El Coloquio Internacional València 1937 / La Habana 2017 Intelectuales, Política y Cultura quedó inaugurado ayer en la Fundación Alejo Carpentier con la presencia de Abel E. Prieto, ministro de Cultura y de Graziella Pogolotti, presidenta de esa institución.
«Tengo el gusto de darles la bienvenida en nombre de la Universidad de Valencia y de la Fundación Alejo Carpentier a la casa de la Condesa de la Reunión donde una noche huracanada sonaron fuertes aldabonazos y con ellos entró, junto a Víctor Hugue, la historia grande en la vida de los personajes de El Siglo de las luces.
Esta casa colonial es el ámbito en el cual vivieron hasta entonces aquellos adolecentes y esa circunstancia, y la irrupción del Iluminismo y de la Revolución Francesa, transformó también la relación entre el acá y el allá; en el allá de Europa estaba el antiguo régimen, en el acá de la América hispana entraban las ideas independentistas, entraba también el proyecto de emancipación.
Estábamos desde entonces involucrados en una misma historia por eso conmemoramos aquí el aniversario del Congreso de Valencia en Defensa de la Cultura, en el cual tomó parte, junto a Juan Marinello, a Nicolás Guillén, a Félix Pita Rodríguez y a Leonardo Fernández Sánchez, Alejo Carpentier.
Los intelectuales más lúcidos de aquel momento sabían que en España se estaba defendiendo algo más que un régimen legítimo frente al pronunciamiento franquista; en España se estaba dilucidando el destino de los años que habrían de seguir bajo el más terrible holocausto hasta entonces conocido, era el ensayo general de lo que vendría después.
Pero como pensaba Carpentier, las palabras no caen en el vacío; las palabras son portadoras de ideas y nos toca a nosotros, los hombres y las mujeres dedicados al trabajo intelectual, darle forma a esas palabras, impulsar esas ideas, establecer los referentes indispensables para entender el mundo en que vivimos.
Carpentier entendió en aquel momento que también lo que se estaba dilucidando al defender la cultura era la defensa del hombre, la defensa de la humanidad, la defensa de la vida, y en España bajo las bombas retoma una anécdota que se constituye en metáfora.
Al regresar a su apartamento madrileño el poeta chileno Pablo Neruda encontró que su tomo de las obras de Góngora estaba atravesado por una bala: el hecho es simbólico.
Lo que fue válido entonces y se convirtió en obsesión para Carpentier, fue la confrontación entre la muerte y la vida; defender la cultura era defender la vida, en cambio, desde la otra trinchera —como lo dijo también tantas veces Carpentier— Millán-Astray gritaba “Viva la muerte, muera la inteligencia”.
Nosotros nos reunimos en estos días aquí, no para hacer un rescate arqueológico de aquel ayer, sino para retomar lo que tiene de vigente, en cuanto al papel que nos corresponde como intelectuales en defensa de la cultura, en uno de los momentos más dramáticos que vive la humanidad.
El fascismo vergonzante durante muchos años, está tomando la palabra aquí y allá; la derecha recobra su voz, su papel y emplea los recursos más sofisticados para manipular las conciencias; en el terreno de las conciencias está nuestro papel, y lo que está en juego además ahora, no es solo la amenaza del bombardeo de ciudades inocentes como lo fue Guernica, es la supervivencia misma de la humanidad, es la supervivencia de la vida en este planeta.
Parecen palabras altisonantes pero hay que apelar a ellas para reconocer la verdad del mundo en que vivimos.
Los invito pues a todos a pensar, a reflexionar, a debatir, a intercambiar, en estos próximos tres días intensos».
Publicado: 29 de noviembre de 2017.
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