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Para José Soler Puig, el respeto que merece


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La novela Bertillón 166, de José Soler Puig (Santiago de Cuba1916-1996),   fue presentada por la editorial Oriente en la Biblioteca Rubén Martínez Villena del Centro Histórico de La Habana, en lo que constituyó un homenaje a toda la obra de estegran novelista cubanoen el año de su centenario.

El narrador y profesor Francisco López Sacha, uno de los más distintivos y penetrantes presentadores cubanos de publicaciones literarias, fue el encargado de referirse a esta conmovedora novela de Soler Puig, merecedora del Premio Casa de las Américas del año 1960, que por suerte para los más jóvenes, que no han tenido como generaciones anteriores una relación tan directa con este libro, fue llevada al cine por la respetada realizadora cubana Rebeca Chávez bajo el título Ciudad en rojo.

El filme toma, dijo el presentador, lo esencial de la novela pero lo desarrolla a través de una mirada circular; “no es una película dramática, como sí lo es la novela,   y está realizada a partir de entradas múltiples para dar el carácter total de la guerra en Santiago de Cuba, por lo que aborda el texto desde diferentes perspectivas fuera de la cronología que estableció Soler”.

López Sacha hizo alusión a la novela de Soler Puig En el año de enero (1963), y recalcó que al escribirla el autor se encontraba, como todos los cubanos de la época, preguntándose ¿hacia dónde va la Revolución cubana? ¿Hacia un sistema nacionalista? ¿Hacia el socialismo? ¿Hacia el modelo soviético? ¿Hacia el modelo de Abdel Nasser?

Explicó que la grandeza de estos libros, y sobre todo de Bertillón 166, es haber cronicado desde la literatura, desde la construcción de personajes verosímiles, desde la construcción   circular de una ciudad en guerra, asediada y al mismo tiempo resistiendo a las fuerzas de Batista, y haber logrado dar una dimensión humana y política de cómo se forjó una revolución en América.

Se detuvo entonces en la tercera novela de Soler,El derrumbe (1964), y afirmó “donde yo creo que empieza a ser el gran novelista que es. En esta novela es ya Soler Puig como él quería ser y da su mirada sobre el derrumbe del mundo pequeño burgués santiaguero ante el avance de la Revolución (…) la grandeza de la novela es mostrar la perplejidad psicológica del personaje de Lorenzo”.

Alabó igualmente la versión teatral de esta novela y calificó al autor como un gran escritor de teatro: “algún día habrá que compilar las obras que escribió dentro de los códigos dentro del teatro de la crueldad y del absurdo; fue muy avanzado en su pensamiento dramatúrgico”.

Al tratar luego El pan dormido (1975) declaró que es su obra maestra, “donde está el mundo santiaguero desde sus raíces etnográficas, lingüísticas y culturales y al mismo tiempo es el retrato más profundo que podamos tener los cubanos de la dictadura de Gerardo Machado (…) del final de una época, del sentido de la resistencia cubana y al mismo tiempo del cambio de una revolución inconclusa, la del año 33”.

El esplendor de El pan dormido, está además, aseguró, “en ese lenguaje que se mueve como un remo, hacia delante y hacia atrás, en el narrador que no sabemos dónde está; hay una ubicuidad narrativa—que es una hazaña según Mario Benedetti --y subrayó seguidamente que  al colocar Soleral personaje en tercera y primera persona, éste entra y sale de la historia; “ por lo que el personaje puede soñar, volar por encima del tiempo (…) pude utilizar los recursos de la fantasía y de la imaginación. Según Benítez Rojo, eso inaugura el concepto de autor-intérprete, y   tiene en tan alta estima esta novela que considera que el uso del narrador en ella es superior a James Joyceaseveró.

López Sacha acentuó que Soler trabajó diligente y emotivamente Bertillón 166, y con El pan dormido y con El caserón“colocó a Santiago  no solo en el mapa de la literatura cubana sino de las letras hispanoamericanas también y que desarrolló una obra muy singular, muy propia y muy innovadora que le debe a partir de El derrumbe a la nueva narrativa hispanoamericana, sobre todo a   José Lezama Lima, con  Paradiso, y a Mario Vargas Llosa , con La ciudad de los perros,libros que tenía como guías de su proyección estilística hacia el futuro”.

José Soler Puig colaboró con el Movimiento 26 de Julio; fue luchador clandestino en su Santiago de Cuba natal; y mucho antes de ser escritor fue, entre otros oficios, recogedor de café, billetero y vendedor de líquido de freno. De él, hacia el final de su intervención,apuntó López Sacha: “No solamente fue un gran escritor, fue un hombre valiente, que luchó por la literatura desde que comenzó a luchar en su vida y que murió en la literatura”

Concluyó expresando que con esta nueva edición de Bertillón 166 “estamos haciendo algo para que Soler Puig nunca muera, para que siga teniendo lectores como los merece, para que siga teniendo el respeto que merece entre todos nosotros”.


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