La novela El desfile del amor, del ensayista, narrador y traductor mexicano Sergio Pitol, Premio Cervantes del año 2005, fue presentada en el más reciente Sábado del Libro, con menos público del que merecía una obra de tan alta calidad.
La presentación que hizo Cristhian Frías, editor de la misma, sin miedo a la ponderación, fue excelente y dejó al auditórium con apremiantes ganas de leer la narración; al fin y al cabo, esa es la intención al presentar un libro, y no solo el despliegue de saberes a propósito del autor y su obra.
Una buena selección literaria como celebración del Día Mundial del Idioma y del Derecho de Autor fue este volumen de Sergio Pitol Demeneghi (Puebla, México, 18 de marzo de 1933), que publican la Editorial Arte y Literatura y Torre de Letras, la cual obtuvo en 1984 en Barcelona el Premio Herralde de Novela, y que forma parte del Tríptico del Carnaval, junto a Domar a la divina garza (1988) y La vida conyugal (1991).
El también investigador y crítico literario inició su presentación con la confesión de que “cuando leí esta novela por vez primera padecí —y lo digo para castigarme—, una insoportable incertidumbre (…) al cerrar la última página lo sabía todo y al final no sabía nada”, tal y como le ocurre a Miguel del Solar, protagonista de la narración al terminar la investigación —treinta años después—, de las circunstancias específicas del asesinato de un joven austríaco ocurrido en el año 1942 en el edificio Minerva, en México.
Reveló el editor que en aquel momento se sentía incapaz de relatar la trama de la obra pero que sí podía describir a los personajes, hablar del estilo de Pitol y de la importancia de la memoria en la narración: “Fui víctima del artificio de esta novela: en vez de leerla la había vivido con estupor”.
Explicó entonces que en el texto todo está insinuado, de ahí que sea difícil apresar la historia “y el lector padezca una pavorosa ansiedad”; y más adelante añadió que “El desfile del amor es una parodia de absolutamente casi todo”, y que dicha parodia comienza a partir de la propia carnavalización del género de la novela negra, pues aparentemente se narra una pesquisa detectivesca pero al final no aparece la revelación, pues la carga de intensidad está en los obstáculos que no permiten al protagonista —y al lector—, llegar a la verdad.
Más adelante expuso que cada capítulo del libro lo constituye la entrevista a uno de los personajes, los cuales brindan versiones contradictorias del suceso que investiga Solar; “todos tienen un fragmento de lo ocurrido dilatado, inventado, incierto”; seguidamente describió a cada uno de los personajes, la vida de los cuales cambió a partir de la ocurrencia del asesinato en el Minerva, son incapaces de revelar el misterio, y se odian entre sí, quizás por lo cual no dicen todo lo que saben, o acusan a los otros. Señaló Frías también, que el enigma mayor está dado en saber quiénes son estos personajes realmente.
Al final de su presentación anunció que la editorial Arte y Literatura y Torre de Letras publicarán las restantes dos novelas del Tríptico del Carnaval, y que apenas en unos meses los lectores tendrán en sus manos Domar a la divina garza.
“Espero no haberlos confundido más con estas palabras, si fue así eso solo puede significar que aún estoy inmerso en la trama, que aún me domina la incertidumbre de la historia, y si una novela es capaz de provocar tan largos estados, debe ser buena”, declaró el presentador.
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