Todos en el barrio le conocen como el papá de Sachel y de Sade porque siempre anda de la mano con sus hijas. Algo no sorprendente, pero tampoco tan común en nuestras calles. Se le ve pues, cotidianamente con una de ellas, o con las dos, siempre apurado porque hay algo más que hacer después que las deje en la escuela, o en el deporte, o en las clases de teatro, en las clases de música, o en las clases de inglés, o en las clases de francés, o luego de llevarlas al concurso de música que dijeron en la televisión, o a cuanto aparezca, porque así es de preocupado por la instrucción de sus hijas. A veces su esposa Elisabeth le acompaña y entonces van los cuatro por acá o por allá, siempre buscando algo que aprender y en qué ocupar el tiempo con utilidad.

Yaser es joven y se comunica fácil con todos. Mas no muchos conocen en el barrio, que ese robusto hombre siempre sonriente y de hablar apresurado, es también un excelente artista plástico que firma Rittole, apellido de su madre  y que cuando llega a su casa se sumerge en los lienzos, las fibras naturales, los pinceles. Y que va entonces de la mano de la mano de los colores, ocres o azules que tanto le gustan, a crear sus piezas artísticas. Y que explora en la escultura, la pintura, el grabado, reinventando nuevos caminos de realización personal en el arte.

Gran conversador como buen cubano, a Yaser le gusta contar de su incursión como enfermero, otra vocación de servicio, aún antes de ser graduado de la Academia de San Alejandro. O del hermoso  proyecto que estuvo a punto de concretar en la pasada Bienal de la Habana justo en el poblado de Santa Fe, allí donde nació el segundo al mando del yate Granma Juan Manuel Márquez. Porque nuestro artista  -el padre especial de nuestra historia- diseñó una réplica del Yate a escala natural realizado en arte povera. Ideaba que los niños pudieran reencontrase con  este gran acontecimiento y luego llevar a través del dibujo sus propios mensajes que serían expuestos dentro y fuera de la embarcación y que aún conserva, el prototipo en casa, tal como también está en el Palacio Municipal de Pioneros del municipio Playa otro pequeño del Yate Granma que elaboró con junquillos y cortezas de palma junto a los niños de la Escuela Primaria Ignacio Pérez hace unos años para aquél concurso de pioneros exploradores; Y así… sueña y conversa, mientras cautiva al interlocutor con su jovialidad y energía, enamorado como está de sus dos grandes carreras, la de ser padre, un buen y verdadero padre y la de artista.

Qué importante para nuestra sociedad que haya en la familia cubana padres más ocupados que preocupados en la educación de sus hijos. Cuán lamentable que olvidemos que el  transcurrir del tiempo es irreversible y que cada momento cuenta en la instrucción, en la educación, en el cariño y en la protección que seamos capaces de entregarles. Cómo hacer cuando se hace difícil inmersos como estamos en miles de tareas y responsabilidades también incluso vitales, que nos alejan del hogar y del minuto a minuto con nuestros hijos.

Por eso nos sorprendía y alegraba tanto ver a este joven padre tan dedicado a su hermosa responsabilidad paterna, no cuestión de un día o dos, sino de cada vez.

Hoy la sociedad cubana avanza no solo en la igualdad de la mujer, sino en dar la posibilidad a los hombres de cumplir roles y responsabilidades que otrora correspondían solo a las mujeres, digamos como la Licencia de maternidad que se otorga a uno de los padres, indistintamente, el que cuidará a su hijo en su primer año de vida a tiempo completo. Hasta en eso tendremos que preparar a nuestra sociedad aún más, para que sea cada vez más común encontrarnos con padres que como Yaser tiene a puro orgullo su hermosa tarea de ser padre a tiempo total.

Y cómo entonces no volver siempre a nuestro amado Martí, ese padre de todos los cubanos cuando dice: “El hombre crece con el ejercicio de sí mismo”.