Fernando Rojas, como escritor y viceministro de cultura, Víctor Fowler, poeta, José Ernesto Nováez, rector del Instituto Superior de Arte y el músico Alberto Faya, en la Sala Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, propusieron este jueves una charla sobre "Palabras a los intelectuales", el discurso que siempre se podrá rememorar pero que hay que reconstruir desde el hoy y las demandas del presente. En junio de este 2022 se cumple otro año de aquellos tres encuentros de Fidel Castro con intelectuales en la Biblioteca Nacional.
El encuentro comenzó con la visión medular de José Ernesto Nováez sobre cómo a la enseñanza artística hay que entenderla como resultado de lo que se dice en las Palabras a los intelectuales. "La revolución es un hecho democrático y es la creación de oportunidades para todos los individuos en todos los sectores, en todos los espacios de preparación de acuerdo a la capacidades personales de cada cual. Esa es la verdadera democracia reflejada y que no se puede perder de vista como esencia del funcionamiento democrático en beneficio del país. La enseñanza artística junto a toda la institucionalidad en el sistema cultural es la forma en la cual la Revolución de soberanía y justicia social realiza las aspiraciones y compromisos posibles que ella misma encarna", señaló, sin perder de vista que el arte es también un ejercicio de salvación personal.
Víctor Fowler con luz preclata nos dice que necesitamos integrar a nuestros análisis futuros que los procesos que conllevan al tipo de imaginario que se despliega en 'Palabras' tienen mucho de intuición; pero también de continuidad con el trabajo de miles o centenares de personas que van desde la enseñanza hasta la creación artística desde hace siglos atrás. Es decir, acota el intelectual, son generaciones que él considera se debaten desde la República entre la ilusión y la frustración; y hay un legado o archivo cultural detrás de todo esto para entender el tipo de mundo cultural que se trató de entregar.
"Nosotros tenemos que estar conscientes de que Palabras tiene algo que es absolutamente insoportable y despreciable en donde quiera que se habla de cultura y es el desplazamiento del foco hacia el sujeto popular. No existe ningún sistema en el mundo como el propio Socialismo que pueda sostener esta propiedad que le es consustancial. El ADN de la nación se reconstruyó", fueron estas algunas de las otras claves que Víctor brindó, para entender el discurso de marras como algo que ocurre dentro del camino de "una importante transformación cultural que es infinitamente más profunda que esa reunión".
Por su parte, Fernando Rojas también decidió extender la interpretación del discurso de hoy hacia atrás, al citar incluso al tema de las empresas artísticas y el discurso de clausura del Congreso que fue muy esclarecedor en ese sentido. Recordó que un punto esencial es que nosotros establecimos las diferencias entre el artista profesional y el aficionado, lo cual pasa en pocos lugares del mundo.
Hay una expresión de la cubanidad en ese discurso y su dimensión de nueva visión de la cultura, opinó Alberto Faya: "Cubanidad y Revolución estrechan sus vínculos en la realidad nacional; pero tendrían que enfrentar lo que el Che en el 'Socialismo y el hombre en Cuba' expresó cuando dijo que "las caras del pasado se trasladan al presente en la conciencia individual".
"La Revolución debe tener la aspiración de que no solo marchen junto a ella todos los revolucionarios (…) la Revolución debe aspirar a que todo el que tenga dudas se convierta en revolucionario (…) la Revolución nunca debe renunciar a contar con la mayoría del pueblo.”
Entonces, si se vuelve al pasado, este es unos de los eventos que se consideraría históricos por el significado que tuvieron entonces los acontecimientos y las declaraciones. El discurso habla de la defensa de la posición revolucionaria cubana, de un poder muy reciente e inexperto en medio de una pelea tremenda. Fidel reivindica el derecho del Gobierno Revolucionario a fiscalizar lo que se divulga por el cine y la televisión en medio de una candente lucha revolucionaria, por la influencia que esos medios pueden tener en el pueblo. Los intelectuales y artistas estaban sometidos a tensiones extraordinarias en aquel verano.
Desde su triunfo, unos habían participado y otros apoyado o aplaudido a una revolución. Piñera expresaría como intelectual maduro su temor, acostumbrado a trabajar solo con los hechos que está viviendo el país en el campo cultural.
Las reuniones de intelectuales celebradas en la Biblioteca Nacional estaban muy relacionadas con el objetivo de crear una asociación nacional de los intelectuales y artistas. Pero todos los participantes actuarían de acuerdo con sus conciencias de lo que hacían y lo que querían, sus motivaciones y sus intereses inmediatos, sus ideologías, sus ideales trascendentes y sus prejuicios y creencias.
La mayor parte del trabajo intelectual y artístico debería transcurrir dentro de sus instituciones o de su orden, y el ámbito cultural en su conjunto recibiría sus orientaciones en un contexto ideológico nada sencillo.
Revisar la opinión de un intelectual como Martínez Heredia puede ser esclarecedor. Su opinión no fue otra de que se trató, iendo al pasado, de mantener abierto el diálogo revolucionario con los intelectuales y artistas, defender abiertamente la libertad de creación frente a los dogmas, respaldar a todo el que echara su suerte con la Revolución y evitar que el sectarismo o dogmatismo consumara un desastre en ese campo.
Al mismo tiempo, se necesitaba sostener la primacía de la Revolución frente a cualquier problema específico, y por consiguiente su derecho a controlar la actividad intelectual y la libertad de expresión en todo lo que resultara necesario, reclamar a los intelectuales tener fe --o confianza-- en la revolución, respaldar al Consejo Nacional de Cultura sin dejarle someter a su pleno arbitrio el campo cultural y fortalecer la política de institucionalización estatal y de organizaciones sociales que llevaba hacia la constitución de una Unión de Escritores y Artistas.
Se establecía una manera clara –revolucionaria-- de relación entre el poder y los intelectuales, fenómeno que ha sucedido por décadas en la realidad nacional.
“La Revolución no puede ser, por esencia, enemiga de las libertades”; “la Revolución no le debe dar armas a unos contra otros”: “cabemos todos: tanto los barbudos como los lampiños…”; “tenemos que seguir discutiendo estos problemas (…) en asambleas amplias, todas las cuestiones”.
"Palabras a los intelectuales" puede ser convocada también en el presente, y constituir un instrumento sumamente valioso en un medio social honestamente revolucionario que conquiste liberaciones culturales y justicia social en la Cuba de hoy.
Deje un comentario