Octubre ha sido un mes de acontecimientos significativos. Fue en octubre del viejo calendario juliano que triunfó en Rusia la revolución dirigida por el Partido bolchevique de la que nació la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. A esa revolución se le conoció como la Gran Revolución Socialista de Octubre.
Fue un primero de octubre que se proclamó, desde la Plaza de Tian An Men, en Beijing, el establecimiento de la República Popular China.
Octubre en Cuba, además de ser el mes que recuerda el paso de ciclones muy devastadores, es un mes cargado de aniversarios importantes de nuestra historia.
En 1868 se inició nuestra primera guerra por la independencia nacional y la abolición de la esclavitud. Mientras que la independencia de las trece colonias inglesas de América del Norte se alcanzaba manteniendo intacta la esclavitud –como bien lo recordara José Martí-, la nuestra comenzaba liberando a los esclavos del ingenio de La Demajagua.
Diez días después, el 20 de octubre de 1868, se cantaba por primera vez, en la ciudad de Bayamo liberada, el que es, hasta hoy, nuestro Himno Nacional. Como homenaje a tan significativa ocasión, ese día fue declarado el Día de la Cultura Nacional en nuestro país. El autor del himno, Pedro Figueredo, pagó con su vida su patriotismo.
Octubre nos trajo en 1959, apenas diez meses después del triunfo revolucionario, la desaparición de una de sus más destacadas y populares personalidades, el Comandante Camilo Cienfuegos, cuando regresaba a la capital después de haber abortado en Camagüey un intento de rebelión de un Comandante del Ejército Rebelde. La caída al mar de la avioneta en la que viajaba Camilo provocó una intensa búsqueda y una angustiosa espera de todo un pueblo ansioso de recibir la deseada noticia de que había sido encontrado vivo.
Lamentablemente no fue así. Sólo el mar sabe dónde quedaron sus restos. Es por eso que surgió la tradición de arrojar flores al mar los días 28 de octubre como homenaje a Camilo, el otro Comandante que junto al Che realizó la victoriosa invasión de oriente a occidente que precipitó la fuga del tirano Batista y la caída de su régimen y el triunfo de la Revolución.
Octubre también marca la desaparición física del Comandante Ernesto Che Guevara, cuando trataba de abrir un gran frente de lucha antiimperialista y por la liberación nacional en el corazón de la América del Sur. Esto ocurría ocho años después de la muerte de Camilo. En ese tiempo la impronta del Che en nuestro país se dejó sentir en muchos frentes, tanto en la economía interna como Ministro de Industrias y Presidente del Banco Nacional, como en la política exterior, desde mediados de 1959, siendo el pionero en la forja de vínculos con países de África y Asia que luego serían fundadores del Movimiento de Países No Alineados en septiembre de 1961. Todo esto además de sus responsabilidades en la defensa del país y en su organización política. Su inteligencia, tenacidad, capacidad de trabajo, ejemplaridad de conducta, su forma razonada de dialogar con el pueblo, su vida modesta, su visión emancipadora del ser humano, lo convirtieron en una figura muy respetada y admirada. Su exigencia comenzaba por la autoexigencia, por predicar con el ejemplo. Cuando en 1965 se creó el primer Comité Central del Partido Comunista de Cuba, nadie habría aceptado que el Che no figurara entre sus dirigentes principales junto a Fidel y Raúl. La explicación vino por boca de Fidel al leer la famosa carta de despedida del Che en la que decía que otras tierras del mundo reclamaban el concurso de sus modestos esfuerzos. Era una pérdida enorme para Cuba, pero había que respetar su decisión. Cuando dos años después llegó la noticia de su muerte en Bolivia hubo consternación en nuestro pueblo. La velada solemne en la Plaza de la Revolución para rendirle postrer tributo contó con la mayor multitud que llenara la Plaza y sus alrededores. Fue un atardecer frío de llovizna y silencio total quebrado por el sonido de la diana que honra a los muertos, seguida inmediatamente por la voz de nuestro querido poeta nacional, Nicolás Guillén, quien en tono grave leía su poema Che Comandante: No porque hayas caído tu luz es menos alta, decía Guillén, el cubano que escribió, desde su exilio en Buenos Aires, el primer poema al Che justo al triunfo de la Revolución en enero de 1959: Como si San Martín la mano pura a Martí familiar tendido hubiera. Así definía Guillén la presencia guerrillera del Che en Cuba.
En honor a Camilo y el Che, cada año celebramos en Octubre una jornada especial en la que nuestros jóvenes son protagonistas. Los niños que inician sus estudios primarios estrenan sus pañoletas azules de pioneros y prometen ser como el Che.
Este año, es el cuadragésimo aniversario del brutal atentado terrorista que los apátridas traidores al servicio de la Agencia Central de Inteligencia de los EEUU realizaron contra un avión de pasajeros de nuestra aerolínea nacional cuando viajaban de regreso a Cuba nuestros jóvenes campeones centroamericanos de esgrima junto a jóvenes de Guyana que venían a estudiar a nuestro país, además de otros pasajeros norcoreanos. Hacer estallar en pleno vuelo un avión civil es un crimen que solo mentes cobardes y deleznables son capaces de concebir. Los pocos restos recuperados del mar en las costas de Barbados, expuestos en la Plaza de la Revolución, recibieron el tributo de respeto y amor del pueblo que veía en ellos a sus propios hermanos, padres o hijos. Dolor de todos y clamor de todos porque se hiciera justicia y se castigara a los criminales.
Venía el recuerdo de los mártires de la explosión del vapor La Coubre y de las víctimas de la invasión mercenaria derrotada en Playa Girón, de las víctimas de las bandas contrarrevolucionarias durante la campaña de alfabetización y en los años subsiguientes.
Y Octubre nos trae el recuerdo de la crisis de 1962 en que estuvimos cerca del exterminio nuclear. Creo que nunca como entonces estuvimos tan unidos los cubanos y tan dispuestos al sacrificio máximo antes que rendirnos al enemigo. Baste decir que muchos de quienes hasta ese momento habían permanecido indiferentes o indecisos, pidieron su incorporación a las milicias revolucionarias. Antes que vivir como buey sumiso, preferimos la estrella que ilumina y mata de la que habló José Martí.
Sí, somos un pueblo joven, pero con rica historia. Nación surgida en la lucha por la libertad y la justicia. Parida con dolor y sangre. Sin embargo, somos pueblo solidario y sin odios que ha dado al mundo hijos venerables. Ellos, los venerables, marcan el camino. Hacia ellos volvemos nuestros rostros para recibir su fuerza dignificadora.
La historia, nuestra historia, es el fundamento de lo que somos y deseamos ser.
El tañer de la campana libertadora de La Demajagua, las notas del Himno de Bayamo, la ciudad que prefirió incinerarse antes que rendirse al enemigo, el ejemplo de Céspedes, Padre de la Patria, desde Octubre nos convocan.
Nacimos como nación rompiendo cadenas convencidos de que vivir encadenado es vivir sumido en afrenta y oprobio. Aprendimos que morir por la patria es vivir, porque la patria es el alma mater de nuestra nación, mezcla de cuatro continentes que convergieron en un solo espíritu nacional, abierto a la gran fraternidad humana, a la alegría de vivir, a la compañía y al sacrificio, a la amistad y la cultura.
Deje un comentario