Pablo y José, música y razón


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Dos grandes, dos manifestaciones: poesía y música, dos épocas; todo coincide en un mismo espacio: el amor a Cuba desde sus particularidades, desde sus propias parcelas de pensamiento y acción.

En uno, el profundo lirismo, el verso elaborado al detalle; también la prosa abundante, profunda; todo en función de mejorar, embellecer la existencia humana, la sociedad y sus valores, entre ellos, la libertad del suelo patrio.

En el otro, una bohemia eternamente juvenil, el amor al ser querido, la lucha por el reconocimiento del otro; también el lustrar de la vida y el humano en ella; el verso, directo en la canción, pero, poético, enaltecedor.

“Todo coincide en un mismo espacio: el amor a Cuba”.

A ambos los reúne en un solo territorio, mediando el trazo firme, los colores encendidos, vivos, la línea gruesa; con un mismo decir a coro, en profuso y florido ambiente, la exposición Pablo y José… se dice cubano, del artista de la plástica Kamyl Bullaudy Rodríguez (Holguín, 1962), recién inaugurada en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, ubicado en Luz y Oficios, en la capital. La muestra forma parte del programa colateral de la 15 Bienal de La Habana.

En piezas de pequeño, mediano y gran formato, mediante la pintura y la escultura, Kamyl junta a dos grandes de nuestra cultura: José Martí, el poeta, prosista de excelencia, el pensador y humanista; Pablo Milanés, el trovador, intérprete y compositor de memorables temas que narraron la Cuba más reciente en toda su dimensión: social, política, humana y ontológica; ambos en poses convincentes que muestran un diálogo común e intemporal.

Mediante la pintura y la escultura, Kamyl junta a dos grandes: José Martí y Pablo Milanés.

El creador, conocido por reproducir la imagen del Apóstol de la Independencia de Cuba, centro de su particular poética, apela a la alegoría, tal como la abundante vegetación y las flores pintadas con vivos colores en combinación vibrante de pigmentos en la paleta; o, la alusión a obras famosas de la plástica como “La última cena”, de notable referente bíblico y autoría de Leonardo Da Vinci; también otro clásico universal como “El pensador”, de Auguste Rodin y el personaje de la muerte del famoso mural del mexicano Diego Rivera.

Logra así el artista, en buena parte de estas piezas, atmósferas bucólicas; en otras, las menos, un toque surrealista; pero, en general, a mi modo de ver, se advierte una marcada intención contemplativa, con ligeros ribetes expresionistas, en el tratamiento pictórico de las obras.

Quiere el pintor, buen dibujante, ceramista y escultor, situar a estos dos hombres de la cultura en los vergeles de la historia; atrapar la particular sonrisa de Pablo y la mirada profunda de Martí, florecientes, subrayadas, coincidentes en un elemento común a sus figuras: su intrínseca cubanía. De ahí el Martí con sombrero de yarey en medio de una profusa vegetación de arbustos o, a Pablo tocando su guitarra en acordes acompañados de una lluvia de flores.

 

“…la mirada profunda de Martí”.

La museografía en esta exposición aprovechó e intencionó el espacio galerístico de manera que concentra en un área, un pequeño espacio al inicio, una mayoría de piezas con la figura de Martí; luego, en el espacio central, cuadros con las imágenes de ambos personajes y, al final, en otro espacio pequeño, se concentran piezas en mayoría con el rostro de Pablo.

La museología realizada como para que el espectador contemple en in crescendo la abundancia y contrastes de colores, en intenso cromatismo que resulta luminosidad y transparencia, paralelas al referente propio que son estos dos hombres icónicos de nuestro país.

 “…la abundancia y contrastes de colores, en intenso cromatismo”.

Considera el crítico y periodista Toni Piñera sobre el abordaje de la figura de Pablo por Kamyl, que suma “a su obra un artista en mayúsculas en el que la poesía, que sale de su fértil creación, ha encontrado en los medios disponibles de Bullaudy, nueva forma de existir como si de pronto se abriera la naturaleza, en flor, para dejar crecer la figura de Pablo Milanés, ese inmenso ser de luz y canción que ilumina nuestra música y poesía”.

Concluyo con palabras del Lic. Rodolfo Rensoli, especialista del Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño: “Si Pablo no hubiera existido, a Cuba le faltaría un pedazo. Martí es todo. Unidos en un mismo escenario de la eternidad, nos visitan desde el espíritu de Kamyl Bullaudy, como ese sonido de la tierra, que es, música y razón”.

Fotos: Tomadas del perfil de Facebook del artista


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