A propósito de la inauguración este 11 de abril a las 8:30 p.m. en el Pabellón Cuba de la exposición colectiva Fuerza y Sangre. Imaginarios de la Bandera en el Arte Cubano, "encaminada a reflejar cómo en el último medio siglo los creadores de la Mayor de las Antillas han tenido en la insignia nacional un referente importante para abordar nuestra identidad a través de la pintura, el dibujo, la escultura, el diseño, la gráfica, las instalaciones y el video", el Equipo de Publicaciones Cubarte ofrece nuevamente a sus lectores el artículo Nuestro más preciado tesoro, de Guille Vilar, Premio Nacional de Peridismo Cultural Guille Vilar.

El pasado 8 de junio, lo recordaré como uno de los días más importantes de mi vida. (1) Me entregaron una bandera cubana. Solo bastó el momento de recibirla, para sentir todo lo que trataré de describirles a continuación.

La trascendencia de semejante gesto, que no por realizarse con la cordialidad pura que prima entre las hermanas y  hermanos de empeños por dar lo mejor de sí a la espiritualidad de la nación cubana, implica que dejamos de percatarnos de haber asistido a un parto de luz en nuestras almas. Si desde siempre, la enseña nacional ha sido depositaria de las más profundas emociones cuando del tema de la Patria se trata, ahora que tengo una mía, se desbordó un torrente de ensueños inevitables.

Desde el instante en que permitieron abrazarla con nuestras manos, supe que esta bandera tenía vida propia. Un latir del influjo maravilloso, avanza por venas y arterias hasta llegar a una morada segura como nuestro corazón. Es entonces, cuando descubres que dicho abrazo, te ha convertido en otro hombre. Ya no se trata de comprender porque de tan solo mirarla, los cubanos queremos cantar y a menudo no podemos contener el llanto.

Es que desde ahora, al ver la bandera de Martí, presiento que en nuestro ser interior, habitan las voces todas que cantamos el Himno al unísono, del mismo modo que con solo admirarla, siento correr en mis mejillas, lágrimas derramadas por el sudor abnegado; aquellas que han sido derramadas por la emoción de una felicidad suprema y las lágrimas derramadas por la sangre que se ofrenda a la Patria.

Imponente por la solemnidad que la distingue, no obstante el impacto de lo que su bandera representa para el cubano, lo identifico como la bendición del cariño de una madre, sentimiento que comparte con todos sus hijos por igual, desde los más ancianos hasta los recién nacidos, con todos los que tienen en el amor a la Patria, el paisaje de sus vidas.

Por eso, entre tantas otras razones, el tener de tan cerca a nuestra enseña nacional, esta se convierte en el obsequio más valioso que se le pueda entregar a quien ame la tierra en donde nació. Precisamente por estos hermosos sentimientos, convocados desde el orgullo de ser cubano, tengo la certeza que nunca serán demasiado las miles de banderas de la estrella solitaria confeccionadas en grandes telas, para que flameen con su radiante belleza en todas nuestras escuelas; para que ondeen en todos nuestros centros de trabajos; para que vibren en todos nuestros hogares, en fin las miles de banderas cubanas que colmen nuestras vidas para entonces repetir junto a Antonio Guerrero los versos finales del poema En la celda he pintado mi tricolor bandera, escrito durante su injusto encierro en cárceles norteamericanas: Junto a mi corazón mi bandera palpita. (2)

Notas

(1) Habitualmente en la sede del Ministerio de Cultura, la mañana de cada lunes es el momento escogido para realizar un matutino con la participación de todos los trabajadores y funcionarios de dicha institución que encabezados por el propio Ministro, rinden homenaje a personalidades procedentes de diversas áreas del quehacer cultural de nuestro país. En esta oportunidad, los honrados con la entrega de la enseña nacional fueron la actriz Aurora Basnuevo y el actor Mario Limonta por su relevante participación en  el programa radial Alegrías de Sobremesa que arriba a su 50 Aniversario, además de René González, el Presidente del Instituto de Historia y a un servidor que  ha sido honrado con el Premio de Periodismo Cultural José Antonio Fernández de Castro 2014.

(2) Guerrero, Antonio: En la celda he pintado mi tricolor bandera. A la Bandera Cubana. Antología Poética. Editorial Letras Cubanas, 2007,  p. 84.