Patrimonio, historia y contemporaneidad en el audiovisual educativo. La experiencia de “Punto de Partida”


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Cada vez más aceleradamente el ser humano se ve conminado a adoptar, en las condiciones actuales, nuevos modos de comunicación interpersonal; en ello ocupa un lugar preponderante el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs). A pesar de que se reconozca que no están distribuidas justamente y que benefician, generalmente, a algún grupo social desde la política al llevar en sí mismas el conflicto del poder por el control, desde 2005, al publicar el informe sobre Sociedades del Conocimiento, la UNESCO advierte como una de las tareas fundamentales el replanteo de la educación y la difusión pública de los conocimientos, en tanto actividades sociales vinculadas a la producción y transmisión de saberes, y la implicación de soportes materiales y medios electrónicos para la comunicación, el trabajo, el ocio y la educación.

Entre ellos, con un impacto irrebatible, se destaca el audiovisual; un fenómeno que, de alguna forma, está llamado a constituir “la economía más fuerte del siglo XXI, el principal motor económico, industrial y comercial del siglo XXI, la fuente que va a generar más empleos, más circulación de venta, más vinculación a las economías nacionales” (Senna, 2016:1) (1), sobre todo por su capacidad de dominio sobre las ideas, el pensamiento y el conocimiento, y por sus posibilidades de interactividad en el creciente radio de acción de la comunicación humana.

Para las Ciencias Pedagógicas, el audiovisual constituye una herramienta que facilita el proceso del conocimiento al transmitir un contenido de manera creativa, propiciando el interés y la participación, y dejando a su vez una huella en el estudiante. Pero al tratarse de un recurso puesto en función de la docencia, ha de mantener equidad entre el lenguaje verbal y el que no lo es, porque tan importante es lo que explica el profesor o especialista, que la forma en que lo demuestra la imagen y el resto de los sonidos, como puede ser la música; se logra, en materia de información, un producto global que facilita el proceso del conocimiento.

Entre los recursos para la enseñanza, la capacitación y la superación profesional, la tecnología educativa apoya la efectividad de trabajo del profesor, así como la motivación por parte de los estudiantes, en la medida en que garantiza la asimilación de lo esencial. Puede ser, en efecto, “la respuesta ideal a los problemas de la motivación y del rendimiento académico del alumno” y también propiciar que “el aprendizaje tenga lugar en el intercambio de cooperación, el planteamiento de hipótesis, el reconocimiento del otro y la aceptación de la diversidad.” (Hernández, 2005:12) (2)

La televisión, en este sentido, resulta especialmente factible para ofrecer, de conjunto y con relativa facilidad, diversas gamas del conocimiento desde propuestas artísticas al alcance de un público mayoritario con un costo aceptable, aunque se destaque en su contra la unidireccionalidad de la transmisión, la ausencia de interactividad y la necesaria simultaneidad para visualizar los programas.

En el caso de Cuba, aunque puede contarse con algunas experiencias previas que nos sitúan como pioneros en América Latina en el uso de los medios de comunicación con fines educativos –la Universidad del Aire (3)  o Escriba y lea (4) , por citar solo un ejemplo radial y otro televisivo–, es al calor de la Batalla de Ideas, hacia 1999, cuando se potencia el uso de los recursos audiovisuales en el proceso pedagógico como parte del sistema educacional, no solo en la televisión, sino también en videos y softwares. Comienza a desarrollarse, en esa etapa, el “Programa Audiovisual”, puntero entre los más de cien programas promovidos por el Gobierno Revolucionario para elevar la cultura general integral de la población, y en especial del sistema educativo nacional.

En este contexto, el 9 de mayo de 2002 el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) inaugura el Canal Educativo, que mantiene hasta hoy una programación conformada por espacios curriculares, de apoyo curricular, de formación cultural general y de superación para docentes, aprovechando el horario escolar para aquellos espacios vinculados directamente a la docencia. Teniendo en cuenta la premisa de que la educación ciudadana es un deber de toda la sociedad y sus instituciones, se priorizan, en todos los casos, los conocimientos históricos, políticos y culturales con énfasis en lo nacional y su relación con procesos foráneos; para ello, “una vez localizado el conocimiento, se convoca a realizar su decodificación y su tratamiento didáctico, para ser socializado.” (Hernández, 2005:19) (5)

2002 es también el año en que el Centro Nacional de Superación para la Cultura (CNSC) y su red de Centros Provinciales imparten el Curso de Habilitación para Promotores Culturales, con una matrícula de casi cinco mil participantes. La necesidad de socializar contenidos, y la posibilidad que brinda el Canal Educativo, propician la aparición del programa Punto de Partida, un producto de creación colectiva cuyo nombre responde al sello editorial del Centro, y que se realiza en colaboración con el sistema institucional del Ministerio de Cultura (MINCULT), otras organizaciones e instituciones estrechamente vinculadas a las estrategias de desarrollo sociocultural del país, y la Cátedra UNESCO Cultura y Desarrollo; es, desde ese momento, referente en el marco de las acciones del sistema de capacitación del Ministerio de Cultura y un espacio significativo para el conocimiento de la cultura cubana desde la perspectiva de la docencia pero sin olvidar que se trata de un programa televisivo y, por tanto, ha de ser un espectáculo propio de ese medio de difusión masiva; constituye, pues, una fusión a favor de las demandas cognoscitivas y comunicativas de estudiantes, profesores y gestores de los procesos culturales que implica, también, el ejercicio de la docencia en su más amplia acepción y desde la estrategia que promueve el CNSC, basada en la construcción colectiva del conocimiento.

Su objetivo general es apoyar las acciones de capacitación para los recursos humanos del Ministerio de Cultura y otras instituciones afines, acogiéndose al presupuesto de que el trabajo sociocultural de las instituciones del sistema se rige por cinco líneas ramales de creación, producción y difusión artística y literaria, que son el patrimonio cultural, las investigaciones, la formación y superación profesional, el trabajo comunitario y la información.

Concebido como un espacio de formación continua para los recursos humanos del MINCULT y otras instituciones afines –directivos, reservas, estudiantes de nivel medio y superior de carreras artísticas y de humanidades, investigadores, docentes, gestores, promotores–; como también especialistas y otros implicados en el desarrollo de los procesos culturales en el país, Punto de Partida se gestiona como un proyecto, con sus correspondientes fases de investigación, planificación, ejecución y evaluación; a partir del criterio consensuado en el Comité Académico del Centro y valorado por su Consejo Asesor.

Al realizar el diagnóstico de las necesidades de capacitación y superación de los recursos humanos del sector, a través de la red de capacitadores institucionales y sus directivos, ha sido posible colegiar, de manera integradora, un conjunto de temas que si bien en los primeros ciclos de programas fueron abordados de manera directa para el apoyo a la docencia –dígase políticas culturales, gestión institucional, antropología cultural, promoción, comunicación o prevención social, por solo citar algunos– se imbrican como directrices para sistematizar saberes teóricos y prácticos de primer orden en los momentos actuales; nos referimos, específicamente, al trabajo para la salvaguarda y promoción de valores sustentados en la historia y la cultura, con el patrimonio como eje central, a fin de valorizar una estrategia para la caracterización y defensa de los símbolos de la identidad nacional y la imagen Cuba, como un todo indisoluble.

Quince años de labor ininterrumpida demuestran tal empeño.

Punto de Partida, en consonancia con la Ley No. 1 o Ley de protección al patrimonio cultural y las estrategias y documentos normativos actuales de vinculación de la historia y la docencia, utiliza el patrimonio como bien público y colectivo, recurso social que, más allá de un objeto de culto, puede ser interpretado y disfrutado. Así, acomete la tarea de interrelacionar las áreas clásicas de gestión del patrimonio –cultural y natural–, con nuevos campos como pueden ser el turismo, la sociología, la animación sociocultural o la educación para el desarrollo sostenible, a fin de generar en los públicos una percepción de mayor acercamiento entre las nuevas generaciones y los elementos patrimoniales que los rodean. Investigaciones recientes en estos campos de la cultura han sido mostradas en el espacio, que de no ser así demorarían en ser del conocimiento público.

Como programa audiovisual televisivo, mantiene un formato tradicional, adaptable a las características de cada tema, pero sin intención de renovaciones formales en el género, a fin de garantizar claridad en el lenguaje y sencillez en la expresión como posibilidad de acceso a muy disímiles públicos. Es por ello que resulta aplicable la estructura aristotélica de un programa de televisión (6), donde la dramaturgia funciona para aquello que más importa al interés pedagógico: la comprensión del contenido que se transmite.

El aporte de elementos de análisis procura ser neutral mientras el televidente conforma sus juicios a partir de la propuesta televisiva. Asimismo, se insiste con los invitados tanto en los aspectos concretos del conocimiento como en las herramientas para que los espectadores construyan un método de análisis propio.

Desde el contenido, los ciclos demuestran que se ha transitado por disímiles temas, pero lo más importante es, sin dudas, el enfoque holístico, que no soslaya que Punto de Partida, per se, puede estar llamado a formar parte del patrimonio audiovisual del país.

Baste la referencia, en este sentido, a La cultura cubana y el papel de los artistas e intelectuales en su desarrollo y El papel de las instituciones en el desarrollo cultural del pueblo cubano, ciclos realizados entre 2006 y 2009, que recogen la historia de vida y la labor desempeñada por 83 personalidades y 35 instituciones emblemáticas de la cultura cubana.

El ciclo Etnos nación cubano, una mirada desde el patrimonio cultural (2011-2012) también ejemplifica este quehacer. Su subciclo inicial, Ser cubano es ser también hijo de África, –motivado a partir de la declaratoria de la UNESCO del 2011 como Año Internacional de la Afrodescendencia– propició, a lo largo de sus 29 programas, un recorrido abarcador por manifestaciones y expresiones del legado africano en Cuba, con un proyecto que incluyó entrevistas a las más importantes personalidades versadas en el tema desde muy diversas aristas: política, historia, sociología, antropología, religión, arquitectura, lingüística, tradiciones, música, danza, artes plásticas y aplicadas, teatro, medio ambiente, prevención social, diversidad cultural, gestión sociocultural, promoción…; todo lo cual estuvo apoyado por imágenes y música de archivo y tomadas in situ, a fin de destacar procesos de continuidad cultural que unen los saberes de los grupos portadores de la cultura popular y tradicional con el arte de vanguardia, y la historia con la contemporaneidad. Que el Centro Nacional de Superación para la Cultura fuera aceptado como miembro del Comité Cubano Ruta del Esclavo de la UNESCO: resistencia, libertad y patrimonio, posibilitó además una apertura al intercambio científico y práctico con portadores de tradiciones, personalidades e instituciones, que permanece hasta nuestros días. Esta dinámica marcó el desarrollo de los demás subciclos, dedicados al legado aborigen, europeo y americano.

De igual forma, el ciclo Patrimonio cultural de la nación cubana (2014-2015) permitió la concepción de otros proyectos para ofrecer una visión de conjunto: Sitios y monumentos patrimonio cultural de la nación cubana (2015), Cuba en la Memoria del Mundo de la UNESCO (2015-2016), Patrimonio cultural de la Universidad de La Habana (actualmente en producción); todo lo cual integra, con una visión de contemporaneidad, temas tratados por el programa desde sus primeros momentos.

Además de los Institutos, Centros y Consejos del Ministerio de Cultura, se hace necesario destacar la colaboración y compromiso de otras instituciones –estatales o no– que abrieron las puertas, para siempre, a Punto de Partida: podemos contar con el acervo documental de la Biblioteca Nacional de Cuba “José Martí”, el Archivo Nacional de Cuba, la Academia de Fotografía “Cabrales del Valle”, la Fototeca de Cuba, la Oficina del Historiador de la Ciudad, la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de Cuba, la Fundación “Antonio Núñez Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre, la Casa Productora de Documentales “Octavio Cortázar”, la Oficina “Santiago Álvarez” del ICAIC, la Videoteca del ICRT, los archivos de los propios especialistas invitados, y hasta un grupo de amigos y colegas que aportan imágenes de su patrimonio familiar; se cuenta, también, con un archivo musical que incluye desde Lázaro Ros hasta Lecuona, desde Sánchez de Fuentes hasta los Van Van.

Sin ser curricular, Punto de Partida cumple con los requerimientos didáctico-pedagógicos y a la vez mantiene su carácter de espectáculo para la televisión. Cierto es que el horario inadecuado (Canal Educativo, viernes 4:30 p.m. y sábado 9:00 a.m.) atenta contra una mayor visibilidad del programa, y que la obsolescencia tecnológica impide muchas veces su presentación en otros espacios… aun así, puede afirmarse que Punto de Partida llega a sus públicos y da respuesta satisfactoria  al llamamiento de la alta dirección de nuestro país acerca  del tratamiento de la identidad nacional en sus disímiles aristas por medio de todos los espacios que puedan contribuir a la reafirmación de la cubanidad. En este sentido constituye un material de consulta y referencia, al brindar una información detallada de todo el proceso de conformación de nuestra nación, haciendo énfasis en la influencia que tienen las diferentes manifestaciones y expresiones culturales en este proceso, y desde las posiciones que van adoptando en la lucha por consolidar la identidad nacional desde sus comienzos hasta su defensa en la actualidad. Pero, además, convoca a los más documentados especialistas en teoría de la cultura, y a personalidades, instituciones y colectivos que con su historia de vida atraviesan el patrimonio de la nación desde sus diferentes aristas; con todo ello produce y socializa un repositorio audiovisual que reúne muchas veces información inédita o dispersa en otros espacios.

Indagar, estudiar, aprender, conceptuar, socializar sobre la importancia del audiovisual educativo en función de la imagen e identidad de nuestra nación son acciones aún pendientes en el ámbito cultural de nuestro país. Sirvan estas líneas, quizás, como provocación.

 

 

Notas:

(1) Senna, O. (2016). El lenguaje y cultura audiovisual en el siglo XXI. Tierra en trance. Suplemento de miradas de cine. www.miradas.net

(2) Hernández, P. (2005). Hacia una pedagogía del audiovisual en la escuela. La experiencia cubana. IPLAC, La Habana.

(3) Popular programa radial cubano, en el que participaron los más destacados intelectuales del país durante las décadas de 1940 y 1950. La Universidad del Aire fue una de las experiencias más importantes en materia educativa en la historia de los medios de comunicación en Cuba.

(4) Programa de la televisión cubana para la superación cultural y el entretenimiento que promueve la lectura y el saber, se transmite desde 1969.

(5) Hernández, P. (2005). Hacia una pedagogía del audiovisual en la escuela. La experiencia cubana. IPLAC, La Habana.

(6) Punto de arranque, exposición, punto de giro, desarrollo, preclímax, clímax y desenlace.

 

 


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