René de la Nuez, ese ARTISTA (humorista, periodista, pintor, dibujante y profesor) de puntual respuesta ante los urgentes encargos sociales que dictaba la actualidad política, ese satírico editorialista cubano por excelencia, que durante décadas afinó su sensibilidad diestra en el diapasón de la cotidianeidad, cubana e internacional, que alcanzó –muy merecidamente– el Premio Nacional de Artes Plásticas en el año 2007… hubiera cumplido hoy (8 de septiembre), 83 años. Dejemos pues que las palabras cabalguen para recordarlo.
Nacido en el ilustre pueblo de San Antonio de los Baños, en 1937, cuna de célebres creadores cubanos de distintas manifestaciones, publicó sus primeros dibujos en la revista Páginas, del Círculo de Artesanos de su lugar de origen (1955), año en que se incorpora, además, en la lucha política dentro de las filas del movimiento 26 de Julio. En 1956 entraría a laborar como caricaturista en el semanario Zig-Zag, de ese estreno allí comentaría en una oportunidad que su primera caricatura, esa que le acercó el contrato en Zig-Zag, fue sobre la nacionalización del Canal de Suez. Y mostraba al entonces primer ministro de Inglaterra frente a un televisor en cuya pantalla nada se veía y decía: “He perdido el canal”. Precisamente en esta revista nacería al año siguiente (1957), el importante personaje de El Loquito, que constituyó todo un ícono de la crítica a la dictadura batistiana. A partir de ese instante, la suerte estaría echada para el creador en estos terrenos de la caricatura. Como diría en cierta ocasión el destacado artista cubano Santiago “Chago” Armada –colega en el diario Granma en estos terrenos del Humorismo y el arte plástico–, “la inmediata y concreta actualidad modula no sólo sus caricaturas diarias en las páginas de la prensa, también las de aquellas trazadas especialmente para sus libros.
En uno u otro caso, Nuez, jamás parte de una concepción genérica o intemporal de los acontecimientos y situaciones, ni permanece ajeno a los detalles, matices y agentes activos que los conforman o determinan. Nuez los caza al vuelo, los “vivisecciona” y extrae de sus complejos intríngulis –diría que hora a hora y minuto a minuto– la exposición que finalmente entregará a la consideración pública participante. En la dialéctica de lo inmediato insoslayable –en lo explícito o implícito de ésta–, Nuez sienta su mejor cátedra sin menoscabo de trascendencias temporales y estéticas. Consumación y comunión de imágenes y metáforas gráficas –a veces necesariamente iteradas, pues el enemigo itera a diario sus desmanes–, en confrontación vivaz con la realidad y capaces de grabarse indelebles y reveladoras por siempre en nuestras conciencias”.
En 1959 inicia sus labores en el periódico Revolución, colaborando asimismo con diferentes publicaciones, y realizando hasta 1967 una caricatura política diaria en el Noticiero Nacional de Televisión. En 1961 fundó el semanario humorístico El Pitirre del rotativo La Tarde, y en 1965 el periódico Revolución dio paso al diario Granma, Nuez se desempeñó durante muchos años como caricaturista editorialista de ese órgano de prensa. Entre 1968/70 fue director del semanario humorístico Palante. En la prensa escrita dio vida a disímiles personajes, entre los que se cuentan Negativo Compañero, Mogollón, Barbudo, entre otros. Con más de 40 mil caricaturas publicadas durante más de 3 décadas en la prensa diaria nuestra y disímiles libros, el creador de El Loquito resulta un ejemplo indispensable de los caricaturistas satíricos cubanos.
Todo el humor de Nuez
En 1986 el Museo Nacional de Bellas Artes abrió anchas sus puertas para acoger una exposición retrospectiva de René de la Nuez con más de 300 trabajos titulada “Todo el humor de Nuez”, desde sus inicios con el conocido personaje de El Loquito, hasta lo más reciente de su producción en la época, con la serie de la Deuda Externa. En aquella ocasión, Jorge Enrique Mendoza, miembro del Comité Central del Partido y director del periódico Granma, al dejar inaugurada la importante muestra refirió que resultaba un enorme privilegio para un artista y un periodista, que su trabajo sea tan ampliamente conocido y reconocido por su pueblo. Singular circunstancia –dijo– que ninguna persona pueda decir que hoy, por primera vez, está viendo en el Museo Nacional de Bellas Artes los dibujos de este gran artista de la caricatura o del cartel…Mientras que de su obra, el propio Mendoza expresó que ha sido y sigue siendo fuego graneado, interpretación precisa de la actualidad nacional e internacional, combate al enemigo, educación política y educación formal. “Les confieso –argumentó– que René de la Nuez es nuestro indispensable editorialista satírico, crítico del imperialismo, en primer lugar, y de lo mal hecho en general”.
En aquella exposición se mostraron caricaturas, diversos libros de humorismo publicados por él, afiches con sus personajes más representativos, caricaturas personales, catálogos e historietas, así como diferentes cables de agencias noticiosas internacionales de Occidente que se referían a su vasta obra. Cuando en una entrevista publicada en Granma en marzo de 1986 y titulada Ese indispensable editorialista satírico, le pregunté: ¿Considera que en esta retrospectiva está todo el humor de Nuez?, miró seriamente a su alrededor la amplia sala del Museo Nacional de Bellas Artes, donde horas más tarde quedaría abierta su importante muestra y dijo: “Aquí está casi todo mi humor. Hay momentos importantes de mi quehacer artístico y sobre todo de cambios en el dibujo. Está bastante reflejado mi trabajo”. Y, como para reafirmar señaló: Creo que no se ha quedado nada fuera; están los libros, carpetas de dibujos, historietas de cuando incursioné en esa disciplina; el humor pleno del hombre, la caricatura personal…”.
Más adelante, en la propia entrevista confesó que hay “dos cosas que me apasionan: la caricatura de Granma que ha constituido un reto para poder entregar al pueblo, diariamente, esos trabajos sobre el tema social, con sus triunfos y alegrías; y el humor costumbrista, que es también ese otro reto para el artista, porque refleja en él las nuevas costumbres que han surgido con la Revolución y aquellas que se extinguirán por la lucha de contrarios y que aún subsisten”. Entre algunas piezas de la exposición se destacaba una fechada en 1958. Es un personaje de ojos traviesos y un sombrero de papel periódico: El Loquito. “Era diciembre de 1956 y ya había desembarcado el Granma –comentó– y había mucha censura. Buscando yo algo que pudiera burlarla, se me ocurrió la idea del personaje, al pasar en una 76 por el hospital de dementes, antiguamente llamado Mazorra. En cuanto llegué a casa me puse a dibujarlo.
El dos de enero de 1957 aparecería el primer Loquito, que burló tanto como pudo a la tiranía. Fue mi comienzo y mi gran momento de aprendizaje”. Recordaría también los tiempos de Zig-Zag, donde encontró un gran apoyo por parte de los que allí laboraban “porque siendo un muchacho que comenzaba en la caricatura, no sólo me brindaron un espacio, que era algo importante, sino que me dieron muchos consejos que me sirvieron al principio de mi carrera”. ¿Ha habido alguno constante en su obra, algún personaje que se mantenga a través del tiempo? Sin pensarlo dos veces, Nuez dice que “El Barbudo, está reflejado en la primera época, desde Fidel en la Sierra, hasta hoy, que es la imagen del pueblo en la Revolución”.
En las últimas obras de su amplia colección –escribí en aquella ocasión– poco a poco surge el color y quise indagar… ¿Por qué? “Utilizo poco el color –refirió– trabajo más con el negro y sólo doy ciertos tonos cuando hay alguna intención”. Se queda callado y continúa… “Aunque últimamente los dibujos me piden el color”. Su rostro se alegra, parece interesado con la pregunta. “Chico, me gusta hablar de lo que voy a hacer. Pues aquí está lo que hice, pero quiero seguir haciendo cosas nuevas y tratar de proyectar las obras desde otro punto de vista estético. Voy a continuar la serie de los costumbristas y trabajar hacia el humorismo sincrético. En esta forma quiero encontrar, por medio de las raíces culturales nuestras, el humor en la pureza de la línea… Esta exposición –me confesó– es como una despedida, pero también como una llegada a otro punto, donde tengo que comenzar como si no hubiera hecho nada antes”. Y cuando asombrado fui a preguntarle, me cortó y expresó: “Sí, voy a seguir trabajando en Granma como siempre. Eso nunca lo dejaré”.
Una llegada a otro punto
Poco tiempo después descubrí que ese otro punto era la pintura… En agosto de ese año 1986, Nuez inauguraba otra muestra, esta vez en galería Habana (F y Línea, El Vedado) bajo el título de “Concierto Baroko”…, en la que exponía cerca de 60 piezas realizadas en tinta y pastel sobre papel. Allí, las raíces africanas de nuestra nacionalidad germinaban en la obra de René de la Nuez, y como frutos de su árbol creativo surgían, en su paisaje pictórico, las nuevas formas de ver los símbolos de nuestra identidad cultural, impregnados del humor criollo que nos caracteriza, en una original simbiosis. Y algo más sucedía: Nuez cambiaba, hacia otra manera de creación. De aquella singular muestra reseñé en el diario Granma (18 de agosto, 1986) con el título de Nosotros en el espejo de Nuez: “De sorpresa en sorpresa se posará la mirada del espectador en cada trabajo y encontrará la frescura y novedad de un artista que se encuentra en una importante etapa de su vida. Y surge una pregunta: ¿Seguirá el camino de grandes creadores, que en un momento de su vida incursionaron en la caricatura, para convertirse después en dibujantes y pintores? Al menos, aquí demuestra Nuez que madera tiene para ello.”.
“La esencia del cambio en lo último de su labor creativa es una búsqueda para tratar de encontrar un camino cubano dentro del humor, con un valor universal. Nuez sigue así la ruta de Don Fernando Ortiz; es como si tradujera a la imagen los escritos afrocubanos del incansable investigador, en un rico y alto edificio gráfico donde reúne la sensualidad, la magia, los ritmos y lenguajes de nuestros predecesores. Pero su logro está en hacerlos contemporáneos, porque hoy están presentes de mil maneras que él ha descubierto.”.
“En las paredes de Galería Habana esperan por nosotros, para comenzar un nuevo diálogo sus dibujos satíricos; obras con nombres originales y pintorescos como nuestra nacionalidad: Iyamba en bicicleta, Asere con gorila, Negrita de pelo bueno, El amarre, Elegguá y muchos otros que nos recordarán, con una sonrisa en los labios y en cada enfrentamiento con la imagen, cómo somos los cubanos. Podría decirse, además, que en cada una de esas “pulidas” superficies cual un mágico espejo, muchos se encontrarán. Es la manera en que Nuez ha descubierto en su tiempo las formas de lo cubano. Como un nuevo rito ceremonial de la calle, donde a cada paso están el hombre, sus costumbres y tradiciones. Detrás de los cuadros estamos nosotros”.
Dos años después Nuez desandaba la geografía española con su muestra “Un rayo de Nuez” que expuso en tres salas del Centro Cívico Guinardó (Barcelona), en la que sumó 92 obras (humor político, trabajos sobre costumbrismo y dibujos marcados con la impronta afro caribeña). En aquella oportunidad le preguntaron, luego de regresar a Cuba si ello significaba un alejamiento del humorismo… A lo que el artista respondió: “Me siento muy bien trabajando toda una serie de temas cubanos con una óptica plástica, y por momentos me alejo del humorismo, pero no lo abandono. ¿Eduardo Abela no hizo humorismo y pintura, Posada y Jesús de Armas no lo hacen también? Sigo la tradición de los artistas de mi pueblo, San Antonio de los Baños…”.
En otras exposiciones que seguían ese ritmo como Ogo, el garabato y Estribilo, signo y misterio, Nuez trabajó la temática de la presencia africana en nuestras raíces. Tomando ello como punto de partida le preguntaron una vez si en ocasiones no han calificado su obra de folclorista o exótica. A lo que Nuez contestó: “La versión que yo trasmito no es sólo africana, también caribeña. En relación con el exotismo –aseveró– hay a veces una confusión con esa palabra, que significa algo que no es de aquí; y el tema que yo trato sí lo es, aseguró. Lo exótico en nuestro caso podrían ser los sombreros de paño, los abrigos de pieles, pero los tambores, los garabatos y el erotismo del cubano no son nada exótico, ni folclórico. El folclor es algo muy bien definido y sus estudios son una ciencia; mis obras se nutren de lo popular, que luego someto a un proceso intelectual para, finalmente, traducirlo artísticamente”.
Los Almendrones, otra traducción artística
En el año 2010 el creador aterrizó en la sala Majadahonda, del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, en La Habana Vieja con un conjunto de dibujos en tinta y acrílico sobre cartulina/tela que bautizó como “Almendrones de Nuez”, que constituyó su penúltima exposición personal. Animados con esa carga-comunión de imágenes y metáforas gráficas en confrontación lúcida con la realidad, capaces siempre de sembrarse en nuestra conciencia aparecieron estos trabajos que tenían la intención de dibujar la memoria histórica de la ciudad, conservarla en la línea y el color, salpicada siempre de nuestro humor y algo más, para grabar un tiempo. Matizados, además, con esa manera suya de crear: una línea expresionista que subraya una interpretación de situaciones surrealistas insinuadas ya, en anteriores trabajos del artista. Aquí enfocaban esos viejos carros americanos que desandan nuestras calles y carreteras “con sus injertos e inventos, resistiendo el tiempo para vivir y triunfar”, señaló Nuez en aquella muestra. Los almendrones constituyen, pues, un pretexto para contar de la gente, esa que tiene que “inventarse la vida diaria para subsistir, pero con un afán extraordinario de pertenencia a esta ciudad”, al decir del autor. Deambulan por La Habana con su carga de cubanía e identidad, como el alma de la ciudad en perenne movimiento. Ante cada obra, cual mágico espejo muchos podrán volverse a encontrar. Es la manera en que Nuez ha descubierto, en su tiempo las formas y claves de lo cubano, como antes hizo con las raíces africanas de nuestra nacionalidad que, en un tiempo pasado, también germinaron sobre las superficies de sus obras.
Reflexión, inteligencia, alegría, humor… emergen del diálogo con estos dibujos satíricos, originales y pintorescos –armados a veces con gruesas líneas y otras más tenues, con manchas y trazos gestuales–, que muchos recordarán con una sonrisa en los labios, porque así somos los cubanos.” Nuez –dijo el día de la inauguración de esta muestra el poeta Víctor Casaus, director del Centro anfitrión–, ha construido la memoria de nuestro país, a partir de su talento. Su obra es importante porque reivindica el género de la caricatura, que él ha llevado mucho más lejos, en dibujo, pintura. Es un arte agudo, inteligente, analítico que busca las raíces a través de las claves de nuestro modo de ser”.
René de la Nuez, considerado como uno de los 100 caricaturistas más importantes del mundo, dejó de existir a la edad de 77 años, el 6 de enero de 2015, víctima de un paro cardíaco en esta ciudad a la que se entregó con todo su humor y alma. Sirvan estas palabras para recordar al colega y amigo que se nos fue, para tristeza de todos, un Día de Reyes...
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