Se sabe que cuando abrimos los ojos al mundo, la identificación con nuestros padres es inmediata, identificación que cada vez será mayor en la medida que estos nos colmen de atenciones y mucho amor. Algo similar sucede cuando decidimos abrir nuestros oídos a la música que se escucha, en el preciso momento que le toque a cada cual. Por lo tanto, se supone que cada generación se recree con la música del tiempo al que pertenece, pero también puede suceder que cuando crecemos, dicha preferencia varié hasta incluso llegar a negar aquello que musicalmente se identifica con lo que nos corresponda asumir generacionalmente. Así las cosas, entre los que hoy en día abordan el género de la canción a nivel internacional, existe una notable tendencia por esa línea interpretativa marcada por el facilismo ramplón, incapaz de sostener cualquier valoración crítica profunda. Por tal motivo cuando entre estos tornados propiciadores de los vientos de la banalidad, se descubre a alguien que desde un total convencimiento, se le aclama por sus excelentes dotes como artista, representa una señal de que no podemos perder la fe en los postulados del Arte que como verdades eternas, resultan imposibles de cambiar.
Así hablamos de la talentosa intérprete Haydée Milanés. Quizás los mejicanos estén asombrados de que su disco Palabras (Bis Music 2014), se encuentre entre los mejores fonogramas promocionados en la nación azteca durante el pasado año. A nosotros los cubanos, nos enorgullece esta relevante noticia, pero no nos sorprende. En primer lugar porque en muy pocas ocasiones durante la planificación de un disco, se consigue alcanzar una combinación tan efectivamente explosiva en lo relativo al alto rango de creatividad plasmado. Por una parte, Haydée ha escogido un número de clásicos compuestos nada menos que por Marta Valdés, referencia obligada en la historia de la música en nuestro país cuando se hace alusión a hitos de la canción romántica, cuyo nivel de respetabilidad es tal, que nadie pone en duda.
Asumir títulos como Llora, Tu no sospechas y la propia Palabras, constituyen un reto lo suficientemente riesgoso como para atreverse a otorgarles otra oportunidad de vida después de haber salido del alma de la propia Marta Valdés. Es que en el caso de Haydée, no solo le sobre coraje para hacerlo sino que además lleva en sí misma una serie de condicionantes que le garantizan un desenlace altamente satisfactorio que la convierten en una especie de enigma para estos tiempos. Ante la experiencia de escuchar el disco en cuestión, lo que debiera de ser algo cotidiano entre tantas artistas que se dedican a cantar, Haydée Milanés lo ha convertido en un hecho extraordinario.
De nuevo experimentamos en carne propia ese rubor de sentirnos emocionados por la sensibilidad de un canto acogedor, sutilmente temperamental al provenir de una ternura ilimitada, pero sin extraviar el dominio profesional para matizar cada canción como se debe. Escucharla es quedar impactados por la naturalidad de personalidades que como ella, necesitan expresar en el canto todo un mundo interior que se nos revela inabarcable.
En tales circunstancias, nos vienen a la mente el legado de mitos en el oficio de cantar como Ella Fitzgerald, Mercedes Sosa o Elena Burke para quienes el verdadero y único espectáculo que les permitiera llegar a hacerse famosas, fue el de la pasión que desprendían sus voces. Entonces, para nada resulta casual traer a colación el concierto ofrecido por Haydée en la sala teatro del Museo de Bellas Artes hacia fines del 2015.
Elegante, discreta tanto en el vestir como en sus movimientos escénicos, una hermosa mujer acompañada por tres magníficos músicos (1), nos cautiva desde el personal magnetismo de un canto que no necesita de más nada para hacernos sentir sumamente agradecidos por su presencia entre nosotros. Hay quienes necesitan del paso de los años para mostrar su valía mientras que otros, apenas desde sus comienzos, ya figuran entre lo más selecto dentro del panorama de la música cubana contemporánea que como sucede con Haydée Milanés, no es difícil predecir cuantas sorpresas nos deparará el destino de su fructífera trayectoria artística.
Notas
(1) La presencia del guitarrista Raúl Verdecia, el contrabajista Jorge Reyes y el batería Enrique Plá para acompañar a Haydée Milanés, nos reafirmó la certeza que estábamos como espectadores de todo un concierto de lujo para cualquiera de los tantos prestigiosos escenarios que en el mundo pudieran haber tenido lugar en ese mismo momento.
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