Perucho, el Himno y aquel momento de luz


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Aquel hombre tremendo, de música y fidelidad total a Cuba, cumpliría este 18 de febrero 203 años de edad. Pedro Felipe Figueredo y Cisneros, como lo llamaron sus padres, el autor del Himno Nacional, sigue siendo un símbolo de poesía más allá de las palabras. Aquella marcha guerrera entraña también el amor verdadero, el decoro y la dignidad de un artista y todo un pueblo.

La escena parece casi de película. Perucho está sobre su caballo. A su alrededor cientos de personas expresan “¡Viva la Revolución!” “¡Viva la independencia!” “¡Muera España!” “¡Viva Carlos Manuel de Céspedes!” “¡Viva Perucho!…”

La Ciudad de Bayamo, la primera liberada por los mambises, era un manantial de emociones, un hervidero patriótico. Después de unas 40 horas de combate y lograr la victoria, todos estaban repletos de entusiasmo.

Aproximadamente, a las 10 de la mañana, del 20 de octubre de 1868, había entrado a la Plaza de la Iglesia Parroquial Mayor la División La Bayamesa, bajo el mando del General Figueredo.

Minutos después, el pueblo aclamaba: “Perucho, la letra”, ¡La letra!…

El historiador Aldo Daniel Naranjo manifiesta que desde fechas anteriores algunos pobladores tarareaban ese himno de libertad. “Estaban ansiosos, por eso lo pedían con tanta insistencia. Era el momento adecuado, no existía ningún impedimento para que esos versos broncíneos estremecieran la ciudad libre y se expandieran por toda Cuba”, expresa.

Resalta que era una marcha de guerra, un llamado permanente al combate. Según refiere, en cualquier análisis debe tenerse en cuenta que simboliza la nación, pues su esencia no es el llamado a los bayameses, sino a todos los cubanos, porque “… morir por la Patria es vivir”.

Aclara que verdaderamente toda la multitud no conocía la letra, aunque sabía su existencia. Ese día Perucho no lo compuso, como han divulgado algunos, aunque sí lo reprodujo en un papel encima de su caballo, gracias a la memoria.

Aquellos párrafos pasaron de mano en mano. Hubo quien realizó copias apresuradamente, y pronto se oyeron voces: “Al combate, corred, bayameses, que la Patria os contempla orgullosa…”

El momento fue más especial, porque también estaba la orquesta del maestro Manuel Muñoz Cedeño, y se armonizaron letra y música, lo cual debió constituir un espectáculo estremecedor.

EL HIMNO ANTES DE 1868

Daniel Naranjo narra que en 1867 el abogado y revolucionario bayamés Francisco Maceo Osorio le dijo a Perucho Figueredo: “A ti, que eres músico, te toca componer nuestra Marsellesa”.

Y meses después, el talentoso bayamés ya tenía la obra, la cual fue conocida por unos pocos. Figueredo entregó las partituras de su composición a otro artista de prestigio, Manuel Muñoz Cedeño, vecino suyo, quien la instrumentó con su orquesta.

Algunos aseguran que la esposa de Perucho, llamada Isabel Vázquez, excelente poetisa, también participó en la creación. Así lo expresó, por ejemplo, Carlos Manuel de Céspedes, hijo del Padre de la Patria y yerno de Figueredo.

Conocido es también que, con la aprobación del cura Diego José Baptista, la música del Himno fue estrenada públicamente el 11 de junio de 1868 en medio de las celebraciones del Corpus Christi, en la Iglesia Parroquial de Bayamo.

En esa ocasión, el teniente coronel Julián Udaeta calificó la melodía de subversiva y revoltosa, pero seguramente jamás imaginó que apenas meses después, el 20 de octubre, él tendría que firmar la capitulación de las tropas españolas, jornada en la cual esa marcha patriótica retumbó en la urbe con su letra completa.

Por la importancia de aquel hecho, se escogió el 20 de octubre como el Día de la Cultura Cubana, fecha en la cual se realizan múltiples actividades en todo el país.

Según historiadores, en el futuro se suprimieron las estrofas del texto original que condenaban casi cuatro siglos de ignominias y crímenes del yugo colonial de España, pues podrían herir la sensibilidad de aquel pueblo, con el cual los cubanos permanecemos relacionados por lazos de sangre y de cultura. No se debe olvidar, además, que muchos españoles integraron el Ejercito Libertador y alcanzaron grados de oficiales.

Investigadores, como Luis Toledo Sande, resaltan que modificaciones textuales y melódicas han dado por fruto una pieza ágil, de contundente brevedad y de musicalidad electrizante.

El Himno constituye símbolo de heroicidades y sacrificios. Nacido de la sinceridad y el coraje de hombres y mujeres que amaron verdaderamente a Cuba y no deseaban verla sometida por potencia extranjera, ni aceptarían jamás ser instrumentos de quienes desean la muerte de su pueblo y la Revolución por la que tanto ellos lucharon.


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