáctica, muy coloquial, sin grandes teorizaciones sino reflejando la esencia de la obra del poeta y más adelante alabó el sentido del detalle en la escritura del mismo.
Señaló además que Orta Ruiz irrumpe en el panorama de la poesía cubana en la década del 30 del pasado siglo y que es indudablemente quien propicia el punto de giro de la décima cubana, con sus estrofas escritas para ser cantadas, siendo al mismo tiempo uno de sus mayores exponentes.
Leyva aseveró que frente a la renovación iniciada por Naborí a los improvisadores les resultó difícil pensar que la décima podía desplazarse “de una imagen visual puramente externa a una imagen visionaria donde el plano evocativo se impone al real, donde lo abstracto puede concretarse, donde lo simbólico tiene mayor penetración, donde la elegía o el madrigal encuentran acomodo, sin embargo poco a poco fue ganando espacio esta nueva actitud en el proceso de creación poética”.
Subrayó la presencia del neopopularismo en la poética de Naborí por la influencia especialmente de Federico García Lorca “pero su llegada al metaforismo que él usa no está extraído miméticamente de la poesía de Lorca ni de los neopopularistas sino que lo encontró en la búsqueda -como la hormiga, desde abajo- de su mundo campesino y son esos elementos con los que él va a enriquecer su poesía en general”.
Por su parte Virgilio López Lemus celebró la publicación de El telescopio de la hormiga y confesó que el texto que escribió sobre este es esencialmente emotivo y que comienza con un justo elogio a Eloína Pérez, compañera de toda la vida del Indio Naborí y madre del autor.
Posteriormente enfatizó en que Naborí “tuvo la extraordinaria virtud de ser un poeta legítimo con dones para cantar su propia poesía y para escribirla convirtiéndola en arte de la palabra escrita; fue una persona buena y noble”.
Llamó la atención en que sobre la obra de Naborí hay que indagar, valorar y escribir mucho más, pero, agregó, “este libro de Fidel Orta abre puertas muy destacadas para el mejor conocimiento de los procesos creativos del poeta extraordinario”.
A la postre anotó que el mérito mayor del texto era que estaba escrito con prosa clara, conocimiento de fondo, análisis racional, objetivo y fervor; “obras no fervorosas no dejan huellas”, sentenció López Lemus.
Fidel Orta al comenzar su intervención agradeció las palabras entrañables -las llamó- de Barnet, Leyva y López Lemus y a los muchos amigos presentes en esta ocasión.
Después manifestó que El telescopio de la hormiga “es una deuda que yo tenía conmigo mismo. Cabalgo sobre este empeño desde el 30 de diciembre de 2005. Entonces me decía: ¿cuándo lo escribo?, ¿cómo lo escribo? En fin, la huella que mi padre había dejado, confundida a diario con la desolación familiar, era algo que de forma constante me taladraba el pecho”.
En otro momento de su discurso explicó que escribió el libro “casi de memoria, envuelto cada mañana en un aire íntimo que no admite bibliografía o notas al pie de página”.
Advirtió que el texto está dirigido a los jóvenes lectores; “puesto que en ellos, sólo en ellos, puede perpetuarse la memoria de un poeta que es sinónimo de identidad nacional”.
Recalcó igualmente que el Indio Naborí es un caso atípico en la historia de la literatura cubana,” un caso único e irrepetible cuya luz conserva un poderío expresivo que produce asombro”.
Concluyó el autor dando lectura a un impresionante poema que Naborí compusiera a la muerte de su propio padre en el año 1952.
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