Todos sabemos que la historia de la humanidad es el registro de nuestro acontecer que los seres humanos hacemos con elementos objetivos y subjetivos. La humanidad en su conjunto tiene una historia y cada uno de los pueblos que la componen tienen la suya propia. Las historias particulares interaccionan entre sí y van conformando el todo.
Si algo caracteriza al acontecer humano es la continuidad y el cambio. Nada permanece estático e inmutable en la sociedad humana.
El pasado engendra al presente y este al futuro. Si hoy somos el resultado del ayer, mañana lo seremos del hoy.
José Martí enseñó que: Para estudiar las posibilidades de la vida futura de los hombres, es necesario dominar el conocimiento de las realidades de su vida pasada. No se puede predecir cómo progresará el hombre, sin conocer cómo ha progresado. (8-347) (1) Lo pasado es la raíz de lo presente. Ha de saberse lo que fue, porque lo que fue está en lo que es. (12-302)
La experiencia aconseja no confundir los deseos con la realidad, pero si no nos trazamos metas a alcanzar andaríamos sin rumbo, deambulando en el desconcierto.
Enfatizaba Martí: Hombre es algo más que ser torpemente vivo: es entender una misión, ennoblecerla y cumplirla. (6-232)
Cuba logró, con el triunfo de la Revolución en enero de 1959, la posibilidad de alcanzar las aspiraciones que desde inicios del siglo XIX desearon alcanzar las mentes más lúcidas de la nación: independencia nacional y justicia social. Se hizo lo que aconsejó José Martí: Los hombres políticos de estos tiempos han de tener dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de lo innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe. (14-59)
Esa elaboración paciente de la sociedad futura ha sido sistemáticamente entorpecida por nuestro poderoso vecino cercano, a lo que hay que sumar nuestras propias limitaciones y errores. Martí había advertido que: De todos los problemas que pasan hoy por capitales, sólo lo es uno: la ignorancia de las clases que tienen de su lado la justicia (5-101) y que El hombre sincero tiene derecho al error. (8-257)
Lo que no puede hacerse es persistir en el error una vez detectado, sino reconocerlo y rectificarlo.
Han pasado cincuenta y ocho años desde aquel enero victorioso, pleno de júbilo popular. Se ha realizado una obra grandiosa. Se cumplieron los sueños de varias generaciones de patriotas y revolucionarios, de hombres buenos y sabios. Como toda obra humana, la que hemos hecho no es perfecta. Nuestra área de trabajo más defectuosa ha sido la economía. Y como esta es la base de la sociedad, sus aspectos negativos repercuten en lo social y lo político. La gran batalla del presente está en ese campo y hay ya avances iniciales notables en los dos últimos quinquenios. Pero son insuficientes. Son apenas un comienzo que aún no se sostiene con firmeza, pero da sus primeros pasos. Junto a los cambios en la economía se producen también los de la superestructura.
Vivimos en un mundo muy interrelacionado. La globalización que iniciaron las tres carabelas de Cristóbal Colón, hace poco más de cinco siglos, ya es hoy una realidad omnipresente, tanto en la vida de cada día, como en las instituciones que buscan poner de acuerdo al conjunto de las naciones.
Y el mundo cambia, a veces para bien y otras para mal, de modo sorprendente. Y como parte del mundo, ningún país puede ser ajeno a lo que ocurre en el resto.
Si a comienzos de la década de los cincuenta del siglo pasado los ejércitos de los EEUU y algunos aliados, bajo la bandera de la ONU, arrasaban el territorio del norte de Corea hasta el fronterizo río Amrok o Yalú, según se nombre en coreano o en chino, y un millón de voluntarios chinos entraron en acción para hacerlos retroceder hasta más abajo del paralelo 38 y obligar a la firma de un armisticio vigente hasta hoy; en la actualidad las relaciones entre los EEUU y la República Popular China, después de un período de más de veinte años rotas y con los EEUU queriendo reemplazar a China con la isla de Taiwán, una provincia china a la que le otorgaron, inclusive, la representación del país en las Naciones Unidas, cambiaron su política y establecieron Oficinas de Enlace en las respectivas capitales, y años después pasaron a relaciones diplomáticas plenas bajo los términos que China siempre defendió, y a ellas siguieron amplias relaciones económicas, sin que desaparecieran las contradicciones existentes. La nueva política económica china defendida por Deng Xiaoping le permitió a su país convertirse hoy en la segunda potencia económica mundial. La obra tiene defectos que los dirigentes chinos son los primeros en señalar y enfrentar. Son las manchas del sol de las que hablaba José Martí en su artículo Tres héroes.
Otro cambio enorme. En la década de los años sesenta y la mitad de los setenta, las fuerzas armadas de los EEUU invadieron a Vietnam. Sobre su territorio lanzaron una cantidad de explosivos mayor que toda, repito, toda la utilizada durante la Segunda Guerra Mundial. Napalm, agente naranja, guerra química.
El heroísmo y la inteligencia vietnamitas y la solidaridad mundial con ese pueblo, incluyendo sectores importantes del pueblo estadounidense, contribuyeron a la derrota militar de los invasores y al triunfo del pueblo vietnamita. Esto es historia no lejana. Sin embargo, estas dolorosas circunstancias no impidieron el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países y el desarrollo de relaciones económicas.
Y no es que nadie olvide el pasado, sino que, a partir del pasado, hay que forjar un presente y un futuro mejor.
Si creemos y proclamamos que un mundo mejor es posible, no podemos cerrarle la puerta. Por eso es que el gobierno cubano auspicia las conversaciones para la paz en Colombia y facilitó el histórico encuentro en La Habana entre el Papa Francisco y el Patriarca Kiril. Fue durante la presidencia de Cuba en la CELAC que la totalidad de los gobiernos de América Latina y el Caribe declararon a la región como zona de paz.
Hace más de veinte años venimos presentando ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el proyecto de resolución titulado Necesidad de poner fin al bloqueo económico, financiero y comercial de los EEUU contra Cuba. El año en que lo inscribimos, decidimos no presentarlo a votación. No había condiciones favorables; pero el tema quedó inscripto en la agenda y al año siguiente se reinició la batalla para defender el proyecto. Año tras año se fueron ganando apoyos hasta llegar a la votación pasada con sólo dos votos en contra, los EEUU e Israel, y el resto de los miembros a favor. Una verdadera paliza moral y política.
Pero lo singular en todo esto es que el actual jefe del gobierno de los EEUU se pronuncia también contra el bloqueo. Es el primer y único presidente de ese país que lo ha hecho. Todos sabemos que el bloqueo está formado por un conjunto de leyes como la Helms-Burton o la Torricelli, que sólo puede levantarlas el Congreso de los EEUU, en el que tiene mayoría la oposición al gobierno del presidente Obama. Es cierto también que el presidente puede tomar una serie de decisiones que pueden ir vaciando de contenido al bloqueo. Y algo se ha hecho.
A favor del presidente Obama se puede recordar la eliminación de las brutales restricciones que la administración de George W. Bush le impuso a los cubanos residentes en los EEUU para viajar a su país de nacimiento (era una vez cada tres años, sólo por diez días y con un gasto mínimo autorizado, según recuerdo); el restablecimiento de relaciones diplomáticas en pie de igualdad y el negociar asuntos de interés bilateral, entre ellos la eliminación de Cuba de una espuria lista de países que apoyan el terrorismo y en la que nunca debimos estar y que si se hiciera seriamente tal lista la podrían encabezar los propios EEUU y su socio Israel. Fue también el presidente Obama el que dejó en libertad a los tres de nuestros cinco héroes que guardaban injusta prisión tras un juicio político amañado y decidido antes de comenzar. En otros de los temas negociados van apareciendo algunos resultados como el establecimiento del correo aéreo directo, el acuerdo para que se restablezcan los vuelos aéreos de líneas regulares, acuerdos de telefonía directa, aumento de las categorías de viajeros de los EEUU hacia Cuba, ya no sólo en grupos, sino individualmente; autorización a una inversión en la Zona Económica de Mariel, autorización a cruceros de viajeros para hacer un bojeo a Cuba tocando los puertos de La Habana, Santiago de Cuba y Cienfuegos; se han firmado varias cartas de intención en diversas ramas, incluyendo la agricultura, y, esto sólo anunciado y en proceso de clarificación y que sería la medida más importante desde el punto de vista económico, la autorización a que Cuba pueda emplear el dólar estadounidense en sus transacciones internacionales. Todo esto reafirmado con una visita a Cuba del presidente de los EEUU, la primera en la historia con un carácter bilateral, pues la de Coolidge fue en ocasión de una reunión internacional de la que Cuba era sede.
Repito lo que ya dije en otro artículo: Obama es el presidente de los EEUU y responde a los intereses de ese país, de la plutocracia que lo gobierna. Y no puede ser de otra manera. Pero hay formas y formas de defender los intereses. No son iguales las políticas del último Bush a las de Obama. Y también sabemos, por la historia, de las contradicciones antagónica que pueden existir dentro de los círculos de poder en Washington. El asesinato de los hermanos Kennedy es una prueba irrefutable de hasta donde pueden llegar las pugnas internas.
De lo que se trata, como claramente ha expresado nuestro presidente Raúl Castro, es de procurar una convivencia civilizada con respeto a nuestras diferencias en un mundo que necesita levantar, para la supervivencia de la humanidad, un consenso dentro del respeto a la diversidad. No arriamos nuestra bandera, pero entendemos, como lo entendieron los chinos y los vietnamitas, que lo que contribuya a un clima de paz y respeto, ayuda a avanzar en el camino hacia un mundo mejor.
Con Martí podríamos repetir: El Mundo entero es hoy una inmensa pregunta. (8-266) El mundo está de cambio. (8-290)
Nuestro gobierno ha logrado, con inteligencia, firmeza y honradez, ir desmontando las estructuras que se levantaron en contra de Cuba, en nuestro continente y en Europa, las fuerzas que deseaban destruirnos. Ha sido y es un trabajo constante y paciente.
Martí nos enseñó que frente a los planes enemigos la alternativa es juntarnos y elaborar plan contra plan. Sin plan de resistencia, no se puede vencer un plan de ataque. (2-15) Y también que: La honradez es el vigor en la defensa de lo que se cree, la serenidad ante las exigencias de los equivocados, ante los clamores de los soberbios, ante las tormentas que levantan los que entienden mejor su propio provecho que el provecho patrio. (1-101)
Los que se han opuesto a la visita de Obama a Cuba son aquellos que hicieron carrera viviendo de la confrontación, los Díaz Balart e Ileana Ross, los Marco Rubio y Ted Cruz y lo peor de la derecha estadounidense.
Para Cuba, esta es la hora de la unidad del pueblo y su gobierno para consolidar los aciertos y rectificar las deficiencias. Martí recomendaba: Jóvenes y viejos han de estar perpetuamente en la faena nacional: crece de este modo lo mejor del alma. (12-472)
El patriotismo es un deber santo cuando se lucha por poner la patria en condiciones de que vivan en ella más felices los hombres. (1-320)
Agitar, lo pueden todos; recordar glorias, es fácil y bello: poner el pecho al deber inglorioso, ya es algo más difícil; prever es el deber de los verdaderos estadistas. (4-221)
La política de Cuba es aquella que definió Martí con estas palabras: Hay una política sin crimen, que es la que conoce y mueve los elementos reales de un país para su mayor bienestar y la habitación decorosa del hombre en él. (2-411)
¡Bienaventurada la tierra donde se libran las batallas de la paz! (9-349)
Nota:
(1) Citas tomadas de las Obras Completas de José Martí publicadas por la Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Al final de cada una se indica, entre paréntesis, tomo y página.
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