Nieves Cárdenas López en El autor y su obra.


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“No se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan.”

Jean Paul Sartre

 

Resulta tarea difícil hablar de la obra de otro escritor sobre todo cuando se comparte con él o ella el mismo tiempo de vida y uno no es otra cosa que un compañero de camino, un cófrade. Probablemente esta misma circunstancia convirtió en algo irrecusable la invitación, gentilmente extendida por Nieves, para tomar parte en esta jornada de celebración que representa el espacio El autor y su obra, organizado por el Instituto Cubano del Libro. 

La autora muestra en su catálogo una variada producción literaria destinada a los infantes y en este diálogo se inició en el oficio, sin embargo, una zona de su obra se dirige a los públicos adultos. A ella me referiré en estas líneas. 

Por descontado que, sin importar la condición etaria de las audiencias el escritor es el mismo y su producción exhibe un modelo de lenguaje o una manera de usar la lengua que se supone propio y a él se integran determinados recursos expresivos, hábitos, referentes, concepto de la literatura y de su propio oficio, relación con el lector y ello ilumina toda su obra sin importar de manera esencial cuál sea su destinatario. Por otra parte, cuando escribimos, supuestamente, para los menores de casa en realidad lo estamos haciendo para toda la familia ya que, desde varios puntos de vista, es el adulto el mediador entre el niño y el libro y el hecho de que los adultos de casa compartan lo que el niño lee brinda una caja de resonancia especial para el ejercicio de lectura.

No obstante, es útil destacar mediante algunas informaciones y pareceres esa zona destinada a los adultos en la obra de Nieves Cárdenas López. 

Por fortuna los escritores provienen de todas partes. Entre nosotros, donde el oficio está poco estudiado en su dimensión social, esta diversidad parece ser regla frecuente. No obstante, a partir del inicio del milenio surgió una iniciativa formadora desde el Centro Onelio Jorge Cardoso que ha funcionado como filtro de recién descubiertas vocaciones literarias, una especie de estación de equipamiento y despegue para una variedad de las voces que durante las décadas cercanas se han integrado al canon literario.

Los ecos de esta iniciativa, desde los medios, animaron y decidieron el camino de esta creadora. Contaba la misma con una experiencia valiosa al cursar ya su quinta década de vida. El conocimiento inicial de las técnicas narrativas que brindó el espacio televisivo Universidad para todos la lanzó a formular como literatura su relación con el mundo.

Vinieron las obras y definieron a su creadora como una escritora que tenía interés en dialogar con públicos diversos, así algunas se dirigen a los niños y sus familiares, otras a los adolescentes y jóvenes y otras definen su lector ideal dentro del universo adulto.

Dos géneros caracterizan hasta hoy su producción literaria: la narrativa ficcional y aquella otra animada por el testimonio y por las informaciones biográficas y, en ocasiones, se entretejen.

Dentro de la producción para adultos, la novela Desnudos bajo la luz (2012), Premio Luis Rogelio Nogueras, corresponde al primero; Sosabravo. El color que da forma revela el segundo. La historia que nunca quise escribir (Editorial Extramuros 2018) expresa una peculiar mixtura. La muchacha de la boina gris (Gente Nueva, 2016) es un producto singular, una propuesta de registro biográfico novelado acerca de los primeros veintitrés años de vida del poeta Pablo Neruda, a partir de cartas y poemas, que tiene como centro el amor por la joven Albertina Azócar. Fue este justamente el período de floración de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

Como se observa, dos artistas iluminan, respectivamente, dos de estos textos: el poeta chileno Pablo Neruda y el artista plástico cubano Alfredo Sosabravo, como antes había sucedido con la magna Gabriela Mistral quien fuera presentada a los lectores adolescentes mediante la recreación biográfica y publicada por el sello editorial cubano Gente Nueva en 2011. 

De este modo, es esta una producción literaria que no siempre se vuelve sobre la experiencia propia y la subjetividad de su creadora, sino que se abre a las vidas de otros intelectuales y artistas y a sus obras, y se encarga, entonces, generosamente, de enriquecer nuestro conocimiento al respecto, de ponernos en diálogo y disfrute con esas otras existencias y quehaceres desde una perspectiva nueva. Sin embargo, cuando combustionan la vivencia y la sensibilidad propia las historias se inscriben en algunos de los frescos reconocibles de nuestras experiencias sociales como nación, es así como Desnudos bajo la luz refiere algunos de los sutiles cambios ocurridos a nivel micro en el plano familiar tras el triunfo de enero de 1959, los estudios universitarios realizados en los países del llamado campo socialista, la huella que dejaron aquellas culturas en los nuestros, los avatares del período social y el regreso de los negocios privados en la primera mitad de los noventa (luego de su cierre con la Ofensiva Revolucionaria de 1968), mientras La historia que nunca hubiera querido escribir hurga en el drama compartido de la emigración, especialmente de esta oleada reciente protagonizada por los jóvenes de las familias. Aquí la fuente del discurso que leeremos son los testimonios que el hijo mayor de la escritora, quien ha partido de Cuba a sus veintitrés años con el ansia de conocer mundo, brinda a su madre en su primera, y hasta hoy, única visita a la isla cinco años más tarde, acerca de todas las dificultades y pesares que le aguardaron durante la mayor parte de su travesía. 

Los acontecimientos se narran de modo sobrio, guiados por la fidelidad a lo vivenciado, mediante una prosa ágil y amena que mantiene a raya la emoción y que conquista al lector, sobre todo, por la sinceridad que destila cada línea, además de resultarnos un relato muy cercano.  

Desde el punto de vista de los géneros y modalidades literarias por supuesto que comparte rasgos con la literatura de viajes y también con la de aprendizaje o crecimiento interior y no están ausentes los lances que nos recuerdan la aventura, sobre todo por la tensión que, en determinados momentos, se eleva gracias a la pericia de su escritora, aunque ha sido clasificada editorialmente dentro del formato del testimonio. 

Por lo general la tarea literaria comienza por la definición del tema y el asunto. En todos los casos nos hallamos aquí ante una literatura comprometida con su tiempo y los valores humanos, en la cual se percibe una vocación de servicio ajena a cualquier tipo de particular complacencia. Es una literatura honesta – que no pretende pasar por lo que no es--, a la vez respetuosa y delicada – rasgos que se aprecian muy bien en su zona testimonial mientras que en su cuerpo ficcional no hace caso de modas ni tácticas sicalípticas (un término griego que designa la malicia sexual o la picardía erótica y que suele aludir en ambientes cultos a la pornografía) presentes en el mercado. La expresión apuesta por la comunicación con el lector mediante un lenguaje cuidado pero accesible, sin rebuscamientos o uso de referentes de limitado conocimiento. Mas no por ello se trata de obras de fácil lectura. Por su estructuración y los recursos utilizados (mixtura de géneros, juego con el tiempo, elipsis de diversa índole, entre otros) demandan un esfuerzo por parte de sus lectores, apoyan la idea de la lectura como trabajo, ejercicio de dos, acto de consumo creativo.

Me resta agradecer la obra que Nieves ha puesto a disposición de los públicos lectores, entre cuyas filas me encuentro, al igual que me complacen su diálogo y su camaradería de estos años. Le deseo una vida larga de plena lucidez y – para goce nuestro— de mucha mucha literatura.

 

 


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