Origen de la corbata


origen-de-la-corbata
En Roma se hizo muy popular la denominada “focale”, consistente en un pañuelo de seda amarrado al cuello que usaban los legionarios para protegerse del roce constante de la armadura. Hay quienes afirman que esta constituyó una suerte de protocorbata.

Estando cierta vez en casa de un amigo, invitados ambos a una boda, llegué en el preciso instante en que mi colega se estaba tratando de hacer el nudo de su corbata, renegando de la prenda de marras y preguntándose, una y otra vez, quién diablos había inventado esa, tan innecesaria prenda. En ese momento yo, que tampoco he sido muy dado a vestir de cuello y corbata, decidí hurgar en los orígenes del susodicho ornamento masculino.

Según algunos estudiosos, ya los antiguos egipcios acostumbraban a lucir en sus cuellos una especie de tejido de soga con figuras geométricas distintivas de la clase a la que pertenecían, también los chinos antiguos lucían adornos cervicales semejantes. 

Siglos más tarde, según atestiguan escritos de Séneca y Horacio, en Roma se hizo muy popular la denominada “focale”, también conocida como focalia, consistente en un pañuelo de seda amarrado al cuello que usaban los legionarios para protegerse del roce constante de la armadura. Igualmente era empleado por los tribunos para proteger sus cuerdas vocales y algunas mujeres la utilizaban para cubrir el cuello. Hay quienes afirman que la focale constituyó una suerte de protocorbata.

El vocablo corbata, según el DRAE, proviene del italiano: crovatta o cravatta y es derivado de la palabra croata hravatka. Aseguran los que saben que surgió en el siglo XV, cuando los aguerridos jinetes croatas ataban a sus cuellos pañuelos de colores. Sin embargo, no es hasta el siglo XVII, con la llegada a Francia de mercenarios croatas, contratados por Ana de Austria por su arrojo y valentía en la guerra contra los turcos que, como siempre los franceses, a quienes les encantó la “cravate”, después que el mismísimo rey Luis XIV lució una de ellas en su real cuello, imponen en Europa la moda de su uso, así como el vocablo “cravate”, en sus diferentes variantes, en la mayoría de los países del viejo continente, incluyendo Turquía. Es en este momento que, según muchos investigadores, comienza la verdadera historia de la corbata.

Estas tropas asalariadas añadían a sus trajes tradicionales un trozo de tela blanca que ellos denominaban hravatka, palabra que en su lengua significaba croata. Los oficiales croatas la llevaban anudada formando una especie de rosa con los extremos colgando sobre el pecho y, según las francesas, lucían muy monos.

En época de la Revolución Francesa la corbata se convirtió en un símbolo y adquirió, por primera vez, connotación política al llevarlas los revolucionarios de color negro y los contrarrevolucionarios de color blanco.

El siglo XIX trajo consigo la moda de los “incroyables” (increíbles). Gente elegante y extravagante que comenzaron a usar enormes corbatas (tipo bufandas) que casi ocultaban la barbilla y, en ocasiones, hasta el labio inferior. Relatan cronistas de la época, que lord Brummel, paradigma de la elegancia en Inglaterra, necesitaba dos ayudas de cámara para anudar su corbata con todos los requerimientos del buen vestir. ¡Vaya con las corbatitas de milord! A comienzos del siglo XIX, no obstante, la forma de la corbata comenzó a darse un aire a la actual, aunque más voluminosa y con solo tres colores: gris, negro y blanco, salvo la del tipo lavaliére, caracterizada por dos bandas iguales de ancho usada por los artistas y revolucionarios de forma emblemática.

Mientras más se iba reduciendo el volumen de los cuellos de las camisas, las corbatas iban variando su estilo. En esos años el uso de la corbata se difundió por todo el mundo en tres formas fundamentales: las de nudo o corbata larga, la llamada galla, también conocida como “papillón” y el plastrón o bufanda a la inglesa.

Según relato del señor Beausset, prefecto de palacio —y conste que no es un chisme mío— Napoleón I acostumbraba siempre a llevar corbata negra con bordes blancos y que hizo una excepción el 18 de junio de 1815 y decidió cambiarla… Ese día, “Le Petit Caporal” sufrió la derrota de Waterloo a manos de Wellington. ¿Le habrán echado brujería al corso?...

Como testimonio de la casi universal costumbre de amarrarse al cuello un pedazo de tela como signo de elegancia, se publica en París, catedral de la moda, en 1827 un libro, L´Art De se Mettre la Cravate (El Arte de Lucir la Corbata), atribuido por muchos a Honoré de Balzac, en el que se describen veintidós formas diferentes de anudarse la corbata, de las cuales, entre las más difundidas estaban: el nudo Windsor (Propagado por el duque homónimo), el medio Windsor, de origen español, el four in hand, muy francés, el cruzado, el doble, el simple... y otras invenciones más para todos los gustos.

Tal y como las conocemos hoy, las primeras corbatas de ese tipo fueron vistas como prendas de uniformes de clubes y colegios. En 1880, los jóvenes estudiantes de la universidad de Oxford se ataban las cintas de sus sombreros al cuello a guisa de corbatas.  En ese mismo año, un 25 de octubre, se confeccionó la primera corbata del club universitario con los colores del plantel. La costumbre prendió y se esparció por toda Europa.

El diseño de la corbata moderna se le atribuye a Jesse Langsdorf en 1924, quien, con el objetivo de ahorrar material, cortó la seda en tres piezas y las cosió en un solo proceso. El industrioso y competitivo Jessie, patentó el diseño, lo vendió por todo el mundo y es el que prevalece hasta el sol de hoy.

Y para que nuestros lectores tengan una idea de la importancia de la corbata en la actualidad le presentamos una relación de algunos de los nudos existentes hoy en día: Ascote, Villarrosa, Bismarck, Hannover, Windsor doble, Diagonal, Kavendish,  Kent, Manhattan, Onassis, Pratt, Oriental, Príncipe Alberto, San Andrés y otros muchos más que harían interminable el listado.

Otro tipo de corbata, llamada también de bolas o de cordón, según afirmación del platero Víctor Cedarstaff, fue creada por él en los años cuarenta del siglo XX. En una entrevista al diario Sunset, Víctor declaró que yendo en su caballo y cuidando de no perder la cuerda de plata que adornaba su sombrero, la deslizó alrededor de su cuello y su compañero, en son de broma le dijo “Que bella corbata llevas”; a Vic ahí mismo se le prendió el bombillo y diseñó la primera corbata de bolas, ya que le recordaron las “boleadoras” sudamericanas, posteriormente las patentó y a hacer dinero se ha dicho.

Sin embargo, y como casi siempre ocurre en estos casos de pretender ser el primus inter pares, algunos bien informados afirman que su creación se remonta a 1866 en Norteamérica; y otros, con igual fervor, señalan un puesto comercial en Zuñi, Nuevo México, donde se exhibe una corbata de cordón mucho más añeja aún.

Parece que todavía queda mucha tela por cortar en la historia de la corbata, incluyendo el origen de la muy cubana frase de ser “un ñame con corbata”.

Hasta más ver.


0 comentarios

Deje un comentario



v5.1 ©2019
Desarrollado por Cubarte