Informar, convencer y
reflexionar, no son sólo principios básicos del periodismo. Las mujeres y los
hombres que asumen este reto, están comprometidos con un principio ético
todavía mayor: decir la verdad y pelear por ella.
Por esta máxima, la
mayoría de las veces se cuestiona la labor de un periodista. A veces, bajo el
mandato de que sólo “quien paga, manda”, se acostumbra a ocultar la veracidad
de los acontecimientos o alterar el estado de los hechos. En cada uno de los
casos, nunca se hace un periodismo sincero.
En Cuba, país víctima de
ataques provenientes de todas partes, los periodistas fueron y son condenados
por otros que se autoproclaman totalmente libres en el decir y el hacer,
olvidando cualquier precepto ético de esta profesión.
Sin embargo, ejemplos como
José Martí, fundador del periódico Patria,
Juan Gualberto Gómez, Fidel, Félix Elmuza, Marta Rojas, Julio García Luis, Luis
Sexto, entre otros, demuestran cómo el periodismo no es carrera que se lleva en
las espaldas, sino en el corazón.
La mentira no camina con
el periodismo. Así lo probaron con su obra cientos de profesionales: Julius
Fucik, Gabriel García Márquez, Rodolfo Walsh, Eduardo Galeano, Elena
Poniatowska…Por tanto, para los que inician, se desarrollan o aspiran a
comprometerse con esta labor, la vida de cada uno de ellos sirve como manual.
El 14 de marzo en Cuba,
más allá de una fecha histórica en el calendario, es la oportunidad de evaluar
cómo podemos hacer un periodismo cercano al pueblo y firme en los principios
que se defiende. Un periodismo que no tema a los peligros ni a las amenazas.
Corresponde a los
periodistas de aquí, examinar los conflictos y no irritarlos con un juicio
apasionado, tal y como escribiera el Apóstol cubano en 1875. Se trata de
caminar con la verdad a todas partes. Escribir o hablar con inteligencia… Hacer
un periodismo vivo.
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