Me aventuro a tomar nota sobre la exquisita labor que realizó el poeta y editor Norberto Codina con la segunda entrega de la saga: Para verte mejor 2. Pasajes del cine cubano en La Gaceta de Cuba (Ediciones ICAIC, 2015). El título “se apropia” de las prácticas de producción de las series televisivas que se emiten por temporadas. ¿Habrá una tercera entrega?
El también director de La Gaceta… construye un texto voluminoso, de oportuna consulta, una antología que arropa algunas de las problemáticas latentes en la cinematografía nacional, cuyo eje recurrente es el ICAIC. Esta selección revela una gran virtud en todo su cuerpo: los autores son algunos de los muchos protagonistas del cine cubano.
Su espectro temático es dispar. Esa (requerida) heterogeneidad revela la riqueza de un debate que esta publicación acoge en sus páginas. Un texto oportuno donde habita la impronta de una entrevista biográfica, o más de una. La edición de un debate entre críticos con ensayos sobre la escritura del cine documental. Y, claro, las crónicas no están desterradas en este volumen. Algunas presumen del agradecido vuelo literario haciendo guiños a nuestra plural cultura, a nuestra historia. Codina articula en requerida horizontalidad los géneros periodísticos que convergen sin jerarquías.
Tras las notas preliminares de su antologador, el libro se nos revela con “El cine cubano encueros”, un texto de Luciano Castillo que retrata con lenguaje coloquial los avatares de la producción y exhibición del cine pornográfico en nuestro país. Un artículo de valores historicistas y sociológicos donde subyacen, como sucintos retratos, los vericuetos humanos de una década (50 del siglo pasado) y los ambientes entroncados, insuficientes en nuestros medios de comunicación.
Secunda a este trabajo el texto del periodista Justo Planas Cabrejas sobre el legendario personaje de nuestros dibujos animados. “El reverso mítico de Elpidio Valdés” es su contribución a esta antología, un texto merecedor del II Premio de Ensayo “José Juan Arrom”. El autor desgrana sobre los procesos creativos “vividos” por el personaje y su evolución en la saga creada por el cineasta Juan Padrón, Premio Nacional de Cine 2008. Los valores historicistas y de identidad del Coronel Valdés, los personajes-actores que confluyen en torno a él y las historias dibujadas son fotografiados desde un riguroso y enriquecedor lenguaje del que podemos sacar renovadas lecturas y enseñanzas.
Sin pretender hacer una ruta crítica sobre los veintiséis textos que conforman este volumen doy un salto al apartado titulado “Pantalla documentada”, donde el editor jerarquiza nuestro cine documental, encabezado con justicia por una entrevista al crítico y promotor del cine cubano, ya fallecido, Walfredo Piñera.
Pero se impone significar dos de las entregas que conforman este segundo corpus. La primera, “Bola y Rita: La memoria, la música y el amor”, una entrevista “olvidada” en los anaqueles de sonido del ICAIC, del cineasta cubano Octavio Cortázar (director de los filmes Por primera vez, El brigadista y Guardafronteras, entre muchos otros) y realizada para un filme no materializado sobre Rita Montaner.
Cortázar —agudo, indagador y preguntón? comparte algunos pasajes y rasgos de la personalidad de “La Única”, una de las intérpretes más importantes de la década de los 50 en Cuba. El texto debería ser tenido en cuenta por musicólogos y comunicadores especializados por su fortaleza documental. Resultan enriquecedoras las palabras de Bola de Nieve, en las que descorcha los recovecos socioculturales que permearon a Rita Montaner. Los giros del protagonista también revelan al desenfadado conversador dispuesto a compartir con humor, ironía y desparpajo las tramas de su controversial amiga y las de su propia vida.
El antologador cierra esta segunda parte con un agudo trabajo del crítico Dean Luis Reyes: “No ficción y reflexividad en el audiovisual cubano de los años 2000”, cuyo objeto de análisis son algunos filmes referenciales de ese período. A los títulos La Época, El Encanto y Fin de Siglo, de Juan Carlos Cremata; Las sombras corrosivas de Fidelio Ponce, aún, de Jorge Luis Sánchez y Suite Habana, de Fernando Pérez, le entrega la mayor cantidad de caracteres.
Este autor desentraña en sustantivas cuartillas diferentes enfoques sobre los recursos narrativos, las implicaciones temáticas de sus creadores y los elementos teóricos que subyacen en estos filmes, engarzado con las zonas sociales, políticas y culturales de la Isla. Son en definitiva, obras de una época, de un período, de un tiempo que exige nuevas lecturas, nuevos análisis.
“El arte de actuar”, otro capítulo de esta segunda parte, acoge derroteros, vivencias e historias de tres actrices y de un actor del cine cubano. Eslinda Núñez, Laura de la Uz, Alina Rodríguez y Vladimir Cruz son objeto del interrogatorio, del análisis casuístico de sus obras. Los antecedentes de sus puestas o las dinámicas afines, son parte de los enfoques de este núcleo de entrevistas, donde tiene espacio lo personal, despojado de lo glamoroso y vacío de las celebrytis. En las cuatro piezas afloran denominadores comunes: las preocupaciones, obstáculos y subjetividades que entorpecen el ejercicio de sus labores profesionales en nuestro país.
Dos entrevistas al realizador y guionista Fernando Pérez encabezan “La construcción de una imagen”, que forma parte de otra cuarteta de esta antología de Para verte mejor 2. Víctor Fowler y Zurelys López Amaya desgranan preguntas al director de Clandestinos. Indagan sobre las praxis en la realización de este importante cineasta y los temas que le identifican o definen como constructor de historias, de nuestras realidades. Fernando apunta sus preocupaciones en ámbitos como la sociedad, la política, la historia, la cultura y los retos de nuestro cine. Sus aseveraciones toman fuerza y corporeidad en tiempos en los que el llamado cine independiente, un término y una experiencia sumida en recurrente debate, es incorporado al abanico de la producción del cine nacional.
El texto, “Senel Paz. A mí lo que me gusta es escribir”, de Juan Ramón Ferrera Vaillant, cierra este apartado. La entrevista transita por las mismas costumbres de la indagación personal, del pasado, presente y futuro del guionista. Pero me apetece significar las valoraciones que aporta el guionista del filme Fresa y Chocolate. Sus palabras apuntan hacia la responsabilidad ante la obra escrita y ante el realizador, una vez que es tomada para el ruedo de la producción. Senel Paz afina conceptos, prácticas y preceptos esenciales para el desarrollo del arte cinematográfico.
Codina mapea el cine nacional en sus variadas perspectivas y reiteradas llamadas de atención. “Espacios y crítica” acoge otras miradas, incorpora textos polémicos, enriquecedores, cuestionadores también de ciertas políticas asumidas por el ICAIC. Materiales que debemos acotar, subrayar y reflexionar sobre sus esencias.
Se toma nota de los filmes Cecilia, de Humberto Solás y Alicia en el pueblo de Maravillas, de Daniel Díaz Torres; muchas veces estudiados. Esta vez lo asume el escritor y guionista Arturo Arango a partir de la relación que tiene todo arte con la política, la sociedad y el pensamiento.
Las rutas del presente apartado van desde los años fundacionales del ICAIC hasta las nuevas hornadas de jóvenes realizadores. La crítica y los críticos están a examen en este libro por esa responsabilidad que les asiste como hacedores de ideas. Se incorporan también otras reflexiones que no desconocen los aportes, valores o aciertos de una institución cultural que ha de seguir siendo gestora y ejecutora de la política de nuestro cine.
El cierre del libro está reservado para el intelectual y fundador del ICAIC Alfredo Guevara. Manuel Pérez Paredes, Kiki Álvarez, Luis Ernesto Dueñas y Julio César Guanche son los autores de estos trabajos que apuntan a significar los valores y aciertos de un hombre que puso al cine en el eje de la política cultural de la Revolución cubana. Un cineasta que asumió el ejercicio del debate y la jerarquización de las ideas como arma insustituible en defensa de nuestros principios como nación. Eso sí, desterrando el dogma con el profundo análisis y la aguda crítica, irremplazables en nuestra sociedad.
Con Para verte mejor 2, la revista La Gaceta de Cuba se reafirma como una publicación esencial de la nación, forjada por la práctica del debate, el ejercicio de la crítica y el anclaje de temas medulares de la cultura y la sociedad. Un ejercicio que persiste hasta hoy desde su etapa fundacional.
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